Holis mores, ¿Cómo andan? Yo nerviosa que en unas horas comienzo exámenes, les quería dejar esta historia por acá que no recuerdo si ya la subí y tengo sueño para revisar, si ya la subí me dicen y si no pues también jsjsjsjs (descarada la niña) se les quiere mucho por acá y que tengan un lindo inicio de semana.
Pd: gracias por estar siempre acá a pesar de todo.
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Es el último día que Betty estará en Cartagena, ya han pasado dos semanas desde que abandonó Bogotá, después de la fatídica junta en que se descubrió todo. Estos días que ha pasado en esta hermosa ciudad le han devuelto la vida y lo que es más importante, la confianza en sí misma. Todavía se sorprende cuando se mira al espejo, no puede creer que esa mujer que le sonríe sea la misma Betty que llegó unos días atrás, triste y deprimida.
Se cepilla la larga y lacia melena, debe darse prisa ya que ha quedado con Doña Catalina para ir al odontólogo y para hacer unas compras de última hora, pues a la mañana siguiente, bien temprano, debe regresar a Bogotá y enfrentarse con aquella gente.
La idea de volver a su ciudad, no la hace muy feliz, pero después de hablar con su amigo Nicolás Mora y que este le contara el escándalo que organizó Don Armando en su casa, comprende que no puede esperar más y que tiene que solucionar esa situación de una vez por todas.
Baja al hall del hotel y ya está allí, Doña Catalina, esperándola :
Catalina.- Buenos días, Betty ¿cómo se siente hoy?
Betty.- Buenos días, Doña Catalina. Pues...bastante mejor, la visita de ayer, a las Islas del Rosario, me ha ayudado mucho, me ha dado fuerzas para volver y poder enfrentarme a todo.
Catalina.- ¿A todo Betty?.... ¿A él también?
Betty.- Creo que sí... no sé... la verdad es que lo único que quiero, es terminar con esto, lo antes posible y no tener que volver a acordarme de Ecomoda en toda mi vida.
Catalina.- Bueno Betty, verá como todo se soluciona. ¿Qué?...
¿ preparada para decirle adiós a sus brackets?
Betty.- Si, Doña Catalina ¿vamos?
Catalina estaba decidida a que en aquella mañana, el cambio exterior de Betty, fuese ya completo.
Una vez terminada la visita al dentista, que no fue tan terrible, como Betty imaginó. Catalina le aconsejó que comprara algo de ropa, más apropiada para el clima de Bogotá, bastante más frío que el cartagenero, debido a la altitud.
Betty.- ¡Ay Doña Catalina, que pena con usted!, voy a tardar años en devolverle la plata que está gastando en mí.
Catalina.- ¡Betty!, otra vez con esas, ya le dije que no se preocupara por nada, ya me lo irá pagando cuando pueda y ...¿sabe qué?, también es hora de cambiar esas gafas. Mire, aquí hay una óptica.
Betty.- ¿Pero...Doña Catalina...?
Catalina.- Pero nada... Betty. Venga, entremos.
Después de elegir un moderno modelo de gafas, quedan en volver dentro de una hora para recogerlas. De la óptica se dirigen a una tienda de ropa que hay por allí cerca.
Mientras miran algunos modelos, Betty empieza a sentirse mal, no sabe que le pasa, le duele el vientre y tiene sudores fríos, no quiere decirle nada a Doña Catalina, bastante ha hecho por ella, para ponerse ahora a quejarse por un dolor de barriga. De todos modos, desde que salió de Bogotá, no se ha sentido bien, piensa que es producto del disgusto, pero la falta de fuerzas, y una casi constante jaqueca, no la han abandonado. Respira hondo y traga saliva, quizás se le pase, intenta relajarse, pero de pronto un fuerte calambre la hace doblarse sobre sí misma.
Betty.- ¡Ayyy!...Doña Catalina...
Catalina.- Betty, ¿qué le pasa?, está muy pálida.
Betty.- Me duele...me duele mucho.
