Se que muchos ya me estuvieron pidiendo que actualizara pronto esta historia, y también se que me tardé un poco en hacerlo, pero después de hacerlo con las demás, por fin llegó el momento de seguir con este fanfic, del cual también tenía ganas de continuarlo, jeje.
Pero como siempre, quiero agradecer a todos los que me dieron apoyo, y continúan siguiendo esta historia, ya que si no fuera por ustedes, no estaría llegando a la popularidad que esta teniendo ahora.
Pero no los entretengo más, y vamos a lo que vinieron.
Así que comiencen el cap, nos vemos a bajo, y.... ¡¡¡GOZENLA!!! XD
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Los gritos de emoción que emitía Janna por la velocidad, eran lo único que 'amortiguaba' un poco la preocupación que Carem y Arnol tenían en ese momento, mientras trataban de no pensar en lo peor.
Afortunadamente, ya estaban muy cerca de la base, por lo que ya no podían quejarse de la distancia.
Es más, la imagen de la enorme nave ya podía ser vista cuando el vehículo sobrepasó una colina, permitiéndoles al par de humanos una sonrisa y un rápido intercambio de miradas. Por parte de la loba, esta no pudo evitar abrir bien sus ojos por la sorpresa de ver lo que para ella sería un enorme 'castillo' a la distancia.
"¡Oye, tu no dijiste nada acerca de un castillo!" exclamó la Wargen, inclinándose un poco hacía adelante, viendo desde arriba a los dos amigos en la cabina, y apuntando con uno de sus dedos hacia dicha dirección.
"¡Que?.... Oh, bueno.... Digamos que decidí omitir información!" respondió Arnol, confundiéndose un poco por lo del 'castillo', pero dándose cuenta cuando la vio apuntar hacia la nave que los trajo.
"¡¿Me mentiste, después de prometer intercambiar información?!" ahora arremetió la antropomórfica, sintiéndose un poco indignada por la revelación.
"¡¿Intercambiar información?!" preguntó también Carem, girando por un momento su atención hacia el argentino.
El P.D.D ante eso levantó una mano en frente de la conductora, en señal de que esperara un momento.
"¡Escucha.... No te mentí del todo, de hecho ni siquiera te mentí. Todo lo que me preguntaste lo respondí con la verdad, es solo que traté de revelar la menor información posible sobre nosotros, pero eso no quita que las respuestas que te di no fueran verdad!" explicó Arnol con la cabeza levantada para cruzar miradas con la loba.
Ante la respuesta del humano, Janna no supo si confiar en las palabras de este, pero la mirada que el hombre le estaba dando, no era la de un mentiroso, sin mencionar que mas o menos ella podía saber cuando alguien no estaba diciendo la verdad, a lo que la Wargen no hizo otra cosa más que suspirar antes de hablar otra vez.
"¡Esta bien, supongo que te daré la razón en eso.... Pero eso no quiere decir que ya vuelva a confiar en ti!" respondió la antropomórfica sin quitar el ceño fruncido de su rostro.
"¡Me conformo con eso!" finalizó el teniente, solo para luego percatarse de que su amiga mexicana todavía lo miraba de forma desaprobatoria, por lo que ahora tendría que arreglárselas ella también.
"¡Ahhh.... Vamos, di lo que tienes que decir!" alentó Arnol cruzándose de brazos, esperando el regaño de la contraria.
"¡Lo que tengo que decir?, Arnol, acabas de divulgar información a alguien de una raza que no sabemos si podría ser hostil, todo sobre nuestra organización!" acusó Carem, haciendo que el pelinegro se girara hacia ella.
"¡Tampoco revelé todo acerca de la F.U.T, solo lo que ella preguntó, además de que como mencioné, me aseguré de no divulgar demasiado!" contestó Arnol, notando como se estaban acercando a una pendiente que daba hacia la base.
"¡Espero que sepas lo que haces!" dijo Carem volviendo a poner su vista al frente, no muy segura de las palabras de su amigo.
"¡Fue un intercambio, Carem. Ella también me dio información que podría sernos muy útil en el futuro.... Además, notificaré sobre esto, y cualquier problema que surja, ya me las arreglaré con.... El.... Capitán...." en ese momento, el como había dicho la último frase Arnol, dejó al par de chicas algo confundidas. Pero al instante pudieron ver el motivo de eso, siendo que mediante pasaban por el borde de la pendiente, contemplaron como un enorme ejercito de diferentes tipos de criaturas marchaban hacia las grandes murallas de la base, llegando a escucharse los pasos de todos estos hasta donde estaban el trió sobre el vehículo.
"Carem.... A esto te referías con.... Lo de regresar rápido, verdad?" preguntó el teniente con incredulidad, cosa que la medica no respondió por lo obvio.
Por otro lado, Janna tampoco daba crédito a lo sus ojos veían, y más aún cuando pudo ver que los ejércitos estaban encabezados por varios reyes que ella conocía, solo hasta que divisó al infame Cicrat entre ellos, algo que la hizo apretar los dientes.
Pero entre la situación, la Wargen pudo escuchar algo no muy lejos de donde estaban, además de percibir un olor que le parecía conocido. Y girando su cabeza acorde adonde sus orejas rotaban, también pudo identificar una conocida voz, hasta que sumado al aroma en el que ella se concentró, pudo identificar bien de quien, o mas bien, de quienes se trataban.
"¡Oigan.... Detengan esta cosa!" pidió Janna, volviendo a inclinarse hacia adelante para ver al dúo en la cabina.
"¡¿Eh, por que?!" preguntó Carem con leve sorpresa.
"¡Yo me bajo aquí!" respondió la Wargen de pelaje rojizo, haciendo que los dos humanos compartieran una mirada de consternación.
"¡Y se puede saber por que ahora quieres quedarte aquí?" preguntó ahora Arnol, levantando una ceja en leve sospecha.
"¡Simplemente no quiero meterme en problemas, y a juzgar por lo que estamos viendo, van a haber muchos muy pronto!" respondió Janna, pero eso pareció hacer que el par de amigos sospecharan todavía mas de ella.
"¡Segura que no hay otro motivo?, dijiste que querías venir!" interrogó la Medica de Batalla, ya sin temor de verla con una expresión de desconfianza.
"¡Si, les dije que me llevaran, pero en ningún momento dije que también entraría en su fortaleza, además, por como están las cosas, no creo que me den una buena bienvenida!" se defendió, algo que habría puesto mas en duda la situación de la antropomórfica, pero de la misma forma que Janna a Arnol, este mismo tampoco pudo ver indicios de esconder algo, o eso habría creído si no fuera por que los ojos de la Wargen giraron por un segundo hacia una dirección.
De todas formas, podrían ganarse una buena vista por parte de estos Wargens si le mostraba confianza por esta vez.
