Llegó la mañana del lunes y Seokjin había vuelto a dormir como un bebé a pesar de la debacle emocional de los últimos días. Era extraño verse disfrutar tanto bajo esas circunstancias, pero más extraño aún era que se sentía... feliz. Excepto cuando se permitía pensar en que tenía que encontrar un nuevo trabajo y un nuevo alojamiento para vivir, sin mencionar que necesitaba reconstruir una parte de su vida, se estresaba hasta el agotamiento, pero aparte de eso, estaba mucho más tranquilo que antes. Y si era honesto consigo mismo, de alguna manera se sentía aliviado, lo que lo desconcertaba. ¿Qué significaba todo eso? Lo valoró mientras se duchaba, pero fue incapaz de resolverlo.
Cuando estaba bajando al salón, Taehyung dijo: —Jongseo me envió un mensaje ayer antes de entrar en el avión. Volvió a preguntarme que cuándo ibas a pasarte por su casa para recoger tus cosas. Se me había olvidado decírtelo.
—¿En el avión? —preguntó Seokjin desconcertado.
Taehyung hizo una mueca. —Sí.... Puede que haya olvidado mencionar eso también. Va a ir a lo que se suponía que iba a ser su luna de miel y se lleva a una amiga suya. Espero que no te sientas dolido por ello.
¿Lo estaba? Seokjin se tomó un momento para ponderarlo. —No, no me ofende que vaya. Pagó un montón de dinero por ese viaje, así que me alegro de que al menos pueda disfrutarlo.
No comentó que el destino también había sido idea de Jongseo. Si lo hubiese organizado él, no habría elegido pasar una semana entera en esa playa, sin importar lo maravillosa que se suponía que iba a ser. Se había preguntado varias veces cómo se iba a divertir sin más entretenimiento que sexo y lectura. Jongseo había hablado con entusiasmo sobre todos los tipos de tratamiento que ofrecía el spa, pero eso no era algo que atrajese a Seokjin. Bueno, ahora su ex tendría la oportunidad de experimentar todo eso con una amiga que seguro que lo apreciaría mucho más de lo que lo habría hecho él.
—Me alegra ver que te lo tomas tan bien —dijo Taehyung—. Creo que le vendrá bien el viaje, así podrá aclarar un poco su mente. De igual forma, será mejor que nos pasemos hoy por la tienda y hagamos algo de espacio en el almacén. Luego podemos pagar un flete y sacar tus cosas de la casa.
—¿Estás seguro de que no te importa? —preguntó Seokjin.
—Tengo espacio más que suficiente. Solo necesito ordenarlo todo un poco y tengo la ligera sospecha de que estarás encantado de ayudarme a hacer eso. —Sonrió.
Seokjin rio. —Cierto. Pero ¿no tienes que trabajar hoy?
Era lunes, y aunque no parecía que las tiendas de tatuajes fuesen el tipo de negocios que abrían durante el horario laboral habitual, Seokjin no quería asumir nada.
—Ya había liberado mi agenda para hoy. Esperaba estar reventado por la boda.
—Ah, de acuerdo. En ese caso, me encantaría ver tu estudio. Nunca he estado en una tienda de tatuajes.
—Lo suponía —dijo Taehyung ampliando su sonrisa—. Será un placer hacerte una visita guiada.
La tienda estaba tan cerca que solo tuvieron que caminar unas pocas cuadras.
—¿No te parece un poco extraño que Jongseo haya insistido tanto en que saque mis cosas de inmediato? —preguntó cautelosamente Seokjin—. Más aún cuando ni siquiera va a estar allí durante las próximas dos semanas.
No quería inmiscuirse en la relación que tenían Taehyung y su hermana, pero ¿con quién más podría hablar de esto? Sus hermanos se pondrían de su lado en un santiamén y, aunque eso le hacía sentir enormemente bien, sabía que no le ayudaría a determinar si estaba siendo demasiado sensible al respecto.
—Sí, no se está portando muy bien con todo esto —dijo secamente Taehyung—. Intenta no tomártelo de forma personal. Siempre ha sido así. Una vez toma una decisión, necesita que pase en ese instante, y no tolerará ningún retraso ni ninguna excusa.
