Con su típico gesto de seriedad, y la mirada fija al frente, Nick oía la conferencia pero no escuchaba una sola palabra de lo que decían. Estaba demasiado angustiado por otro asunto, como para que sus neuronas si quiera se dignaran a intentar prestar atención, a lo que el doctor frente a ellas explicaba con gran dedicación; lo cual era una pena, pues era realmente interesante.
Sin embargo, aquella mañana no se trataba solo de sus pensamientos no queriendo cooperar, la verdad es que para ese instante, incluso sentía que el pecho le iba a estallar de lo preocupado que estaba; habían pasado días desde que Natalie regresara a su casa, y por la forma en que se había marchado, él sabía que no estaba bien. Pero nada podía hacer.
El hecho era bastante simple en realidad: Psicólogo- Paciente.
Seis años atrás, de la forma más dolorosa que alguien pudiese alguna vez merecer, él aprendió que había líneas que aunque invisibles, era mejor no cruzar. En su intento por salvar una vida, una que en ese instante amaba más que la suya; se sumergió a sí mismo en una oscuridad tan profunda, que incluso llego a pensar jamás sería capaz de escapar.
No la culpaba a ella por eso, pues nunca le pidió todo lo que él por voluntad propia ofreció. Sin embargo, si cuando tuvo la oportunidad hubiese respetado los límites que se marcaban, su pasado sería muy diferente, y no habría fantasmas acosándolo como lo hacían en ese momento; esos que ahora no lo dejaban hacerle una simple llamada a Naty... Aunque claro, entre ella y Naty, había algo aún más grande que un abismo en diferencias.
Dos personalidades tan opuestas, que en su mente eran dignas representantes del yin yang. Una siempre sumida en su miedo y dolor; rendida ante los obstáculos que la vida puso en su camino; siempre frágil y necesitada de cuidados; suplicante de amor y deseo; una princesa de cristal que se rompió sin aviso, y que se habría encargado de quebrarlo también a él, de no haber sido porque Naty lo encontró.
Era curioso como la escritora estaba convencida de lo contrario; siempre le decía que tuvo suerte de que aquella tarde la encontrara, cuando en realidad fue ella quien llegó a ayudarlo. Ella y sus diferentes mundos repletos de color, fueron lo único que le mantuvo cuerdo para poder salir de las tinieblas.
Por lo tanto, él sabía que si en ese instante cedía ante su preocupación de amigo... de hombre... y bueno, algo de doctor, estaría atravesando ese maldito e infranqueable límite que hasta ahora había logrado conservar entre ellos. Solo llamadas para sus citas, solo verla cuando fuera necesario, y solo conformarse con aquello que pudiese obtener como su médico... el hecho de que tuviese que ir con ella a los eventos de sus libros había sido un regalo del cielo; entonces, abusar de su buena fortuna era una posibilidad agotada. Se negaba a repetir la historia.
Nick soltó un suspiro con el que casi le hizo un hoyo al suelo, y recargo por completo su espalda sobre el asiento, mientras levantaba la vista al techo. Era inútil. No importaba cuanto esfuerzo pusiera, ni cuantas horas transcurrieran (para ese momento ya iban 2), no iba a entender ni una fracción de esa conferencia si no tenía noticias de su preciada paciente; así que, con mal humor empezando a surgir desde la boca de su estómago, y un fulminante dolor de cabeza, se puso de pie, y se dispuso a decidir a quién era mejor llamar. ¿Bárbara o Cat? Cualquiera de las dos solo intensificaría su estrés; pero era eso o nada...
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El mundo se redujo a imágenes borrosas ante los ojos del actor, y sus esfuerzos por encontrar el aire que le faltaba, cada vez eran menos. Habían pasado quizás ocho segundos, pero para Aarón fue una eternidad; necesitaba respirar, y lo necesitaba pronto, pues de otra manera su fin sería de lo más patético e inesperado.
Estaba a nada de ceder ante la inconsciencia, cuando sintió como unos delgados brazos se envolvían sobre su estómago, y comenzaban a oprimirle con la fuerza necesaria en el lugar indicado.
-¿Qué rayos estás esperando? ¡Escúpelo!
La voz eufórica de Natalie hizo que sus neuronas desfallecidas reaccionaran; él intentó girarse para encontrarla, pero era imposible coordinar sus pensamientos con sus movimientos; aunque la verdad es que en ese punto, ya le costaba incluso definir sus ideas en algo más aparte de que necesitaba oxígeno.