"Carem.... Detén el vehículo...." ordenó Arnol, sin crearse lo que estaba por hacer.
La ya mencionada rubia no dijo nada, y solo pisó el freno del Todoterreno, generando un pequeño derrape antes de finalmente hacer que su transporte se detuviera.
"¿Podemos confiar en que no nos engañarás?" en eso preguntó el único varón del grupo, al mismo tiempo que se asomaba por la ventana de su asiento, viendo como la loba se bajaba rápidamente del vehículo.
Esta por su parte, al escuchar la pregunta del humano no pudo evitar dar un suspiro de exasperación, algo cansada de tanta desconfianza. Acto seguido se acercó hasta donde estaba Arnol antes de apuntar hacia la dirección de lo ejércitos.
"¿Vez al Leonyd que comanda el ejercito que está más cerca de nosotros?" preguntó Janna, a lo que el teniente siguió la dirección que la loba le estaba señalando, hacia el león que parecía liderar un ejercito de bárbaros.
"Ese mal nacido es Cicrat" continuó la Wargen de pelaje rojo mientras se cruzaba de brazos.
"¿Cicrat.... Espera.... No es el rey con el que me dijiste que tu gente está en guerra?" preguntó Arnol, girando su atención de nuevo hacia la contraria.
"Así es, y si el está ahí, por que deberíamos estarlo nosotros también?" preguntó la loba alzándose de hombros ante la idea.
Y a decir verdad, eso tenía algo de sentido, por que deberían ayudar a su enemigo en la inminente batalla?, sin mencionar que ahora que el humano podía ver bien, en ninguno de los ejércitos había alguien que se pareciera a Janna, o tuviera rasgos mas o menos caninos.
"Bueno, supongo que tienes, solo una última cosa.... Si algo llega a pasar, y resulta que tu tuviste algo que ver.... Te voy a cazar, y desearás haberme dejado donde me encotraste...." amenazó el P.D.D, con una mirada que mostraba promesa en sus palabras.
"¡Y conmigo serán dos!" se sumó Carem desde el asiendo del conductor, asomándose por un lado de su amigo.
Ante eso, Janna solamente se quedó viendo fijamente al duo con sus ojos bien abiertos, solo para terminar sonriendo y devolverle la mirada al varón.
"Lo mismo va para ti...." contestó la antropomórfico inclinándose un poco hacia adelante para estar frente a frente con el teniente. Luego de eso Janna rodeó el todoterreno, comenzando a alejarse del par de humanos.
"¡Buena suerte!" en eso la Wargen escuchó despedirse al humano, el cual estaba asomándose por la parte superior de la cabina. Ante eso, la antropomórfica dejo salir una corta risa, devolviendo el saludo con una sacudida de mano.
Acto seguido, Arnol volvió a tomar asiento, seguido de que con un derrapón de ruedas traseras, el todoterreno reanudó rumbo hacia la base. Janna por su parte se quedó un momento viéndolos alejarse rápidamente, para luego a paso rápido tomar rumbo hacia una dirección en específico.
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Poniéndonos desde la perspectiva de los ejércitos, estos cada vez estaban más cerca de llegar a las murallas de la base humana, y no fue hasta que Vei'jara los vio cuando el todoterreno en el que iban Arnol y Carem pasó a gran velocidad por el borde del descampado a su izquierda.
Y no fue el único, ya que por el sonido que emitía el vehículo, los otros reyes también giraron su atención hacia lo que a sus ojos sería una carroza que se mueve por si misma. Dicho artilugio de cuatro ruedas terminó por sobrepasarlos, y bajar por un desnivel lo suficientemente transitable, lo siguiente que todos vieron con impresión fueron las puertas de las murallas abrirse con un fuerte y seco sonido metálico, permitiéndoles el acceso, terminando con volver a cerrarse ante ellos.
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"¡Señor, son el Teniente Torres y la Cabo Benavídez!" exclamó uno de los soldados que tenía unos binoculares, al mismo tiempo que apuntaba hacia la dirección que los había visto.
El capitán al oír el supuesto aviso, también hizo uso de sus propios binoculares, consiguiendo divisar al par de soldados que se dirigían a toda velocidad hacia la base.
"No pudieron haber llegado en un mejor momento?.... ABRAN LAS PUERTAS!" en eso ordenó el capitán, cosa que al instante dicha orden fue acatada sin demora, escuchándose como el enorme portal de las murallas se abría, justo a tiempo para permitir el acceso de los dos amigos.
Obviamente los primeros en recibir a la pareja fueron David y Erick, quienes en sus respectivas armaduras de combate casi embistieron a los recién llegados, o mas bien fue David el que casi embistió a Arnol en un aplastante abrazo apenas el argentino bajó del vehículo.
"¡¡CABRÓN HIJO DE LA CHINGADA, EN QUE PENSABAS CUANDO SALTASTE DE LA NAVE?!!" gritó un alterado mexicano mientras sacudía a su amigo agarrándolo por el pecho de su ropa.
"¡Yo no salté, tarado, fui arrastrado!" respondió Arnol, en un intento por quitarse al otro latino de en sima.
"¡Aún así estábamos muy preocupados porque te sucediera algo, en especial Carem, fue ella misma la que nos obligó a dejarla irte a buscar!" ahora fue Erick el que su unió, dándole unas palmadas en la espalda al teniente.
"¡Oigan, no los obligué, solo les insistí en que me dejaran ir a mi!" argumentó la rubia de mechón azul, con un bonito rubor en sus mejillas.
"Claro, insistir en que nos pegarías si no te dejábamos ir a ti" contestó David, todavía teniendo atrapado al pobre Arnol en un abrazo, mismo del que el ya mencionado dejó de luchar, dedicándose a solo poner una cara que deseaba la muerte.
"¡Es bueno verlo sano y salvo, teniente!" en eso entró en escena el capitán Evans, cosa que David no tardó en soltar de una buena vez a su amigo, permitiéndole a Arnol ponerse firme y darle un saludo militar a su superior.
"¡Gracias, señor, es bueno volver después del accidente que acaba de pasar!" respondió el susodicho Marine P.D.D.
"Lamentablemente como ya acaba de ver, no tenemos tiempo para darle buen recibimiento, por lo que si está en condiciones, le pediría que usted y la cabo Benavídez vallan por sus armaduras y sus armas" ordenó el oficial de mayor rango, dándose la vuelta para regresar a su puesto.
"¡Señor si me permite preguntar, por que hay un ejercito de.... Nativos fuera de la base?. Se supone que este planeta estaba deshabitado!" interrogó el argentino, obligando al hombre mayor a detenerse, pero sin voltear a verlo.
