Laila Scamander y El Torneo D...

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#4 «Soy Laila Scamander Black» Después de rescatar una antigua piedra, luchar contra un Basilisco y volver en... More

Sinopsis TRAILER
1: Tía
2: Susto
3: Inesperada visita
4: Llegada
5: Agradable e incomoda cena
6: Camino a los Mundiales
7:¿Tú?
8: Campamento
9: Campamento II
10: Los mundiales de Quidditch
11: Un verdadero Juego de Quidditch
12: La marca Tenebrosa 1/3
13: La marca Tenebrosa 2/3
14: La marca Tenebrosa 3/3
15: De vuelta
16: Primer Beso
17: Despedida
18: Tren
19: Banquete y horrible sorpresa
20: Ojoloco
21: Angelique Scamander
22: De vuelta a Clases
23: OOHHHH
24: Intensa clase de defensa contra las artes oscuras.
25: PEDDO
26: Imperius
27: Torneo de los tres magos
28: Beauxbatons
29: Durmstrang
30: Pesadilla
31: Pongan su nombre en el caliz
32: Los tres campeones
33: El cuarto campeón
34: Mi linda garganta
35: Cedro
36: Una pelirroja enojada
37: Traidor!
38: Reunion de Medianoche
39: ¡DRAGONES!
40: No confíes
41: Tareas a ultima hora
42: La primera prueba 1/2
43: La primera prueba 2/2
44: Relación
45: ¡Dobby!
46: ¿Un baile?
47: Raras invitaciones.
48: Hada Madrina en Navidad
49: Baile de Navidad 1/2
50: Baile de Navidad 2/2
51: El semigigante y un unicornio agradecido
52: La historia de Hagrid
53: El huevo
54: La segunda Prueba 1/2
55: La segunda prueba 2/2
56: Tenemos que hablar
57: Papá
58: Mi secreto
59: Laila Black
60: Invitado Especial
61: Obscurus
62: Crouch?
63: El muchacho del bosque
64: Promesa vacía
65: La tercera prueba
66: La sangre llama a la sangre
67: Tom Marvolo Ryddle
68: Historia
69: Fudge
70: Recuerden a Cedric Diggory
LAILA SCAMANDER Y LA ORDEN DEL FENIX

71: No estamos solos

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Después de terminar de poner todo en mi Baúl, salí de la habitación, con mis bowtruckles en mi abrigo, Aithusa II en mi hombro y Presidente Besos caminando a mi lado. Con el resto de los alumnos de cuarto, aguardaba en el abarrotado vestíbulo los carruajes que nos llevarían de vuelta a la estación de Hogsmeade. Era otro hermoso día de verano. Pense en Dorset, estar en el pasto frondoso debajo del sol con ropa ligera y mis criaturas y mascotas a mi alrededor, tal vez haciendo una guerra de agua, o manchándonos de lodo y luego ver la mirada divertida de mi abuelo Newt,  mientras la abuela Tina me hacía un chocolate caliente y pedía que me sacudiera como un perro antes de entrar a la casa.

—¡«Hagui»!

Fleur Delacour subía velozmente la escalinata de piedra para entrar en el castillo. Tras ella, vi a Hagrid ayudando a Madame Maxime a hacer recular dos de sus gigantescos caballos para engancharlos: el carruaje de Beauxbatons estaba a punto de despegar. 

—Nos «volveguemos» a «veg», «espego» —dijo Fleur, tendiéndole la mano al llegar ante Harry—. «Quiego encontgag tgabajo» aquí «paga mejogag» mi inglés.

—Ya es muy bueno —señaló Ron con la voz ahogada. 

Fleur le sonrió. Hermione frunció el entrecejo y le di un pequeño empujón, Fleur era muy hermosa de eso no había duda, aunque claro no tan hermosa como yo, pero también era en realidad simpática.

—Adiós, «Hagui» —se despidió Fleur, dando media vuelta para irse—. ¡Ha sido un «placeg conocegre»!

Ron que había quedado embobado, le revolví el pelo anaranjado poniéndome de puntillas y levantamos la mano en el aire despidiendonos de Fleur que volvía a la explanada con Madame Maxime. Su plateado pelo ondeaba a la luz del sol.

—Me pregunto cómo volverán los de Durmstrang —comentó Ron—.¿Crees que podrán manejar el barco sin Karkarov?

—«Karrkarrov» no lo manejaba —dijo una voz ronca—. Se quedaba en el«camarrote» y nos dejaba «hacerr» el «trrabajo». —Krum se había acercado para despedirse de Hermione—.¿«Podrríamos hablarr»? —le preguntó.

