Como en mis libros...

By SeleneOrtiz3

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Cameron Cross, una famosa escritora reconocida mundialmente por sus historias que van desde fantasía épica, h... More

Como en mis libros...
CAPITULO I
CAPITULO II
CAPITULO III
CAPITULO IV
CAPITULO V
CAPITULO VI
CAPITULO VII
CAPITULO VIII
CAPITULO IX
CAPITULO X
CAPITULO XI
CAPITULO XII
CAPITULO XIII
CAPITULO XIV
CAPITULO XV
CAPITULO XVI
CAPITULO XVII
CAPITULO XVIII
CAPITULO XIX
CAPITULO XX
GRUPO EN FACEBOOK
CAPITULO XXI
CAPITULO XXII
CAPITULO XXIII
CAPITULO XXIV
CAPITULO XXV
CAPITULO XXVI
CAPITULO XXVII
CAPITULO XXVIII
CAPITULO XXIX
CAPITULO XXX
CAPITULO XXXI
CAPITULO XXXIII
CAPITULO XXXIV
CAPITULO XXXV
CAPITULO XXXVI
CAPITULO XXXVII
CAPITULO XXXVIII
CAPITULO XXXIX
CAPITULO XL
CAPITULO XLI
CAPÍTULO XLII
CAPÍTULO XLIII
CAPÍTLO XLIV
CAPÍTLO XLV
CAPÍTULO XLVI
CAPÍTULO XLVII
CAPÍTLO XLVIII
CAPÍTULO XLIX
CAPÍTULO L
FINAL...

CAPITULO XXXII

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By SeleneOrtiz3


Lou colgó el teléfono y sentía que su pobre oreja le palpitaba de calor. Había estado hablando más de dos horas sin parar, pero finalmente, las cosas comenzaban a clamarse.

Claro, "calmarse" era una palabra demasiado fuerte para su trabajo, pero ella hacía lo que podía con sus recursos; y si el idiota de su empleador, decidía aparecer en una librería/café, disfrazado de hipster, debía encontrar otra cosa más interesante para que el mundo del espectáculo lo ignorara.

Cobrar favores, deber otros, aceptar toma "casual" de fotos de algún paparazzi... en fin, las posibilidades eran infinitas.

-¡Lo logre!-. Grito emocionada. -Dejarán de transmitir esta estúpida nota. Para el viernes nadie recordará el incidente... espero...-. Terminó en voz baja, suplicando por que todo saliera tal cual lo planeado.

Roland estaba entrando en ese momento a su camerino. Habían volado a Los Ángeles casi de madrugada, porque tenía un comercial que gravar; por la tarde deberían viajar a Europa, para que continuara con la película que estaba filmando; y al finalizar la semana estarían de regreso al continente americano, aterrizando en Dallas para cumplir con un evento social. De todos sus destinos, este era el que más daba vueltas en su cabeza.

Él sonrió con la gracia refinada de un príncipe de cuentos. Más de uno había caído irremediablemente bajo ese gesto; sin embargo, Lou tenían inmunidad genética en su contra.

-Lo siento...-. No le creyó ni una palabra. -Necesito que todos hablen de eso al menos durante un mes...-. Su quijada habría caído abierta, de no ser porque sabía que el tipo tenía de guapo lo que tenía de inteligente. No daba un solo paso sin haber pensado en sus siguientes diez movimientos...

-Con el evento que tienes el sábado, no creo que sea una de tus mejores ideas...-. Contestó razonablemente; siendo representante, estaba más que acostumbrada a los cambios drásticos en las peticiones de sus famosos a cargo. Dijeran lo que dijeran, ser popular solía poner en estado diva a cualquiera... -Lo que menos necesitas es ese tipo publicidad...-.No es que fuese mala, porque en realidad era algo divertido; pero a dónde iba lo utilizarían en su contra, eso lo sabía bien, y no quería que nadie lo hiciera sentir mal respecto a su forma de ser; razón por la cual se esmeró suprimiendo la nota en primer lugar. -Digo, sales con pelo azul y una camisa de piñas...-. Aun así fue fuerte en sus palabras, tratando de quitarle la intención...

Esta vez una sonrisa completamente sincera dibujo pequeñas líneas en sus ojos, haciéndolo lucir tan inocente como un niño.

-Gracias Lou...-. Respondió sabiendo porque le decía eso, pues confiaba en ella como en pocas personas. -Pero es justo por eso que lo necesito. Aarón acaba de ser contratado para aparecer en una serie. Dos capítulos...-. Orgullo en cada sílaba

-Ah...-. Eso explicaba su repentino interés por ser el centro de atención

-Exacto. Por eso también necesito que te encargues del premio de la subasta

-¿Te refieres a la cita que compraste con él? Bien podías haber dejado que cualquier otro lo hiciera...-. Hubiera sido lo más fácil, y pues, nada delicado

-En realidad, tenía planeado llevarlo a Dallas conmigo...-. Lou puso los ojos en blanco, haciéndolo reír. -Pero como están las cosas, y que su primera actuación saldrá en este viernes, prefiero hacer un cambio de planes...

-Bien, Lara puede cenar con él; después de todo, ella aparece como la ganadora original

-No-. La interrumpió

-¿No?