Betty siente que se le doblan las piernas, el dolor es insoportable, si no llega a ser por Doña Catalina y la dependienta que la sujetan se hubiera caído al suelo. Otro dependiente acerca una silla y la sientan, Betty sigue retorciéndose de dolor, Doña Catalina está realmente preocupada, de pronto horrorizada, ve la mancha de sangre que se está formando en la falda de Betty.
Catalina.- ¡Por Dios, llamen a una ambulancia, es muy urgente!...Betty tranquilícese y cierre las piernas, mantenga las piernas cerradas. A ver si controla la hemorragia.
Betty (llorando).- ¿Qué me pasa, Dios mío?...¿qué me está pasando?...Ayy me duele mucho, me duele mucho....
Cuando llegan al hospital, entran por la zona de urgencias, dónde rápidamente sientan a Betty en una silla de ruedas y se la llevan . Un enfermero le indica a Catalina que vaya a recepción y rellene los formularios pertinentes.
Ha pasado cerca de una hora y Catalina sigue fuera, esperando a Betty. La acompaña Michel, al que avisó nada más llegar al hospital. Ambos están muy preocupados, nadie les dice nada, solo que tienen que esperar a que terminen todas las pruebas.
La enfermera le indica a Catalina que ya puede pasar a ver a su amiga, Michel decide esperar fuera. Al entrar en la habitación Catalina ve a una Betty muy pálida y se asusta un poco.
Catalina.- Betty, ¿cómo se siente? ¡que susto me ha dado! ....¿se encuentra ya mejor?....¿qué le pasó?
Betty.- Doña Catalina ...yo no lo sé, el médico aún no me ha dicho nada. Ya no me duele y no sangro. Pero no me puedo mover, dice el doctor que total inmovilidad hasta que él venga....estoy muy asustada...
En ese momento entra el médico con expresión seria :
Médico.- Bien señora, ¿su esposo no está?....
Betty, extrañada responde con voz temblorosa :
Betty.- Yo no estoy casada doctor....
Médico.- Vaya, vaya...entonces la decisión es solamente suya...Vea señorita, cuando tuvo su último período...
Betty.- No recuerdo bien, quizás hace dos meses...he tenido mucho trabajo y mucho estrés, además nunca he sido muy regular...pero esta mañana manché un poco yo creo...creí....
Médico.- Entonces Vd no era consciente de su embarazo por lo que veo.
Betty y Cata.- ¡¡¿Embarazo?!!...
Médico.- Si señorita, Vd está embarazada, al menos de momento... porque va a ser muy difícil que conserve al niño...ha tenido un “principio de aborto” y ha expulsado parte de la placenta, también tiene bastante dilatado el cuello del útero...Verdaderamente no me explico, como el embrión sigue implantado y aparentemente bien... a veces los médicos no sabemos porque las cosas pasan....
Betty.- ¡Dios mío!... un bebé... un aborto... -y comienza a llorar desconsolada.
Catalina está pálida de estupor, aquello se salía totalmente de sus previsiones. Pero se da cuenta de que ella debe tomar las riendas al asunto, ahora más que nunca aquella muchacha la necesita.
Catalina.- Tranquilícese Betty, ya verá como todo va bien...Por favor doctor, explíquenos, que estamos muy confundidas.
Médico.- Mire lo normal, en la condiciones que la señorita ha llegado, es que el aborto hubiese concluido con la expulsión natural del embrión. Nosotros le habríamos hecho un legrado, y en unos días estaría recuperada...Pero por esas cosas de la naturaleza, que no sabemos explicar, ese bebé de momento quiere seguir viviendo, aunque lo tiene todo en contra... depende totalmente de su mamá y... bueno yo soy un hombre creyente, de la voluntad de Dios.
Catalina.- ¿En que depende de la mamá?....
Médico.- Si la mamá, quiere que su embarazo tenga alguna posibilidad de prosperar, y ya le digo que es muy difícil, deberá permanecer en absoluto reposo al menos 72 horas aquí en el hospital y después deberá seguir con el reposo absoluto el primer trimestre. Si todo va bien, hacia el quinto mes, podrá dar pequeños paseos, pero nada más....Es un embarazo de alto riesgo, tanto para el niño como para la madre...porque además, está señorita tiene mucha anemia, la hemorragia se le ha agravado y la presión arterial bastante alta...