"No tenemos tiempo para explicaciones, soldado.... Solo diré que nos obligaron a entrar en pie de guerra.... Y antes de que preguntes el motivo, que tus amigos te lo digan...." finalizó el capitán volviendo a reanudar su apresurado paso.
Arnol por otro lado, se había quedado sin habla en si lugar por la respuesta, y no solo el, Carem la cual tampoco había sido testigo de los sucesos anteriores, también se quedo sorprendida, solo para ser llamados por sus dos amigos.
"¡Carem, Arnol, deprisa es por aquí!" exclamó Erick, cosa que los dos se vieron obligados a darse la vuelta y seguir a los otros dos latinos.
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Desde el otro lado del campo, las fuerzas de los siete reyes ya estaban a una distancia de cien metros de la base humana, y seguían acercándose, llegando a pesar si los 'invasores' responderían de una buena vez a su aproximación, pero de una forma rápida, los cielos comenzaron a nublarse, a lo que un trueno resonó por todo el lugar, y un rayo iluminó la escena, haciendo parecer como si un mal augurio.
Levantando su vista para ver el suceso, otro mal presentimiento llegó al pecho de Falen, pero a pesar de las advertencias que su propia intuición le decían, no podía echarse para atrás ahora, no después de lo que había pasado, así que manteniéndose firme, continuó el avance junto a todos los demás lideres, hasta que llegaron a una corta distancia de sesenta metros cuando finalmente se detuvieron otra vez.
El silencio volvió a firmarse entre las dos facciones, escuchándose solamente el sonido de las armaduras crepitándo, y las banderas de cada reino ondeando en el viento.
Desde el lado de los humanos, todos los soldados permanecieron inmóviles en sus posiciones, todos con sus armas apuntando hacia los atacantes, esperando a que estos comenzaran la batalla.
Solo para que en la muralla aparecieran otros cuatro soldados, siendo estos los cuatro amigos que se habían ido por un momento, los cuales se sumaron a sus compañeros en la muralla, pero con la diferencia de que Arnol traía puesta una especie armadura que cubría su torso y sus piernas, pero dejaba algo descubiertos sus brazos, aunque también contaba con unos zervos en sus brazos y piernas que aumentaban su fuerza, sumado a un casco con unos lentes incorporados, y unos guantes tácticos sin dedos en sus manos.
En cuanto a Carem, esta tenía mas o menos lo mismo que el primero, pero con la diferencia de que sus brazos estaban protegidos también, sin mencionar que su armazón tenía detalles blancos por diferentes partes de su conjunto, y una cruz roja en sus hombreras, obviamente para señalar su papel de médica.
En cuanto a armas, el argentino portaba un rifle M4 modernizado con lanzagranadas y doble mira de punto rojo, mientras que Carem llevaba consigo una versión mejorada del subfusil P90, junto a un aditamento de escopeta recortada.
Ambos bandos permanecieron en completo silencio, estudiando al otro, pero ese silencio pronto fue roto cuando Falen desenfundó su espada y la apuntó hacia arriba, solo para emitir un rugido de guerra, que pronto fue seguido por los demás detrás de el, junto a algunos reyes y su ejercito.
Dicha cacofonía de rugidos más que intimidar a los soldados de la F.U.T, solo los puso algo nerviosos, mientras que otros solo se molestaron.
"¡Vei'jara, toma la iniciativa. Que tus arqueros hagan llover sobre ellos!" ordenó Cicrat con exceso de confianza, algo que al susodicho ciervo no le gustó mucho ser ordenado, y menos por el Leonyd de la cicatriz, pero decidió no objetar nada, y con una orden de su mano, el basto ejercito del ciervo empezó a movilizarse por delante de los demás, hasta ligeramente posicionarse en frente de todos estos.
Pronto todos los soldados de elegante armadura verdosa dejaron de forma sincronizada sus armas cuerpo a cuerpo al lado de ellos, seguido de sacar el arco de sus espaldas. Sin perder la sincronización, todos los ciervos llevaron sus manos por sobre ellos a sus espaldas, sacando las primeras flechas de sus carcaj.
Solo un gran sonido de tensar se escucho después de eso, siendo las cuerdas de los arcos, mismos que sus portadores apuntaron hacia arriba, calculando la altura de la flecha y donde debería caer.
Por otro lado, el capitán Evans supuso que algo así pasaría, por lo que girando su atención hacia el interior de la muralla, solo bastó con un asentimiento de cabeza para que los encargados de la contramedida se prepararan.
Vei'jara para ese entonces ya tenía una de sus manos levantada, listo para que la andanada de flechas fuera soltada. Y tan fácil como se vio, el ciervo de grandes astas dejó caer su mano, a lo que todos los arqueros bajo su mando dispararon sus proyectiles, generando una curva en pleno vuelo, y dirigiéndose hacia la base.
Sorprendido por la enorme nuve de flechas, Evans por un momento se olvidó de su sistema defensivo, el cual justo a tiempo recordó de golpe, por lo que tomando un comunicador, activó la función de este para el aviso.
"¡Pulso Sonico, ahora!" exclamó el capitán con una firme voz, a lo que para los atónitos ojos de los atacantes, en tan solo un segundo un creciente domo de un tenue color purpura emergió de la base humana, engulléndola por completo y siguiendo hasta las flechas, mismas que al entrar en contacto con la cúpula, estas perdieron el impulso dado por los arcos, y terminaron cayendo al suelo como si las hubieran soltado desde arriba.
Todos los reyes, incluyendo a Cicrat tenían sus ojos completamente abiertos. En un segundo vieron como una onda de color purpura salía despedida de las murallas, emitiendo un rápido *¡Wuamp!*, y al siguiente segundo presenciaron como las flechas caían mucho antes de llegar a sus enemigos.
"¡Siguiente tanda!" en eso ordenó Vei'jara a sus guerreros, siendo este el primero en salir de su estupor. Y obedeciendo a las ordenes de su líder, todos los ciervos de armadura replicaron su acción anterior, y prepararon la siguiente lluvia de flechas.
A lo que tan pronto todos estuvieron listos, Vei'jara volvió a levantar su brazo, antes de bajarlo otra vez, liberando otro aluvión de proyectiles. Pero de la misma forma que la anterior, otro *¡Wuamp!* fue escuchado, seguido de la misma onda que anuló el impulso de las flechas, obteniendo el mismo resultado que el primero. A este punto, el ciervo de grandes astas no podía sentir su orgullo más golpeado, y a la vez intimidado por una habilidad que podía convertir una temible lluvia de flechas en un montón de varillas cayendo del cielo, y más aún cuando sus fuerzas eran conocidas por ser la raza con mejores tiradores de todos los reinos.