-Bueno sí; pero no... Para comprobar la cita, es perfecta. Para terminarla, pienso que hay alguien más adecuada...

Un segundo, dos segundos, tres segundos. Ding ding ding... las campanas para indicar la respuesta correcta sonaron en el programa que había dentro de la cabeza de la representante.

-Roland, es mi trabajo guiarte por el buen camino. Necesitas dejar a Natalie en paz, antes de que provoques un lío peor... o que ella te asesine sin usar sus manos...-. La chica lo tenía obsesionado

-En primer lugar, tu trabajo es conseguirme trabajo, no ser mi consciencia; en segundo lugar, prometo que esto la hará inmensamente feliz...

-Dijiste lo mismo ayer; y terminaste atrapado entre tus fans. Tuvieron que maquillarte el golpe del brazo...

-Eso fue un accidente sin importancia...-. Desestimo con sus manos. -En cuanto a lo otro, mis intenciones son de lo más nobles...que en el camino haya espinas, no es mi culpa...-. Una reverencia galante complementó su frase

-Está bien, lo haré; pero entérate que a mi tus frases de película no me engañan...

************************

Alguien estaba timbrando.

Natalie podía escuchar en la lejanía de su profundo sueño; pero no era el sonido lo que la hizo hacer una mueca de desagrado, sino el dolor insoportable que repiqueteo en su cabeza. Era como si alguien estuviera intentando esculpir una obra de arte en ella. Le gustaba esa analogía por las maravillas que habitaban en su interior: ella creaba universos enteros, tenía que ser una obra de arte...

Pero no solo su cráneo parecía querer partirse por la mitad; su garganta estaba tan, pero taaan seca, que habría jurado la tuvieron momificada durante años en medio del desierto. Luego la idea no le pareció tan descabellada, porque cuando intentó moverse, su cuerpo se negó a responder. Tal vez si estaba envuelta en vendas, porque tuvo que esforzarse otras tres veces antes de poder sentarse en la cama.

De inmediato el mundo giró a su alrededor como carrusel embrujado, y eso que tenía los ojos cerrados; aunque lo peor fue el vacío que sentía en su interior. Era tan grande que incluso le dolía el pecho... habría pensado que sufriría de un ataque al corazón, de no ser por el rugir de sus tripas; el hambre era una cosa cruel y despiadada.

Era raro, pero sus resacas siempre llegaban acompañados de un apetito voraz. No es que lo hiciera seguido, pero tampoco era una santa; simplemente alguien cuya vida social se veía interrumpida por la ansiedad.

Y el maldito timbre seguía sonando.

Natalie finalmente se levantó; tenía los ojos más cerrados que abiertos, y solo avanzaba porque era su casa y sabía dónde estaba cada cosa, incluso cuando su cerebro parecía estar haciendo la danza del vientre en su interior. No fue hasta que abrió la puerta que la luz del exterior la hizo espabilar, tras cinco segundos de margen para adaptarse.

El joven que la esperaba dio un ligero, casi imperceptible, salto al verla abrir; su aspecto era justo el que cualquiera obtiene luego de una noche de excesos... sumando a la ecuación su pijama de pikachu, bastante adecuada para como traía el cabello (espirales en todas las direcciones) porque cualquiera diría que el pokémon le había dado una descarga eléctrica.

Cómo se la había puesto, era una interrogante que todavía no perforaba en su cerebro.

-Entrega para la Señorita Natalie Ross...-. Logró decir sin carcajearse. Esta era la parte entretenida de su trabajo, nunca sabía con que se toparía al otro lado.

Ella hizo un gesto de disgusto al darse cuenta que era un desconocido. Había pensado que se trataba de su hermana o Bárbara, y por ello abrió la puerta. Obviamente no estaba todavía en sus sentidos, porque una tenía llave, y la otra hubiera inundado su celular con llamadas, o tumbado la puerta si no le abría.

-Si...-. Intentó pasar saliva para ayudarse. Nada. -Soy yo...-. Se tapó la boca con la otra mano. Dios, ni siquiera se había lavado los dientes

-Mala suerte para mí...-.El joven le dio algo para que firmara, y comenzó a darse la vuelta para regresar a la camioneta

-¿Qué?-. Preguntó no muy segura

Él se detuvo a medio camino, y se giró sobre sus pasos para darle una repasada bastante descarada, que la hizo sentir cohibida. Era consciente de su horrible estado, no era necesario que la mirara de esa forma.

-Las condiciones de la entrega eran geniales...-. Explicó con una sonrisa. -Esperaba que no estuviera en casa...-. Abrió las puertas del auto

-¿A qué te refieres?-. Tal vez todavía estaba borracha, y por eso no entendía nada. -¿Para entregar no debería yo estar aquí?-. Se agarró la cabeza, todavía se le movía el suelo sin avisar

-Cierto; pero si no estaba, debía quedarme aquí hasta que llegara. Me pagarían por hora...

-¿Qué? Pues qué vas a entregarme...-. Preguntó entre confundida y emocionada; no sería la primera vez, que a causa de su alter ego, recibía regalos estrafalarios. Una vez le enviaron una víbora en honor a uno de sus villanos... todavía no estaba segura de sí era de un fan, o un anti fan; pero Bárbara ni siquiera la dejo verla, la regresó en cuanto la recibió.

