DAS CASINO

By BlueBell_145

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las niñas huérfanas... More

1. La Deuda.
2. Apuestas.
3. La Carta.
Anuncio.
4. Venganza.
5. Dispara.
6. Lirios.
7. Subasta.
8. La mirada.
9. Indigna.
10. La madrina.
11. ¿Harmony?
12. La unión.
13. ¿Hacemos un trato?
14. Eres igual a él.
15. El buffet.
16. Muñeca de trapo.
Die Falle der Nacht
Sex im Casino
im Feuer
17. Dos personas diferentes.
18. Delirios.
19. Ella es a quien buscan.
20. El Federal.
21. Mi único amor.
22. 🌹1/2🌹
23. Entre humo, escombros y dolor.
24. Lunar Estrella ⭐
25. daría mi vida por ellas.
26. La maldita primavera.
¿La lámpara se ve rara?
Astrid Pov
La Última Escena.
...
Das Casino ist gefallen
DIE MUSE MEINER SEELE.
💙

Selena Pov

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By BlueBell_145

Después de recibir el ramo de rosas, levanté  la mirada, con una expresión de gratitud y amor en mi rostro. Pero cuando busqué a Astrid con la mirada, no la encontré. Miré en todas las direcciones, pero Astrid parecía haberse desvanecido en el aire. Me sentí confundida y un poco asustada, y mi mirada se posó en Mariana, buscando una explicación.

—Pero parece que Astrid no compartía esa opinión —agregó Mei con tristeza.

—Astrid se fue hace poco, dijo que no podía manejar el dolor y la culpa. Que te amaba, pero que no podía seguir adelante.

Me sentí como si le hubieran quitado el aire de los pulmones. Mi mirada se posó en el suelo, y me sentí como si estuviera cayendo en un abismo sin fondo. La idea de que Astrid me hubiera abandonado era demasiado para mí.

Negué con la cabeza una y otra vez, llorando desconsoladamente. Incapaz de aceptar que Astrid me había abandonado así, sin siquiera una explicación. Yo esperaba una pedida de matrimonio, no que me abandonara. La ilusión y la felicidad que había sentido apenas minutos antes se habían esfumado, reemplazadas por un dolor y una tristeza que parecían no tener fin.

Lorena apareció a mi lado, con una expresión de tristeza en su rostro. —Selena, lo siento —dijo Lorena, su voz temblando—. Astrid no quería que por su culpa terminaras mal. Siente que debe dejarte ir porque tiene miedo de hacerle daño de nuevo.

Mi rostro mostraba mi corazón destrozado. Estaba devastada. La idea de que Astrid me había abandonado por miedo a hacerme daño era imposible de soportar.

Adriana se acercó a mí, con lágrimas en los ojos. —Selena, lo siento —dijo Adriana, su voz llena de arrepentimiento—. Astrid nos pidió que te distrajeramos antes de ir al muelle e irse.

Levanté la mirada, y mi expresión cambió de tristeza a determinación. Ahora sabía dónde estaba Astrid, y no la dejaría ir sin luchar. A pesar de sentirme abandonada y herida, me negaba a rendirme. Yo no permitiría que Astrid se alejara de mí sin una explicación, sin una oportunidad de hablar las cosas.

Con una resolución renovada, salí corriendo del lugar, dejando atrás a las demás, que solo me miraban irme con expresiones de tristeza y arrepentimiento. El ramo de rosas que Mariana me había entregado momentos antes cayó al suelo, y algunos pétalos se desprendieron de las rosas, como si simbolizaran la fragilidad del amor que Astrid y yo compartíamos.

Pero yo no me detuve. Ya había perdido su voz, pero no perdería al amor de su vida. Con determinación y amor en su corazón, Selena corrió hacia el aeropuerto, decidida a encontrar a Astrid y a luchar por su amor.

Sabía que estaba muy lejos de ese lugar, pero no me sentía cansada, yo no la dejaría ir con tanta facilidad.