"Parece que no podremos desgastar sus fuerzas...." en eso comento Itoo con sus brazos cruzados, pero al instante siendo respondido por Cicrat.
"Oh, tu crees....?" preguntó el león de la cicatriz con malicia, seguido de hacer un ademán con su mano. Lo siguiente que ocurrió fue que un pequeño estruendo fue llegando hasta las primeras filas, cosa que nuevamente dejó sin hablar a los líderes de las otras facciones.
Falen por su parte, no pudo evitar sentir algo de desaprobación ante lo que su primo estaba por implementar.
Un conjunto de tres enormes ballestas montadas en un carro de cuatro ruedas, y empujadas por cuatro soldados cada una ahora se situaban frente a los ejércitos, pero por el diseño que tenían, no parecían que se usaran para disparar enormes virotes, o proyectiles parecidos a flechas.
"¡Así que las trajiste....!" comentó Falen con el ceño fruncido, haciendo que Cicrat volteara a verlo, pero lejos de mostrarse molesto, este solo embozo una enfermiza sonrisa de lado.
"¡No se por que te enojas, estamos del mismo lado, no?" respondió Cicrat, seguido de hacer otro ademán con su brazo hacia sus tropas, mismas que acataron la orden trayendo un buen lote de grandes piedras de Divinita, y cargarlas en las ballestas.
No obstante, las tácticas de defensa por parte de Evans tampoco flaquearon ante esta nueva situación, por lo que dejando de lado sus binoculares, se giró de nuevo hacia la base con seriedad.
"¡Droides antiproyectiles!" volvió a ordenar el capitán, regresando su vista al frente. En cuestión de tan solo un par de minutos, un grupo de seis soldados llegaron con tres cajas metálicas de un color blanco y azúl oscuro, las cuales sobre estas tenían un tubo mediano de rotación en 360 grados, y un pequeño misil con punto afilada sobresaliendo de dicha cabecilla.
Los seis soldados colocaron las cajas en diferentes zonas alejadas una de la otra, para acto seguido estas fueran activadas desde un pequeño panel a sus izquierdas, emitiendo un agudo pitido mientras levantaba la cabecilla, y giraban estas a diferentes direcciones.
Para ese entonces, Cicrat también estaba por dar la orden de disparar, claro que no sin antes dar una gran inhalación, como si intentara oler algo en el aire.
"Bueno.... Que todos estén listos para entrar, por que esas murallas van a arder!" exclamó el Leonyd de pelaje mas oscuro con una sonrisa cínica, levantando su brazo para soltar sus propios proyectiles. Y así como fue, Cicrat dejó caer su brazo, a lo que los artilleros de las enormes ballestas no tardaron en disparar.
A una velocidad bastante alta, las grandes rocas del raro mineral surcaron el cielo hasta la base humana, incluso demasiado alta para algo que había sido mas o menos catapultado, formando una curiosa estela luminiscente mientras tomaban el mismo rumbo que las flechas.
Curiosamente esta vez la onda no fue proyectada para detener los pedruscos, en cambio, al momento en que llegaron a cierta distancia de las murallas, en un milisegundo los droides giraron sus cabecillas hacia las rocas de Divinita, disparando sus misiles hacia estas, e impactando limpiamente en el blanco, pero las fuerzas de la F.U.T no esperaron que dichas rocas en vez de deshacerse en una pequeña explosión, estas estallaran en una gran vorágine de fuego azúl y amarillo, generando también una onda expansiva que empujó levemente a los soldados humana, pero no lo suficiente como para sacarlos de sus puestos.
Mientras tanto, una vez mas los reyes no daban crédito a lo que habían presenciado. Tres grandes rocas de Divinita habían estallado por si solas, como si estas se hubieran negado a impactar en el blanco, pero entre todos los presentes, Cicrat era el mas atónito. Su Ballesta de Divinita, su mejor arma, y posiblemente el arma mas destructiva de todos los reinos hasta ahora, había sido evitada por estos seres.
"¡Carguen las ballestas de nuevo!" ordenó otra vez el león de la cicatriz, borrando de una buena vez su sonrisa. Acto seguido, dicha artillería fue preparada otra vez, siendo disparada apenas estuviera lista.
Pero tal como pasó con Vei'jara, los dos intentos de ataque por parte de Cicrat fueron bloqueados por una especie de 'magia'.
"¡¿SE ESTÁN BURLANDO DE MI?!" gritó ahora un iracundo Cicrat, al ver que incluso su poderosa arma era inútil contra este enemigo.
Pero como el orgullo, o la necedad del león rey era tal, que otra vez ordenó que prepararan otra tanda, ignorando el hecho de que Falen ahora le estaba diciendo que era suficiente. Pero este solo oídos sordos de las palabras de su primo.
Esta vez, para la sorpresa de todos, solo dos de las tres rocas estallaron como las otras, mientras que la última había tenido el logro de impactar contra las oscuras murallas de los humanos, algo que había devuelto la sonrisa de Cicrat, solo para que esta se borrara tan rápido como se formó, al ver que las murallas seguían intactas, ni siquiera un agujero tenían, solamente mostrando una enorme marca de impacto como única señal de haber hecho algo.
"¿Pero que metal es tan resistente como para soportar el impacto de una roca de Divinita?" comentó el rey Raglon, sintiendo algo de mas interés por el metal creado por estos seres.
"¡Como dije; parece que no podremos desgastar sus fuerzas!" volvió a comentar Itoo, lo cual provocó que el Leonyd de la cicatriz dirigiera su frustración hacia el Elephian.
"¡¡CIERRA LA TROMPA ANTES DE QUE TE LA ARRANQUE!!" amenazó Cicrat apuntando con el dedo al susodicho rey, el cual frunció el ceño por las palabras del león.
"¡Me gustaría ver que lo intentaras.... Enanos!" desafío el rey Itoo mientras finalmente se colocaba su casco.
Sin mostrar miedo por el rey dos veces mas grande que el, el Leonyd de pelaje oscuro desenfundó su espada y avanzó hacía el contrarió, pero en el trayecto fu detenido por Falen, quien bajándose de su montura, se posicionó frente a su primo, y frenó su avance poniendo sus manos en sus hombros.
"¡Cicrat, suficiente, ya se te olvidó quien es el enemigo?!" exclamó Falen, a la vez que el contrario solo intentaba apartarlo de su camino para llegar a su 'oponente'.
Por otro lado, los soldados de la F.U.T lentamente iban poniéndose de pie, puesto que a pesar de que las murallas habían resistido bien el impacto de la extraña roca, estás se llevaron una buena sacudida, junto a todos los defensores sobre ella.
"¿Cual es el estado de las murallas?" preguntó con firmeza Evans, girando su atención a los soldados encargados de su mantenimiento.
