The Resistance (Wandanat)

By Ashley098e

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En La Ciudad de México en el año 2025. Queda devastada junto al mundo por una epidemia zombie. Un grupo de a... More

Personajes
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Final
Epilogo

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By Ashley098e

Wanda Pov.

—Ellos son rápidos y escuchan muy bien—. Habló mi hermano parpadeando varias veces.

—Eso de escuchar muy bien aún está por verse, si, reaccionan al sonido pero solo si están cerca—. Aseguró Charlie, él chico con el quién habíamos huido del Oxxo.

—Esto es una mierda—. Declaró Yelena tallando sus ojos con un poco de fuerza.

—Lo es, pero al menos sobrevivimos la noche después de todo—. Dijo Mabel con un leve suspiro.

Charlie quién estaba a su lado, la rodeó por los hombros para después atraerla hacia él para abrazarla, besando la parte superior de su cabeza con cierto cariño.

—Es verdad, eso es un alivio para todos pero aún así debemos seguir moviéndonos. ¿Tienen familiares que buscar ustedes?—. Pregunté alzando mi ceja derecha al mismo tiempo que agarraba mi cabello en una coleta con una liga.

—No, estoy sola—. Mabel contestó pasando su mano izquierda por su flequillo negro.

—Tengo a mi familia… Mis padres pero… Se encuentran hasta Guadalajara, para llegar ahí sería muy complicado, son personas mayores y si esto está pasando en todas partes… Tengo que… Tengo que hacerme a la idea de que tal vez ellos no lo lograron—. Murmuró Charlie desviando la vista, sus ojos cafés se pusieron algo llorosos.

—Lo lamento mucho—. Dije en voz baja y él solo asintió con la cabeza.

—¿Y ustedes?—.

—Nuestros padres, viven cerca de la universidad de la UNAM—. Contestó mi hermano por mi de forma monótona.

—Mi hermana junto a mi novia y otra amiga vienen a buscarme. Nuestro punto de reunión sería la universidad—. La voz de Yelena era débil y ni siquiera miro a nadie a los ojos.

—Debemos descansar un poco más. Tal vez la hermana y amigas de Yelena ya se encuentren ahí. Haremos un viaje que nos beneficiará a nosotros pero… Ustedes pueden quedarse si así lo desean, no les obligaremos a ir con nosotros, arriesgando su vida—. Hablé levantándome del sillón para mirar de Mabel a Charlie.

—No es que tenga algo mejor que hacer—. Contestó Mabel mirándome fijamente con esos ojos marrones que en momentos juro que parecen negros.

—Creo que hacemos un buen equipo, podemos ayudarnos mutuamente ya que… Los zombies no son los únicos monstruos en la ciudad—. Charlie dijo sonriendo de una forma que mostró sus dientes.

—Aquí tenemos unos dulces. Al menos no perdimos lo que obtuvimos del Oxxo—. La rubia dijo con cansancio.

Charlie y Mabel tomaron asiento en otro sillón que estaba al frente para ver qué cosas enlatadas habíamos agarrado. No había mucho en nuestras mochilas pero si los suficiente para al menos mantenernos alimentados por cuatro días si sabemos distribuir bien cada lata, dulces y botella de agua que habíamos agarrado antes de aquella persecución con los zombies.

Anoche… Fue la noche más aterradora de mi vida hasta el día de hoy aunque creo que en este mundo al que hora vivimos provocará noches aún más aterradoras y si soy sincera… Tengo mucho miedo, en todo momento siento que uno de esos malditos zombies me clavara sus dientes y arrancará carne de mi cuerpo, agonizare para luego convertirme en aquellos zombies sin alma.

<<Yo no quiero convertirme y mucho menos morir>>.

—Toma, esto dice que es un sándwich de pollo—. Yelena habló sacándome de mis pensamientos, estirando con su mano derecha la mitad de sándwich.

—Gracias—.

Volví al silencio comiendo lentamente aquel pedazo del sándwich que Mabel había tomado al entrar al Oxxo, la otra mitad se la había quedado Yelena. Y siendo honesta conmigo misma no conocía para nada a ninguno de los tres humanos con los que sobreviví la primera noche. Lo único que se sobre ellos es algo muy superficial pero lo bastante para confiar al menos por ahora en ellos.

