Un molesto Zeus decidió dirigirse hacia la habitación de Lila para enfrentarla con toda su ira brutal. Después de un fuerte suspiro, Poseidón y yo caminamos tras él para frenar cualquier impulso que se le botara.
—Si no abres la maldita puerta, ¡juro que la derribaré! —Golpeaba con fuerza la madera.
Me coloqué por delante y Poseidón a su espalda, entre ambos, lo tomamos para alejarlo de la puerta de la rubia.
—Déjala, tiene sus motivos.
—Oh, no. No desperdicié mi puto día en sus juegos absurdos como para que no me dé lo que quiero.
—¿Quién es Segury?—preguntó Poseidón con la curiosidad a flor de piel.
Zeus intentó calmar su coraje. Tomó aire con alta gracia y reacomodó su chaqueta.
—Tengo entendido que es un semidios.
Mi ceño se frunció de golpe.
—Pero qué mierda...
—No estoy seguro, todo va ligado con la maldita profecía de Apolo y por eso necesitamos encontrarlo. Él me dará información importante.
—¿Cómo supiste que Lila lo conoce?
—Hablando con Jade. Lo mencioné y, bueno, ese nombre no es muy común.
—¿Y Jade no pudo decir dónde encontrarlo?—inquirí.
—Ella dijo que... esta maldita niña lo sabría —terminó con el coraje nuevamente brotando de él con fuerza.
Tomé gran cantidad de aire y alcé mi mano para impedirle acercarse hacia la habitación de la rubia.
—Lila no te dirá nada, lo sentí. Ese sujeto, sea quien sea, no es bueno para ella.
—¿Y eso importa?
—Claro que importa, Zeus. No puedes ir destruyendo personas solo para tu beneficio.
—Si la profecía lo dicta, no es sólo para su beneficio —agregó Poseidón y Zeus me miró como si el sirenito tuviera la verdad absoluta—. Intentaré hablar con Lila.
Quizá era lo mejor, así que Zeus y yo aguardamos pacientemente en la estancia hasta que, veinte minutos más tarde, él regresó.
—¿Conseguiste que hablara?
Poseidón suspiró derrotado.
—No en realidad.
—Oh, la torturaré hasta que... —masculló Zeus con coraje, levantándose de golpe, pero imité su acción y me coloqué frente a él para impedir su paso—. Quítate, Hades.
—Seré yo el que lo intente esta vez.
No permití objeción alguna, conocía perfectamente los salvajes métodos de mi hermano y no dejaría que se acercara a ella. Caminé con tranquilidad hacia la habitación de Lila y toqué su puerta cuando ésta apareció frente a mí.
—¡No diré nada!
—Lila ábreme, sólo quiero hablar.
—¿Traes mi cheeto?
Buceé entre mis bolsillos con un ojo más pequeño y la lengua de fuera hasta que mis dedos tocaron algo.
—Tengo una menta.
Escuché cómo el seguro de la puerta fue removido antes de ver a una furiosa Lila frente a mí.
—¿Insinúas que tengo mal aliento?
Torcí el gesto.
—En realidad, sí. Apestas a vodka, cerveza y bloody berries.
Me acechó con la mirada, arrebató la menta de mi mano y la masticó en cuestión de segundos.
—¿Puedo pasar?
Ella se hizo a un lado y yo entré a su campirana habitación. Tomé asiento cómodamente sobre la cama y me recargué en su afelpada cabecera, disfrutando de la vista.
—No diré nada sobre lo que buscan.
—¿Sabías que puedo sentir todo lo que el resto de las personas siente?
Su defensiva postura cedió, me miró con asombro.
—¿En serio?
—Sé que este tema te lastima y en verdad lo lamento. No es nuestra intención, solo queremos...
—Salvar al mundo, si, sí. Poseidón ya me dio ese discurso, ahórratelo.
—¿Puedo saber por qué es tan difícil hablar sobre él?
—Porque tuve una relación con él y las cosas no salieron bien. ¿Sí? No más preguntas.
—¿Es el chico con el que tu madre se..?
—No, no. Ese solo era un idiota.
Tomé una de sus almohadas y la acomodé sobre mi rezago.
— ¿Quieres venganza con Segury? Yo te puedo ayudar.
Ella negó.
—Lo único que quiero es no volver a escuchar de él, por favor.
—Lila, confía en mí.
—No se trata de confianza, Hades.