"¡Parece que ha aguantado bien, señor, nada más que una gran abolladura!" respondió uno de ellos, revisando desde su lado la zona del impacto.
"¡¿Y que sucedió, por que el droide no disparo?!" volvió a preguntar el capitán, pero esta vez mirando a la dirección donde estaba dicho robot de defensa.
"¡Mal mantenimiento, señor, tal parece que ALGUIEN, no calibró bien la rotación de la cabecilla!" respondió Erick, al mismo tiempo que el y otro ingeniero ajustaban bien el módulo.
"¡De todas formas ya no creo que haga falta, ahora que saben que sus proyectiles no son efectivos, es muy probable que decidan atacar directamente!" respondió Evans.
De regreso con los ejércitos, Falen por fin había conseguido evitar que su primo iniciara una confrontación entre 'aliados', algo que era lo último que necesitaban ahora.
"¡Grah.... No importa, todavía los superamos en numero. Guerreros, preparense para la batalla!" anunció a sus tropas mientras empujaba a Falen fuera de el. Acto seguido, el ejercito de Cicrat fue el primero en ponerse al frente, con sus soldados ya deseando poder entrar en combate.
Luego de el, Cornelius, Vei'jara y Tarios los siguieron, preparando a sus guerreros para la inminente carga. Falen, Raglon, e Itoo por otro lado, estos compartieron un asentimiento antes de que el coronado león se dirigiera a su familiar.
"¡Cicrat, nos quedaremos Itoo, Raglon, y yo en retaguardia por si necesitan refuerzos!" propulsó Falen, ganándose una risa sin gracias por parte del contrario.
"¡Como quieran, aunque tampoco es que ya vallamos a necesitar.... Y cuando todo termine, ustedes quedaran como los tres ejércitos que se acobardaron!" se burló el Leonyd de la cicatriz, subiendo a su propia montura, y cabalgando al frente de su ejercito.
Ese comentario claramente no les había hecho nada de gracia a los tres reyes de diferente tamaño, pero si lo que el presentimiento de Falen le decía era cierto, entonces habrían hecho bien en quedarse atrás.
"¡Soldados, armas listas!" anunció Evans para cuando vio que el ataque frontal era inevitable, y uno después del otro, todos los soldados apuntaron sus armas al enemigo, esperando a que estos cargaran de una buena vez.
El era choque era inevitable, la batalla estaba por estallar, y un infame Leonyd fue el que oprimió el botón de comienzo. Con su característica sonrisa enfermiza, Cicrat apuntó su espada hacia los humanos.
"¡¡A LA CARGAAAAAA!!" gritó a todo pulmón el león de la cicatriz, seguido de cabalgar hacia las murallas con su ejército precipitándose detrás de el en una cacofonía de gritos de guerra.
Y el no fue el único, con sus propios rugidos de guerra, los otros cuatro reyes dispuestos lo siguieron en la carga. En ese momento, todo parecía ir en cámara lenta mientras que un gran rayo iluminaba toda la planicie, siendo este el único testigo del cielo de lo que pasaría a continuación.
Ni siquiera se escuchó la orden del capitán, cuando una ola de sonidos parecidos a pequeñas explosione fueron emitidas desde las murallas, lo siguiente que pasó.... Una infinidad de pequeñas luces color amarillo cayeron sobre ellos, demasiado sorpresivas para poder esquivarlas, y demasiado rápidas para bloquearlas a tiempo con los escudos.
Y tal como se esperó, de forma rápida y constante, los soldados de los cuatro primeros ejércitos comenzaron a caer ante sus compañeros que por un momento no entendieron por que estos simplemente se desplomaban al suelo, cuando no veían ningún proyectil caer sobre ellos.... Y ese era el problema.
Pronto los rugidos de guerra fueron cambiados por gritos de dolor y confusión, además de ser obligados a detener su carga, y levantar sus escudos en un vano intento por cubrirse de los veloces proyectiles. Por otro lado, los que no poseían dicha defensa, fueron de lo primeros en caer.
Aún así, las chispas en los escudos de acero no tardaron en ser visibles, cuyo impacto por las balas incluso los hacían retroceder, a la vez que otros manos afortunados terminaron uniéndose a los cuerpos sobre el suelo, puesto que algunas balas de manera sorprendente conseguían atravesar los escudos.
Incluso la táctica del Muro de Escudos por parte de los Taurenyds, no surtió mucho efecto, ya que como se mencionó antes, algunas balas conseguían atravesar el bloqueo, rompiendo la formación.
Vei'jara por otro lado, fue de los primeros en conseguir llegar casi sobre las murallas, y efectuar por lo menos un ataque. Manteniendo el equilibrio en su bestia voladora, el ciervo de grandes astas tomó su propio arco de su espalda, y disparó una flecha hacia uno de los soldados, impactando justo en el pecho de este, pero grande fue su incredulidad cuando el afectado volvió a ponerse de pie con ayuda de uno de sus compañeros, teniendo la punta de la flecha incrustada en la placa pectoral, pero no atravesando esta.
Pronto la sorpresa del gobernante volador no duró mucho, cuando vio como el susodicho soldado se quitaba la flecha de su placa protectora, prosiguiendo a apuntar este junto a otros cuatro soldados más contra el.
En ese momento, Vei'jara apretó los dientes mientras tomaba las riendas de su bestia, e intentaba alejarse de sus ahora atacantes. Trágicamente dicha criatura al ser tan grande, terminó siendo un blanco fácil para los cuatro soldados de la F.U.T, quienes de una sola andanada de balas, causaron que la criatura emitiera un rugido de agonía antes de comenzar a caer por los disparos.
Ante eso, el Antílope puso una mano sobre el cuello de su montura, exclamando unas preocupadas palabras en su dialecto a su bestia voladora.
Desde su posición, Falen presenció con horro el poder armamentístico de este nuevo reino, siendo estos incluso mucho menos que ellos, consiguieron mantener a ralla a esos cuatro ejércitos. Mas su horror cambió a preocupación cuando vio al rey Antílope precipitarse al suelo junto a su montura.
"¡Vei'jara!" exclamó el coronado león tras ver lo sucedido, apretando con fuerza el mango de su espada con impotencia, solo pata escuchar la voz de Itoo llamarlo.
"¡Falen.... Tendremos que participar!" anunció el gran elefante, abandonando su postura calmada, y dirigiéndose a su propio ejercito.
En ese momento, el Leonyd tampoco pudo responderle nada a tiempo, puesto que el otro rey ya se había alejado con sus tropas.
"Ahh.... No es que me caiga demasiado bien, Vei'jara, pero ni siquiera yo lo dejaría abandonado en el campo de batalla!" ahora dijo Raglon desde el otro lado de Falen, lo cual hizo que este también volteara a verlo.