—Al menos, sabemos de quién ha sacado eso —rio Seokjin.
Taehyung resopló. —Parece que conoces bien a mi padre.
—Es bastante obstinado.
—Esa es una palabra para describirlo —murmuró Taehyung.
Seokjin lo miró brevemente de soslayo. —¿Cómo fue? Crecer siendo una persona tan creativa en el seno de una familia de abogados.
Taehyung suspiró largamente. —Nada sencillo. Cuando entré en la Escuela de arte, en lugar de escoger la carrera de psicología, mi padre se sintió decepcionado. Obviamente, al principio esperaba que me convirtiera en abogado y me uniera a su firma, pero creo que pronto se dio cuenta de que eso no iba a pasar nunca. Psicología era una profesión que aún consideraba respetable, o eso creo, especialmente si decidía especializarme en criminalística o algo por el estilo. Cuando le dije que había decidido entrar en la Escuela de arte no puedo decir que se alegrara demasiado, y se alegró menos aún cuando abandoné la universidad. Nunca terminé. Dejamos de hablarnos por un tiempo hasta que entendió que esto no era algo negociable para mí.
Seokjin paró en seco y se giró hacia Taehyung con el ceño fruncido. —¿Abandonaste la universidad? —preguntó atónito.
—La universidad no era para mí, ni siquiera cuando estaba estudiando algo que adoraba. Quería crear. Dibujar, pintar,... Incluso experimenté con la escultura, pero odiaba que me dijesen lo que tenía que hacer y cómo tenía que hacerlo. Todos esos exámenes y tareas eran un infierno y en lugar de estimular mi creatividad lo único que hacían era entorpecerla. Según uno de mis profesores era un "cabezota rebelde". —Rio—. Supongo que siempre lo he sido. Me dijo que necesitaba cambiar de actitud y lo hice. Me fui.
—¿Alguna vez te has arrepentido? —preguntó Seokjin—. De no terminar, quiero decir.
—A veces. Pero cada vez que surge ese pensamiento en mi mente me recuerdo a mí mismo el porqué lo dejé y sé que tomé la decisión acertada para mí. No habría sobrevivido a esa experiencia; o no, sin perder mi amor por el arte en el camino. Para ser completamente sincero, no necesito un grado para hacer lo que hago e incluso si decidiera dedicarme a otra cosa, bueno, siempre puedo volver a la universidad.
Seokjin lo miró atónito. —Pero ya tienes treinta.
—Sí, ¿y? ¿Acaso eso me convierte en un viejo que no puede aprender?
—No, pero siempre he pensado que debería... —Calló. Ahí estaba esa palabra de nuevo. Debería. Taehyung se lo había comentado y ahora Seokjin no podía dejar de oírse a sí mismo pronunciándola. ¿Cuando se había obsesionado tanto con ella? ¿Cuándo había empezado a valorar todo según un estándar universal basado en lo que otra gente decía o pensaba? —¿Sabes qué? Tienes razón. No hay edad para aprender.
—Bien dicho —sonrió Taehyung y le revolvió el pelo afectuosamente—. Estás aprendiendo.
Seokjin estaba seguro de que su sonrisa era desproporcionadamente exagerada en relación a esa pequeña alabanza, pero no pudo reprimirla. —Gracias.
No debería importarle tanto la aprobación de Taehyung, pero lo hacía. Saber que había identificado el problema y que ahora era consciente de él era un gran estímulo y le ayudaba a aumentar la confianza en sí mismo. Siguieron hablando. Las calles aún estaban húmedas por la lluvia que había caído a primera hora, pero el sol ya asomaba por entre las nubes y una suave brisa transportaba el aroma del agua.
—¿De dónde viene tu interés por el arte?
—De la misma abuela con la que exploré la psicología. La madre de mi madre era artista. Hacía magníficos dibujos a carboncillo y de pequeño los estudiaba durante horas para intentar descubrir cómo había conseguido darles tanta profundidad y emoción. Era una mujer impresionante. Jongseo y yo pasábamos los fines de semana con ella cuando mis padres se iban de viaje y disfruté todos y cada uno de los segundos que pasé en su casa. Jongseo se acurrucaba en una esquina con un libro y la abuela y yo nos poníamos a dibujar. Fue ella la que me enseñó a pintar árboles, su perro,... cualquier cosa que tuviésemos al alcance. Nunca usó temas demasiado pomposos o complicados, siempre plasmábamos algo de la vida real. Grande en su simplicidad. —Hizo una pausa—. Siento el monólogo. Es un tema del que me gusta hablar.