—Eh... claro... claro... —contestó Hermione, algo confusa, y siguió a Krum por entre la multitud hasta perderse de vista.

—¡Será mejor que te des prisa! —le gritó Ron—. ¡Los carruajes llegarán dentro de un minuto!

Ron se pasó los minutos siguientes levantando el cuello para vigilar a Krum y Hermione por encima de la multitud. No tardaron en volver. Ron observó a Hermione, pero su rostro estaba impasible.

—Me gustaba «Diggorry» —me dijo Krum a mi de repente haciéndome abrir la boca—. «Siemprre erra» amable conmigo. «Siemprre.» Aunque yo «estuvierra» en«Durrmstrrang», con «Karrkarrov» —añadió, ceñudo.

—Si—sonreí tristemente, recordando el año pasado cuando había estado llorando en Hogsmeade y había chocado con él.—. Era su naturaleza ser amable con apuestos desconocidos como nosotros dos.

—¿Tienen ya nuevo director? —preguntó Harry. Krum se encogió de hombros. Tendió la mano como había hecho Fleur, y estrechó la de Harry y la de Ron. Tendí la mano para estrecharla pero para mi sorpresa el la tomo e hizo una pequeña reverencia, vi a mi alrededor que varios chicos de Durmstrang hacían esos con las chicas.

—¿Tienes algún amigo con tus mismo modales por casualidad?—le pregunté

Ron parecía inmerso en una lucha interna. Krum ya se iba cuando él le gritó:

—¿Me firmas un autógrafo?

Hermione se volvió, sonriendo, y vi  los carruajes con loa thestrals que rodaban hacia nosotros, vi a Harry, pero el no parecía notar una la presencia de estos. Supongo que para el próximo curso los podría ver, mientras Krum, sorprendido pero halagado, le firmaba a Ron un pedazo de pergamino.

 El tiempo no pudo ser más diferente en el viaje de vuelta a King's Cross de lo que había sido a la ida en septiembre. No había ni una nube en el cielo. Mis amigos y yo habíamos conseguido un compartimiento para nosotros solos. Pigwidgeon iba de nuevo tapado bajo la túnica de gala de Ron, para que no  estuviera todo el tiempo chillando. Hedwig dormitaba con la cabeza bajo el ala, con sorprendentemente Aithusa II encima de la jaula, y Crookshanks se había hecho un ovillo sobre un asiento libre, y parecía un peluche de color canela, con Presidente Besos a los pies de Harry. No recordaba hablar tanto con mis amigos así desde hace semanas,  mientras el tren marchaba hacia el sur. Parecía que el discurso de Dumbledore en el banquete de fin de curso me había obligado en pensar en algo aun mas importante que mi dolor por Cedric, por ver a Lefay; Voldemort estaba de vuelta y después tendríamos tiempo para llorar por los  muertos. Sólo dejamos de hablar de lo que Dumbledore podría hacer para detener a Voldemort cuando llegó el carrito de la comida. Cuando Hermione regresó del carrito y guardó el dinero en la mochila, sacó un ejemplar de El Profeta que llevaba en ella. Harry lo miró, no muy seguro de querer saber lo que decía, pero Hermione, al ver su actitud, le comento con voz tranquila:

—No viene nada. Puedes comprobarlo por ti mismo: no hay nada en absoluto. Lo he estado mirando todos los días. Sólo una breve nota al día siguiente de la tercera prueba diciendo que ganaste el Torneo. Ni siquiera mencionaron a Cedric. Nada de nada. Si quieren mi opinión, creo que Fudge los ha obligado a silenciarlo.

—Nunca silenciará a Rita Skeeter —afirmó Harry.

—No con semejante historia.—estuve de acuerdo—. Ella estaría dispuesta a escribir que Harry mató a Cedric.

—Ah, Rita no ha escrito absolutamente nada desde la tercera prueba —aseguró Hermione con voz extrañamente ahogada—. De hecho, Rita Skeeter no escribirá nada durante algún tiempo. No a menos que quiera que le descubra el pastel.

—¿De qué hablas? —inquirió Ron.

—¿Que pastel?—pregunté a la vez.

—He averiguado cómo se las arregla para escuchar conversaciones privadas cuando tiene prohibida la entrada a los terrenos del colegio —dijo Hermione rápidamente. Parecia que ella llevaba días muriéndose de ganas de contarlo, pero que se reprimía por todo lo que había ocurrido.