Con una sonrisa de entusiasmo, el Topo rey también se sugirió a su ejército, quienes lo recibieron con el mismo entusiasmo. Ante eso, Falen miró su propia espada, y luego a sus propios soldados, aún detrás de el, esperando el momento en que su rey los comandara, aunque ahora se les podía ver algo de inseguridad en sus ojos.
Bajando la mirada, el coronado león frunció el ceño con sus ojos cerrados, solo para levantar la cabeza y dirigirse a su montura. Si los otros dos reyes iban a participar, el tampoco se quedaría de brazos cruzados, y menos cuando un amigo estaba en apuros.
"¡VALOR SOLDADOS DE FURMIRION, EL MOMENTO HA LLEGADO.... PREPARENSE PARA LA BATALLA!" ahora era el turno de Falen para anunciar su participación, ganándose una colectivo golpe de lanza en el suelo por parte de su ejército, seguido de un fuerte grito de afirmación.
Con una ondeada de bandera, las unidades con escudo de pusieron al frente, justo detrás de su rey, mientras que los que traían armas a dos manos se quedaban en retaguardia, cosa que cuando llegara el momento, estos darían el golpe final.
"¡Formación de tortuga!" ordenó Reglón por su parte, a lo que al instante todos sus guerreros con escudo se reagruparon en diferentes secciones, encerrándose en varios domos de metal, dejando solo sus armas sobresaliendo de estos. El enemigo tenía una fuerte defensa a distancia, así que los Topos usarían su propia mejor defensa.
Del otro lado, los soldados Elephians de Itoo pisoteaban el suelo, provocando que este retumbara ante su entusiasmo, emitiendo también el atronador resonar de sus trompas.
Con estos dos últimos listos, solo esperaron a que Falen diera el aviso. Compartiendo un asentimiento de cabeza, el león rey levantó su espada, terminando con emitir un potente rugido que resonó en todo el campo.
Solo eso bastó para que estos tres terminaran uniéndose a la batalla también en una poderosa carga.
Los casquillos vacíos seguían cayendo, y los cartuchos vacíos seguían reemplazándose por otros nuevos, y por fin parecía que los atacantes mostraban señales de comenzar a retirarse. Pero en es momento, un fuerte rugido fue escuchado a la lejanía, seguido de un temblor que hasta hacía temblar los casquillos sobre el suelo.
Evans sabiendo de que se trataba, el capitán de edad apretó los dientes cuando vio a los tres ejércitos que faltaba apoyar a los primeros, pero eso no fue lo que más le puso nervioso, sino que fue a esos enormes paquidermos correr a una gran velocidad hacia lo que sería la puerta.
"¡Tiradores, a los grandes, apunten a la cabeza!" ordenó Evans levantando su mano, y luego apuntando con ella hacia los Elephians, mismos que ya habían comenzando a recibir disparos de los fusiles, y subfusiles, pero parecían resistirlos mucho mejor que sus compañeros más pequeños.
Tras recibir esa orden, los pocos francotiradores cambiaron de objetivo hacia los seres de cuatro metros. Por suerte la estrategia del oficial surtió algo de efecto, ya que uno de los primeros Elephians terminó recibiendo un certero disparo en la cabeza, provocando que este cayera de bruces al suelo. Después de el, cayó otro luego otro, y otro, hasta que estos terminaron por intentar más evitar los disparos que avanzar, ya que al no tener mucha armadura protegiendo sus cuerpos, los disparos al cuerpo también los obligaron a doblarse por el intenso dolor.
"¡Capitán Evans, el enemigo avanza desde el otro lado de las murallas, encerrados en domos hechos por sus escudos!" avisó uno de los soldados, a lo que el oficial de mayor rango dejó de disparar su arma, y tomó sus binoculares para ver hacia dicha dirección.
Y efectivamente, los domos de escudos por parte de los Topos sorprendentemente estaban resistiendo el impacto de las balas, puesto que al estar compuestos de un grueso acero recubierto de Divinita, las balas no mucho podían hacer ante esa defensa, llegando como mucho a pasar entre las pequeñas aberturas, y matando a uno de estos, pero rápidamente siendo relevado por otro.
Y eso no era todo, ya que por el apoyo de los tres nuevos ejércitos, los primeros comenzaban a avanzar cada vez más, incluso algunos resguardándose detrás de los domos de escudos para avanzar junto a estos, sin mencionar que otros ya estaban trayendo las escaleras con las que subirían las murallas e invadirían la base.
No obstante, ese tampoco era el principal de sus problemas ahora, sino que al estar a una distancia de tiro más asegurada, algunos Antílopes ya habían empezado a devolver el fuego con sus arcos, y los seres similares a Minotauros a lanzar sus lanzas o jabalinas, obligando a sus propios soldados a cubrirse y debilitar la potencia de fuego, incluso hubo uno de ellos que recibió un flechazo en el brazo, justo donde no tenía protección.
Si no hacían algo rápido, solo era cuestión de tiempo para que de verdad invadieran la base. Evans rápidamente retiró los binoculares, y llevó su mano a su comunicador, hablando por un canal hacia todos sus soldados.
"¡Aquí el Capitán Evans, todos los soldados con Lanzagranadas equipado dirijanse al lado sur de las murallas. Repito, todos los soldados con Lanzagranadas vallan al sur de las murallas, y esperen mi señal!" ordenó el hombre de mediana edad, seguido de voltear hacia su compañía de morteros posicionados detrás del bloque, a los cuales hizo una señal para que se prepararan. La verdad es que el capitán esperaba no usar la 'artillería', pero como la situación lo ameritaba, no tenía de otra.
Desde el otro lado de las murallas, Arnol había esquivado un rápido flechazo que iba dirigido hacia el, y es que tampoco era el primero. Al parecer uno de esos ciervos lo estaba hostigando mayormente a el, como si le demandara un especie de duelo a distancia, mismo que el humano terminó consiguiendo darle un disparo en la pierna a su agresor, y rematarlo con otro en la cabeza.
Pero en ese momento, la orden del oficial al mando resonó en el comunicador de su casco, a lo que se dirigió a sus cuatro amigos combatiendo a su lado.
"¡Chicos, ya oyeron, tengo que ir hacia la zona sur, ustedes mientras sigan reteniéndolo!" exclamó el argentino entre todo los disparos. Carem por otro lado se ve que intentó decirle algo, pero dio un quejido molesta cuando su amigo ya estaba alejándose junto a otros soldados con el mismo equipo acoplado.
El teniente tuvo que agacharse un par de veces para evitar alguna que otra flecha volando hacia el, hasta que finalmente el junto a otros compañeros se posicionaron en la zona señalada, teniendo de frente a los Topos, mismos que parecían imparables en su táctica.