Betty.- ¿Si no me muevo, mi niño se salvará?....Yo no quiero que a él le pase nada...- y se acaricia el vientre aún plano.
Médico.- Señorita, no se lo puedo asegurar, pero si desea conservar ese niño, es lo único que podemos hacer, reposo absoluto, esperar y tenerla muy vigilada...Deberá seguir al pie de la letra todas nuestras recomendaciones
Betty.- Lo haré doctor, lo haré...prométame que va a salvar a mi niño, yo tengo mucho miedo, mañana viajo a Bogotá...yo no lo esperaba...¿ahora que voy a hacer?...¡Dios mío, mi papá!...¡Don Armando!.... – y vuelve a empezar a llorar con desconsuelo.
Médico.- Mire señorita, de viajar a Bogotá olvídese por largo tiempo, si este embarazo prospera, este bebé va a ser “cartagenero”...y debe olvidar todas las angustias, todos los disgustos...Vd debe estar tranquila, no solo es importante el bebé, sino su propia salud. Señorita Vd está muy delicada, muy delicada...Ahora las dejo que hablen un poco, en breve vendrá una enfermera y le administrará un sedante suave, necesita dormir...
Catalina.- Betty tranquila, no se preocupe por nada, todo se va a solucionar. Ahora debe descansar...pero dígame, ¿no se dio cuenta que estaba encinta?...¿no notó nada?
Betty.- Gracias doña Catalina, Vd es mi ángel. Verá...desde la última vez que estuve con Don Armando no había tenido el periodo, pero con tanta tensión, los problemas en la empresa, el disgusto de enterarme de todo, lo último que se me ocurrió pensar es que estaba embarazada, yo creía que era un retraso debido a todos los problemas que he tenido. Esta mañana comencé a sangrar un poco y pensé que era normal, que al relajarme, mi cuerpo volvía funcionar normalmente. Pero no es así...
Catalina.- Tiene que avisar a sus papás, ellos la esperan mañana, de momento no va a poder volver a Bogotá.
Betty suspira y casi sin voz dice:
Betty.- Ahora si que se van a pensar que me quiero quedar con su empresa.
Catalina.- ¿Cómo dijo Betty? No la oí bien.
Betty.- Doña Catalina, yo tenía que estar mañana en Bogotá para solucionar el problema de Ecomoda. Van a hacer efectivo el embargo y si yo no estoy allí, van a pensar que realmente, sí me quiero quedar con la empresa, que quiero vengarme de ellos, y no es así, yo deseo salir de esto cuanto antes, pero ahora no se que voy a hacer.
Catalina.- Betty, ¿quiere que yo hable con Roberto?, nos conocemos desde hace tiempo, se que le inspiro confianza, podemos tratar de solucionar esto del modo más civilizado posible.
Betty.- ¡Ay Doña Catalina, que pena con usted!, ahora se va a ver comprometida su amistad con los Mendoza y los Valencia.
Catalina.- Vea Betty, ellos son amigos míos, pero tampoco es una amistad que sea imprescindible en mi vida, si se molestan conmigo creo que seré capaz de sobrevivir...
Betty.- Gracias Doña Catalina...pero por favor no vaya a comentar nada del embarazo, de momento tengo que pensar muy bien que hacer. ¿Me presta su celular? Creo que es hora que hable con mis papás, espero que mi papá sea comprensivo y no me mate...
Catalina.- Betty, no exagere, verá como su papá lo comprende aunque le cueste un poco al principio. Voy afuera, Michel está esperando, hablaré con él, mientras usted lo hace con sus papás. Y de los problemas de Ecomoda, no se preocupe, yo respondo por Vd, a mi me tendrán que escuchar.
Cuando Catalina sale, Betty se encomienda a Dios y marca el número de su casa. Afortunadamente es su mamá quién atiende la llamada y antes de que ella pueda empezar a hablar le comenta que su papá tuvo que salir, que tardará un rato y que está muy enfadado con ella, después que vino Don Armando a gritarles que ella se había robado la empresa. Después le pregunta:
Doña Julia.- ¿Y cómo está mamita?¿cuándo vuelve?