Entonces la luz brillo para sus neuronas dormidas. No era un regalo para Cameron, porque su agente no le llamó para advertirla, y dada las condiciones, debía ser algo importante. Por lo tanto ¿Era un regalo exclusivo para ella? Bueno, eso era mucho más interesante...

Entonces él volvió, y le entregó una rosa azul junto con una tarjeta negra con destellos de letras plateadas.

-Aquí tiene. Ahora por favor su firma...-. Señalo mientras se la entregaba, para luego tomar el aparato electrónico que colgaba de su cinturón.

Con irreverentes signos de interrogación brotando de su cabeza, la escritora sostuvo el regalo con incredulidad y firmó. Seguro había salido mucho más caro el envío, que la dichosa florecita; aunque la tarjeta parecía bastante elegante... y algo gótica a decir verdad.

"Hacer llorar a una dama, no es digno de un caballero. Espero que esto logre un balance por las lágrimas derramadas.

R.T"

El silencio hizo eco en el fondo de sus pensamientos cuando leyó el mensaje. Llorar, dama, caballero ¿Qué rayos? De pronto una de sus adormiladas neuronas se levantó, y enfocó su atención en las iniciales: Roland Taylor, susurró antes de caer rendida de nuevo.

Cada simple músculo en el cuerpo de Natalie se crispo en reacción alérgica al galán de Hollywood, antes de que instintivamente mirara para todos lados, esperando verlo aparecer por sorpresa de detrás de algún arbusto. La verdad es que dejarlo el día anterior en medio de un torbellino de fans fue tan divertido como peligroso; fue hasta ese momento que empezó a buscarlo, que se dio cuenta de lo que estaba haciendo el repartidor.

Caminando con sumo cuidado para no tropezar, y tratando de sacar la cabeza por los lados para mirar donde pisaba, el chico estaba cargando un arreglo exageradamente enorme y hermoso, donde el color azul predominaba en cada uno de los pétalos.

Natalie no lo pudo evitar. Sus labios se estiraron hacia arriba en una sonrisa fascinada, sus ojos brillaron absortos en la delicadeza de las formas, sus sentidos se derritieron por la caricia de la fragancia, y su imaginación volvió a la vida como zombi en el cementerio de la resaca.

Lágrimas, replicó su vena de escritora al instante.

Aquello parecía sacado de un jardín de hadas o elfos; y por unos segundos, justo los que le tomó al pobre repartidor llegar de la banqueta a ella, los seres mágicos la rodearon invitándola a bailar a su lado.

-¿Dónde quiere que lo ponga?

La pregunta la hizo regresar a la realidad.

-¿Eh? Ah, mmm donde sea, ni importa...-. Explicó moviéndose de la entrada, para permitirle entrar. Se ayudó con la pared, porque todavía no estaba del todo despierta.

Lo admitía, eso no lo vio venir. Qué Roland le mandará flores por hacerla llorar era impresionante; especialmente porque no lo había hecho, ya que, suponiendo que tuviera razón en sus deducciones, estaba segura que era por lo ocurrido en la gala de la subasta. Lo que significaba, que el día anterior había ido a buscarla para ofrecerle disculpas; y bueno, woowww era la mejor expresión para describir la historia... y auch para su genial metida de pata al lanzárselo a las fans, cuya acción era casi lo mismo que arrogarlo a los leones en un antiguo coliseo romano.

-Lo dejaré aquí...-. El arreglo estaba sobre la isla de la cocina, y el repartidor miraba para todos lados. -Aunque no estoy seguro que los demás quepan-. Complementó frunciendo el ceño, antes de volver a enfocarse en ella. -Usted debería perdonarlo con esto. No creo que existan muchos hombres que hagan tal cosa por alguien como...-. Al ver que la ceja de la escritora se levantó como advertencia, un intenso rojo cubrió sus mejillas y carraspeó para modificar el curso de su conversación. -Por sus novias, ya sabe, no somos tan detallistas...

Ella meneó la cabeza en negación, y se arrepintió al instante; aun así, contuvo sus respuestas físicas a la resaca, y le hizo una seña al chico para que al chico para que saliera de su casa, ahora que ya el trabajo estaba hecho. Fue cuando recordó lo que dijo, antes de dar a entender que no parecía el tipo de mujer que mereciera flores... en su defensa, estaba segura que se veía fatal; pero igual no tenía por qué decirlo...

-¿A qué te refieres con las demás?-. Preguntó intercambiando lugares; él saliendo, ella entrando.

-Le dije que era una entrega especial. A mí me quedan 9 arreglos por bajar; pero en cuanto su firma entró al sistema, se mandó la orden para unas cuantas camionetas más...-. Explicó impresionado, de nuevo, mirándola de arriba a abajo.

**********************************

Con las neuronas en paro alcohólico, Natalie se acercó hasta su cocina en busca de alivio. Necesitaba agua con urgencia, para ver si hidratando su cuerpo comenzaba a responder como era debido; porque por más que intentaba procesar lo que estaba pasando, todavía le parecía que podía ser un sueño. Esos tan suyos y tan curiosos como un gorila a punto de comérsela.