Tomé una gran bocanada de aire y me acerqué a ella para sostener sus brazos y bajé lentamente hasta que sujeté sus manos. Fijé la mirada sobre sus grandes ojos azules y sonreí, intentando ser lo más comprensible que podía ser.
—Está bien si no quieres decir nada sobre él. Sé cómo te sientes y no te obligaré a hacerlo. Iré con mis hermanos y lo buscaremos por nuestra cuenta, pero quiero que sepas que, cualquier cosa que te haya sucedido, eres más que eso. Deshazte de esos sentimientos porque terminarán por consumirte y no creo que valgan la pena.
Sentí cómo una mezcla de sentimientos se apoderó de ella. Sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas y entonces se fue acercando más y más, fueron solo segundos y no pude actuar...
Ella me besó.
Ensanché la mirada y no demoré mucho en separarla.
—Lila, no...
Ella bajó la vista apenada, retrocedió un poco y se abrazó a sí misma.
—Sólo váyanse.
Le miré compasivo y me acerqué. No la dejaría, no lo haría. No estaba bien y yo tenía gran parte de la culpa. Borré la existencia de su mejor amiga y eso dejaba un gran vacío en su vida. Jade era importante y yo se la arrebaté sin piedad alguna.
Oh, la culpa me carcomía por dentro.
—Hey, verdaderamente eres una gran molestia en el trasero, pero quiero que seas feliz.
—Supongo que gracias.
—Lila...
—En serio, solo váyanse. Y dile a Zeus que no se atreva a venir, porque en serio conocerá mi furia.
—¿Lo golpearás con ese peluche de ...? —Fruncí el ceño— Mierda Lila, eres una depravada.
Ella no pudo evitar reír.
—Alguien me lo regaló en una despedida de soltera, yo qué culpa tengo.
Suspiré sin mucha esperanza en ella y le miré. Era excepcional. No había conocido a una mortal como ella antes. Me agradaba, aunque me lograra sacar de mis casillas con facilidad.
—Deja de verme así, te besé pero estoy ebria y vulnerable. Además, tu físico de Dios no ayuda nada.
Reí un poco.
—Ve a dormir.
—Solo les puedo dar un dato.
Fruncí el ceño de inmediato.
—¿Un dato de qué?
—Brasil.
—¿Hablas sobre Seg...?
—No digas ese nombre. Es como Voldemort, innombrable.
Sonreí agradecido.
—Gracias, Lila.
Salí de la habitación y le hice un par de señas a los Dioses Olimpicos que me acompañaban, y entonces, los tres salimos hacia la acera de esa tranquila calle.
—¿Dónde está Segury?—preguntó Zeus rápidamente.
—Brasil.
—¿A qué parte exactamente nos dirigimos? —curioseó Pos.
Me encogí de hombros.
—Es lo único que sabemos.
Zeus se detuvo de golpe.
—¿Sabes lo jodidamente grande que es Brasil?
—Ella no dirá más, debemos apresurarnos si queremos encontrarlo.
—Son 26 putos estados y un maldito distrito federal —gruñó mi hermano.
—Zeus, deja de decir tantas malas palabras —pidió Pos.
—Yo hablo como se me pega la gana, idiota.
Suspiré y mostré mi más grande sonrisa.
—Solo vamos a Brasil y dejen de pelear, hacen que me duela la cabeza.
Rio de Janeiro apareció frente a nosotros con todo su esplendor vibrando alto.
—El lugar perfecto para un Dios —dijo Poseidón admirando el lugar—. Creo que es lo que buscamos.
—No es un Dios, es un semi dios —aclaró Zeus.
—Da igual, ¿tienes idea de cómo luce este sujeto?—cuestioné con la mirada asaltando cada rincón a mis alrededores.
—¿Será que puede ser la figura pública del país?—cuestionó Pos, observando a detalle uno de los mil espectaculares en los que se podía ver al mismo hombre.
Zeus negó.
—No, ese es muy viejo. El que buscamos no pasa físicamente de los veinte.
—¿Y si no lo encontramos a tiempo?
—Deja de ser tan pesimista y mejor pídele ayuda a tus amigos marinos.
•••
Tres días.
Pasaron tres días y no había señales del tal Segury.
¡Por todos los Dioses!
—¿Estás completamente seguro de que ese semidiós no es producto de tu imaginación?
Zeus se limitó a poner sus ojos en blanco.