Betty toma aire y poco a poco le empieza a contar a su madre todo lo que le ha pasado, así como que no podrá volver a Bogotá por el momento, pues no debe moverse.
Doña Julia está muy preocupada y le recomienda a su hija que esté tranquila y que no se preocupe por su papá, que ella se encargaría de hablar con él, que seguro que la comprendía y que si no, ya se encargaría ella de que lo hiciese.
Betty está un poco más tranquila después de hablar con su mamá, pero solo un poco. Aún no le ha dado tiempo de reflexionar sobre su situación, se recuesta un poco y empieza a pensar en él.
Ahora si que nunca iba a poder olvidarlo, ahora había alguien que se iba a encargar constantemente de recordárselo, pero no le importaba, iba a tener un hijo, iba a ser madre, casi no podía creérselo.
Esbozó una gran sonrisa y se acarició el vientre, “mi bebé, siempre te voy a querer y a cuidar, aunque no pueda moverme en todo este tiempo, voy a hacer todo lo posible para que salgas adelante, no nos hace falta tu papá, a él le interesa más su empresa, pero no importa nosotros nos bastamos solos.” Y rezando en voz baja, por la vida de su hijo, se quedó dormida.
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Una enfermera acompañada de dos celadores entran a la sala y le comunican que van a trasladarla a una habitación, donde permanecerá las próximas 72 horas. La trasladan en la misma camilla donde se encuentra acostada y por el pasillo se les une Catalina y Michel, que sonriente le dice:
Michel.- ¡Enhorabuena Betty! ¿Ya se siente mejor?
Antes que Betty pueda responder, Catalina se le adelanta diciendo:
Catalina.- Disculpe Betty, pero le conté a Michel lo de su embarazo, espero que no le moleste.¿Habló con sus papás?
Betty.- No se preocupe, Doña Catalina, no me molesta, al contrario cada vez me siento más orgullosa y feliz y si, hablé con mi mamá, ella se va a encargar de decirle a mi papá. Mañana volveré a hablar con ellos, a ver que pasa.
Llegan a la habitación y Betty es cuidadosamente trasladada a la cama por los celadores. La enfermera indica a las visitas que deben retirarse, ya que la enferma debe descansar. Catalina y Michel se despiden de Betty prometiéndole que volverán más tarde y que le traerán ropa y todo lo necesario. Cuando salen, Betty cierra los ojos y con una sonrisa feliz, se vuelve a dormir.
Mientras en casa de la familia Pinzón, Doña Julia todavía está tratando de asimilar todo lo que le ha contado Betty, aún no sabe como va a enfrentar a su marido, pero de lo que está segura es de que no va a desamparar a su hija y que aunque le cueste una pelea, sea como sea, ella se va a Cartagena con su niña. Está sumida en sus pensamientos, cuando llaman a la puerta, va a abrir aún distraída y un nervioso Nicolás Mora entra del tirón hasta la sala.
Nicolás.- Buenas...buenas...Doña Julia ¿ya habló con Betty? ¿viene mañana?, mire que si no viene, ese cabezón es capaz de venir otra vez y tumbar la casa.
Doña Julia.- ¡Ay mijo, siéntese y le cuento!
(CONTINUARÁ....)
En Ecomoda todos esperan en la Sala de Juntas, Betty vuelve hoy a poner la cara, a enfrentarlos y están preocupados. Saben que tienen que humillarse ante ella, pedirle el favor de que no les devuelva la empresa, y eso los hiere en lo más profundo de su orgullo de gente rica.
Armando sin embargo, está preocupado por otra razón. Ella tiene que escucharlo, ella tiene que oír su parte de la historia, él tiene derecho a explicarle que se enamoró, que todo cambió por el camino. Y con este desasosiego, se mueve por su antigua oficina como animal enjaulado.