Por otro lado, también sus alarmas se habían puesto en tono ámbar. En primer lugar, si era algo de Roland, seguro no podía ser tan maravilloso como resultaba a simple vista; y en segundo lugar, en ese momento tenía la fuerza y habilidades de un pony recién nacido, ye estaba dejando entrar a un desconocido a su casa. No, normalmente no era así; el vodka la cambiaba...

Cual fuera el caso, lo único que realmente le importaba para ese instante, es que el mundo dejara de tambalearse y que sus tripas tuvieran algo que morder aparte de ellas mismas. Aunque lo primero era agua; si, de verdad de verdad tenía que beber agua, para luego subir a lavarse los dientes, la cara, cambiarse, y finalmente comería.

Con ese orden de prioridades establecidas fue como llegó por fin al refrigerador, lo abrió, y todo se detuvo.

Era interesante como un pequeño detalle, podía tener mucho más impacto que uno destinado a fascinar. Si, el famoso actor de Hollywood se había anotado varios puntos con su envío; sin embargo, Natalie estaba segura que Aarón debía tener un pasaje al cielo con lo que hizo por ella.

"Bébeme" decía la nota pegada al vaso. Claro, pensó con deleite mientras se lo tomaba, tan pequeño detalle no era, ya que día a día, sin importar que, un desayuno que se ajustaba a sus necesidades esperaba listo por ella. "Soy el ama de llaves ¿Lo olvidas?" Respondía su inquilino, con esa sonrisa de villano, y esos ojos como espejos de agua, cuando ella le aseguraba que no era necesario... bien podía decirle que la función de dicho rol, era más que nada la administración del hogar, no hacer las tareas; pero sentía que si se lo aclaraba le rompería el corazón, y no podía hacerle algo como eso, no se lo merecía... ni él, ni su propio estómago...

Pensaba al respecto, al tiempo que el líquido helado se deslizaba por su garganta como un bálsamo, mientras que para sus neuronas era un balde de agua fría; cuando se dio cuenta que no tenía recuerdos sólidos de la noche anterior.

Los ojos de Aarón se colaban en gran parte de las escenas que lograba ubicar en ese tiempo; pero no era extraño debido a que estuvieron juntos porque, bueno, él vivía allí. Su risa, su voz juguetona...hizo un alto mental... como que se acordaba de algo respecto a una buena noticia ¿Trabajo? Si, una cosa del trabajo...luego algo de su trabajo ¿La librería? No, no ese, el de escribir ¿Pero qué era, qué era?

Y el rayo la partió en dos.

Escupiendo lo que todavía quedaba dentro de su boca, la resaca junto con ello, Natalie notó como su pulso se disparaba a la par que sus piernas en una carrera hasta su habitación; su dedo pequeño del pie izquierdo terminó estrellándose contra un jarrón blanco de belleza imposible, acentuada por lo que parecía una cascada en flores azules, las cuales antes no existían en ese camino; solo que sus ganas por confirmar sus horribles sospechas superaron el dolor y la rabia por el golpe.

Haciendo caso omiso a la mirada, ahora espantada, del pobre repartidor, quien seguramente pensaba que estaba loca y el tremendo desperdicio de hombre que era el sujeto que la colmaba de flores; ella patinó hasta la puerta de su habitación, la cual estaba cerrada para que Fobos y Deimos no se salieran. Solo que a la hora de la verdad, sus manos se negaron a moverse.

Por Dios Santo, más o menos podía ver destellos de lo que hizo; peor aún, podía escucharse a sí misma dándole a Aarón toda una cátedra respecto a cada maldito artefacto que guardaba dentro de su baúl. Casi podía jurar que hasta puso una de las películas, porque aunque no era muy fan del porno, se encontró unas historias eróticas que eran todo un arte... un puto arte... eso sí lo recordaba.

No obstante, necesitaba confirmarlo; porque con el monstruo que tenía por imaginación, no era extraño que todo fuera una terrible alucinación, y que en realidad nada hubiese pasado. Rogaba, suplicaba, esperaba, necesitaba, vendería su alma por eso. ¿Habría algún demonio dispuesto a tomar un alma perdida?

Respiro profundo para agarrar valor, y antes de que pudiera arrepentirse, jaló la perilla para entrar.

El segundo rayo del día cayó, y su grito se escuchó al menos tres cuadras a la redonda.

************************

Aarón iba camino a la casa, ahora que había terminado la reunión con el productor de Foxy Fu; al parecer, estaban teniendo más éxito del que si quiera habían esperado, y los puntos en audiencia para el programa solo seguían aumentando, a tal grado, que una reconocida marca de juguetes les estaba proponiendo una línea dedicada al, una vez más, famosísimo zorro.

No era extraño que las miradas volvieran a estar sobre el programa, si tomaba en cuenta la cantidad de años que llevaba al aire; solo que llevarse el mérito por regresarle su antigua gloria era bueno para su ego. Además, esa tarde empezaría a gravar para su primera aparición especial en la serie, lo que sumaba puntos en su valía como actor.

Pero, lo que verdaderamente tenía a su cuerpo ahogado en adrenalina, y a sus neuronas yendo a mil kilómetros por segundo en cuanto a ideas, no tenía absolutamente nada que ver con el trabajo, pero si con cierta castaña de ideas pecaminosas y una extraña afición por pijamas inusuales.