—No me importa. De hecho, creo que es fascinante. Es un mundo muy diferente de lo que estoy acostumbrado.
—Te lo agradezco. De igual forma —suspiró—, hemos llegado. —Taehyung hizo un gesto hacia un edificio con todo tipo de pequeños comercios.
—¿Tienes mucha gente que entra solo a curiosear? —preguntó Seokjin.
Taehyung señaló un enorme cartel sobre la puerta que decía: "Solo con cita previa". —La gente puede entrar a echar un ojo y ver algunas muestras, pero incluso para eso tienen que pedir cita.
—¿Por algún motivo en particular?
—Los tatuajes no son algo que se deba hacer de forma impulsiva. Duran toda la vida, así que queremos que la gente se informe bien antes de tomar una decisión definitiva.
Taehyung abrió la puerta y la sostuvo para que Seokjin pasara antes que él. La tienda era un espacio rectangular dividido en seis secciones separadas entre sí por semimuros. Cuatro artistas estaban trabajando y el zumbido de sus agujas se elevaba sobre la música rock que sonaba de fondo.
—Ey, jefe —dijo la mujer situada cerca de la puerta. Alzó su aguja un segundo y les dedicó una amistosa sonrisa.
—Hye —saludó Taehyung—. Seokjin, esta es Hye. Se especializa en tatuajes de acuarela y expresionistas. Hye, este es Seokjin, un buen amigo.
Seokjin se había preguntado cómo lo presentaría y ahora tenía su respuesta. Un buen amigo. Las palabras le enternecieron.
—¿Qué tal, Seokjin? —dijo Hye apagando la aguja—. ¿Has venido a hacerte un tatuaje?
—No —dijo rápidamente Seokjin. A lo mejor demasiado rápido, porque tanto Hye como Taehyung rieron.
—Es una pena —bromeó Hye—. Me encantan los vírgenes de la tinta. No hay nada como pintar por primera vez en un lienzo en blanco. Además, ya sabes lo que dicen... Nunca olvidas al primero.
Riendo, devolvió su atención a la mujer sobre la que estaba trabajando. La mariposa que estaba dibujando sobre su escápula aún no estaba terminada, pero los colores eran vibrantes y magníficos. Taehyung le presentó a dos personas más: Junho que tenía la constitución de un atleta, y a Hao, un artista vietnamita. Ambos saludaron a Seokjin amistosamente y luego volvieron al trabajo. Junho estaba trabajando sobre el antebrazo de un joven, perfilando un tatuaje de aspecto grotesco.
—Fue miembro de una pandilla —murmuró Taehyung—. Junho hace un montón de trabajos gratuitos para antiguos miembros de pandillas. Les ayuda a cubrir sus tatuajes anteriores para que puedan empezar una nueva vida y dejar la antigua atrás.
—No sabía que eso era algo que se hacía —dijo Seokjin.
—El problema es que, por lo general, esos tatuajes se encuentran en lugares muy visibles y son fácilmente reconocibles. Se necesita tiempo y un montón de talento para cubrirlos por entero con algo que los transforme en algo completamente distinto para que nadie pueda identificarlos.
Taehyung no le había presentado al tatuador que estaba trabajando al fondo, un esbelto hombre con oscuros tatuajes que le cubrían el cuello. —¿Qué hay de él? —preguntó Seokjin.
Taehyung hizo una mueca. —Ese es Jay. Tiene un talento demencial, pero también es célebre por su temperamento. Teniendo en cuenta el nubarrón que prácticamente puedo ver sobre su cabeza, creo que lo más inteligente es que nos mantengamos alejados de él. —Bajó la voz—. La semana pasada tuvo un encontronazo con Jungwon; uno de nuestros mayores competidores. Estoy convencido de que su estado de ánimo actual tiene algo que ver con eso, pero no quiero preguntar.