Entonces, en el momento menos esperado pero más oportuno, y deslizándose como si nada a través de su garganta, el pequeño y mortal objeto salió disparado hacia la multitud que les rodeaba; y en un acto de rebeldía del destino, y como un chiste mal contado, se quedó incrustado entre unos perfectos rizos...
-¡¿Estas bien?!
Naty sintió el momento exacto en que por fin logro sacar lo que estaba obstruyendo la garganta de Aarón, y la forma tan desesperada en que sus pulmones absorbieron todo el oxígeno que pudieron. Ella rápidamente lo liberó de su agarre, y sin pensar mucho en lo que ocurría a su alrededor, la cantidad de gente que los observaba, o si quiera en lo que estaba por hacer; dio un par de pasos para quedar frente a él, y sujetó su rostro entre sus manos para obligarlo a mirarla.
-¿Aarón, estas bien?-. Preguntó de nuevo, sintiendo que ahora era ella quien necesitaba respirar.
Él aun tocia e intentaba recobrar esos valiosos segundos sin oxígeno, cuando un terrible escalofrío le hizo sacudirse en el instante que sintió el roce de las gélidas manos; sus ojos se levantaron a la par del movimiento que lo guiaba, y se quedaron clavados en la expresión de preocupación que había frente a ellos.
-Pensé que me moría...-. Dijo entre jadeos, sin apartar su rostro de aquel congelante toque. -No podía respirar...imagínate...-. Él tomo las manos de la escritora entre las suyas, y la arrastró un paso más cerca. -¿Qué dirían los titulares de mañana? "Muere apuesta estrella en acenso... atragantado por un chicle...". Nat no solo salvaste mi vida ¡Salvaste mi reputación!-. Terminó dándole un fuerte abrazo. Él era así, hacía lo primero que le cruzaba por la cabeza...
Mil ideas comenzaron a revolucionar las neuronas de Natalie, mientras que sentían como sus hombros se libraban de una pesada carga, envueltos en un cálido abrazo. Él estaba bien, ya respiraba, ya no tenía nada obstruyendo su garganta; y probablemente nadie escribiría nada de una estrella ahogada con un chicle. Chicle. Chicle...Y entonces su cerebro se detuvo.
-¡¿Un chicle?!-. La pregunta abandono sus labios en una mezcla de ira y curiosidad. Bien pudo haber escuchado mal. -¿Se te atoró un chicle?-. Confirmó su duda.
-¡SI! ¡Un maldito chicle!
Una voz externa fue la que se encargó de responder. Una que se balanceaba entre el asombro y la indignación. Tanto Aarón como Natalie se giraron hacia la dirección de la que esta provenía, y por más que quisieron evitarlo, un incómodo gesto de asco contorsiono sus muecas; mientras que el mismo turista que había invitado a salir a la escritora minutos atrás, los fulminaba con la mirada.
La indefensa bolita de dulce, ahora reposaba tranquilamente entre a maraña de rizos castaños. Honestamente, había caído justo en el centro como si lo hubiese hecho apropósito; y era casi un 99% seguro que el joven así lo creyera.
-Ah. Allí esta...-. Replicó casual el actor, mientras señalaba como si nada hacia la escena. Luego cambio la dirección, y señalo a Natalie, quien aún estaba pegada a él, y miraba en shock lo que pasaba. -Fue su culpa. Lo sentimos...
-¡¿Qué?!-. Natalie lo empujó con ambas manos para alejarse, y de nuevo volvió a centrarse en el turista. Por primera vez fue consciente de lo que ocurría a su alrededor; aunque eran pocos los que se encontraban dentro del café, todos y cada uno de ellos tenía sus ojos sobre ella. Un "hola" susurrado de su ansiedad la paralizó.
-Lo hiciste a propósito...-. La voz del castaño se volvió baja y gutural, mientras con su mano inspeccionaba los daños. Para su desgracia, no iba a poder salvarse de un corte de cabello... uno extremo...
Aarón contuvo las ganas de carcajearse, y simuló seguir tosiendo para no mostrar la sonrisa que se asomaba entre sus labios. No lo había hecho a propósito, pero resultó muy gracioso que terminara de esa forma.
-Yo me estaba ahogando, fue ella quien lo saco ¿Recuerdas? Es su culpa...-. Comentó tranquilo señalando una vez más a Natalie...
El susurro que la asechaba quedó callado ante las palabras del actor; y sin darse cuenta, el switch de la ansiedad se apagó cuando sus ojos de nuevo chocaron contra el azul cristalino de él. Cínicamente se estaba divirtiendo a su costa, y cada una de sus neuronas ardía de ganas de asesinarlo.