La noche anterior la realidad lo había golpeado sin reservas. Tal vez fue debido a qué Roland le había hecho la pregunta clave que su cerebro decidió liberar la orden, o simplemente porque era algo inevitable; pero él amaba a Natelie Ross.

El único problema, es que no tenía ni idea de cómo lidiar con eso ahora que era consciente de ello.

Por supuesto su cuerpo estaba en completo desacuerdo ante tal afirmación, ya que como pudo darse cuenta unas horas antes, apenas dio luz verde a sus sentimientos, y sus sentidos decidieron, por decirlo de manera elegante, expresarse más de la cuenta.

Claro que bien pensado tampoco era del todo su culpa, porque era un ser humano común y corriente, que tenía pulso, y que como cualquiera en su situación, se habría visto un poco comprometido (quizás bastante) al notar que la mujer que acababa de descubrir que amaba, decidía enseñarle los movimientos que aprendió de una striper, mientras se quitaba la ropa porque tenía mucho calor. No era el baile más coordinado que hubiese visto antes, pero fue una proeza digna de santificarse, que lograra mantenerse las manos para él mismo (tristemente de forma muy literalmente)... de acuerdo, puede que no fuera tan santo...

Y allí estaba de nuevo la evidencia de su poca falta de cooperación entre cuerpo y mente; porque mientras que sus neuronas no paraban de repetir lo mal que se podían poner las cosas si iba tras la extrañamente sexy escritora; el ánimo en su entrepierna no paraba de subir, haciendo que su manera de caminar se volviera curiosa.

Por si fuera poco, también estaba el pequeño detalle de que ella babeaba por Nick Conte... vamos, hasta era el protagonista secreto de su novela erótica. Y así de simple su buen humor se fue en picada, junto con su amiguito traicionero.

Estaba claro en todos los niveles necesarios habidos y por haber, que entre ese par no existía nada a parte de su relación paciente/doctor; pero hasta un idiota podría notar que ambos querían mucho más ¿Por qué todavía no estaban juntos? Eso era un misterio que de momento, prefería siguiera justo por el curso que llevaba. Es que solo de pensar, que ella había imaginado todas esas escenas con el gemelo raro de Hannibal Lecter, era peor que una patada al hígado, provocando que su sangre hirviera de forma nada agradable.

¿Pero en qué demonios estaba penando Nat para fijarse en semejante tipo? Porque, ella era toda chispa, dulzura, sensualidad... y él... pff él era un tempano de hielo con acento inglés.

Acababa de bajar del muni meditando al respecto, cuando vio a Natalie caminando, casi corriendo, en su dirección; o mejor dicho hacia el transporte público. Sin embargo, en cuanto se dio cuenta que él venía, sus movimientos se detuvieron bruscamente por unos segundos, luego miró a su alrededor, de nuevo hacia el actor, y por último retomó sus pasos con tanta energía, que parecía acababa de emprender una carrera por su vida.

-¡Hola Aarón-. Pasó a su lado dejando una estela de perfume, sin siquiera dignarse a mirarlo. -¡Adiós Aarón!-. Gritó al adelantarlo.

Solo que antes de que pudiera lograr su cometido, fue detenida de golpe porque una fuerza mayor sujeto la mochila que colgaba a su espalda.

-Nat...-. La voz del actor tenía un claro deje de diversión. -¿Tienes prisa?-. Sabía perfectamente a qué se debía su reacción; porque aunque llevaba unas gafas de sol que prácticamente le cubrían todo el rostro, el rubor coloreo su piel delatando la vergüenza.

-Pues un poco, si...-. Replicó sin girar para encararlo, y haciendo el intento por liberarse; pero él la sostuvo con más fuerza, atrayéndola hasta que quedaron más juntos de lo necesario

-¿Puedo saber a dónde vas?...-. Trato de sonar serio, pero la risa le cosquilleaba en los labios

-Jay regresó; pasaré la noche con él en el hotel...

Era algo simple y normal, si tomaba en cuenta que el estilista parecía ser su mejor amigo, y que era gay. No obstante, escucharla decirlo tan naturalmente, hizo que un calor corrosivo cual ácido comenzar a circular por sus venas, provocando que su mano se tensará con más fuerza sobre el agarre de la mochila.

No quería que pasara la noche con nadie. No quería que ella sonriera como lo hacía cuando era feliz, a nadie. No quería que le contara sus secretos a nadie... acababa de convertirse en un posesivo hombre de las cavernas, y por curioso que eso fuera, le provocó todavía más risa, debido a que le agradaba... y, qué volviendo al punto, Jay era gay.

-¿Por qué no se queda en la casa?-. Era una pregunta válida

-Es que... bueno... pues, no...ammm-. Natalie no tenía ni idea de que contestar, porque sus neuronas estaban en fase de evacuación en su cerebro, ya que las traidoras querían escapar de él, incluso dejándola a ella atrás.

-Nat ¿Por qué no giras para qué me lo digas de frente?-. Ahora estaba siendo malo al torturarla; pero ¿Cómo no aprovecharse un poquito? Al sentir como su cuerpo se tensaba igual a la cuerda de una guitarra, su clásica sonrisa torcida de chico malo, apareció. –No será...-. Dijo acercándose más, si era posible, y susurrándole al oído. –Qué tienes pena por lo que me mostraste ayer...