Yelena estudia en la universidad cercana a la casa de mis padres. Tiene tan solo veintiún años de edad, es menor a mi por cuatro años y a pesar de que podía ver el miedo en sus ojos color avellana. Ella está decidida a no morir en el intento de sobrevivir a esta horrible pesadilla. Su objetivo es volver a ver a su hermana, novia y amiga. Y yo deseo… Deseo saber que mis padres están bien. Me sentía por una parte feliz al saber que mi hermano estaba vivo y con bien a mi lado, así no podía preocuparme de su paradero pero… Si hemos sido invadidos por zombies… Me preocuparé por él todo el tiempo.

—Oye hermanita, ¿Podrías revisarme este corte?—. Preguntó mi hermano sacándome de mis pensamientos.

—Claro, ven, vamos al baño, ahora volvemos—. Les dije a los demás que seguían comiendo pero asintieron con la cabeza.

Arrastre al tonto de mi hermano mayor al pequeño cuarto de baño de aquel departamento. Es tan pequeño que apenas cabemos ambos pero tengo que revisar el corte en el brazo derecho de Pietro. Él se quitó la camiseta para mostrarme la herida, no es profunda pero tenía que desinfectarla ya que se lo hizo anoche con la serca de alambres que saltamos ayer para escapar de esos zombies.

—No creo que sufras alguna infección severa, además tienes la vacuna contra el tétanos—. Le dije haciéndolo reír, burlándose un poco de las inyecciones.

Pietro odia las inyecciones de cualquier tipo.

—Que bien, que sirva de algo que haya sufrido por todos esos piquetes que me pusieron mis padres y tú—. Habló alzando su ceja derecha y yo alce mi vista para ver sus ojos azules divertidos.

—Cállate idiota, voy a desinfectarla—. Dije golpeando su hombro pero el solo se rió.

Desinfecte la herida de mi hermano y coloque una pequeña venda que encontramos en el pequeño estuche de primeros auxilios. Todo el tiempo el se burló diciendo que para algo debía servir que fuera estudiante de enfermería. Solo lo mire mal sabiendo que esa era su manera de tratarme de despejar mi mente de lo que estaba pasando. Al terminar salimos para reunirnos con los demás que estaban hablando entre ellos.

Descansaríamos un poco más para poder salir por la tarde. Charlie nos contó como él y Mabel habían escapado del metro, ambos iban rumbo hacia Bellas Artes para ir a la nueva exposición de libros en rebaja pero las cosas se pusieron horribles. Apenas salvando sus vidas en el proceso, Mabel dijo que habían tomado dos armas en el camino en su huida y gracias a ellas se habían salvado pero que igual eran un tanto desventajosas ya que hacían mucho ruido y llamaban la atención de los zombies cercanos a ellos.

Su historia no era tan alejada de la nuestra solo que nosotros si habíamos huido antes de que todo se volviera un caos horrible en la estación del metro. Mabel trato de aligerar el tema diciendo que al menos sabríamos algo de supervivencia gracias a todas esas películas y series de zombies. Eso causo la risa de todos pero que rápidamente callamos por el miedo de ser escuchados por cualquier zombie fuera del departamento. Seguimos charlando hasta que llegó el momento de salir nuevamente.

Creo que todos pensarían que era mejor quedarnos en dónde estábamos pero algunos necesitábamos investigar sobre el paradero de nuestras familias. Esperaba que mis padres estuvieran sanos y salvos pero por lo que Charlie había dicho sobre los suyos… Tenía miedo de que a mis padres les pasará lo mismo que a todos los demás humanos.

—Seré sincero… este bloque de pisos me da miedo—. Murmuró Pietro en voz baja.

Actualmente estamos caminando por unas calles abandonadas, no somos capaces de escuchar ruido, parecía desolado, así que tenemos mucho cuidado al pisar lo que hubiera delante de nosotros. Este bloque de edificios tiene muchas ventanas rotas, sangre seca que escurrió por algunas ventanas, papeles en el suelo, vidrios y muchas cosas más por todas partes.