—¿Cómo lo hacía? —preguntó Harry de inmediato.

—¿Cómo lo averiguaste? —preguntó a su vez Ron, mirándola.

—Bueno, en realidad fuiste tú quien me dio la idea, Harry.

—¿Yo? ¿Cómo? 

—Con tus micrófonos ocultos —contestó Hermione muy contenta.

—Pero en Hogwarts los mocrifonos no funcionan...—dije sin entender.

—No los electrónicos. No, pero Rita Skeeter es ella misma como un minúsculo micrófono negro... Rita Skeeter es una animaga no registrada. Puede convertirse... —Hermione sacó de la mochila un pequeño tarro de cristal cerrado— en un escarabajo.

—¡Bromeas! —exclamó Ron.

—Es....es ella...?—pregunte apuntando al tarro

—Sí, ella sí —declaró Hermione muy contenta, blandiendo el tarro ante ellos. Dentro había ramitas, hojas y un escarabajo grande y gordo.

—Eso no puede ser... Nos estás tomando el pelo —dijo Ron, poniendo el tarro a la altura de los ojos.

—No, en serio —afirmó Hermione sonriendo—. Lo cogí en el alféizar de la ventana de la enfermería. Si lo miran de cerca veran que las marcas alrededor de la antena son como las de esas espantosas gafas que lleva.

Me incline junto con Harry para ver y efectivamente tenía razón.

—No sé si temerte o amarte mas de lo que ya te amo—dije boquiabierta—. Pronto seras casi tan asombrosa como yo.

—¡Había un escarabajo en la estatua la noche en que oímos a Hagrid hablarle a Madame Maxime de su madre!—Harry exclamó.

—¡Exacto! —confirmó Hermione—. Y Viktor Krum me quitó un escarabajo del pelo después de nuestra conversación junto al lago. Y, si no me equivoco, Rita estaría en el alféizar de la clase de Adivinación el día en que te dolió la cicatriz. Se ha pasado el año revoloteando por ahí en busca de historias.

—Cuando vimos a Malfoy debajo de aquel árbol... —dijo Ron pensativo.

—Estaba contándole cosas, la tenía en la mano —continuó Hermione—.Por supuesto, él lo sabía. Así es como ella ha obtenido esas entrevistas tan encantadoras con los de Slytherin. A ellos les daba igual que ella estuviera haciendo algo ilegal mientras pudieran contarle cosas horribles sobre nosotros y Hagrid.

Hermione tomó el tarro de cristal que le había pasado a Ron, y sonrió al escarabajo, que revoloteaba pegándose furiosos golpes contra el cristal.

—Le he explicado que la dejaré salir cuando lleguemos a Londres. Al tarro le he echado un encantamiento irrompibilizador, para que ella no pueda transformarse. Y ya sabe que tiene que estar calladita un año entero. Veremos si puede dejar el hábito de escribir horribles mentiras sobre la gente.

Sonriendo serenamente, Hermione volvió a meter el escarabajo en la mochila. La puerta del compartimiento se abrió.

—Muy lista, Granger —dijo Draco Malfoy. Crabbe y Goyle estaban tras él. Los tres parecían más satisfechos, arrogantes y amenazadores que nunca.—O sea que has pillado a esa patética periodista —añadió Malfoy pensativamente, asomándose y mirándolos con una leve sonrisa en los labios—, y Potter vuelve a ser el niño favorito de Dumbledore. Mola. —Su sonrisa se acentuó. Crabbe y Goyle también los miraban con sonrisas malévolas—. Intentando no pensar en ello, ¿eh? ¿Haciendo como si no hubiera ocurrido?

—Fuera Draco —dije entre dientes, la ultima vez que había socializado con Draco había sido en el baile y eso no había terminado para nada bien, bajo la túnica agarré mi varita.

—¡Has elegido el bando perdedor, Potter! ¡Te lo advertí! Te dije que debías escoger tus compañías con más cuidado, ¿recuerdas? Cuando nos encontramos en el tren, el día de nuestro ingreso en Hogwarts. ¡Te dije que no anduvieras con semejante chusma! —señaló con la cabeza a Ron y Hermione—. ¡Ya es demasiado tarde, Potter! ¡Ahora que ha retornado el Señor Tenebroso, los sangre sucia y los amigos de los muggles serán los primeros en caer! Bueno, los primeros no, los segundos: el primero ha sido Digg...