Seokjin quería preguntar más detalles, pero no lo hizo. Jay alzó la mirada hacia ellos por un segundo, saludó con un escueto gesto de cabeza y volvió al trabajo.
—Hye te ha llamado Jefe —dijo Seokjin mientras se acercaban al fondo de la tienda. —¿Tienes más empleados?
—No. Es mi tienda, y también soy el dueño del edificio. Alquilo las cabinas a otros tatuadores. Esa es la mía. —Hizo un gesto hacia la esquina más alejada del local.
Contra la pared se alineaban unos pequeños armarios de metal rojo llenos de cajones y una masiva silla de tatuajes ocupaba el centro de la cabina. De las paredes colgaban múltiples fotos enmarcadas y Seokjin se acercó a ellas para estudiarlas más de cerca.
—¿Has sido tú el que ha hecho todo esto? —preguntó.
Taehyung asintió. —Los cambió de vez en cuando para actualizarlos un poco, pero sí, estas son algunas muestras de mi trabajo.
Seokjin estudió las fotos. La mayoría de ellas eran dibujos a línea: intrincados y complejos tatuajes como mandalas o detalladas representaciones de objetos y personas.
—Son increíbles —comentó—. Puedo ver la influencia de tu abuela en ellos.
Taehyung lo miró por un segundo y Seokjin pudo sentir la calidez que emanaba de esos ojos. —Gracias. Mi especialidad es la técnica lineal, como puedes ver. Es un reto porque exige muchos detalles y es fácil equivocarse, pero me encanta. Y sí, me recuerda a mi abuela. De hecho, vino a verme tatuar más de una vez, y lo disfrutó enormemente. —Su sonrisa se amplió—. Incluso me dejó hacerle un tatuaje y a mi madre casi le da un ataque al corazón.
Seokjin le miró con la boca abierta. —¿Te dejó? ¿Qué edad tenía? ¿Qué tipo de tatuaje?
Taehyung rio suavemente. —Ella quería hacérselo y ¿por qué importa la edad que tenía?
—Porque... —Seokjin frunció el ceño. ¿Por qué importaba? ¿Por qué la gente de cierta edad no debería hacerse tatuajes? ¿Según quién? —Tienes razón, ha sido una pregunta estúpida. Pero aún puedes responderme qué se hizo, ¿verdad?
Taehyung sonrió y le golpeó amistosamente con el hombro. —Tenía ochenta y tres, y quería un tatuaje del Monte Everest. Era su lugar favorito del mundo entero. Es ese —dijo señalando una de las fotos que colgaban de la pared.
Seokjin se acercó y la examinó en detalle. —Es increíble. Estoy impresionado. Te las has arreglado para conseguir una imagen perfecta con unas pocas líneas.
—No es mi diseño —dijo Taehyung negando lentamente con la cabeza—. Lo hizo ella. Yo solo se lo tatué.
Seokjin le miró anonadado. —Era realmente buena.
—Lo era —sonrió Taehyung.
—¿Aún dibujas? Ayer estabas haciendo bocetos.
Taehyung alzó las cejas como si la pregunta le hubiera sorprendido. —Es gracioso, casi nadie me pregunta eso, y sí, lo hago. Ahora es más un hobby, dado que lo que paga las facturas son los tatuajes, pero lo encuentro relajante.
—No tengo ni una gota de talento artístico —admitió Seokjin—. En el colegio, la clase de arte me parecía un infierno, aunque reconozco que disfruté mucho cuando nos enseñaron a dibujar figuras geométricas tridimensionales. Esas tenían sentido para mí. Nunca se me ha dado bien pensar de forma creativa. Salir de un orden...
Taehyung posó una mano sobre su hombro. —Probablemente porque durante los primeros diez años de tu vida querías tan desesperadamente un orden que creaste una cajita muy específica en tu mente para ordenar tu vida e intentar comprender el mundo.
—Vaya. Serías un gran psicólogo, por si alguna vez te planteas cambiar de gremio —dijo Seokjin. ¿No era curioso lo bien que podía leerlo Taehyung tras menos de dos días juntos?
Taehyung rio. —Eso no va a pasar pronto, pero gracias. Ven, vamos a solucionar lo del almacén.
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