Los bloques son de tabiques un tanto rojizos, edificios de cinco pisos a lo mucho y las fachadas parecen un tanto antiguas y de mal aspecto que hacían ver está parte mucho más vieja, como si hubieran pasados años de que este lugar fue abandonando, tomando en cuenta que solo llevamos un día después del fin del mundo.

Que chistoso, ¿No? Al final todas esas religiones que decían que se acercaba el fin del mundo o el día del juicio… Habían tenido razón aunque esperaba que para ese momento yo fuera anciana y estuviera muerta. Uno piensa que cuando dicen cosas sobre el fin del mundo siempre serán cosas diferentes como; un terremoto, tsunami o alguna enfermedad como lo fue COVID-19 pero no… Esto era un peor de lo pensando.

—¿Por dónde está su casa?—. Preguntó Mabel mirando a su lado derecho con arma en sus manos.

—Esta a una cuadra, no falta mucho—. Murmuré sintiendo el frío del día.

—Bien, tal vez tus padres se fueron a un lugar seguro—. Susurró Yelena dándome una sonrisa.

—Esperemos que si, papá es muy inteligente—. Aseguró Pietro y yo estuve de acuerdo.

Seguimos caminando lentamente, vigilando todo a nuestro alrededor, incluso cuando se escuchaba un pequeño sonido nos quedábamos estáticos con los corazones acelerados. Esperando cualquier cosa pero después de unos segundos volvíamos a caminar. ¿Debería ser raro que no hubiera ningún zombie por este lado? Podría ser o podría ser que se fueron en busca de más alimento ya que estás calles estaban alejadas de las calles principales. Si… Debe ser eso

Ya Wanda, deja de pensar en idioteces.

—Es esa azul con blanco—. Dije señalando por fin nuestra pequeña casa de dos pisos.

—Bien, ingresaré primero, Mabel dale el arma a Pietro, ¿Sabes usarla?—. Preguntó Charlie observando fijamente a mi hermano.

—Si, mi padre nos enseñó—. Aseguró el.

—Bien, entramos y ustedes cuidan nuestras espaldas—.

—Andando—. Dijo Pietro dándome una mirada que no pude decifrar.

Mi corazón comenzó a latir fuertemente dentro de mi pecho al notar que la puerta principal que es de color blanco estaba abierta. No había signos de sangre pero aún así es algo de preocuparse. Mabel, Yelena y yo nos quedamos atrás cuando ambos varones ingresaron con armas en alto, mordí mi labio inferior completamente nerviosa esperando escuchar a Pietro decir que podíamos ingresar.

La espera pareció eterna porque ambos querían asegurarse que fuera seguro para nosotras. Unos minutos después apareció Charlie diciendo que podíamos ingresar pero noté que no podía verme a los ojos y eso provocaba miedo en mi interior.

—¿Pietro? ¿Encontraste a nuestros padres?—. Fue lo primero que pregunte cuando lo ví en la sala.

—Yo… No hay rastros de papá pero… Wanda—. Habló mi hermano con voz débil, alzando su rostro para verme.

Sus ojos estaban rojos, algunas lágrimas caían por sus mejillas, su barbilla temblaba. Podía ver el sufrimiento y dolor en sus ojos. Y sabía… Sabía que algo malo le había pasado a mamá y tenía miedo de preguntar que era… Estaba siendo cobarde porque una parte de mi no quería saberlo y la otra parte que es más valiente, si quería.

—¿Pietro?—. Hablé en susurró caminando lentamente está estar más cerca de él.

—Mamá… Mamá está muerta—. Contestó el soltando algunos sollozos contenidos.

—No, por favor… No—. Suplique con mi cuerpo débil, agarrándome a sus brazos.

—Lo siento… Yo…—. Mi hermano trato de decir pero simplemente me abrace a su cuerpo.

Las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas sin poder detenerlas, apreté mis puños en la playera blanca de Pietro, tratando de no hacer tanto ruido por mi lloriqueo. El dolor en mi corazón era inmenso, quería gritar y maldecir pero no podía… No podía porque si no esos malditos zombies nos escucharían y nos harían pedazos a todos. Los brazos de mi hermano me rodearon con fuerza, llorando junto conmigo, me sentía impotente y culpable sabiendo que había tardado mucho en venir a buscar a nuestros padres.