Me levante de mi asiento tan rápido y levante la varita que despues de estar cegada por el resplandor de los encantamientos que habían partido de todas direcciones, ensordecido por los estallidos, pude ver al suelo donde Malfoy, Crabbe y Goyle estaban inconscientes en el hueco de la puerta. 

Me di la vuelta para ver a mis amigos que habían hecho lo mismo que yo; Harry, Ron y Hermione se habían puesto de pie después de lanzarles distintos maleficios. Y no eran los únicos que lo habían hecho.

—Quisimos venir a ver qué buscaban estos tres —dijo Fred como sin querer la cosa, pisando a Goyle para entrar en el compartimiento. Había sacado la varita, igual que George, que tuvo buen cuidado de pisar a Malfoy al entrar tras Fred.

—Un efecto interesante —dijo George mirando a Crabbe—. ¿Quién le lanzó la maldición furnunculus?

—Yo —admití—. Me sentí inspirada.

—Curioso —comentó George—. Yo le lancé el embrujo piernas de gelatina. Se ve que no hay que mezclarlos: se le ha llenado la cara de tentáculos. Vamos a sacarlos de aquí, no pegan con la decoración.

Ron, Harry y George los sacaron al pasillo empujándolos con los pies. No se sabía cuál de ellos tenía peor pinta, con la mezcla de maleficios que les habíamos echado. Luego volvieron al compartimiento y cerraron la puerta.

—¿Alguien quiere echar una partida con los naipes explosivos? —preguntó Fred, sacando un mazo de cartas. Iban por la quinta partida cuando Harry se decidió a preguntarles:

—¿Nos lo vais a decir? ¿A quién le hacíais chantaje?

—Ah —dijo George con cierto misterio—. ¡Eso!

—No importa —contestó Fred, moviendo la cabeza hacia los lados—. No tiene importancia. Ya no la tiene, por lo menos.

—Hemos desistido —añadió George encogiéndose de hombros.

Sin embargo yo seguí insistiendo.

—Vamos, cuéntale a tu hermana pelirroja que ya no sera pelirroja y solo tendrás a Ginny, aunque Ginny es fantástica—me encogí de hombros.

—¿No vas a seguir pelirroja? —Fred preguntó.

—Eso era para apoyar a Haarry porque es Gryffindor, pero me gusta ser rubia como lo era mi mama, ahora ¿nos vas a decir?

—Bien, de acuerdo. Si de verdad lo queréis saber... se trataba de Ludo Bagman.

—¿Bagman? —exclamó Harry con brusquedad—. ¿Quieres decir que estaba envuelto en...?

—Qué va —repuso George con un dejo sombrío—. Ni mucho menos. Es un cretino. No tiene bastante cerebro para eso.

—¿Entonces? —preguntó Ron. Fred vaciló un momento antes de responder.

—¿Se acuerdan de la apuesta que hicimos con él, en los Mundiales de quidditch? Apostamos a que ganaría Irlanda pero que Krum atraparía la snitch.

—Nos acordamos —dijeron Harry y Ron.

—Bien, el muy cretino nos pagó en oro leprechaun que había tomado de las mascotas del equipo de Irlanda.

—¿Sí?

—Sí —confirmó Fred con malhumor—. Y se desvaneció, claro. A la mañana siguiente, ¡no quedaba nada!

—Oh...se las hizo fea—hice una mueca.

—Pero... habrá sido una equivocación, ¿no? —comentó Hermione. George se rió con cierta amargura.

—Sí, eso fue lo que pensamos al principio. Creímos que si le escribíamos explicándole el error que había cometido, soltaría la pasta. Pero de eso nada.No hizo caso de nuestra carta. Intentamos repetidamente hablar con él en Hogwarts, pero siempre tenía alguna excusa para marcharse.

—Al final se volvió bastante desagradable —explicó Fred—. Nos dijo que éramos demasiado jóvenes para apostar, y que no nos daría nada.

—Así que le pedimos que al menos nos devolviera nuestro dinero.

—¡No se negaría a eso! —exclamó Hermione casi sin voz.

—¡Ya lo creo que se negó! —dijo Fred.

—Pero ¡eran todos sus ahorros!

—No nos lo tienes que explicar —dijo George—. Por supuesto, al final averiguamos lo que ocurría. El padre de Lee Jordan también había tenido muchos problemas para que Bagman le diera el dinero. Resulta que está metido en líos con los duendes. Le prestaron mucho dinero. Una banda de ellos lo acorraló en el bosque después de los Mundiales y le cogió todo el oro que llevaba con él, y aún no bastaba para pagar todo lo que les debía. Lo siguieron a Hogwarts para que no se les escabullera. Lo ha perdido todo en el juego. No tiene dónde caerse muerto. ¿Y sabéis cómo intentó pagar a los duendes?

