AU (Sin Poderes Universitario Roommates). Confesiones de borrachera. Escrito corto. Edades alteradas (18 años aprox.). Idea sugerida por Ryan_mika_Kev.
Escrito durante la emisión del capítulo 29 del cómic.
«Fue gracias a una fiesta y ocurrió porque se oía borroso».
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Kevin nunca presumía su resistencia al alcohol (principalmente porque no tenía), pero tampoco era muy bueno a la hora de negarse. Siempre se decía «será solo uno», luego venía el «dos no hacen mal», seguidos de un «tres, ya que estamos» y del «cuatro, para que sea parejo». Después llegaban el quinto, el sexto, el séptimo, el octavo...
Alguna vez se dijo que, si se acostumbraba, con el tiempo dejaría de caer tan fácil. Por supuesto que nunca se acostumbró y siempre terminaba así. Supuso que era bueno ser el borracho que se ríe de todo; su vida sería una porquería si fuera el que llora porque vio un video de gatos sin hogar el día anterior o se agarra a golpes con cualquiera.
La única razón por la cual nunca terminaba en un callejón o en una tina con agua helada y sin riñones era porque tenía un compañero de cuarto que, gracias a Dios, tenía un mínimo de moral humana y más resistencia de la que él jamás tendría. Siempre era Brayan quien lo arrastraba de regreso a la residencia (literalmente; no es que Kevin se resistiera a volver, solo no podía mantenerse en pie); claro que al día siguiente se burlaba de su resaca y podía llegar a ser insoportable, pero Kevin podía vivir con eso.
No fue diferente esa vez. Kevin avanzó a tropezones y solo no se reventó la nariz contra el suelo porque Brayan lo sostenía.
Brayan, oh, ese chico. Era fuerte. Honestamente, a Kevin no le importaría que lo tomara en sus brazos, lo arrojara a la cama y le abriera las piernas; es más, él solito podía abrir las piernas para él. Le gustaba, pero era muy reservado con sus sentimientos como para decir algo. Al menos cuando estaba sobrio.
Cuando estaba sobrio. Sí, claro, estaba en todos sus sentidos y podía pensar, así no hacía cosas de las que se pudiera arrepentir después. Ahora estaba ebrio, con su cerebro incapaz de procesar bien cómo se tenía que caminar.
—Está oscuro —se quejó Kevin.
—Deja de llorar —contestó Brayan—. Te quejas si la luz está prendida, te quejas si la luz está apagada. Mejor vamos a tu cuarto.
—Uhh... —Kevin farfulló, intentando comprender. Cuarto, sí, eso era bueno. Cama, sí, la extrañaba—. Sí, pero no hagas ruido. Los vas a despertar.
—¿A quién?
—Vecinos.
Brayan estaba seguro de que sus vecinos dormían profundamente y, de todas formas, no era él quien hacía ruido tropezando con las sillas.
—Estás borracho, Kevin.
—Nu-uh. ¿Cómo me puedes decir eso? —replicó Kevin—. Si yo estoy aquí, sólido, y tú todo borroso. ¿Cuántos dedos tienes?
Brayan solo se rio. Era casi divertido, Kevin se volvía toquetón cuando estaba así; lo dejó tantear su cuerpo y apretarle el rostro con ambas manos.
—Si no estás borracho, dime un secreto —dijo Brayan. Kevin tarareo.
—Los secretos no se dicen. No te diré nada, a ti no por preguntar —respondió.
Un secreto, eso no se decía. Además, ni siquiera podía recordar un secreto. ¿Que durmió con peluches hasta los dieciséis? ¿Que su color favorito era el rosa? ¿Que su primer beso fue con una chica y vomitó porque a él le gustaban los chicos? Estaba seguro de que Brayan ya sabía todo eso. Intentó seguir caminando a su habitación.
Brayan... Eso era un secreto, le gustaba y nadie lo sabía. O al menos se encargó de eso. Sí, era un secreto, el mejor guardado; realmente se esforzó por ocultarlo.
—Brayan no tiene ni idea de que me gusta —susurró.
Kevin tropezó cuando chocó contra el cuerpo de Brayan. Había intentado avanzar, su habitación estaba muy cerca; pero Brayan se había detenido de golpe.
—¿Qué?
—Perdón —murmuró. Qué estúpido, se suponía que a él no le diría el secreto. Se tambaleó y se apartó de él, apenas unos pasos—. Brayan no tiene ni idea de que me gusta —le susurró a la pared.
Brayan quiso decir algo, pero la situación era absurda. Abrió la boca para hablar, pero acabó por soltar una carcajada cuando Kevin comenzó a deslizarse por la pared. Se veía ridículo, lo que le hizo gracia.
—Ven aquí —dijo Brayan. Lo levantó del suelo y llevó hasta el interior de su cuarto; no le costó mucho recostarlo, pero sonrió al verlo quejarse de que se escuchaba borroso.
—¿Beso de buenas noches? —murmuró Kevin. Había dicho un secreto, se merecía algo a cambio.
Brayan se inclinó sobre él y le besó la frente.
—Mañana por la mañana voy a burlarme de ti como no tienes idea —dijo Brayan cariñosamente. Kevin estaba muy intoxicado como para darse cuenta de lo que le estaba diciendo.
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Olis, hoy traje una idea sugerida por alguien más. ¡Olis a esa personita! Espero que esta cosa haya sido al menos un 5% de lo que te imagiste y me disculpo si me quedó terrible.
Wn por qué Mon Laferte canta tan bien no entiendo, tremenda.