—¿Saben? Estas vacaciones en medio de la guerra me han relajado—Poseidón se estiró sobre el camastro en la playa.
—Hola, hermanitos.
—Ay, no puede ser—Zeus echó si cabeza hacia atrás.
—¿Hestia?—pregunté asombrado, deshaciéndome de los lentes de sol mientras mi sonrisa se mostraba.
—¡Como es que estuvimos luchando contra el ejército de Ares mientras ustedes veían bikinis en Rio!
—No estamos viendo bikinis —aclaró Pos—. Buscamos a alguien.
—¿A alguien con bikini?—gruñó ella.
—Espero que no—Dije yo.
—Por cierto, ¿cómo les fue?—preguntó Zeus curioso, con su piña colada en mano.
Hestia arrebató su bebida y la echó sobre él, atrayendo la mirada de muchos.
—Uuh...—Solté, acomodando mis lentes de sol.
—¡¿Qué carajos?!
—No, Zeus. ¡No es justo! Regresen a Grecia, ¡ahora mismo!
—Hermanos, atraemos la atención —advirtió Pos en susurro.
—Estamos en medio de algo, Hestia. Algo en verdad importante —intenté justificar.
—¿Ah, sí? No fue lo que Poseidón dijo...
Fue en ese momento, cuando un sujeto con una amplia sonrisa se acercó a nosotros con aires de grandeza que deseé desaparecer al instante.
—Largo —Ordenó Zeus, con furia y piña colada en la mirada.
—Zeus, Hestia, Poseidón y... —Me miró— ¿Hades, quizá?
Suspiré, poniendo mis ojos en blanco.
—Sí, sí, te crees muy gracioso, ¿no es así?
—Los estuve buscando por mucho tiempo hasta que decidí simplemente disfrutar de la vida en este precioso mundo con el 70% de agua.
Nuestras miradas se centraron en él.
¿Sería posible?
Hestia le miró colmada de confusión.
—¿Quién se supone que eres tú, Bombón?
Tenía que ser ella.
—Mi nombre es Segury y...
Zeus no le permitió continuar, sujetó su mano con fuerza y lo direccionó hacia una de las cabañas. Caminamos todos detrás de él y la escena era como la de una película de adolescentes que intentan descubrir un crimen.
Qué vergüenza.
—Vámonos, ahora.
No hubo tiempo para palabra u objeción alguna, regresamos de nuevo al Olimpo en un abrir y cerrar de ojos. Hogar dulce hogar, después de lo que pareció una eternidad.
—¿Quién es él? —preguntó Hera al vernos caminar junto al nuevo y asombrado inquilino.
—¿Ya trajeron a otro mortal?—gruñó Deméter.
—Alto —pidió el mismo Segury, alternando la vista entre todos los presentes antes de fruncir el ceño—. ¿No saben quién soy?
—Algunos lo sabemos, niño. No eres tan importante —respondió Zeus con su acostumbrada fina altanería.
—¿Hades?
Escuché la voz de mi pimpollo. Le miré y ella se acercó a mí para estrecharme entre sus brazos.
—Qué desagradable...—musitó Hestia, poniendo sus ojos en blanco.
Segury clavó la vista sobre Jade antes de aparecer una media sonrisa en su rostro.
—Oh, lala.
Le miré amenazante, haciendo que su atención disminuyera. No dudaba que la conociera, pero sabía que no era una buena persona. No podía serlo después de causarle tanto dolor a Lila.
Alzó sus manos en son de paz.
— Toda tuya, amigo.
—¿Alguien puede explicar qué sucede?
La duda de Hera de cierta manera nos consumía a todos, el único con un plan sólido era Zeus.
—Ahora sí, hermanos, llegó la hora de enfrentar a nuestro padre.
—Oh, fantástico. ¿Hablan de Crono? ¿Ha vuelto? Me uno.
El entusiasmo y conocimiento del tal Segury, no me inspiraba confianza.
Ni una pizca.
—Tú cállate —ordenó Zeus, le tenía coraje pero el maldito no nos había revelado el motivo.
—Qué rudo —respondió el ofendido.
—Creí que eso habían hecho estos días.
—Oh, Demeter, ¿quieres que te cuente lo que el trío de imbéciles estaba haciendo?
—Lo buscábamos a él —Se excusó Poseidón al instante.
—¿Lila los ayudó? —preguntó Jade.
—¿Le preguntaron a Lila por mí?—Segury se agregó rápidamente a la conversación—. Oh, ustedes son unos malditos. —Nos señaló.
