El suicidio de Cupido

By rosalinda1518

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El mundo ha dejado de creer en el amor y las cosas para Cupido se han complicado, ser el ser que reparte el a... More

Prefacio
Primera Parte: La Condena de Gavin
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 11 (Parte II)
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Segunda Parte: La Maldición de Layden
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 20 (Parte II)
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 22 (Parte II)
Capítulo 23
Capítulo 23 (Parte II)
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 25 (Parte II)
Capítulo 26
Capítulo 26 (Parte II)
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 29 (Parte II)
Capítulo 30
Capítulo 30 (Parte II)
Tercera Parte: El Hilo de la Vida
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 33 (Parte II)
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Cuarta Parte: El Suicidio de Cupido
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 58 (Parte II)
Capítulo 59
Capítulo 59 (Parte II)
Capítulo 60
Capítulo 61
Epílogo
Agradecimientos

Capítulo 7

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By rosalinda1518

25 de marzo del 2022

Después de que te acostumbras a esa sensación incómoda de decepción constante ante su presencia, Layden es casi agradable cuando no está amargado o dice comentarios agrios, es muy poco tiempo el agradable, pero al menos es algo.

Con Ciaran todo es extraño, las conversaciones mueren de a ratos y se distrae con facilidad, pero no es su intención, no tiene motivación y no siente nada, no es su culpa cargar con esa maldición, o al menos eso creo, no tengo ni idea.

Layden suspira de manera ruidosa y camina hasta el centro del oráculo, tenía la esperanza de no entrenar. El Cupido tóxico dice que ya estoy progresando muy bien y a pesar de que todavía no le doy en el centro a las figuras de cartón mi puntería es certera.

—¿Hoy tenemos que entrenar? Con un día de descanso no creo que se me olviden las lecciones. —pregunto con una ligera esperanza y el chico Whisky me apunta con su arco y una de sus flechas a la cara.

Imbécil.

Lo veo colocar en posición a las figuras de cartón que simulan ser personas en forma desordenada por todo el prado y el área en donde solemos practicar, esparce algo de polvo rojizo por cada figura y lo veo con intriga, solo práctico con el arco y las figuras, no hemos hecho nada diferente en semanas.

Layden me sonríe de lado con cierta diversión y mi respiración se entrecorta cuando sus dedos chasquean en el aire y las figuras cobran vida de un momento a otro.

Personas me observan de diferentes edades y contexturas paradas en donde el chico whisky las dejo, pestañeo anonadado y retrocedo hasta caer sentado en la tierra.

—No estoy preparado para dispararle a gente de verdad —digo con miedo y Layden ruedas los ojos, ¿y si los mato? Ni loco voy a dispararle a estas personas.

—No son personas de verdad, es el mismo cartón con forma realista y movimiento, recuerda que estamos en un espacio alterno e imaginario, aquí puedes hacer lo que se te dé la gana. —expone y miro a las figuras intrigado.

—Esto será extraño ¿yo también puedo crear figuras? Porque si es así crearé una con tu rostro. —cuestiono acercándome a una mujer pelirroja que se ve muy real, da miedo.

—No puedes producir una réplica de algo tan perfecto como yo —dice caminando hasta mi dirección y ruedo los ojos, el imbécil es narcisista.

—¿Qué sucedería sí te disparo ahora? —pregunto y Layden me mira serio.

—No pasaría nada. —dice y lo miró confundido, pensé que se enamoraría de manera momentánea.

—Ciaran me dijo hace un tiempo que si me clavaba una flecha me enamoraría de lo primero que viera por unos minutos, ¿es mentira? —pregunto y el chico Whisky suspira desordenando sus rulos cabellos.

—No, no es mentira, si te clavas una de tus flechas te enamorarás por unos minutos, pero ese no es mi caso, las flechas no me afectan, ni las de Ciaran, las tuyas o las mías... Es parte de mi maldición. No preguntes nada más o haré que le dispares a alguien real.