—¿Cómo? —preguntó Harry.

—Apostó por ti—explicó Fred—. Apostó un montón contra los duendes a que ganabas el Torneo.

—¡Por eso se empeñaba en ayudarme! —exclamó Harry—. Bueno... yo gané, ¿no? ¡Así que ahora puede darles lo que les debe!

—Nones —dijo George, negando con la cabeza—. Los duendes juegan tan sucio como él: dicen que empataste con Diggory, y que Bagman apostó a que ganabas de manera absoluta. Así que Bagman ha tenido que darse a la fuga. Escapó después de la tercera prueba. 

George exhaló un hondo suspiro y volvió a repartir cartas. El resto del viaje fue bastante agradable. Tomé el libro de Animales fantásticos y comencé a leerlo por costumbre, mientras Presidente Besos dio un salto a mi regazo. El expreso de Hogwarts no tardó en acercarse al andén nueve y tres cuartos aminorando la marcha. La confusión y el alboroto usuales llenaron los pasillos mientras los estudiantes se apeaban. Ron y Hermione pasaron con dificultad los baúles por encima de Malfoy ,Crabbe y Goyle. Hice lo mismo sin embargo unos momentos pasaron y ni los gemelos ni Harry estaban saliendo, volví a ver que sucedía.

—Hey, señoritas, ¿estan bien?—pregunté.

—Se ha vuelto loco—dijo Fred, casi con miedo apuntando a Harry, vi la bolsa de los mil galeones en la mano de mi mejor amigo y no pude evitar sonreír, lo estaba dando a una buena causa,

—Escuchen: si no lo toman, pienso tirarlo por el váter. Ni lo quiero ni lo necesito. Pero no me vendría mal reírme un poco. Tal vez todos necesitemos reírnos. Me temo que dentro de poco nos van a hacer mucha falta las risas.

—Harry —musitó George, sopesando la bolsa—, aquí tiene que haber mil galeones.

—Sí —contestó Harry, sonriendo—. Piensa cuántas galletas de canarios se pueden hacer con eso. A Laila le encantan, las pondrá en varios almuerzos.

—Lo haré—asentí con honestidad—. No lo duden.

Los gemelos lo miraron fijamente.

—Pero no le digan a su madre de dónde lo han sacado... aunque, bien pensado, tal vez ya no tenga tanto empeño en que se hagan funcionarios del Ministerio.

—Harry... —comenzó Fred, pero Harry sacó su varita.

—Mira —dijo rotundamente—, si no se lo llevan, les echo un maleficio. He aprendido algunos bastante buenos. Pero háganme un favor, ¿quieren? Comprenle a Ron una túnica de gala diferente, y díganle que es regalo vuestro.

—Ven vamos, Madre Teresa—le dije 

Salimos del compartimiento, pasando por encima de Malfoy, Crabbe y Goyle, que seguían tendidos en el suelo, con las señales de los maleficios. Abrace a Ron y a Hermione con fuerza, despidiendome de ellos, vi a Harry antes de abarzarlo con fuerza y darle un pequeño beso en la mejilla.

—Nada de meterte en problemas, no estaré ahí para salvarte.

—Y nada de seguir a locos que tratan de asesinarte—él me respondió.

—Trata de descansar—le pedí alejándome de él, él me miro por ultima vez y se despidió alzando la mano siguiendo a ese feo y gordo muggle que sin duda era su tío. Agarre mi carrito con fuerza buscando entre la multitud esas dos caras amables que me habían cuidado desde que era una bebé. Cuando los vi fui corriendo y me tire a los brazos de mi abuela Tina, no me había dado cuenta lo mucho que los había extrañado y necesitado hasta que los había vistol

—Los extrañe mucho—casi solloze en mi abuela Tina, olía  ella, a canela y a jabon.

—Nosotros también—ella suspiró—. Debimos haberte enviado a Ilvermoony.

Yo reí.

—Ya es un poco tarde para eso. —pensé en Morgana, Dumbledore, McGonagall, mi tio Remus, papá, los Weasley y todos mis amigos—. Pero no estamos solos.

AHHHHH por fin termino este libro. Primero que todo quiero disuclparme por quienes shipepaban a Laila con Cedric JAJAJA. Segundo, el próximo libro tanto quienes shippeen Haila como Draila lo van a adorar. ¡Comenten su escena favorita!

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