No quería cansarme, pero mi respiración cada vez se hacia más pesada, ¿y si la perdía nuevamente para siempre?

Sin embargo, las mismas personas que me habían dado aquella dolorosa noticia fueron las que aparecieron para ayudarme a llegar al muelle.

No me negué, a pesar de que estaba algo frustrada con todos ellos, tenía que aprovechar. Me subí con una prisa que incluso a mí misma me sorprendió.

El auto se desplazó a toda velocidad por la carretera, el viento azotando mi rostro mientras yo me aferraba al asiento, mu mirada fija en la distancia. Las mujeres que me acompañaban intercambiaban miradas de preocupación, pero yo no las veía. Mi único pensamiento era llegar junto a Astrid, abrazarla y no dejarla ir nunca más.

El auto tomó una curva cerrada, y me sentí empujada hacia un lado. Pero no me detuve. Mi mirada seguía fija en la distancia, mi corazón latiendo con ansiedad.

El auto se acercó al muelle, y me enderecé en mi asiento, mi mirada escaneando el horizonte en busca de Astrid.

Pero Astrid no se veía por ningún lado. Solo pude ver un barco partir hacia el horizonte, llevándose consigo mi corazón y mi alma. Mi corazón se hizo pedazos y lloré sin cesar, el dolor y la desesperación consumiéndome por completo.

Me acerqué con pasos pesados al muelle y caí de rodillas, mi cuerpo sacudido por sollozos. Volví mi mirada hacia el barco y traté en un intento desesperado de llamar a mi amada, pero mi voz no salía.

El sonido que salió de mi garganta no fue un grito, sino un silencio. Un silencio que me envolvió como una capa de hielo, recordándome que mi voz se había ido, y que no podía llamar a Astrid, no podía decirle que la amaba, que la necesitaba. El silencio me consumió, y me derrumbé en el muelle, mi cuerpo sacudido por sollozos, mi corazón roto en mil pedazos.

Me llené de rabia y frustración, y en un momento de desesperación extrema, liberé un grito ensordecedor, un grito que parecía salir de lo más profundo de mi ser.

—¡Astrid! —grité finalmente, mi voz desesperada y llena de emoción—. No me abandones, por favor. No me dejes sola en este momento, cuando más te necesito.

El grito resonó en el muelle, un sonido primal y desgarrador que parecía expresar todo el dolor y la desesperación que yo sentía. Pero incluso ese grito no pareció ser suficiente para detener el barco que se alejaba en el horizonte, llevándose consigo a la persona que yo amaba más que nada en el mundo.

En algunos casos, las personas con afasia pueden experimentar momentos de "recuperación" de su voz, pero estos momentos suelen ser temporales y no necesariamente significan una recuperación completa y permanente de la capacidad para hablar.

En el caso de Selena, la recuperación de su voz en un momento de desesperación y tristeza puede ser visto como un evento emocional intenso que podría haber desbloqueado su capacidad para hablar. Sin embargo, es importante destacar que este es un evento ficticio y no necesariamente refleja la realidad de la afasia y su tratamiento.

Mis manos se enredaban en mi cabello, como si intentara arrancar de raíz el dolor que me consumía. El sonido de mis lágrimas cayendo en el suelo era como un ritmo funerario, un recordatorio constante de que había perdido al amor de mi vida.

—¿Por qué me abandonaste? —me pregunté con dolor, mi voz apenas audible entre sollozos. Las demás me miraban con tristeza, sus rostros reflejando la compasión y la impotencia que sentían.

Me sentí morir de nuevo, el dolor y la tristeza consumiéndola por completo, ni siquiera me importaba haber recuperado mi voz. Prefiero no volver a hablar nunca pero mantener a Astrid a mi lado.

—¿Por qué no me dejó morir si iba a abandonarme? —continué, mi voz llena de desesperación.

Y entonces, de repente, escuché una voz. Una voz que me hizo sentir que mi corazón se detenía en seco. Una voz que me hizo sentir que todo mi mundo se estaba derrumbando de nuevo.