Mi boca se detiene de preguntar y trato de guardar ese pequeño dato sobre él para preguntarle más adelante, miro a las figuras con ansiedad y mis dientes muerden mis labios.

—Harás lo mismo que has practicado con Ciaran y conmigo estas semanas, con el polvo rojizo hice que puedas ver la lista imaginaria de estas personas, usa tu mirada de amores y dispara a la pareja o persona correcta. —sus palabras son demandantes y asiento comprendiendo todo.

Mis dientes muerden con un poquito de fuerza mi labio inferior y con nerviosismo, observo a las primeras personas frente a mí. Dos amigos de la infancia de quince años.

Cierro los ojos y mi respiración se acelera cuando me concentro en mis latidos del corazón y en tener la mente en blanco, recuerdo las lecciones de ambos Cupidos, he invoco a mis lágrimas. Mis ojos se abren y mis lágrimas se desplazan por mis mejillas con lentitud.

Todo a mi alrededor desaparece, el prado, la noche, Layden y las demás personas, solo me puedo concentrar en esos dos amigos y en su destino romántico.

En mi cabeza aparece una especie de lista en orden de fecha y edad en la cual ambos chicos les corresponde y están listos para mis flechas, en este momento ambos tienen quince y ninguno está preparado, Jerry siente algo por Logan desde hace unos meses y si los flecho ahora ese posible amor no durará, Jerry no se siente preparado para admitir sus sentimientos y Logan no siente lo mismo que su amigo.

Jerry y Logan están descartados, había practicado esto con los chicos, pero era diferente, no podía ver una lista en las personas de cartón, nada más podía guiarme por esa pequeña ansiedad que invade mi cuerpo cuando tomo mi arco y el carcaj.

Continuo con la siguiente pareja y la siguiente y la siguiente hasta conseguir a los indicados. Es un trabajo largo y esa ansiedad que me invade aumenta, es difícil no flechar a cada persona que miro, mi garganta se seca y mis manos me sudan.

La cabeza me duele y siento como si el cerebro me palpitara, la respiración se me acelera por cada persona a la que le reviso su lista de amores. Mis labios se resecan y mis dientes destrozan la carne de mis labios.

Mi respiración es dificultosa hasta que mis ojos se dilatan y encuentro a la pareja indicada, al fin terminé el tormento.

Gerard y Emma de veinte años, compañeros de universidad y vecinos en su residencia, Gerard le atrae Emma desde que la conoció, para ella él es un chico agradable y muy divertido, le parece lindo.

Si los flecho su romance podría ser estable, pero eso depende de sus decisiones, mi flecha dorada es para el amor duradero, pero eso no confirma que lo será, eso es cuestión de este par de humanos.

Me preparo en mi posición y sujeto la cuerda con mis tres dedos con la mano dominante, intento recordar todo lo que me han dicho y apunto a la pareja.

Respiro hondo por la nariz y suelto por la boca, una brisa fresca remueve mi cabello y con precisión y confianza que no tengo disparo la flecha dorada con punta de metal, en el carcaj son todas de un rojo como las rosas, pero cuando las miro con mi mirada de amores el color cambia como a el de mis lágrimas.

La punta de la flecha atraviesa a ambos cuerpos en el abdomen dejando una pequeña nube de humo dorada que no pueden ver, la pareja se mira a los ojos con un brillo de amor y vuelven a hacer cartón ante mis ojos.

Mi respiración es agitada y un líquido caliente cubre mi barbilla, con mi mano limpio la sangre de mis labios y vuelvo a ver el paisaje de Delfos ante mis ojos, el frío de la noche refresca mi frente sudada y mis rodillas ceden ante el cansancio.

—Eso fue... Muy bueno, cupido llorón —sonrío ante el intento de felicitaciones de Layden y con mis lágrimas lo obligo a buscarme agua.

Con cansancio mental y físico camino hasta las flores amarillas y las aplasto con mi cuerpo, mi respiración está muy agitada y mi pecho sube y baja con rapidez.

