Akutagawa estaba esperando en la dirección que le había dicho el castaño donde lo iba a ver. Llevaba un rato esperando, pero eso era porque había llegado 15 minutos antes de lo que Dazai le había pedido. Ya era la hora en la que se suponía los dos se iban a encontrar. Akutagawa era paciente, sabía que el castaño no era una persona puntual, pero todos sabemos que el nunca iba a llegar.
Vio a lo lejos una silueta de alguien conocido, en cuanto lo tuvo a unos 15 metros pensó que le iba a dar un paro cardíaco.
Atsushi llegaba trotando hacia donde el estaba.
Por su parte Atsushi se sorprendió al ver al azabache esperando a dónde Dazai le dijo que se iban a juntar. Sabía que el presentimiento de que algo no concordaba con lo que le dijo el castaño no era erróneo.
Enseguida a los dos les llegó el mismo mensaje de la misma persona. Por supuesto que era Dazai.
"Disfruta tu cita"
Eso era lo único que decía el mensaje. Esas tres simples palabras que tenían un gran peso para ambos.
Akutagawa estaba a punto de desmayarse, no se sentía listo para una cita. Su relación no había avanzado mucho desde hace varias semanas, semanas en las cuales estuvieron muy ocupados con cosas de la escuela. De repente todo lo que llevaba puesto le pareció feo y tuvo el impulso de salir corriendo a su casa para cambiarse de ropa a una más aceptable. Sus piernas no le respondían y su corazón latía a más no poder. Sabía que de seguro se estaba sonrojando y fingió toser para calmarse un poco.
Según Akutagawa, su actuación fue pasable, pero Atsushi aún sin estar tan cerca de él pudo notar lo nervioso que estaba. Tampoco podía decir mucho, ya que él también estaba sumamente nervioso. Agradecía tener unos grandes instintos que le decían que debía verse mejor de lo usual, así no sentía que estuviera tan fuera de lugar. Trató se acercarse a Akutagawa, pero este al parecer ya se había recompuesto un poco y lo miró directo a los ojos. En ese momento toda calma que pudo quedar se fue. Atsushi podía sentir su cara arder, simplemente no pudiendo esconder que estaba nervioso y emocionado, además de enamorado.
Como el albino parecía haberse quedado clavado en el suelo el azabache se dirigió hacia él, a paso lento pero firme, decidido a hacer que esa cita funcionara.
En cuanto los dos estuvieron frente a frente se mantuvieron callados, ninguno sabía que decir o hacer y temían que algo saliera mal, después de todo era la primera cita de ambos.
Un pensamiento pasó fugazmente por la mente del mayor, que sin esperar ni un poco tomó el brazo del albino y ambos se dirigieron a otro lado.
—¿A-adonde vamos? —pregunto Atsushi mientras era ligeramente jalado por el azabache.
—Hay una feria aquí cerca, aprovechemos a ir.
Dicho esto los dos se dirigieron a la feria dispuestos a pasar un buen rato, que aunque no sabían cómo darían su máximo esfuerzo para hacerlo.
Entraron y enseguida fueron envueltos por una multitud de familias y parejas dispuestas a divertirse. Al parecer el lugar era un éxito, ya que todo estaba abarrotado y la marea de gente iba de los juegos a los puestos y viceversa.
Si no fuera porque Akutagawa no había soltado el agarre que tenía con el albino se hubieran separado entre la marea de gente. Cuando una persona paso a su lado y los golpeó Akutagawa se vio obligado a soltar el agarre, pero lo que no se espero es que Atsushi enseguida se acercara y tomara su mano.
—E-es que no de-debemos separarnos —dijo el menor sonrojado por su accion.
Akutagawa fingió toser para ocultar su sonrojo. Sabía que no todas las citas eran asi, pero si las suyas con el albino fueran así todo el tiempo no le molestaría en lo absoluto.
Atsushi convenció a Akutagawa de subirse a la montaña rusa más grande del lugar. Cosa de la cual después se arrepintieron, ya que para ambos fue horrible, sin embargo, y por más bizarro que fuera, Akutagawa lograba verle un lado positivo a esas cosas, y es que Atsushi nunca lo soltaba y parecía aferrarse más a su brazo cada segundo.
Después de eso los dos fueron a los carritos chocones, compitiendo para ver quién era más rápido. Y así se dirvetian, a su forma, llendo de una atracción a otra, disfrutando de la compañía del otro y solamente siendo felices.
Se subieron a todas las atracciones que pudieron, jugaron en gran parte de los puestos que encontraron (aunque no ganaron nada), corrían de un lado a otro olvidándose de absolutamente todo, disfrutando el momento con el otro sin preocuparse sobre lo que viniera después.
Aunque bueno, eso era ellos, por otra parte Dazai estaba pensando muy bien en su siguiente paso. Estaba seguro de que algo iba a salir mal, pero para eso tenía las variantes A, B, C, D, E, F, G, H, I, J, y K del próximo paso, aun así no podía sacarse de encima esa sensación de que algo no cuadraba y no sabía que era, por eso debía ver que todo fuera exactamente como el quería, y sí, los siguió en la feria durante todo el día.
El fue solo, Chuuya estaba descansando, y aunque no siempre fuera el novio ejemplar por esa vez lo dejaría descansar.
Desde la entrada hasta la salida los vio discretamente, sin que nadie se diera cuenta de que los seguía, pero con cada minuto que pasaba grande era la sensación de que algo saldría terriblemente mal.
Atsushi y Akutagawa caminaron un rato a lo largo del muelle en un cómodo silencio. La brisa del mar acariciando ligeramente sus caras, los sonidos de las olas y de las pocas aves que estaban cerca, el cielo despejado cubriéndose de los hermoso tonos cálidos del atardecer. Todo el lugar parecía estar inundado de una paz infinita de la cual se dedicaban a disfrutar sin preocupación alguna. Tomados de la mano y caminando a paso lento por el lugar sin percatarse de la presencia que los seguía a varios metros de distancia.