-¡¿Me explicas cómo rayos fue eso mi culpa?!-. Exclamó sujetándolo por el cuello de la camisa; ignorando completamente la forma en la que estaba actuando, y sorprendiendo a todos. -Acabo de salvarte la vida ¡Por segunda vez!
-Sí, bueno...la primera vez también fue tu culpa...-. Su expresión no había cambiado ni un milímetro. Seguía divirtiéndose ante la forma en que la chica frente a él se mostraba.
-¿Perdón?-. Casi podía escucharse la forma en que los engranajes de su cerebro funcionaban, Natalie quería entender que estaba pasando, pero por más que sumaba, la ecuación no tenía el resultado esperado.
Así, mientras su ira solo iba en aumento, la del turista se apagó al notar su reacción y el modo en que trataba al actor. No solo para él, sino también para sus compañeros fue obvio lo que sucedía, ante sus ojos ese tipo era seguramente su novio y futuro prometido; por lo tanto, no era de extrañarse que minutos atrás, cuando le dijera que esa chica estaba por comprometerse casi se ahogara, él seguro planeaba sorprenderla y ahora ella sabía que muy pronto le daría el anillo. Y mientras ellos volvían silenciosamente a sus asientos, Sophia y Henry seguían pasmados y anclados en sus lugares.
-Tú te caíste al agua, yo entré a salvarte y...
-Terminé salvándote yo...
-Tú culpa entonces-. Replicó mostrando su media sonrisa de villano.
-¿Qué clase de absurda lógica es esa?-. No tenía sentido... Él torció los labios y levantó las cejas mientras negaba con su cabeza. -¿Y ahora?-. Preguntó ella peleándose internamente con su curiosidad.
-Por no aclararme que el del hotel no era tu novio, sino tu prometido. Por cierto ¿Viven juntos?-. Si era así, tendría que soportarlo. Nada peor que ser el mal tercio...
-¿Eh?
Sophia abrió los ojos como platos ante esto último. ¿El del hotel? ¿Qué vivían juntos? Una enorme sonrisa se dibujó en sus labios, y la emoción de lo que escuchaba se reflejó en sus mejillas bajo un tono de rojo; al instante sus pies avanzaron un paso para alcanzar a su conocida e interrogarla, pero sus planes se vieron frustrados por su marido. Aunque Henry estaba igual de curioso, en especial porque Naty no era el tipo de chica que actuara de forma tan "natural" ante los extraños (y eso que mostraba era su verdadera personalidad), sujetó a su esposa por el brazo y comenzó a llevársela para darles espacio... algo amable de su parte, y estratégico, porque no importaba lo mucho que quisieran dejarlos solos, el local era del tamaño justo para que pudieran seguir escuchándolos incluso tras la barra o en la sección de libros.
En cuanto a Natalie, bueno, simplemente no podía seguir el ritmo de Aarón; en ese punto ya no tenía idea de que estaban hablando, y sus neuronas estaban fundidas.
-¿De dónde sacas esas cosas?-. Preguntó realmente interesada, mientras lo liberaba de su agarre.
-Me lo acaban de decir; pero no cambies el tema. ¿Viven juntos? Por qué de ser así ¿Crees que le moleste mucho si me mudo por un tiempo con ustedes?
Allí estaba de nuevo, esa curiosa sensación dentro de ella que no terminaba de decidirse: reírse o asesinarlo; le gustaba o le tenía miedo; quería quedarse, o salir corriendo tan lejos como pudiera... que difícil elegir entre tanto. Pero había algo de lo que si estaba segura, quería que él siguiera hablando.
-Tu...-.Miró a su alrededor, para ver si de casualidad miraba alguna cámara oculta; esto parecía una broma, porque no podía encontrar otra explicación. -¿Juegas conmigo cierto?
Al ver que ella miraba a su alrededor con interés, Aarón hizo lo mismo; y se dio cuenta que aún seguían parados en medio del lugar. Él ladeo sus labios con su típica sonrisa, y luego la tomó sorpresivamente de la mano para guiarla a una de las mesas vacías.
-¿Por qué jugaría con algo como eso?-. Respondió seriamente mientras se sentaba, y le indicaba a ella que hiciera lo mismo, pero sin liberarla. Inconscientemente, envolvió las manos de ella entre las de él para darles calor, estaban tan frías como un hielo.