Si hubieran estado dentro de un dibujo animado, a la pobre le hubiese salido vapor de las orejas a causa del sofocante aumento en su temperatura corporal. Si, había escrito un libro erótico que incluso sería película; no, no era una virgen inocente; si, era una chica bastante liberal en cuanto a temas relacionados con la sexualidad; pero... eso era una cosa, y otra muy, pero muuuuy diferente, era mostrarle a tu inquilino el material del cual había sacado ideas para las escenas candentes entre sus protagonistas. ¿Le habría contado, que de hecho, los juguetes ya tenían todos por lo menos un uso? ¡Él no tenía por qué saber eso!

Aun así, luego de unos eternos segundos sumergida en vergonzosa autocompasión, gritando en agonía sardónica en un rincón oculto en su mente, Natalie dio media vuelta.

-Siento mucho haberte asustado con mis investigaciones de campo...-. Respondió manteniendo los hombros cuadrados, y la mirada en un punto fijo tras él; de todos modos no la podía ver gracias a los lentes. –Procurare tener más cuidado con mis cosas, y especialmente con mi manera de divertirme. No se repetirá...-. Eso era igual de traumático que cuando su madre le dijo que había terminad de leer su libro... gracias al cielo su padre no había hecho ningún comentario, y esperaba que nunca lo hiciera

Lentamente, la mano de Aarón la liberó para caer a su costado. No se podía creer lo que estaba viendo. La forma en que Natalie se disculpaba, con esa dignidad de la realeza; la pena que coloreaba sus mejillas en un rojo intenso, como fresas maduras listas para ser saboreadas; el pulso acelerado que se agitaba en su cuello, tentándolo a acariciarlo; su cabello en rizos salvajes, que bailaban al compás del viento; y en especial, esa mente tan traviesa que se ocultaba en su interior...

Una mujer capaz de ser sensual y liberal, pero que al mismo tiempo era tímida de formas inesperadas. La esencia de la contradicción, y el camino de su perdición.

En resumen, era un hombre enamorado.

-Wow...¿Enserio?-. Por supuesto, no planeaba dejar que lo que acababa de decir se volviera una realidad. Él la quería tal como era, que se comportara como una persona normal no le pegaba en absoluto.

-Palabra de honor...-. Puso una mano en su corazón, y asintió enérgicamente. Entonces la risa malvada se convirtió en estridentes carcajadas, que dejaron completamente perpleja a la escritora. -¿Por qué te ríes?-. La curiosidad pronto la hizo fruncir el entrecejo

-Porque mientes...-. Contestó divertido

Ella simulo estar ofendida con un gesto dramático, mientras que quitaba los lentes. Unas enormes ojeras opacaban el brillo de sus ojos; pero eran bastante normales debido a su fiesta privada la noche anterior.

-¿Cómo te atreves? Yo no miento...-. Lo señaló con el índice derecho sobre su pecho, haciéndolo retroceder un paso; pero dándole más motivos para reírse

-Nat...-. Intentó contener las carcajadas. –Eres escritora, y amas con pasión salvaje el género romántico de época; de verdad no esperaba, ni espero, que tengas un comportamiento diferente al que tienes....-. A ese punto ella ya tenía los labios apretados, tratando de no seguirle la corriente en sus risas. –Para ser claro, no me asustaste ni un poquito...-. Junto el dedo pulgar e índice derecho para recalcar sus palabras

-¿De verdad?-. Su mirada era de duda, y su postura precavida; pero el brillo travieso en sus ojos había vuelto a la vida...

Él respiro profundamente para recuperar la calma, y la miró de esa forma que provocaba vértigo en su destinatario.

-No podría importarme menos, que festejaras fastidiarle la visita a Roland brindando por ti misma. En cuanto a tu baúl...-. Las escenas de la noche anterior se proyectaron en su mente, remplazando la diversión por excitación; pero logró mantener un control férreo, echando mano de sus dotes de actor. –Creo que es increíble que seas tan abierta y natural en esos temas; porque vamos, son naturales, y cada quien puede tener las fantasías que quiera y hacer con ellas lo que se pueda...-. Terminó con un movimiento sinuoso y gracioso de cejas

La sonrisa que obtuvo como respuesta valió la pena, y hasta lo dejo en deuda.

-Gracias. De verdad de verdad, muchas gracias por tomarte las cosas así de bien...Tenía miedo de que ahora pensaras que soy una pervertida...-. Explicó soltando un suspiro de alivio...

-¿Por qué pensaría algo como eso?

-Ya sabes, digo, es cierto que muchos han leído mi libro, y más o menos se podría saber lo que hay en mi cabecita...-. Se apuntó a sí misma. -Pero no por eso voy a andar enseñándole a todo el mundo...-. De nuevo el rojo coloreo sus mejillas, de forma que Aarón envidió. - Mis cosas privadas...-. Comentó dándose algo de aire con su mano

-Lo único que creo... -. Por supuesto que iba a pasar, era tan obvio darse cuenta ahora que caería rendido por ella, que se sentía como un idiota por no tomar las precauciones adecuadas. -Es que eres una mujer increíble...