—Si te dejaba morir, ¿con quién me casaría? —dijo la voz, una voz que yo conocía mejor que ninguna otra. Una voz que me hizo sentir que todo era posible de nuevo.

Me detuve en seco, mi llanto cesó de repente y mi mirada se dirigió hacia la persona que había hablado. Y allí, de pie frente a mí, con una sonrisa en su rostro y un brillo en sus ojos, estaba Astrid.

Me puse de pie, temblando de emoción, y me acerqué a Astrid con pasos vacilantes.

—¿Astrid? —pregunté, su voz apenas audible—. ¿Por qué me dijiste que te ibas? ¿Por qué me abandonaste?

Ella se acercó a mí y me tomó de las manos.

—Nunca te abandoné, mi amor —dijo Astrid—. Solo necesitaba hacer algo para que puedas ver que te amo de verdad. Y eso es lo que voy a hacer ahora. —Astrid se puso de rodillas y sacó una pequeña caja de su bolsillo—. Selena, ¿quieres casarte conmigo?

Sentí como si el mundo se hubiera detenido en ese momento. Mi corazón latía con tanta fuerza que parecía que iba a salírseme del pecho. Mis ojos se llenaron de lágrimas de nuevo, pero esta vez no eran de tristeza, sino de alegría y sorpresa.

—¿Astrid? —repití, mi voz temblando de emoción—. ¿Es esto real? ¿Estás realmente aquí, pidiéndome que me case contigo?

Astrid sonrió y asintió con la cabeza, sus ojos brillando de amor y devoción.

—Sí, mi amor —dijo Astrid—. Esto es real. Y quiero que seas mi esposa, mi compañera, mi todo.

Me arrodillé junto a Astrid y la abracé con fuerza, sintiendo que mu corazón se había vuelto a unir con el de ella.

—Sí —dije, mi voz apenas audible entre sollozos—. Sí, quiero casarme contigo. Quiero pasar el resto de mi vida contigo.

Astrid sonrió y me besó, y me sentí como si estuviera flotando en una nube de felicidad. Sabía que este era el momento más importante de mi vida, y que nada podría hacer que me sintiera más amada y feliz que en ese instante.

—Perdoname por el dolor —me dijo ella con amor—, supongo que ya sabrás de quien fue la idea.

Dirigí mi mirada a Mei, ella era quien tenía que estar detrás de esto.

—Tengo algo más para ti —me dijo con dulzura.

Astrid elevó su brazo, señalando el barco que esperaba cerca del muelle.

—Mira, Selena, es nuestro transporte para esta noche —dijo con una sonrisa.

Me acerqué un poco, mi mirada se posó en el barco y se iluminó con emoción.

—Es hermoso — susurré—. Nunca me había subido a un barco antes —dije, su voz llena de curiosidad—. Ni a un avión —agregue, su voz llena de ilusión.

—Allí hay un regalo para ti —me dijo con una sonrisa—. ¿Vamos?

Astrid me llevó hasta el barco y me impresioné aún más al ver el interior. El barco estaba decorado con luces suaves y elegantes, y el salón estaba lleno de cómodos asientos y mesas. Me detuve en la entrada, mi mirada recorriendo el espacio con asombro.

—Es... es increíble —susurré, mi voz llena de admiración.

Astrid sonrió y me tomó de la mano, guiándome hacia el interior del barco.

—Vamos a disfrutar de esta noche —dijo, su voz llena de promesas.

Astrid me guió hacia unos asientos de lujo, cubiertos de terciopelo y adornados con detalles de oro. La azafata del barco apareció momentos después, llevando una copa de champán en una bandeja de plata. Nos sirvió un par de copas y se retiró con una sonrisa discreta.

Astrid me observaba con una mirada dulce y cariñosa, disfrutando de la ilusión que brillaba en mis ojos. Yo admiraba el lugar, mi mirada recorriendo los detalles de la decoración, pero finalmente volví mi atención a Astrid.