Y tal vez… Si hubiéramos llegado antes, mamá estaría bien pero no…

Mamá ya no está aquí.

—Pietro… ¿Dónde está?—. Pregunté alejándome y sorbiendo un poco mi nariz.

—En el segundo piso, en su habitación… Es mejor que no la veas, recuérdala como la mujer que siempre fue… Por favor—. Suplicó mi hermano sujetándome de los brazos ya que había dado un paso hacia las escaleras.

—Quiero verla Pietro, quiero despedirme de ella—. Lloriquee sintiendo como mi corazón dolía dentro de mi pecho.

—Hermana… Por favor no, recuerda a nuestra madre con esa sonrisa que siempre la caracteriza, recuerda sus labios suaves besando nuestra frente como cuando nos enfermábamos. Por favor—. Suplicó, se que él estaba tratando de evitarme quedarme con un trauma pero yo…

—¿Cómo se llamaba su madre?—. Preguntó Charlie con tono suave sacándome de mis pensamientos.

—Irina—. Contesté con voz ronca.

—¿Y como era Irina?—. Preguntó Mabel, la mire por encima de mi hombro.

—Mamá tenía el cabello castaño, ojos de un café muy claro y la sonrisa más bonita que una mujer pudiera tener, tez clara y tan pequeña de estatura—. Contestó Pietro con una risa entrecortada por el dolor.

—Mamá era comprensiva, cariñosa, amante de la música y siempre… Siempre nos escuchaba, incluso aún nos hacía chocolate caliente cuando teníamos malos días—. Hablé entre lloriqueos porque las lágrimas volvieron a caer por mis mejillas.

—Irina se escucha como una madre que todo mundo quisiera tener—. Yelena dijo en voz baja, comprensiva hacia nuestro dolor.

—Lo era—. Aseguró Pietro.

Mi hermano me atrajo de nuevo a sus brazos… Mientras yo lloraba y le decía que me dejara verla. ¡Soy una maldita adulta! Podía soportar ver a mi madre muerta, sabía que él no quería que en mi mente tuviera la imagen de mi madre en ese estado pero necesita… Necesitaba despedirme de ella de cualquier manera, no importaba porque podía soportarlo.

Y eso es lo que haría, despedirme de ella.

—Ella debió darse cuenta de que si te mordían… Te volvías como ellos—. Escuché a Charlie en la entrada de la habitación de mis padres.

Trague en seco observando aquel bulto en la cama tapada con unas sábanas blancas. Mi hermano ya estaba cerca de la cama, su nariz estaba más roja de lo que la he visto en toda mi vida. Pietro estaba sufriendo pero yo también, solo… Solo quería verla por última vez.

—¿Segura que quieres hacerlo?—. Preguntó Charlie colocando con suavidad su mano derecha en mi hombro.

—Quiero despedirme de ella—. Dije mirándolo con dolor.

Charlie es alto pero no tanto como mi hermano, su cabello negro es muy cortito, tiene entradas en su frente y su barbilla es hundida remarcando un poco su rostro. Y aún así podía ver su miedo en sus ojos, su lastima y compresión de unos hermanos que no conocía y que ahora habían perdido a su madre para siempre.

Me aleje de Charlie, sabía que Mabel y Yelena estaban en la parte de abajo dándonos la mayor privacidad que podían a mi hermano y a mi. Él chico asintió con la cabeza y escuché sus pasos alejarse de nosotros. Pietro me lanzó una mirada de súplica pero no podía escucharlo.

Yo también tengo derecho de despedirme… ¿O soy demasiado terca?.

—¿Estás lista?—. Preguntó y yo asentí con la cabeza.

Buscando la fuerza en mi interior. Un momento después de que estuve al lado de él. Mi hermano destapo el cuerpo de mi madre haciendo que rápidamente cerrará los ojos de forma cobarde. Luego trague mi propia saliva y los abrí para mirar enfrente de mi.