Me suda hasta el culo si es posible y mi mente se siente algo atormentada, los recuerdos de hace minutos y todas las listas se repiten en mi cabeza sin parar, cubro mis ojos con mi antebrazo y espero.

Según Layden ese efecto dura unos minutos y desaparece, a pesar de haberlo hecho bien esta constante voz en mi cabeza que me repite la lista de amores de cada uno, me va quitando toda la felicidad que debería tener.

Sumado a que no he sentido el verdadero sentimiento de flechar a alguien, es muy diferente hacerlo con personas falsas que con reales y eso me tiene nervioso, me tiene al borde.

—Respira lento, Gavin. Vas a entrar en una crisis si no manejas tu respiración y emociones. —aconseja el chico whisky a mi lado y me concentro en su voz.

Me sobresalto cuando coloca una botella de agua fría en mi frente, pero continuo respirando siguiendo su ritmo. Él abre la botella y con cuidado moja sus manos y las pasa por mi cara y cabello, el tacto es suave y frío, es eléctrico y caótico.

Me relajo poco a poco y Layden se recuesta a mi lado, tomo de sus manos la botella de agua y tomo con más tranquilidad el agua que refresca mi garganta, el chico whisky observa con concentración el cielo estrellado y de manera distraída acaricia mi ala derecha.

—¿Te fascinan mis alas? Siempre las estás tocando. —comento mirándolo y ni se inmuta, continúa con la caricia.

 
—Las alas nuevas son más suaves, son delicadas, me recuerdan a cuando las mías eran igual y podía volar, es relajante. —murmura y miró sus alas.

Son del mismo tamaño que las mías, muy pequeñas para su escultural cuerpo, pero a simple vista delicadas, con precaución mis dedos tocan la superficie plumada y me sorprendo al sentirlas un poco duras y rígidas, las mías son como algodón comparado con las del chico whisky.

—Pensé que todas las alas eran iguales.

—No, hay diferentes tipos de alas, las mías fueron en su momento de las más hermosas y únicas del Olimpo... Tengo millones de años de existencia y el tiempo no perdona ni a las alas de un dios, son hermosas, pero al no tener un uso constante se endurecen. —dice y sonrío, es extraño hablar con alguien que te sobre pasa la edad por mucho, demasiado diría yo.

—No recordaba que estaba en presencia de un anciano —comento y el chico whisky me mira mal, suspiro tragándome más bromas sobre su edad —. ¿Por qué ya no podemos volar? —pregunto con la respiración tranquila y mi mirada en su perfil.

Layden parece reflexionar lo que dirá con cuidado, sus ojos ámbar se mueven rápido antes de mirarme con detalle con una expresión indescifrable.

—Eh... Aún podemos volar. —susurra y abro mis ojos con sorpresa.

—¡Pues enséñame! ¡Que esperas! —grito con emoción, es la primera cosa que me emociona de ser cupido, debe ser increíble volar como las aves.

Layden se rasca la nuca con la primera expresión nerviosa que le he visto desde que lo conocí hace un mes, y eso que teníamos un cadáver a un lado.

—No es tan fácil... —murmura y lo miró interrogante, me mira un segundo y suspira —Podemos volar poco menos de unos treinta minutos y solo lo podemos hacer una o dos veces al mes, pero para ello debemos... Odio a Zeus con toda mi alma.

Se queda en silencio y mi la curiosidad se intensifica ante lo último que dice, suspiro. Volar sería mi único escape para dejar el agobio de toda esta mierda de ser Cupido y Layden parece no querer decirme.

—¿Qué se debe hacer, Layden? —pregunto ansioso y el chico whisky me mira, pero me mira de verdad, con concentración, sus ojos escanean cada parte de mi rostro y murmura algo que no entiendo, parece pensar.

Sus manos desordenan sus rulos y lo veo sentarse, me siento también a su lado y él sigue dudando, son las pocas expresiones de emoción reales que me ha demostrado aparte del enojo, el cinismo y la melancolía.

—Chico whisky habla de una vez, no creo que sea tan malo como para que estés...

