Volvemos a casa ya bien entrada la noche, tras salir del instituto a hurtadillas y entre risas, como si fuéramos dos adolescentes de dieciséis años que se vuelven locos por estar el uno con el otro, aunque... al fin y al cabo, así somos Fede y yo, una pareja que no se cansa de quererse cada día un poco más que el anterior, con los sentimientos traspasando el límite, superando barrera tras barrera, hasta que la gente se ha dado cuenta de que, por mucho que puedan intentarlo, nosotros juntos somos más fuertes que todo lo que pueda suceder.
- ¿Sabes lo mucho que te quiero, verdad? - Agarrados de la mano, cruzamos el pequeño camino de tierra que lleva hasta la puerta de la casa de Fede. Se queda parado al hacerme la pregunta, acariciándome con su pulgar mis nudillos para después llevarse mi mano a su boca y besar cada uno de ellos. Por su presencia, ni siquiera me había fijado, pero los cristales están exactamente igual a cuando nos fuimos esta mañana, como si no hubieran sido atravesados por varias piedras. El amigo de Fede ha debido arreglarlo todo mientras estábamos en nuestra escapada.
- Claro que lo sé, amor - Llevo mi mano libre a una de sus mejillas, acariciándola - Y saberlo me produce el mayor de los placeres, créeme.
- ¿De verdad? - Pregunta, con los ojos ahora muy abiertos y ansioso, como si se acabara de convertir en un niño pequeño y desvalido.
- ¿Cómo puedes preguntarme la realidad de algo así? - Me acerco a él mucho más, rodeando su cuello con mis brazos - Te quiero, Fede.
- Quiero decirte... más bien pedirte algo - Traga saliva mientras frunce los labios en una línea recta, mirándome con sus ojos verdes ahora vacíos, sin ninguna expresión.
- Claro, puedes pedirme lo que quieras - Sonrío intentando disuadir el extraño y frío ambiente que se ha quedado ahora entre nosotros.
- Bien - Asiente con un movimiento seco de cabeza, pasándose la lengua por los labios. Está nervioso, lo conozco demasiado bien para saber que lo está, y mucho. - Llevo pensando en esto varios meses y creo que... que ha llegado el momento. Míriam yo...
Pero, en vez de sus palabras, lo único que oigo es la canción nothing else matters, el tono que indica a Fede que tiene una llamada. Él se resiste unos segundos, mirándome, después chasquea la lengua en una mueca de fastidio y lo saca de uno de sus bolsillos para descolgar.
- ¿Mamá? -Contesta mientras sigue mirándome.
No la escucho a ella, pero supongo que ha llegado a sus oídos el incidente de hoy y la mujer está preocupada, al fin y al cabo, una madre siempre es una madre. Espero paciente, entrelazando las manos en la parte delantera de mi cuerpo. Tarda unos minutos en dejarla tranquila para al fin poder colgar.
- Mi madre - Me indica poniendo los ojos en blanco - El seguro de la casa sigue estando a su nombre, he pensado en cambiarlo muchas veces pero al final lo voy dejando... y bueno, la han llamado a ella para lo de los cristales.
- ¿Qué te ha dicho?
- Ya sabes - Sonríe, encogiéndose de hombros - Saber si nosotros estamos bien, y... ser inoportuna, como siempre.
- Bueno, pues ahora puedes decirme eso que ha interrumpido, ¿no? - Pongo una mano en cada uno de sus codos para atraerlo de nuevo a mí.
- No - Sacude la cabeza a ambos lados, frunciendo el ceño - Que nos hayan interrumpido solo quiere decir que no era el momento, al menos no todavía.
- ¿El momento? - Entrecierro los ojos, escrutando todas las facciones de su cara para ver si saco algo en claro, todo esto es muy misterioso - ¿Qué pasa, amor?
-¿Confías en mí?- Asiento enseguida - Entonces vayámonos a darnos una ducha y a dormir, después de un día como hoy, ambos debemos descansar.
Accedo, claro que confío en él, por lo que, sea lo que sea, Fede, sabrá cuando quiere decírmelo. Tiene razón en que el día de hoy ha dado para mucho, para demasiado... nunca me había pasado algo así, mi vida es una constante rutina en la que llegas a casa y haces las típicas cosas normales de pareja, no llegas y te encuentras un horrible espectáculo como el de hoy.
Los cristales están arreglados, pero nadie ha recogido las enormes piedras que ahora descansan en el suelo de varias de las habitaciones de la casa, rodeadas de pequeños fragmentos de cristal. Un estremecimiento de auténtico miedo recorre mi cuerpo, ¿quién ha podido hacer algo así? Y mucho peor, ¿por qué lo harían, que razón tendrían? ¿Lo de hoy habría sido suficiente, o quedaba más?
Fede no tarda en darme un largo y tranquilizador abrazo, besando mi pelo. Después, ambos recogemos las piedras en silencio, barro los cristales, tirándolos a la papelera mientras pillo a Fede mirar una de las piedras con ansiedad, él también está preocupado, pero intenta disimularlo para mantenerme a mí a flote. Siempre hace cosas como esas.