—No señales, es mala educación—dije mientras mi interior trataba de comprender lo que podría estar sucediendo.
Hera tomó aire con gran fuerza.
—Estoy completamente perdida aquí, ¿alguien podría decirme ¡qué carajos sucede!?
—Tranquila, hermanita —Hestia la tomó por los hombros—. Estos Dioses nos lo explicarán todo ahora mismo.
Las miradas recayeron en nosotros como si se tratara de filosas dagas.
—Nosotros enfrentaremos a Crono.
—¿A quienes te refieres exactamente con el "nosotros", Zeus?—preguntó Deméter.
—Poseidón, Hades y yo.
—Vale, ¿y él?—Hestia señaló a Segury.
—Él viene para después.
—Ya suelta el maldito plan completo—pedí con molestia.
—Nosotros enfrentamos a Crono, justo después este niño y ustedes —Zeus miró a nuestras hermanas—, actuarán.
—¿Cómo? —Demeter se cruzó de brazos frente a él.
—Ustedes sabrán hacerlo. Es una guerra, no puedo decirles cada paso que deberán tomar.
—Tú y yo debemos hablar. —Hera señaló a Zeus y, entonces, ambos salieron del salón.
—Maravilloso, más secretos—gruñó Hestia.
—Tranquila, todo saldrá bien—dije después de sentir su épica frustración.
—Tú y yo también debemos hablar —Jade sujetó mi mano, llevándome fuera hacia uno de los balcones.
—¿Te molestaría que una chica me besara? —solté de repende.
No podía guardármelo ni un segundo más, especialmente por la chica con la que sucedió.
Su mirada se estampó contra mí al instante.
—¿Qué dices?
—Es decir, tú y yo estamos un poco...¿distanciados?
—¿Te tiraste a otra?—reclamó.
Achiqué la mirada.
—Me estás escuchando, ¿verdad?
Tomó aire y me miró más relajada.
—¿Qué pasó?
—Lila me besó.
—¡¿Lila qué?!
—Estaba ebria y sentimental, tranquila.
—¿Por qué eres tan honesto?—reclamó con un toque de frustración.
—Porque debes saberlo. Ella es tu mejor amiga y yo, bueno, creo que soy tu novio o como sea que le llamen los mortales.
Cerró sus ojos, y de nuevo inhaló gran cantidad de aire.
—Bueno, en ese caso, tú también debes saber que Zeus me besó.
Ella continuó.
—No estaba ebrio y tampoco sentimental, pero no le seguí el juego. ¿Eso cuenta?
—¿Si no te hubiera dicho sobre el beso de Lila no me habrías contado lo que pasó con Zeus?
—Intenté hacerlo pero tú me detuviste antes. Además, solo fue algo de segundos, lo detuve en cuanto pude.
—Ese "en cuanto pude" no me hace sentir menos idiota.
—Hades...
Comencé a negar, una y otra vez.
— Puedo pasar todo, en verdad todo Jade. Excepto eso. —Caminé un poco hasta detenerme unos pasos adelante. Giré hacia ella realmente molesto—. Pasé cuatro días junto a ese imbécil, siendo yo más imbécil que él.
—No lo hizo con esa intención, él solo, sólo siguió...
—¿Qué cosa? ¿Sus instintos?
—No, sus sentimientos.
Oh, no...
—Jade, por favor, no lo defiendas.
—Tú también lo hiciste, la noche en que me conociste. Fuiste directo a besarme. Deberías entenderlo si a fin de cuentas lo que sienten es igual.
—No puedo con esto, en serio.
—¡Hades!
—Es que es él, Jade. ¡Es él! Maldición.
—¿Y qué si hubiera sido Poseidón?
—Sería muy diferente.
—Oh, ¿en serio, Hades?
—¡Sí, Jade!
—No me grites, yo no lo besé.
Solté un fuerte gruñido entre la gran desesperación que me consumió.
—No es mi culpa que los tres estén enamorados de mí, ¡en serio no lo es!
Le miré, serio y molesto. Sabía que ella lo sabía, pero escucharlo era extraño.
—No haré esto.
—¿Y eso qué significa?
—Que simplemente no lo haré. Hay muchas cosas ahora en mi mente como para agregarle este drama absurdo de amor ridículo.
Y así, fue como al parecer... Jade y yo terminamos.
•Continuará•