La sonrisa en los labios de Natalie se esfumo, y su mirada se volvió juiciosa; parecía pensar seriamente cuales eran las palabras que diría a continuación. Luego un gesto suave relajo sus facciones de manera tierna.

-Tu Aarón Cassel, necesitas dejar de ser tan encantador; oh enserio terminarás haciendo que me enamore de ti..-. Entonces el ruido del muni anuncio su llegada, así que Nat apuro sus movimientos, acercándose de improviso para besarlo en la mejilla antes de salir corriendo. -Nos vemos luego...-. Ya había avanzado un par de metros cuando volvió a girar. -Ten cuidado con las flores...-. Le gritó para luego irse a la fila que estaba subiendo al transporte...

Con la sonrisa que le cruzaba la cara de oreja a oreja, y los latidos del corazón uno sobre otro, Aarón llegó a la casa meditando sobre lo que acababan de hablar. Entonces se detuvo en la entrada recordando la advertencia final, y miró hacia todos lados confundido ¿Con qué flores debía tener cuidado? Porque de una cosa estaba seguro, si Nat no había intentado seducir al jardinero, sin importarle que el tipo le doblaba la edad, era única y exclusivamente porque el hombre era felizmente casado; pero ella lo adoraba con fervor por el maravilloso trabajo que hacía. Lo cierto es que el patio trasero era como sacado de un cuento de hadas.

Atento a lo que pudiera o no pisar, el actor se adentró por el caminito establecido hasta la entrada, inspeccionando que había de nuevo en el jardín; pero no fue hasta que abrió la puerta cuando entendió a qué se refería la escritora.

Ni siquiera tuvo que poner a trabajar a sus neuronas, para saber quién era el responsable.

***************************

Definiendo lo que era verdaderamente una cara de poker, Jay se quedó estático durante un par de segundos más, luego de que Natalie le contara todo lo que había ocurrido el día anterior; por supuesto, su reacción era mucho menos exagerada que la que ella tuvo luego de escuchar la historia que lo unía a Roland.

El estilista había visto la noticia de la librería, y de inmediato reconoció el lugar como el sitio donde su amiga trabajaba; así que terminó tan pronto como pudo sus deberes, canceló otros, y tomó el primer vuelo que encontró para visitarla.

Estaba seguro que había sido muy claro con el actor respecto a mantenerse alejado, pero al parecer, su seria amenaza valía tanto como un pepinillo; lo que no había esperado, es que Naty se las arreglará tan bien por su cuenta. Aunque claro, tampoco los sorprendía del todo, porque si de algo gozaba en extremo esa mujer, era de imaginación y locura... por eso la adoraba.

Ahora, sin poder contenerse por más tiempo, estalló en carcajadas.

-¡No te rías!-. Ella le reprochó; pero no sonaba convincente, porque igual se ahoga en carcajadas -En la mañana casi sufrí un infarto cuando vi todos los... juguetes... esparcidos por la habitación. No te cuento como me puse, luego de confirmar que efectivamente, había puesto una de las películas...-. Se llevó una almohada a la cara para ocultar su vergüenza

-Ya sabía yo que tenías unas ideas muy intensas, luego de leerme tu libro; pero francamente esto no lo vi venir...-. A duras penas podía hablar, y ya comenzaban a dolerle el estómago y las mejillas de tanto reírse

-¡Deja de burlarte o no te vuelvo a contar nada!-. Le arrojo divertida la almohada que él atrapo con facilidad...

-Hay hermosa, es que de verdad eres todo un caso. Yo creo que deberías escribir un libro de tu propia historia, seguro sería un best seller

-Mmmm tal vez, pero de momento...-. Explicó calmándose al fin. -Estoy más interesada en la tuya. Simplemente no puedo creer que el hombre perfecto del cual hablabas siempre, terminara siendo Roland...-. Hizo como si un estremecimiento le sacudiera el cuerpo. -Quiero decir, me resulta imposible de hacerlo encajar en el papel, a pesar de su evidente perfección...

Jay exhaló un suspiro que dejo al mundo sin aire por un instante, y se dejó caer en la cama. Había tenido que confesar, para que pudieran entre los dos entender algo de lo que pasaba.

-Bueno, ahora sabemos que era todo una farsa, porque a final de cuentas, me engaño...

-¿Estas completamente seguro?-. Ella se dejó caer a su lado. Triste por verlo así

-Pues, terminamos hace muy poco, como para que de pronto se hubiera enamorado tanto de Aarón. Eso solo significa que salía con los dos al mismo tiempo, y que obviamente, estaba más interesado en él que en mí...

-¿Y qué tal si salió con él antes que contigo?-. Era una posibilidad, pero según lo que escuchó, no creía que fuera factible. Aun así, preguntó tratando de hacerlo sentir mejor...

-No. Siempre dijo que nunca había tenido una relación tan seria antes de nosotros...-. Se giró para enfrentarla. -Aunque eso seguramente también fue una mentira...

-Lo siento mucho...-. Respondió haciéndole una caricia en la mejilla que lo hizo sonreír

-Mientes, te conozco...

-Solo es mitad mentira. Lo siento por que te sientes mal; pero me alegro porque creo que mereces algo mucho, mucho mejor que un psicópata, narcisista, con delirios de gánster, y tendencias principescas falsas...