Una vez más, la escritora miró a su alrededor; y aunque todos parecían estar en lo suyo, logro ver como Sophia le daba miradas emocionadas por sobre el hombro. Casi podía ver a modo de subtitulo sus pensamientos ¿Quién es el sexy bombón?. Ella meneo un poco la cabeza para despejar la interesante imagen, y luego tuvo que aceptar que Aarón seguramente tenía hasta las entrañas bonitas, pues el tipo era una escultura digna de admirarse; sin embargo, su belleza no respondía todas las dudas que generaba.
Sin embargo, el problema no era si jugaba o no, sino que ella realmente no tenía pista de por dónde empezar; en especial cuando él la miraba de forma tan natural, mientras intentaba hacer que sus manos entraran en calor. Cualquier mujer entendería que estuviera en shock; y lo peor de todo, es que lo único que ahora se sentía caliente, eran sus malditas hormonas y no sus extremidades.
-Entonces ¿Quieres vivir conmigo?-. De forma estúpida fue lo único que su cerebro logro formular para preguntar; y no fue hasta que sus oídos escucharon esas palabras con su voz, que lo importante empezó a tomar forma en su cabeza. Por ejemplo ¿Qué rayos hacía él allí?
La sonrisa que perfilaba el hermoso rostro se desvaneció al instante, y el brillo de sus cristalinos ojos adquirió oscuridad cuando sus pupilas se dilataron. Aarón entendió muy bien a que se refería la escritora con esa pregunta, y también notaba que ella no terminaba de entender que estaba pasando; de hecho, le parecía extraño que sus manos estuvieran así de frías, aunque igual podía ser por el susto de verlo ahogándose... lo cual la convertía en una buena persona...Natalie Ross era una buena persona...
-Bueno, ya que me lo pides de esa forma ¿Cómo podría negarme?-. Su expresión se volvió malvada. Ella era buena y él no era un santo. -Solo voy por mis cosas al hotel, y nos vemos en un rato en tu casa...
Esperar a que Natalie terminara de unir los puntos era algo que no pensaba hacer; así que sin siquiera darle tiempo para organizar sus pensamientos, Aarón se puso de pie, y salió tan rápido como pudo del local. Estaba consciente de que eso era bastante aprovechado de su parte, pero tal como había pensado antes, a problemas desesperados soluciones extremas; y si de alguna forma lograba inmiscuirse en la vida de la escritora, no habría poder humano sobre la tierra que se lo impidiera.
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Nick escuchaba atentamente el sermón que su hermana le daba, y aunque hasta el momento no había dicho una sola palabra de mala manera para responder, tenía un gesto tan sombrío, que parecía estaba planeando el asesinato de alguien.
El psicólogo estaba convencido que ese día se había levantado con el pie izquierdo. No era muy asiduo a pensar en ese tipo de locuras que la gente se inventaba, pero no encontraba otra forma de justificar todo lo que estaba pasando en esa espantosa y larga mañana.
Una hora atrás, había decidido llamar a su hermana para saludarla, y claro, averiguar cómo se encontraba Natalie. Quizás fue un error tomando en cuenta que Bárbara le conocía mejor que nadie, y adivinó sus planes después del "Hola"; pero pensó sería más fácil lidiar con las insinuaciones de ella que de Cat; porque podía incluso engañar a su cerebro fingiendo que no sentía nada por Naty, pero delante de su hermana, y de la hermana mayor de ella, era tan obvio que probablemente daba lástima.
Ahora sabía que la escritora había faltado tres días a su trabajo, y que incluso, durante ese tiempo se negó a responder el teléfono. Le fastidiaba de sobremanera que Cat no le hubiese dicho nada de esto antes, pues como su doctor, él debió haber sido el primero en enterarse.
La parte buena de todo esto, o al menos la más rescatable, es que Natalie ya había vuelto a trabajar; según le contaba su hermana, si bien aún no se dignaba a contestar sus llamadas (cosa que seguramente le haría lamentar más adelante) para esa hora ya estaba en la librería, y el mismo Henry se lo había confirmado. Aunque esto para él no tenía importancia.
Tras la segunda conversación del día con Bárbara, y sus intransigentes maneras de hacerle saber que no quería que llamara a Naty hasta que fuera su siguiente cita; Nick marcó el número de la aerolínea y preguntó por el vuelo más próximo a San Francisco. Cuando obtuvo la respuesta, solo confirmó que ese sin duda era un mal día.
Sin embargo, pese a que parecía tener todo en su contra, no era un hombre que se rindiera ante cosas tan sencillas; y si de momento no había vuelos disponibles, entonces bien podía conducir...