Fue entonces cuando me di cuenta de que Astrid sostenía un anillo en sus manos. El anillo brillaba en la luz suave del barco, y yo sintí un destello de reconocimiento. Había visto ese anillo antes, en algún lugar... pero no podía recordar dónde.

Mi mirada se clavó en el anillo, mi mente trabajando para recordar el contexto en el que lo había visto antes. Astrid me observaba con una sonrisa enigmática, esperando a que yo hiciera la conexión.

—¿No te trae recuerdos? —preguntó Astrid con una sonrisa suave y expectante.

Fruncí el ceño, pensando intensamente. —Sí, se me hace familiar, pero no logro relacionarlo con algo —dije, mi voz llena de curiosidad y confusión.

Astrid esperó pacientemente, observándome con una mirada cálida y comprensiva. Sin embargo, al ver que yo no podía recordar, Astrid se adelantó y me dijo:

—Este anillo perteneció a tu madre —confesó Astrid, su voz llena de emoción y significado—. A tu verdadera madre.

La revelación cayó como un rayo sobre mí. Mi mirada se clavó en el anillo, y luego se elevó hacia Astrid, llena de sorpresa y curiosidad.

—¿Qué... qué quieres decir? —balbuceé, mi voz llena de emoción.

—Este era el anillo de compromiso de la mujer por la que llegaste a este mundo —continuó Astrid, su voz llena de emoción y significado.

Me sentí atraída hacia el anillo como por un imán. Casi me subí a la mesa para tomarlo, y cuando finalmente lo tuve en mis manos, sentí una oleada de emociones. La melancolía se apoderó de mí al ver el anillo, y mi mirada se perdió en el pasado.

—¿Cómo lo conseguiste? —pregunté Selena, mi voz llena de curiosidad y emoción.

Astrid sonrió con dulzura y respondió:

—Creo que ya sabes quién —dijo, su voz llena de significado—. Él quiso que te lo entregara.

Recordé a mi padre, y sentí una oleada de emociones. Dolor, porque sabía que después de aquella carta con la que busqué que el pensara que estaba muerta, quizás le hizo mucho daño.

—¿Crees que lo mejor sea no volver a verlo? —pregunté, llena de dudas.

—¿Te sentirías bien con eso? —me preguntó con una mirada inquisitiva.

Yo negué con la cabeza. No, mi corazón no era tan cruel como para abandonarlo sin más.

—Quizás lo invite para que me lleve al altar... y luego me entregue en tus brazos —dije con una sonrisa.

Ella sonrió ante la idea, y se levantó lentamente antes de darme la mano. Al parecer quería llevarme a algún otro lugar.

El atardecer adornaba el cielo, iluminando el barco y el mar que se extendía hasta el horizonte. Astrid y yo nos encontrabamos en la proa del barco, con el viento en el cabello y la sal en el aire. La conversación que seguimos fue intensa y emocional, llena de sentimientos y recuerdos.

—Qué lindas se ven —dijo Lorena con una sonrisa tierna.

—Me encanta esta familia —agregó Adriana, sonriendo—... siempre nos apoyamos, sin importar lo que pase.

Las dos observaron con dulzura la escena entre Astrid y yo, que estábamos abrazadas y sonriendo.

—Pero si el barco se hunde, cada quien nada como pueda a la orilla —agregó Mei, rompiendo la melancolía del momento con su característico sentido del humor.

De alguna forma los hizo reír a todos, mientras Astrid y yo disfrutábamos de la luna llena.

—¿Sabes, Selena? —comenzó Astrid, su voz llena de emoción—. Cuando te conocí, supe que eras especial. Eres la luz que ilumina mi vida, la razón por la que me levanto cada mañana.

—Tú también eres especial para mí, Astrid —respondí—. Eres la persona que me hace sentir viva, la que me hace sentir que soy parte de algo más grande que yo misma.

Astrid se acercó a mí, su rostro a pocos centímetros del mío.