"¡Preparen sus lanzagranadas, y disparen a esos domos a mis señal!" en eso volvió a demandar Evans desde el comunicador de todos, orden que rápidamente fue acatada cuando todos los soldados con dicha arma acoplada en sus fusiles apuntaron hacia las barreras de escudos, y colocando sus dedos en el gatillo secundario.
Los pasos blindados de los Topos continuaron acercándose cada vez mas, y detrás de ellos un contingente de soldados aliados, al mismo tiempo que los escudos de estos no dejaban de sacar múltiples chispas tras el impacto de las balas en estos, además de moverse levemente hacia el interior por el empuje de estas.
Todo parecía que lo conseguirían, que serían el primer ejército en lograr llegar a las murallas, mas no esperaron que su impenetrable defensa fuera aplastada de una manera tan inesperada.
"¡FUEGO!" finalmente dio su orden el líder de la base humana, a lo que una lluvia de proyectiles a mucha menor velocidad fue disparada desde las murallas, y descendió hasta los domos, mientras que los Topos, incautos de lo que podrían ser esos proyectiles, simplemente se dejaron impactar por ellos, confiados en que al igual que las balas, estos tampoco los afectaría.
Grave error....
Pronto los domos fueron golpeados por la primera granada, y grande fue la sorpresa cuando por fuerza de la explosión, la formación de tortuga se rompiera brutalmente, solo para que las demás granadas los impactara, estaba vez si causando un daño grave contra los Topos, mismos que tomados por sorpresa no tuvieron tiempo de volver a tomar posiciones.
El mismo resultado pasó con los otros domos, quienes no pudieron resistir el impacto de la, o las primeras granadas, y terminar volando en pedazos cuando los demás explosivos caían.
Incluso Raglon, quien siendo parte de la formación en uno de los domos, milagrosamente solo se llevó la parte salir volando por la explosión, y terminar poniendo su escudo sobre el para evitar la represalia de las balas.
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Del otro lado del campo de batalla, un herido Vei'jara salía desde debajo de su difunta montura, exclamando un gruñido mientras forzaba a la parte inferior de su cuerpo a salir de esta.
A lo que tras por fin conseguirlo, el ciervo de grandes astas le dio una mirada al campo de batalla aún desde el suelo, presenciando con una mezcla de horror, impotencia y confusión como sus fuerzas caían una tras otras, hasta vio al cadáver de uno de sus soldados cerca de el, el cual le faltaba uno de sus ojos, y en su lugar tenía un horrible agujero de bala.
Solo para escuchar a la distancia lo que serían explosiones de verdad, y no los disparos de fusiles. Pero entre todo el caos, Vei'jara reconoció a duras penas una voz familiar acercarse a el, junto al galopar de alguna criatura, aún así el rey caído solo se mantuvo presenciando la matanza.
Pero en ese momento, una mano lo forzó a girar su atención hacia el propietario de esta, sorprendiéndose por un momento al ver que se trataba de Falen.
"¡Vei'jara, Vei'jara reacciona!" exclamó el Leonyd, tomando el brazo del ciervo, y colocándoselo al hombro para ayudarlo a levantarse.
"¡Falen.... Tenemos que retirarnos!" en eso pidió el Antílope, sorprendiendo confundiendo un poco a su rescatista.
"¡Tú si vas a retirarte, nosotros mientras terminaremos esta batalla. Nuestras escaleras ya casi están por acoplarse a sus murallas!" respondió el coronado león, llevando a su aliado hasta su montura.
"¡No, no lo entiendes.... No podremos-...!" trató de advertir Vei'jara, pero en eso su atención se desvío hacia las murallas, mismas que por sobre estas, una serie de nuevos proyectiles emergieron desde detrás del gran bloqueo, dejando una leve estela blanca detrás de ellos.
Pero al momento en que descendieron, sus ojos se abrieron ante la gran impresión de que poderosas explosiones aparecieron en diferentes partes de los ejércitos, matando a múltiples soldados de los suyos, y sacando por los aires a los más 'afortunados'.
Solo para que un impacto de mortero estallara cerca de los dos, causando que la onda expansiva los mandara al suelo, pero milagrosamente sin heridas de metralla, aunque no se pudo decir lo mismo de los que estaban al alcance.
Falen se giró sobre su espalda, respirando con rapidez por la sorpresa, y el miedo de lo cerca que estuvieron de perecer los dos. Incluso con un conjunto de soldados ahora cubriendo a los reyes con sus escudos, no impidió que estos mismos cayeran ante la lluvia de plomo reforzado.
"No podemos ganar.... Falen, debemos retirarnos, antes de sufrir demasiadas bajas!!" exclamó el rey Antílope, haciendo un esfuerzo por intentar levantarse de nuevo.
"Tienes razón.... Ya perdimos mucho acatando el capricho de Cicrat!" contestó Falen, volviéndose a poner de pie con dificultad, antes de ayudar al contrario.
"¡RETIRADA, NO PODEMOS GANAR, RETIRADA!" en eso comenzó a avisar el Leonyd tan fuerte como pudo, en un intento por que lo escucharan el mayor numero posible de soldados.
La verdad es que el hecho de ceder la victoria al enemigo no le sentaba nada bien al orgullo de Falen, pero si no lo hacían, quien sabe cuantos buenos soldados se perderían. Y si por algún momento llegaran a ganar, aún así la victoria sería demasiado costosa para ser llamada así.
Afortunadamente, todos los soldados que lo habían escuchado no discutieron dicha idea de abandonar, por lo que todos los soldados del león rey, y los de los otros gobernantes empezaron a dirigirse a la dirección contraria a la de las murallas, y a avisar a sus propios reyes sobre el acontecimiento. Pero eso no quiso decir que ya no tuvieran bajas mientras lo hacían, puesto que la incesante ráfaga de las armas de fuego, y las explosiones por los morteros seguían vigentes.
Con algo de dificultad Falen subió al herido rey a la parte trasera de si montura, antes de subir el también. No obstante, la bestia pareció asustarse por un momento cuando un disparo rozó la armadura de esta, causando que se sacudiera por un momento. Tras haber calmado a su Caragor, Falen emprendió la retirada, sin dejar de exclamarla.
Cornelius y Tarion siendo los primeros en oírlo, se dieron cuenta de sus propias bajas, y la forma inútil en que trataban de evitar los disparos de las armas humanas, cosa que fue suficiente para muy a su pesar, optar por la retirada también.
Itoo por otro lado, al ser el ejército mas pequeño y los blancos más fáciles de acertar, ya desde antes de que Falen lo dijera se estaba retirando, puesto que no podrían derribar las puertas con esos tiradores hostigándolos, y evitando que se acercaran.