Nicolás respira profundamente al entrar en el elevador que lo llevará a la planta ejecutiva, va a explicarle a aquella sarta de creídos y prepotentes, que su amiga no puede acudir a su cita. Sabe que le espera un mal rato, y eso que todavía no ha enfrentado a don Hermes. Doña Julia se quedó con la penosa labor de contarle lo del embarazo de Betty, y conociéndolo, esperó a hacerlo en la mañana, para de ese modo darle a Nicolás el margen de tiempo suficiente, para ir a Ecomoda, antes que su marido fuese a matar a Don Armando.
Patricia después de insultarlo y despreciarlo, se acercó con tono indolente a anunciar su presencia, a los miembros de la Junta, que se vieron sorprendidos, por tenerle allí de nuevo. Don Roberto mandó llamar a Mario y Armando, que se apresuraron a acudir a la Sala de Juntas, y también se sorprendieron mucho ante la presencia del amigo de Betty, en vez de ella.
Don Roberto.- Y bien doctor Mora...¿qué le trae por aquí?...¿qué pasó con la doctora Pinzón?...Don Hermes me aseguró ayer que ella llegaba esta mañana, a primera hora a Bogotá y que hoy mismo vendría a hablar con nosotros. Estamos aquí todos, y también el doctor Santamaría, nuestro abogado y los de ella...¿cuándo llega?...¿algún problema?...Le oímos.
Nicolás.- Me apena mucho traerles esta noticia, pero lamentablemente, Betty, la doctora Pinzón, no va a poder venir...
Marcela.- Ja...¡pues claro!...¿acaso pensaban que esa sinvergüenza iba a aparecer?...Esa vagabunda se quiere vengar de nosotros, yo lo sabía...
Don Roberto.- ¡Calla Marcela!...¿cómo así que no puede venir?...¿será hoy?... pero mañana, su papá me aseguró...
Marcela.- ¡Pero Roberto, aún no entiendo como has sido capaz de confiar en semejante gentuza!...
Nicolás.- ¡¡Respete señora, respete, que nosotros a Vd no la hemos ofendido!!...Seremos gente pobre, desempleada, pero somos gente honesta, y don Hermes y Betty, no les han engañado, solo que...
Daniel.- Desembuche Mora, que quieren...¿dinero?...¿una parte de la empresa?...Hablen, pongan sus condiciones...
Nicolás.- No señor, nosotros no somos como Vd, que seguro que haría eso en nuestro caso...Betty no quiere nada, solo salir de este embrollo en el que la metió el doctor Mendoza...ella les va a colaborar, solo que es del todo imposible que regrese a Bogotá por el momento...
Santamaría.- Doctor Mora, yo confío en vds, el manejo que hicieron de las empresas es impecable y esto los revela como excelentes profesionales, y además creo que la señorita quiere colaborar...pero quizás ella no sea consciente, de que mañana sin falta, debe ir al juzgado, con el representante legal de Ecomoda, para comunicar al juez que se ha llegado a una conciliación, y que se mantiene el embargo por seis meses más, en los que Ecomoda se compromete a cumplir todas sus obligaciones con Terramoda, si esto no se hace, procederán al remate de la empresa....Ella tiene que estar mañana en el juzgado...
Nicolás.- Y ella lo sabe doctor...ya se están moviendo los resortes necesarios, para ver como solucionamos esto...pero ella no puede viajar de momento...es del todo imposible...
Don Roberto.- Pero por Dios, doctor Mora...¿qué le pasa?...su papá me dio su palabra...
Marcela.- ¡Se está haciendo la interesante!...¡Ni que se estuviera muriendo!...
Nicolás.- Pues casi señora, Betty está en el hospital, está muy grave, y el médico le ha dicho que al menos en 72 h. no debe moverse de la cama, y de viajar que se olvide...Lo siento, ya tenía los billetes y todo...y se puso muy enferma y la tuvieron que hospitalizar...
Armando siente que el mundo se hunde bajo sus pies, su Betty está en el hospital, está muy enferma...tan grave que no debe moverse....
Marcela.- ¡Enferma sí!...Ja, ja, ja...y nosotros que lo vamos a creer...