Mi madre… Mi preciosa madre estaba enfrente de mí. Podía notar las manchas de sangre en su cuerpo pero lo que más destacaba de su pálido cuerpo, frío y sin vida era aquel agujero en su frente. Mis labios temblaron y con torpeza me acerque a ella, colocando con suavidad mi mano derecha en su antebrazo. El frío que desprendía su cuerpo fue la realización dolorosa de que había perdido para siempre a mi mamá.

¿Sufriría ella? ¿Qué había pasado para que decidiera quitarse la vida? ¿Dónde estaba papá? El siempre ha sido protector con mamá pero ahora… No está… Y aquí está ella, sin vida. Sin rastro de ese sonrojo en sus mejillas, ya no habría más “te amo” ni “vayan con cuidado, ahí les eche un desayunó”.

—Mamá—. Lloriquee cayendo de rodillas al lado de la cama, sosteniendo su rostro.

—No se que paso Wanda, no hay muchos indicios pero ella como puedes ver… Se quitó la vida, está… ¡Está estúpida arma estaba en sus manos! Ella se fue… Ella nos dejo y no tengo ni la puta idea de dónde está papá… ¡Él estaba aquí cuando nos fuimos! ¡¿Dónde está ahora?!—. Preguntó mi hermano un poco histérico cayendo a mi lado, abrazándome por los hombros.

—Papá no pudo abandonarla, él no haría algo como eso no… Debemos averiguar que paso… Mami—. Llore besando su mano fría, cerrando los ojos con el corazón roto.

Pietro sollozo a mi lado, abrazándonos mientras despedíamos a nuestra preciosa mamá. Tampoco es como que tuviéramos muchas cosas que decir. Solo habían más preguntas que respuestas. ¿Dónde está papá? ¿A dónde fue? ¿Mamá estaba sola cuando… Cuando la mordieron? ¿Por qué estaba pasando esto? ¡¿Por qué?!.

—Adiós mami… Gracias por todo lo bello que nos has dado, te amo demasiado. Gracias por ser la mejor mamá del mundo, por amarnos incondicionalmente, lamento no haber estado contigo—. Susurré besando su mano helada.

Estuvimos a su lado por unos minutos más, los sollozos de mi hermano y de mi fueron disminuyendo. Quería gritar, quería romper todo lo que encontrará delante de mi pero no podía. Tenía que reprimir fuertemente este inmenso dolor, ya que yo no quería ser la causa de la muerte de los demás. No podía hacer algo así.

Suspiré levantándome del suelo, notando la mordida en el brazo de mi madre, Pietro volvió ataparla besando su mejilla como despedida.

Al volver abajo nadie dijo nada, solo unas cortas palabras de que lo lamentaban. ¿Qué se podía hacer en estas ocasiones? Solo les asentí con la cabeza. Quedándonos quietos aunque ellos miraron alrededor hasta que hable diciendo que debíamos seguir caminando, buscar un lugar más alto y que tuviera puertas fuertes para pasar la noche, la cual no tardaría en llegar. Además de ir a la universidad para saber si la familia de Yelena lo había logrado en este tiempo.

—Hay ropa, abrigos que podemos llevar que posiblemente les quede un poco grande a ustedes—. Hablé señalando a Yelena y Mabel.

—Lo que sea está bien, por alguna razón estos últimos días está haciendo frío—. Mabel dijo mordiendo su labio inferior provocando que asentiera con la cabeza.

—Hay algunas armas que mi padre escondía en la casa. Así que podemos llevarlas aunque no hay mucha munición—. Agregó Pietro y Charlie se acercó a él.

Pronto comenzamos a movernos dentro de la casa, tomando todo lo que nos podía servir. Había fruta que aún podemos llevar, ropa, abrigos e incluso otras cosas. También tome unas linternas que mi padre siempre tenía en la cochera. Después de eso salimos de casa dejando atrás mi hogar junto con mi madre.

Quisiera sepultarla como se merece pero no había un lugar cercano terroso y eso me rompía aún más mi corazón.

Unos minutos después de caminar en silencio llegamos a la Universidad, aunque por una entrada trasera ya que Yelena conocía este lugar, diciendo que sería mejor que entrar por las puertas principales. Salvándonos de posibles zombies que estuvieran en el campus abierto, además de que esta manera entraríamos al edificio en dónde tomaba clases y que seguramente allí es donde su familia la buscaría.