—Quiero pasar el resto de mi vida contigo, Selena —dijo, su voz llena de pasión y convicción—. Quiero despertar cada mañana a tu lado, quiero explorar el mundo contigo, quiero envejecer contigo.

Me sentí conmovida por las palabras de Astrid. Me sentí amada, valorada y respetada. Me sentí como si fuera la persona más importante del mundo para Astrid.

—Yo también quiero eso, Astrid —respondí, mi voz llena de emoción—. Quiero pasar el resto de mi vida contigo, quiero despertar cada mañana a tu lado, quiero explorar el mundo contigo, quiero envejecer contigo.

Astrid sonrió, su mirada llena de felicidad y amor. Se acercó más a mí y me besó, su boca sobre la mía, su cuerpo contra el mío. El beso fue apasionado, intenso y lleno de emoción.

Mientras nos besabamos, el barco se deslizaba suavemente por el mar y el viento soplaba suavemente en nuestros cabellos. Fue un momento perfecto, un momento que Astrid y yo nunca olvidariamos.

Y entonces, abrí los ojos...

Abrí los ojos lentamente, y me encontré en un estudio de arte, rodeada de lienzos y pinceles. La luz del sol entraba a través de la ventana, iluminando la habitación con un calor suave. Y allí, frente a mí, estaba Astrid, con un pincel en la mano y una sonrisa en los labios.

Me di cuenta de que estaba siendo pintada. Me sentí emocionada y conmovida al mismo tiempo, al ver cómo Astrid me miraba con tanto amor y deseo en sus ojos.

Astrid se acercó un poco más, y su mirada se encontró con la mía. Pude sentir la intensidad de su amor, la pasión que ardía en su interior. Y yo, a mi vez, sentí que mi corazón se derretía, que mi alma se unía a la suya en un abrazo eterno.

La habitación se desvaneció a nuestro alrededor, y solo quedamos nosotras dos, perdidas en la profundidad de nuestros ojos. Astrid siguió pintando, pero yo sabía que no era solo mi rostro lo que estaba capturando, sino mi alma, mi corazón, mi todo.

Astrid se acercó a mí, su rostro reflejando la pasión y el deseo que ardían en su interior. Su mirada se encontró con la mía, y pude sentir la intensidad de su amor, la necesidad de estar cerca de mí.

Sin decir una palabra, Astrid se inclinó hacia mí, y nuestros labios se encontraron en un beso apasionado e intenso. Fue como si el tiempo se hubiera detenido, y solo existiéramos nosotros dos, perdidos en la profundidad de nuestro amor.

El beso fue largo y profundo, lleno de emoción y pasión. Pude sentir la mano de Astrid en mi cintura desnuda, atrayéndome hacia ella, y mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho. Sentí el calor de su cuerpo desnudo que había sido adornado por la pintura.

La sensación de su piel cálida y pintada contra la mía me hizo sentir un escalofrío de placer. Su mano se deslizó por mi cintura, acariciando mi piel con suavidad, y yo me sentí derretir en sus brazos.

Astrid se separó un poco de mí, y sus ojos se encontraron con los míos. Vi en ellos una pasión y un deseo que me hicieron sentir mi corazón latir con fuerza. Su mirada se deslizó por mi cuerpo, y yo sentí un rubor subir a mis mejillas.

Luego, Astrid se acercó a mí de nuevo, y su boca se encontró con la mía en un beso apasionado y profundo. Sentí su lengua explorando mi boca, y mi cuerpo se estremeció de placer.

Mientras nos besábamos, Astrid comenzó a acariciarme el cuerpo con sus manos pintadas, dejando huellas de color en mi piel. Me sentí como si estuviera siendo creada de nuevo, como si Astrid estuviera pintando un nuevo capítulo en nuestra historia de amor.

Sé que podrían estarse preguntando algo... ¿lo hicimos?

Sí... como nunca lo habíamos hecho (extra)

Todo lo que les confunde se explica en el final 🙄
No me digan que están confundidxs porque es exactamente lo que quería lograr.

Tengan paciencia, haré que valga la pena :)

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