Armando, con los ojos nublados por las lágrimas y haciendo un gran esfuerzo, logra preguntar con un hilo de voz :
Armando.- ¿Qué tiene Betty?...Nicolás, ¿qué le pasó?...¿dónde está?...
Nicolás lo mira con desprecio y su respuesta hace que Armando, agache la cabeza, ante la mirada asesina de Marcela :
Nicolás.- ¿Y usted lo pregunta, doctor Mendoza?... A usted ¿qué le puede importar Betty?...¿Acaso le importó alguna vez?....Lo que a Vd le preocupa es su empresa, y yo le respondo por ella...se la vamos a devolver completica....
Don Roberto.- A ver Nicolás, yo no entiendo...disculpe pero me cuesta aceptar, y entiéndalo por favor, que en este justo momento y de golpe, Betty haya enfermado de tanta gravedad...
Nicolás.- Si a mi no me creen, permítanme que haga una llamada, hay alguien que es de toda su confianza y a quién sí van a creer...
Don Roberto le manda pasar el teléfono, y Nicolás marca un número :
Nicolás.- ¿Alló?...Sí, sí soy Nicolás Mora...¿cómo está Betty?...Dígale que no se preocupe por nada, que yo estoy aquí para dar la cara, antes que don Hermes me la parta...oj,oj,oj....Vaya, vaya....sigue así la cosa...
Todos miran confundidos a Nicolás – “¿con quién habla?”-. Armando está que se ahoga de la angustia. Percibe por la seriedad del gesto del amigo de Betty, que ella está mal, incluso se da cuenta, que el joven vuelve la cara con disimulo, para secarse una furtiva lágrima que se le escapaba, por debajo de las gafotas.
Nicolás.- ....cuídela...¿ah?...su mamá va esta misma tarde para allá, cuando acabe de lidiar con el papá... Bueno, a lo que iba, le llamo desde Ecomoda, Vd ya sabe...no creen que Betty esté enferma, siguen insistiendo en que nos queremos quedar con la empresa....bueno, bueno ya se lo paso....adiós, adiós....estamos hablando...
Nicolás pasa el teléfono a don Roberto, que activa el “modo abierto” para que todos escuchen.
Don Roberto.- ¿Alló?...soy Roberto Mendoza....¿con quién hablo?....
Voz.- ¿Qué hubo Roberto?....¿Cómo están todos por ahí?....
(CONTINUARÁ...)
Un gran silencio se hace en la Sala de Juntas, todos han reconocido la voz de quién les habla...”¿pero que tiene que ver ella en todo esto?, ¿qué relación mantiene con Betty?”...
Don Roberto.- ¿Catalina?...¿Catalina Ángel?...¿eres tú, verdad?...
Catalina.- Sí Roberto, soy yo quién les habla...supongo que estarán todos oyendo, que tendrán el teléfono en “modo abierto”...
Don Roberto.- Sí Cata, claro...pero por favor explícanos, ¿qué tienes tú que ver con Betty y con todo este embrollo?....Comprenderás que estamos angustiados, no se si estarás informada de todo el lío en que estamos metidos...
Catalina.- Estoy informada de todo, Roberto, absolutamente de todo. No se preocupen, mañana mismo, Betty se hará presente en el juzgado de Bogotá, a través de una vídeo-conferencia. Ya hemos solucionado todo acá, y vendrán funcionarios judiciales a realizar la diligencia. El representante legal de Ecomoda, deberá estar allá a las nueve de la mañana. Betty va a pedir al juez que pare el proceso de remate, le comunicará que ha llegado a una conciliación con Vds por un período de seis meses, tiempo que tendrán para sacar a Ecomoda de sus deudas y cumplir sus obligaciones con los acreedores y con Terramoda. Confiamos que en este tiempo, sean capaces de solucionarlo todo.
Doctor Santamaría.- Señora Ángel, le habla Juan Manuel Santamaría, soy el abogado de Ecomoda, que está llevando este caso. Yo entiendo que la doctora Pinzón debe estar grave, si han conseguido lo de la video-conferencia, pero los bancos no han actuado, porque confían en ella, cuando sepan que no va a estar al frente de las finanzas, pueden entrar en pánico y ejecutar los procesos pendientes....