—Estar aquí puede ser muy peligroso—. Susurró Mabel para después tensar su mandíbula.

—Mi aula está a dos puertas más, si no está mi familia ahí… Nos iremos, tampoco me gustaría arriesgarlos—. Contestó Yelena señalando al frente.

—Hay que movernos lentamente, traten de no pisar nada. No escucho ruido pero es mejor prevenir que lamentar, manténganse cerca—. Pietro dijo con total seriedad.

Todos asentimos con la cabeza y comenzamos a caminar de nuevo ya que nos habíamos detenido para hablar. Este lugar de verdad que daba demasiado miedo e incluso terror. El pasillo es bastante amplio, sus paredes están pintadas de un amarillo claro y de nuestro lado izquierdo se encuentran unos lockers que parecían nuevos excepto que estaban manchados de sangre y algunos están abollados.

Del lado derecho estaba roto la caja de emergencias, había también sangre y un poco de cabello incrustando en un pedazo de vidrio. Más adelante se encuentran las puertas que están pintadas de un tono caoba dando entender que no tenía mucho que este lado había sido remodelado. Al final del pasillo era lo más tenebroso ya que está completamente oscuro.

Al ingresar con las armas en alto al aula de Yelena, soltamos un respiro colectivo de alivio. No había nada ni nadie que pudiera ponernos en riesgo, solo hay libros, mochilas, sangre y sillas arrojadas en diferentes direcciones por todo el lugar.

—Oh… Navaja, podría servirnos—. Charlie mencionado agachándose para tomarlo del suelo.

—Mierda… Aún no están aquí —. Murmuró Yelena apretando sus puños.

Mordí mi labio inferior, observándola brevemente para luego chocar mi mirada con la de Mabel. Ambas sabíamos que había una alta posibilidad de que su familia no lo haya logrado como mi madre. Pero ninguna dijo nada sabiendo que Yelena aún guarda esa pequeña esperanza y de verdad…

De verdad yo si quería que su familia esté viva, que tal vez haya tenido un retraso.

—Tal vez tuvieron un retraso, ¿Sabes dónde estaba tu familia antes de todo esto?—. Preguntó Pietro colocando su mano en el hombro de Yelena.

—Mierda, déjame pensar por un segundo—. Murmuró la rubia caminando hacia la ventana del aula, llevando su mano derecha a la frente un poco exasperada.

—Nat dijo que estaría en el centro comercial que está cerca de aquí, ella estaría ahí porque quería comprarme unas jodidas… ¡Maldición! Kate me había mandado un mensaje diciendo que no iría a clase y estaría con mi hermana y Cc—. Comunicó haciendo que pensara la distancia del centro comercial hasta aquí.

—Ese está un poco lejos de aquí, si se les complicó entonces tardarán en llegar—. Hablé en voz alta con una mueca.

—Podemos ir a la Residencia universitaria, está detrás de este edificio y es lo bastante alto para darnos una buena vista a los alrededores por si lleguen—. Comentó Yelena un poco entusiasta ante la posibilidad de ver a su familia.

—Creo que es algo correcto de hacer aunque Yelena… Si no aparecen… —. Charlie mencionó dejando al aire lo último.

—Les daremos un día más, dos días a lo máximo para que lleguen, si no… Tenemos que seguir adelante Yelena, no podemos quedarnos aquí—. Proseguí yo con seriedad, ajustando la chaqueta negra que traía puesta.

—Dos días es suficiente tiempo para que ellas lleguen. Hay muchas posibilidades de que se hayan atrasado, tomemos en cuenta los zombies y hay que tener un poco de fe—. Mabel se acercó a Yelena para apretar su brazo, cosa que la rubia agradeció.

—Muy bien, andando que necesitamos un lugar seguro para pasar la tarde y noche—. Pietro comento mirando por la ventana para luego acercarse a mi.

—Esperen, dejaré una nota pegada por si llegan de noche y no las vemos—. Yelena corrió hacia una mochila, sacando un cuaderno y pluma.