-Sí, lo cierto es que Roland sabe cómo ser un caballero encantador...-. No le extrañaba nada que le hubiera llenado la casa de flores a su amiga, pensando que la hizo llorar; esos detalles fueron los que lo enamoraron, le dolía mucho darse cuenta que no eran exclusivos ni reales

Ella torció el gesto con evidente molestia. Tenía ganas de patear las famosas pelotas de Taylor, para darle una lección por ser tan idiota arrogante; porque por más bellos arreglos que le mando, y la hermosa nota inicial, al final de la entrega, el repartidor le había dado otra tarjeta un poco menos memorable:

"Pero recuerda, no importa lo que hagas, NUNCA, JAMAS, podrás separarme de Aarón

R.T. "

Sobra decir que la había hecho pedazos tan pequeños como pudo, para luego brincar sobre ellos, imaginando que era él a quién se lo hacía. Sacaba su lado más sanguinario.

-Muy bien, eso es todo...-. Comentó con ánimo sentándose. -No podemos seguir dándole importancia, porque eso es justo lo que quiere. Yo haré de cuenta que las hadas me visitaron, y tú...-. Señaló a su amigo, quién sonreía por sus locuras. -Tú necesitas un nuevo prospecto. Alguien mejor, más guapo, sexy, inteligente, con modales espectaculares, y sobre todo, buen corazón...

-¿Crees qué no lo había pensado? El único problema es que ese tipo de especímenes son extremadamente raros y difíciles de encontrar.

-Hay por favor, ni que fueran pokemons; además tu eres todo un premio. Si le hablo a Bárbara, apuesto mi alma a que me dará una lista de, al menos, unos veinte nombres de sujetos que babean por ti.

-Ninguno que valga la pena...

-¿De dónde podremos sacar a un hombre, porque necesitamos un hombre, no un intento de, para ti?-. Se preguntó dándose golpecitos en la barbilla pensativamente

-Ya que estas en ello, piensa de dónde podemos sacar dos. A ti también te urge; a menos claro, que finalmente te le confieses a Nick, o, qué me lo cedas a mí, así ya solo necesitamos uno

Natalie estaba a punto de contestar, cuando una voz afuera de la habitación la interrumpió. "Servicio al cuarto". Ella se puso de pie, mientras le sacaba a la lengua a Jay por el comentario, y se dirigió hasta lo que esperaba, fuera el festín solicitado para pasar el resto de la noche.

Ambos habían estado tan entretenidos en el chisme, que ni siquiera habían comido, y ahora que ya pasaban de las once de la noche, sus tripas los obligaron a pedir municiones para continuar. Sin embargo, al abrir la puerta encontró mucho más de lo que esperaba.

Aarón estaba parado en el pasillo dándole, sin muchas ganas, la propina al chico que había llevado la comida (todavía tenía algunos problemas de dinero, por lo que no era muy afecto a dar propinas con gusto).

-¿Qué haces aquí?-. Le había enviado un mensaje horas atrás, preguntándole en dónde estaba; le había respondido sin imaginar este resultado.

-Espero que no les moleste...-. Respondió el recién llegado, empujando el carrito con alimentos a través de la puerta, haciendo que ella se moviera para darle el pase. -Me quedaba más cerca este sito, que ir hasta la casa; y realmente estoy muerto ¿Me aceptan en su pijamada, oh debo retirarme?-. Les dio su mejor cara de inocente...

La escritora se giró para ver la reacción de Jay, y no se sorprendió al verlo con la mirada fija sobre él; estudiándolo desde el cabello hasta la punta del zapato, cosa que comprendía, porque con la pinta que tenía en su chamarra de piel, pelo despeinado, ojos traviesos, cuerpo de adonis... ¡Eso era!

La epifanía que llegó a su cerebro venía acompañada hasta por coros celestiales. Naty se dio cuenta que el cielo justo le había enviado lo que estaba pidiendo; porque Aarón era, sin duda, el mejor hombre para sacar a Roland de la vida de su amigo. Sin contar, que era como matar dos pájaros de un tiro, porque ambos eran sus ex, y que mejor manera de joderlo, que haciendo que terminaran juntos.

-¡Por supuesto que no! ¿Verdad Jay? Eres más que bienvenido a quedarte con nosotros...-. Dijo a la vez que por dentro se carcajeaba cual villana de disney por su maquiavélico plan...

No obstante, pese a que el estilista efectivamente se deleitaba con la vista, sus pensamientos estaban muy alejados de los que Natalie creía.

-Seguro, eres bienvenido...-. Confirmó en voz alta, cuando interiormente, se preguntaba qué se le estaba pasando respecto a este actor; porque la mirada que acababa de lanzarle a su amiga, no era otra más que la de un tipo enamorado...y definitivamente no era la primera vez que ocurría...

Qué tal, ahora resulta que Bárbara y Cat, quieren que Natalie salga con Roland; Natalie quiere que Aarón salga con Jay; Jay sospecha que Aarón siente algo por Natalie; Aarón está enamorado de su escritora, y tiene una relación complicada con Roland, ex de Jay... líos líos y más líos, eso es lo que se viene ;)

Espero disfrutaran del capítulo, les dejo el enlace para el grupo de Facebook, y nos leemos pronto *-*

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