En cuanto a Raglon, logrando conseguir una oportunidad de levantarse, este se percató de que los demás ejércitos estaban alejándose cada vez más de las murallas, y el rey Topo no le pareció nada raro, ya que por los disparos de fusil, y ahora el fuego de mortero, incluso el supo que era momento de dejar la lucha para otro momento. Así que dando la orden, todos sus blindados soldados pusieron sus escudos al frente, y bloquearon las balas lo mejor que pudieron, al mismo tiempo que retrocedían.
Mientras tanto, Cicrat no paraba de dar ordenes a sus pobre soldados para que continuaran avanzando, incluso ante los disparos, y las explosione que los diezmaban. Solo para luego ver por el rabillo del ojo como una parte de los otros ejércitos no estaban avanzando.
Y cuando giro su atención hacia lo que creyó ver, efectivamente se estaban retirando, y no solo uno, o algunos, sino TODOS, dejando a las fuerzas de Cicrat como la única legión que se mantenía.
Apretando los dientes de manera desagradable, Cicrat maldijo por dentro a los 'traidores' que estaban huyendo, mostrando una expresión mucho menos cuerda.
"¡¡COBARDES, ESO, HUYAN, NO ME IMPORTA, GANARÉ ESTA BATALLA YO SOLO!!" gritó con locura Cicrat, girando su montura hacia la base humana, y cargando contra ella, pero obviamente al ser un jinete, no tomó nada para captar la atención de un soldado de la F.U.T, mismo que no dudó en apuntar contra el.
Percatándose de eso, el Leonyd de la cicatriz alcanzó a robarle de paso el escudo a uno de sus propios hombre, y con ello causando la obvia muerte de este, seguido de usarlo para bloquear el ataque del soldado humano. Algo que no pudo evitar por mucho, puesto que una de las balas si había conseguido atravesar el pedazo de metal, e impactar en uno de los hombros descubiertos de Cicrat, causándole una dolorosa herida.
Pero como si eso no fuera suficiente, una explosión producida por un mortero, terminó efectuándose justo en frente de él, matando a su montura y causando que dicho rey saliera despedido hacia adelante.
En estos momentos, el león de la cicatriz lentamente fue abriendo los ojos, presenciado como ahora todos sus hombres estaban huyendo, y no era para menos, ya que los otros ejércitos al retirarse del campo, la mayoría del fuego ahora se estaba centrando en sus propias fuerzas.
Pero uno de sus guerreros pareció percatarse de la caída de su gobernante, por lo que rápidamente salió en su ayuda, pero justo cuando estiró la mano hacia este, un disparó impacto detrás de la cabeza del pobre soldado, manchando el rostro de Cicrat con su sangre, y causando que este diera un grito de sorpresa.
Finalmente mostrando miedo por toda la muerte y destrucción que estaba generándose a su alrededor, el Leonyd como pudo se arrastró por el suelo lejos de la base humana, rogando por que un disparo o explosión no cayera sobre él. Solo hasta que su mano alcanzó a las blindadas botas de alguien, pero no se esperó que el dueño fuera nada mas, ni nada menos que su primo Falen, quien ahora le estaba dando una mirada de desdén.
Aún así para la sorpresa de Cicrat, el Leonyd de pelaje más claro lo tomó de su armadura, y lo condujo hasta su propia montura, de la misma que estaba Vei'jara esperándolos a los dos. De forma un poco brusca, Falen terminó subiendo a su primo al Caragor antes de subir el mismo, dándole un último azote a las riendas, y abandonando el campo de batalla.
Pero lo curioso es que a partir de ahí, los disparos por fin habían cesado, incluso cuando todavía los tenían a tiro, como si solamente los estuvieran dejando escapar.
La batalla por fin había terminado, el defensor ahora era proclamado como el ganador, y el silencio después del combate inundaba la nueva planicie llena de soldados y oficiales caídos, pero no se escuchó un repentino grito de victoria por parte de los humanos, estos se mantuvieron en silencio mientras veían al enemigo marcharse, en vez de eso, un trueno nuevamente resonó por todo el lugar, terminando así con la tan esperada lluvia que los nublados cielos acontecían.
Y no muy lejos de la planicie, o mas exactos, de los barrancos por los que Arnol y Carem habían llegado, una nueva legión mucho mas pequeña conformada por Wargens habían presenciado todo el acontecimiento, incrédulos de lo que sus ojos habían visto. Y al frente de esta, el Janna junto a lo que sería el Rey Wargen que antes asistió a la reunión con Falen, el cual ahora con asombrados ojos contempló como las grandes puertas de las murallas volvían a abrirse, dejando así ver a los seres que habían hecho retroceder a siete de los más grandes reinos.
"Rey Volguer.... No pensará en-....?" trató de preguntar Janna, temiendo por que ahora fueran ellos los que atacaran, pero antes de terminar su pregunta, el gobernante la respondió antes.
"No tengo intenciones de atacar a estos individuos.... Y mucho menos ahora que se de lo que son capases.... Es más, nosotros no fuimos parte de este ataque a su reino, por lo que hay una posibilidad de entablar un encuentro con ellos, tal vez una negociación, o un pacto con estos.... Ahhh, como dijiste que se llamaban?" preguntó Volguer, girando su atención hacia la loba de pelaje rojizo.
"Bueno.... Con el que tuve contacto me dijo que se llaman: 'Humanos', o eso creo" respondió Janna, llevándose una mano al mentón mientras recordaba.
"Así es.... Y tal vez debamos hacerlo lo antes posible, porque solo es cuestión de tiempo para que este suceso llegue a oídos de otros reinos. Ya me lo imagino, el reino de la F.U.T, el único que pudo hacer retroceder a otros siete juntos.... Eso atraería a potenciales aliados.... O a nuevos enemigos" finalizó el gobernante lobo con una sonrisa de lado, dándose la vuelta y retirándose del lugar, a lo que sus demás soldados lo siguieron.
Janna por otro lado, le dio una última vista a lo que quedaba del combate, bajando por un momento la mirada, e irse junto a los suyos.
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Y después de una larga espera, por fin termino este gran capítulo, del que ya les avisé que serían pura acción, aunque pobres de los nativos, pero bueno, ellos se lo buscaron XD
En fin, quiero agradecer a todos los que esperaron pacientemente la llegada de esta actualización, sin mencionar los muchos comentarios de aliento que me dan, algo que me anima a seguir escribiendo este fanfic cada vez mejor, y más largo.
Y sin más que decir, me despido.
No se olviden de comentar, votar, y compartir esta historia, ya que eso me ayudaría mucho a volver esta historia mas conocida, y a crecer como escritor.
Muchas gracias a todos de nuevo, nos vemos en el siguiente capítulo y.... ¡¡¡GOZENLA!!! XD
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