***
Narra Fede
Esta vez no he sido yo el que se ha echado hacia atrás, el teléfono, mi madre, o quizá la casualidad, me ha dicho que no era el momento apropiado para una proposición como esa. Debe ser especial, ahora estoy seguro, ¿en la puerta de casa, sin más? ¿Desde cuándo hemos perdido la maravillosa magia que caracteriza esta relación? Sé la respuesta, y es nunca. No está perdida, ambos nos lo demostramos día a día, y por ello debo pensar el sitio perfecto, el día perfecto... si, eso es. Todo debe ser perfecto, tan perfecto como es esto que tenemos.
Simplemente tengo que pensar en todos y cada uno de los detalles antes de pronunciar esas difíciles, temidas e inquietantes palabras que pueden cambiar nuestra vida, de ambos.
- ¿Estás bien? Te noto distante - Mis ojos se cruzan con los de mi niña por medio del espejo. Acabamos de darnos una relajante ducha y ambos estamos secándonos antes de meternos a la cama.
- Estoy cansado, eso es todo - Y cierta parte es verdad. Lo de hoy ha sido tan... raro, y, por desgracia, creo saber más que ella del accidente de los cristales. ¿Ha podido ser... ? No, quiero pensar que no llegaría tan lejos, pero algo en mi interior me dice que no me equivoco, que nadie más podría venir hasta mi casa y atravesar todos y cada uno de los cristales con piedras del tamaño de la palma de mi mano. Algo así solo puede hacerlo alguien que me odie, que nos odie.- ¿Y tú, estás más tranquila ahora?
- Ahora mucho mejor, si - Asiente, retirándose la toalla del pelo y dejando que le caiga en cascada sobre su espalda, ahora cubierta por el pijama - Siempre consigues sacar lo mejor de cada situación, aunque sea tan... grotesca como esta, ¿cómo lo haces? ¿Qué te da fuerzas para no hundirte nunca y salir adelante pase lo que pase?
- Está claro, pequeña - La sigo hacia la habitación, donde se mete en la cama dejando el hueco perfecto para mí, como cada noche - La respuesta a todo siempre eres tú - Me acerco a ella, dándole con mi dedo índice en la suave punta de su nariz - Imaginar el resto de mi vida a tu lado, es lo que da fuerzas, energía... y todo lo necesario para continuar, para saltar por encima de todo y, en este caso, para lanzar lejos las piedras que intentan ponerse en nuestro camino.
- ¿Quién crees que ha podido hacer... esto? - Noto como evita mencionar el accidente.
- Ojalá lo supiera, pero... no tengo ni idea - Miento, o bueno... oculto algo que a ella no le gustaría escuchar. Mi objetivo sigue siendo protegerla, y eso haré. Si le digo lo que pienso, solo lograría preocuparla, y ella ahora debe pensar en sus estudios.- Deja de pensar en eso, ya ves que todo está arreglado.
- ¿Y si vuelve o vuelven los que han hecho esto? - Me pregunta con una mueca de horror en su cara - ¿Quién te dice que la próxima vez no estaremos dentro de la casa y hacen cualquier barbaridad? Deberías haber denunciado, Fede. Es imposible que podamos dormir tranquilos sabiendo algo así.
- Estoy aquí, a tu lado, cubriéndote las espaldas, ¿recuerdas? - Le muestro una sonrisa tan tranquilizadora como soy capaz - Si piensan que pueden hacerte algo, primero tendrían que torturarme a mí, pequeña.
- No digas eso, por favor - En su cara simplemente se refleja pánico - No me imagino qué haría si a ti te pasara algo... no, no quiero pensarlo. Prométeme que siempre vas a estar conmigo.
- El candado sobre el puente, las alianzas, los tatuajes... creo que todo eso demuestra que siempre me quedaré contigo - Hago que se tumbe en la cama para abrazarla por detrás, cogiendo su mano para no perder el contacto entre nosotros - Pero si es lo que quieres oír, estaré encantado de decirlo cada día, Míriam. Te lo prometo, siempre estaremos juntos.
Tarda, pero por fin puedo escuchar su suave respiración acompasada. Se ha quedado dormida y estoy en una nube oyendo y tocando a esta preciosa chica que está junto a mí en la cama. Debo hacerlo cuanto antes, no puedo permitir que nada se atreva a separarnos... nunca. Pronto, muy pronto le pediré que se case conmigo.
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Bueno, capítulo largo, ¿no? Que algunas os habéis quejado de eso, jajaj. ¡Qué presión!
Hoy me he inspirado, ¿no creéis? Así que espero que os guste, pienso que es un capítulo muy bonito y muy romántico, algunas me pedís emoción y otras amor, por lo que... una de cal y otra de arena, jajaj.
Hoy el capítulo es para ti ItzelMirandaG espero que te guste :)♥
Gracias a todos por leerme ♥♥