Y mi voz se apaga, mi mente explota y mi corazón vuela, no pensé que sucedería esto y... Mierda, estoy alucinando, estoy perdiendo la cabeza.

Porque entre mis palabras de intento para que Layden me explique lo que se debe hacer para volar, y mi mente imaginando miles de escenarios, la realidad es que mis mejillas son sujetadas con fuerza y delicadeza, mis ojos brillan sorprendidos y mis labios son besados por ese dios malhumorado.

Mi corazón bombea acelerado en mi pecho y mi respiración es frenética, los labios de Layden son dulces y suaves, la sensación de decepción a su alrededor disminuye y mis lágrimas brotan sin mi permiso, es una presión sobre mis labios delicada.

Mis labios se sienten de por sí muy sensibles ante mis constantes mordiscos, pero ahora es diferente, ese pequeño dolor es electrizante y esa pequeña presión en ellos coloca mi mundo de cabeza, ya no hay estrellas y flores amarillas a mi alrededor, ahora somos solo un dios del desamor con labios de oro y un Cupido manipulador.

Sin pensarlo y sin procesar el shock de este momento tan extraño, intento profundizar el beso, mis manos acercan más su rostro y su cuerpo parece unirse más al mío, un dolor profundo invade mi espalda y dejo salir un pequeño quejido que Layden aprovecha para morder un poco mis labios y luego alejarse con rapidez.

Mis lágrimas manchan mis mejillas y estas se sienten calientes, nuestra respiración es acelerada y mis ojos se abren al ver el enorme tamaño de sus alas, me distraigo un poco en su rostro rojo y contrariado, pero sus alas son lo que se lleva mi atención.

—Me... Me besaste y tus alas crecieron.

Mis palabras se escuchan lejanas, es mucho que procesar, la sensación de sus labios persiste en mi mente y mi rostro se calienta, con nervios tocó mis alas y me percato de su enorme tamaño.

Layden se aleja de mí después de salir de su trancé y corre dejándome atrás, sus alas se abren en todo su tamaño y de un salto sus pies ya no están en el suelo, lo veo volar en la oscuridad de Delfos y sonrío.

Está sonriendo, el idiota por fin sonríe de verdad.

—¡Imbécil, yo no sé volar! —grito y no se detiene, su figura se pierde por un momento entre las nubes y la oscuridad de la noche.

—¡Haz lo mismo que yo! ¡El efecto dura menos de media hora! No voy a desperdiciar mi tiempo por ti, cupido llorón. —grita desde las alturas y miro mis alas.

Son de un enorme tamaño, casi puedo cubrirme el cuerpo entero si las extiendo hacia delante, plumas blancas brillantes, sonrío, volaré por primera vez.

Corro con fuerza por las pequeñas colinas repletas de césped y algunas flores amarillas, la brisa golpea mi rostro y al llegar al mismo lugar donde Layden hizo su "demostración" extiendo mis alas y tomo impulso hacia arriba, mis pies dejan el suelo por unos segundos y mi distracción hace que regresen, me raspo las rodillas y la risa del chico whisky se escucha a lo lejos.

Bufo con molestia y repito mis acciones hasta estar en el aire, es algo trabajoso mover las alas a cada momento cuando antes no las movía, intento volar con más gracia al igual que Layden, pero se me es imposible.

Con la respiración agitada y la brisa chocando contra mi cuerpo esa sensación de libertad que tanto soñé me invade, estoy volando en un mar de estrellas.

La figura de Layden se ve a la distancia y con movimientos algo torpes mis alas se mueven de arriba abajo hasta llegar a su lado.

—Esta es la única sensación de libertad que nos queda —sus alas se mueven con gracia y sus ojos observan mis labios.

La sensación de volar es increíble, la libertad y la adrenalina que corre por tus venas de manera explosiva. Miro los labios de Layen y suspiro.

¿Seré capaz de probar sus labios cada vez que quiera escapar de la condena de Cupido?

Le tengo miedo a la respuesta.

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