Esa es una buena estrategia aunque le susurré que no colocará en dónde exactamente estaríamos. Hay gente mala por ahí que podían hacernos daño. En momentos como estos la humanidad siempre suele volverse loca o realmente saca a relucir su verdadero yo. Yelena estuvo de acuerdo y después de escribir la nota, salimos del lugar con pasos cuidadosos. Los nervios seguían invadiendo mi sistema pero tenía que continuar.

La rubia nos guío por estos lugares que no conocemos, nos llevó hasta un edificio un poco lejano de la universidad. Todo está demasiado silencioso para mí gusto aunque no habíamos visto el campus de la universidad. Nadie se arriesgaría ni tan solo asomarse. Entramos al edificio relativamente rápido para luego subir por aquellas escaleras, las luces aún estaban encendidas aunque algunos focos parpadeaban y otros estaban rotos.

Había un desastre por los pasillos y sangre por todos lados e incluso algunos cuerpos sin vida haciendo que oliera horriblemente provocando que llevará mi manga del suéter a la nariz tratando de respirar muy lentamente para no oler ese aroma putrefacto.

—Shu, silencio… ¿Escuchan eso?—. Preguntó la rubia en un susurró.

—¿Qué?—. Pregunté y puse atención mirando hacia el techo.

Escuche unos pasos, aunque se oía como si estuvieran arrastrando las piernas, un nudo se formó en mi garganta con nerviosismo pero Pietro tomo la delantera, adentrándose en el pasillo del quinto piso en el que estábamos. Nos arrastró con él e ingresamos a una de las habitaciones.

Ya no había oportunidad de siquiera seguir subiendo, ninguno de los cinco se arriesgaría más. Cerré la puerta y Pietro junto a Charlie atravesaron un mueble mediano pero pesado. De mi parte rápidamente corrí hacia la ventana de la habitación con la cual tenía una buena vista del lugar, incluso podía ver un poco de aquel enorme césped de la universidad.

—Si hubiéramos ido por enfrente… Todos hubiéramos muerto—. Declaré con voz agitada, señalando por la ventana.

Todos se acercaron para ver. En las calles hacia la universidad que daba a las puertas principales esta infestado de zombies, demasiados de ellos rondaban el lugar como también el césped. Note algunos con chaquetas universitarias de la UNAM. La mayoría de esos zombies son demasiado jóvenes, una vida por delante y ahora… Se han ido como mi mamá.

—¿Por qué son tan lentos?—. Preguntó Yelena con cierto tono curioso.

—Tal vez… ¿Se vuelven lentos sin comida?—. Preguntó Mabel haciendo que la mirará.

—Podría ser… En las series hay diferentes tipos de zombies, así que tendríamos que observarlos para saber cómo son en su totalidad—. Murmuró Pietro con tono ronco.

Nos alejamos de la ventana para mirar la pequeña habitación de la residencia. ¿Así es como viven los universitarios? Esta horrible.

El lugar es demasiado pequeño, solo caben dos camas individuales que incluso se ven más pequeñas que las de ese tamaño. Hay dos pequeños escritorios de madera enfrente de cada cama, un mueble mediano que habíamos colocado como seguro en la puerta. Hay un pequeño baño en dónde el retrete esta muy pegado al lavamanos. Una mini ducha dónde incluso a mí me costaba trabajo entrar.

No quiero ni imaginar a alguien robusto o alto como Pietro en este lugar.

La tarde la pasamos hablando entre nosotros en voz baja, conociéndonos un poco más y contándonos cosas de nuestras vidas. Mabel es la más joven de nosotros cinco, Charlie realmente vino a la ciudad buscando un mejor futuro y Yelena quería terminar sus estudios que gracias a su hermana estaba logrando tener.

Cuando cayó la noche, decidimos hacer relevos como protección, pedí ser la primera en vigilar dejando que Pietro se quedará a mi lado. Yo mordí la uña de mi pulgar derecho, en las camas individuales estaban Mabel y Yelena mientras que Charlie había optado por dormir en el suelo.

Y sin siquiera evitarlo, las lágrimas cayeron por mis mejillas, sollozando en silencio al recordar el horrible horror de saber que mamá estaba muerta. Pietro me abrazo en silencio y seguí llorando en su pecho al igual que él.

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