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-No puedo tener hijos – Kagome se atrajo sus rodillas hasta su pecho, volviéndose pequeña.
Inuyasha sin dudarlo, sin pensarlo, se acercó y la abrazo, apretándola con su cuerpo, tratando de calmarla empezó a hacer sonidos de olas con sus labios mientras se balanceaba con ella en brazos.
Kagome se desenredo y lo abrazo con sus piernas y sus brazos, descansando su cabeza en su hombro, había dejado de derramar lágrimas pero aún hipaba.
Inuyasha se repetía una y otra vez "Estúpido, estúpido" estúpido por haber abierto la boca en cada palabra reciente que había dicho, estúpido por herir sin darse cuenta los frágiles sentimientos de su hermosa mujer.
-Lo siento Inu, siento si te he defrau...-
-¡No! – exclamo Inuyasha haciéndola saltar por su grito – Pequeña, no es tú culpa, nada de lo que te pasó, de lo que te está pasando, nada es tú culpa – la alejo, y acuno el rostro de la azabache en sus manos, acercándola a su rostro – Te amo, esto no cambiara para nada mis sentimientos, nada. Yo te amo y te amaré por siempre, no importando defectos ni virtudes, tal y como eres te amo pequeña.
-Inuyasha – gimoteo de alegría, enamorada por las palabras y por el hombre en frente suyo, se abalanzo a abrazarlo de su cuello, chocando sus labios y cayendo de espaldas a la cama, ella encima de él -También te amo estúpido y... quiero casarme contigo – le susurro con una sonrisa.
-¡Soy el hombre más feliz del mundo! – exclamo en un grito.
-¡Papá! – exclamo Haru entrando a la habitación, fue atraído por la curiosidad de los gritos y exclamaciones de sus padres.
-¡Acepto Haru! ¡Acepto casarse con nosotros! – exclamo feliz Inuyasha mientras se sentaba nuevamente en la cama con Kagome en sus brazos.
-¡Sí! ¡Mamá será una Taisho! – grito feliz mientras festejaba saltando en la cama.
-Podemos hacer feliz a cualquier niño, como lo es nuestro hijo pequeña – murmuro Inuyasha con un beso en la mejilla.
-Gracias Inu, te amo, te amo mucho – y se acomodó en sus brazos mientras miraban ambos al pequeño festejar la victoria.
°°°
-¡Hacen una linda pareja! – exclamo un par de ancianas, ambas tutoras de un pequeño de 7 años, Bankotsu y Kikyo se miraron y se carcajearon, esos comentarios en las últimas semanas ya eran muy comunes y ambos se reían de las ideas de las personas.
Sin darse cuenta se habían vuelto más unidos, salían a almorzar juntos casi toda la semana ya que debido a algunos problemas con pacientes o algunas intervenciones en cirugías no almorzaban y pasaban a almorzar en equipo o simplemente comían una galleta por su cuenta.
Bankotsu se supo sin proponérselo cada gesto, cada expresión, cada movimiento de Kikyo. Kikyo en silencio lo admiraba, su ancha y perfecta sonrisa que les brindaba a los niños, a sus pacientes le encantaba y atraía. Su simplicidad pero refines le gustaba. No sabía pero, cada vez que lo veía, las tripas revolviéndose en su estómago ya eran comunes, diarios, solo reaccionaban con la presencia, con el toque, con la sonrisa de Bankotsu, del hermoso moreno.
¿Por qué él? ¿Por qué ella?
Eran las preguntas que todos los días se hacían cada uno al sentir en su pecho cuando se miraban.
-Vamos a almorzar – anuncio Bankotsu mientras caminaban por los pasillos, yendo hacía las escaleras. Pero el celular de Bankotsu sonar por una llamada entrante impidió la respuesta de Kikyo.
-Responde, yo iré a la planta baja con mis compañeros – Bankotsu aun no queriendo, asintió y observo como Kikyo empezaba a bajar las escaleras.
-¿Kagome? – atendió sorprendido al ver su nombre en el identificador de llamada.
-Bankotsu ¡No es bueno que sigamos molestos! ¡No nos hablamos desde hace semanas!