Llegaron más cerca de las zona de la ciudad, siendo ya tarde y cada uno teniendo que dirigirse a su casa debían despedirse.
—Yo...—intento hablar el azabache antes de que se separaran—... La pasé muy bien hoy...
Los dos se quedaron en silencio un rato más, ninguno quería irse.
—Me gustó mucho salir contigo, Ryu —dijo Atsushi con una sonrisa mirando al mayor a los ojos.
Si al azabache le hubieran dicho en ese momento que Atsushi era un ángel, lo hubiera creído sin dudarlo. Los rayos del sol con esos colores cálidos y tan característicos del atardecer le daban de costado en el rostro y en su cabello, pero aun así era notable el ligero sonrojo que cubría sus mejillas. Su mirada de esos dos colores tan peculiares brillaban de una forma única para él y solo para él. Su cabello blanco ondeaba con la ligera brisa, dejando al descubierto algunas de sus facciones y volviéndolas a cubrir como si nadie fuera digno de verlo por mucho tiempo. Tenía una sonrisa tan brillante y sincera que podría cegar a cualquiera. Todas sus facciones, sus ojos y su sonrisa indicaban que no mentía, que estaba más que feliz y que definitivamente estaba enamorado del otro.
Y Ryuunosuke no podía estar más que feliz, ya que teniendo a ese chico a su lado no podía pedir nada más para sentirse pleno.
Ninguno dijo nada, no lo necesitaban, no querían separarse, y hablarse sería el comienzo de una despedida. Pero no podían aplazar más lo inevitable.
El mayor respiró hondo, tratando de tomar valor para hacer lo que tenía en mente.
Soltó la mano del albino y rodeo su cintura con su brazo, atrayéndolo más hacia él poniéndolos frente a frente. Las manos de Atsushi quedaron sobre el pecho del mayor, ligeramente sorprendido por el repentino acto, pero sabiendo perfectamente lo que el otro quería. La otra mano del azabache subió hasta el rostro del menor, tocando suavemente su piel. Acarició lentamente la mejilla del albino, sintiendo pequeñas descargas eléctricas ante tal sutil acto. Los dos acercaban sus caras lentamente con un solo objetivo: Alcanzar los labios del otro. Sus narices se rozaban y sus alientos se mezclaban. Los dos estaban a escasos milímetros del tan deseado beso con sus labios rozándose.
Ambos cerraron los ojos, y no paso mucho hasta que al fin, los dos se fundieron en un dulce y tierno beso. Ambos teniendo nuevas sensaciones y experimentando los placeres del primer beso, sabiendo que no tendrían ni un solo remordimiento más tarde, ya que para ellos dos era con la persona indicada. Aunque al principio fueron un poco torpes al no tener ninguna experiencia, los dos supieron llevarlo bien, con un largo primer beso en el cual ambos se sentían en el séptimo cielo.
Se separaron y se miraron a los ojos, con lo que podía ser una escena perfecta de alguna historia.
Dazai, mientras tanto, no podía estar más que orgulloso de sus dos discípulos, ya que ambos, quienes a principios de año no podían ni respirar el mismo aire sin pelear, ahora estaban abrazándose y siendo felices por el simple hecho de estar con el otro.
Creyó que se había preocupado por nada, pero esa sensación aún permanecía en lo más profundo de sí, y aunque no quería admitirlo, solo se estaba repitiendo que se había preocupado por nada para convencerse, aunque bien sabía que no se equivocaba y que no había terminado.
Se quedaron abrazados unos segundos más, y cuando ambos iban pasando para cruzar la calle, de la nada un camión grande se aproximaba a toda velocidad.
Parecía haber aparecido de la misma nada, Dazai aunque estaba atento no lo vio venir, ellos tampoco.
Quería correr y apartarlos del camino, pero estaba tan lejos que no importaba que tan rápido corriera, sus dos simples piernas nunca llegarían a tiempo para evitar el gran desastre que tomaba forma frente a sus ojos.
Sintió como si todo se moviera en cámara lenta. El hacía todo eso para la felicidad de ellos, y un poco para divertirse, pero también porque sabía que era lo mejor para ellos, ¿Ahora los había llevado a su muerte?
El azabache y el albino trataron de ir a un lado, pero corriendo no lograrían salir los dos del alcance del camión, Dazai simplemente sentía esos segundos como tortura.
De repente sintió como si todo se moviera de nuevo, pero para su alivio no era por el shock de ver a los dos menores atropellados. Alguien que iba cruzando por la calle los empujó a un lado, aunque eso significaba que el atropellado iba a ser esa persona.
Sintió culpa, pero no por la persona, sintió culpa por aliviarse de que los dos menores no fueran los atropellados y esa persona sí. Pero no sabía siquiera si esa persona sobreviviría.
La persona que los apartaba del camino era un hombre alto, debía tener unos 19 o 20 años, con cabello castaño rojizo y una barba muy ligera.
Y entonces fue cuando Dazai sintió que se le venía el mundo encima.
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Creo que ya saben quién es, pero aquí lo dejo.
No planeaba que esto quedará así, pero ¿Me arrepiento? No, no lo hago.
No tengo datos curiosos ahora, no tengo ganas de mucho ahora, la verdad también tardo un poco porque me la paso jugando Genshin Impact, no lo siento, necesito protogemas.
No tengo más que decir, solo que les subiré el siguiente capítulo pronto y que además está historia está llegando a su final, no creo que llegue a publicar más de cinco capítulos, pero veremos.
Sayonara 👋