-Kag, cálmate. Sigo molesto por tu abrupta decisión, pero está bien... eres feliz con él – acepto sin más problemas sorprendiéndolo y no solo a él, sino a Kagome también.
-¿Enserio?
-Sí, enserio.
-¡Ay! ¡Me alegra de que lo aceptes! – Bankotsu sonrió por la alegría de su amiga – Sabia que volveríamos a estar bien, así que llamé a Jakotsu y le pregunte donde trabajas, así que estoy en la primera planta, ven así almorzamos juntos.
-¿Qué? – murmuro Bankotsu con cierto toque de alteración en su voz - ¿Por qué estás aquí? ¿No se supone que debes de estar en tu trabajo? – no quería que Kikyo y Kagome se cruzaran.
-Ay ya papá, es mi hora de almorzar.
-¿No almuerzas con Inuyasha?
-Está en una conferencia y él fue quien me recomendó venir a almorzar contigo así nos arreglamos y estamos como estábamos. ¡Deja de hacer tantas preguntas y baja carajo que tengo hambre! – y se escuchó el zumbido de los tonos, Kagome había cortado antes de tener una respuesta del moreno.
-¡Carajo! – exclamo y sin poder negarse bajo las escaleras rápidamente, tanto que casi se cae de cara – Y Kikyo está en la planta baja ¡Más carajo! – recordó las palabras de la azabache de la cual ahora poseía sentimientos.
Llegó y en recepción se encontraba Kagome charlando con la recepcionista muy animadamente, se acercó y toco su hombro fingía estar calmado pero la verdad es que estaba muy nervioso.
-¡Pero mira nada más! ¡Doctor Bankotsu! – exclamo Kagome abrazándolo amigablemente – Te extrañe morenazo y no solo yo, Haru pregunta por ti como un disco rayado.
-Vamos a almorzar, hablaremos todo lo que quieras mientras comemos – la tomo por el codo haciéndola caminar de apoco hasta la salida.
-¡Bankotsu! – cerró sus ojos al reconocer el tono de voz. Kagome se detuvo y él también.
-¿Kikyo? – murmuro Kagome aún sin voltearse.
-Kagome no – advirtió Bankotsu y volteándose a la vez que Kagome lo hacía y se encontraban con la silueta de Kikyo en uniforme de enfermera verde agua y su coleta alta desprolija.
-¿Qué hace ella aquí? ¿Por qué estás aquí? – Kagome exclamo mirándola y después mirando a Bankotsu pidiendo explicación con sus ojos aterrados y afilados.
Cada vez que Kagome pensaba en Kikyo, le aterrorizaba. Le aterrorizaba la idea de que un día aparezca y le arrebatará a Haru y tal vez también a Inuyasha. Le tenía miedo a esa simple imaginación o posibilidad.
-Cálmate Kagome, no puedes dirigirte a ella de ese modo. Respétala, ella trabaja aquí como enfermera, es mi ayudante en el trabajo – defendió Bankotsu molesto por la forma en la que su amiga se dirigió a la azabache que ahora de apoco, se convertía en alguien importante.
-¿A ti que te pasa? ¿¡Me has ocultado que ella trabaja contigo todo este maldito tiempo!? ¡Valla que amigo! Traidor – Kagome se sentía traicionada por una de las personas en las que más confiaba.
-James convulsiona – hablo por primera vez Kikyo, llamando la atención por completo de Bankotsu, Kikyo sin decir más se dirigió a elevadores juntos con otros médicos y enfermeros.
-Bankotsu...-
-Lo siento Kagome – y sin decirle más, corrió detrás de Kikyo.
En el elevador ella no lo miró, en el momento en que vio a Kagome junto al moreno, tomo una decisión.
Kagome molesta, aterrada y traicionada se marchó del hospital, el hambre se le había quitado y ahora se dirigía a casa de su amiga Sango, la visitaría a ella y junto con sus dos hermosas gemelas, Misa Y Mizu. Kagome se carcajeo en cuanto escucho los nombres de las gemelas al haber nacido ¡Ella se confundiría con la "A" y "U"! Recordar memorias de gracia le hacía volver a su humor normal.
Pero en estos momentos, el a ver visto a Kikyo, lo que hacía para volver a su humor normal no funcionaba es más, está vez le dolía su estómago.
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¡Nos leemos!