Catalina.- Encantada de hablar con Vd, doctor Santamaría. Mire la doctora Pinzón, ya ha sido debidamente informada al respecto por el doctor Nicolás Mora y es consciente de ello. Mañana mismo, después de la video-conferencia el doctor Enrique Botero, el abogado que acabamos de contratar y que ya está al tanto de todo, viajará a Bogotá con un poder notarial a favor del doctor Mora. En él, la doctora Pinzón delega todo en manos del doctor Mora. Juntos irán a los bancos y llevan abundante documentación médica, del estado de salud de la doctora. Estamos convencidos que no habrá problemas.
Doctor Santamaría.- Estupendo señora, agradecemos la buena voluntad de la doctora Pinzón y deseo que se restablezca pronto. Ya quedamos acá esperando con sus abogados y con el doctor Mora, estoy seguro de que vamos a sacar a la empresa de este lío.
Catalina.- Gracias doctor, pero respecto a la salud de Betty, estamos muy preocupados. Está realmente grave, esperemos que supere sin problemas las 72 horas de hospital que mandó el médico. Pero después le quedan varios meses de total reposo...confiamos en que todo irá bien...Bueno Roberto, ya ves que ella está en voluntad de solucionarlo todo y no perjudicaros, solo que la mala suerte, de nuevo se volvió contra ella...Pero yo respondo. Catalina Ángel responde de la honorabilidad de Beatriz Pinzón, si es necesario, incluso con mi patrimonio personal....pero se que no va a ser necesario.
Don Roberto.- Nos tranquiliza mucho saber de su buena voluntad y lamentamos sus problemas de salud. Gracias Catalina... de verdad gracias...
Armando, que ha asistido horrorizado a toda la conversación, con un hilo de voz se atreve a preguntar :
Armando.- Cata, soy Armando... por Dios ¿qué tiene Betty?, ¿dónde estáis?...¿qué le pasa?.... Acaso intentó....
Todos advierten el tono airado de Catalina al contestarle a Armando.
Catalina.- Armando Mendoza ¿y aún tienes la desfachatez de preguntar por ella?... No te voy a decir dónde estamos, ella no quiere volver a verte y está en su derecho. Y sí, está muy delicada de salud, nos llevamos un gran susto. Estábamos de compras y se puso muy mala, muy mala, la tuvimos que llevar en una ambulancia al hospital. Y no, te puedes quedar tranquilo, ella no intentó suicidarse... no hizo falta, ya la habías matado tú, con la inestimable ayuda del cerdo de Mario Calderón...
Marcela.- Cata yo no se que tanto sabes tú de lo que ha pasado aquí, pero no tienes porque hablar así, defendiendo a esa sinvergüenza... la amistad que tenemos de tantos años Cata, me defraudas....
Catalina.- Mira Marcela, yo se todo lo que ha pasado ahí, no solo porque Betty me lo contó, sino porque he trabajado con vosotros y se como la habéis maltratado, es especial tú.... Y mira ¿sabes qué? ahora que he descubierto que clase de personas sois, no me importa vuestra amistad... Respeto profundamente a Roberto y a Margarita, pero los demás sobráis en mi vida. Es más, a esos dos galanes de pacotilla, Armando y Mario, no les quiero volver a ver en el resto de mis días... sólo pensar en ellos, me dan nauseas...Les dejo tengo que volver al hospital ...
Daniel.- Es lo primero sensato que se ha dicho en esta sala, comparto tu opinión Cata, Armando y Mario dan nauseas...
Catalina.- Pues lo tuyo, es aún más grave Daniel, porque tú ni siquiera inspiras eso, que a fin de cuentas, es un tipo de sentimiento...Tú no inspiras nada, solo indiferencia, no existes Daniel Valencia, no eres nada.... Les dejo, para cualquier cosa se comunican conmigo. Ciao. Nicolás me llama luego.
Nicolás.- Si doña Catalina, como no y cuídeme a Betty...cuídemela.
(CONTINUARÁ....)
Al terminar la conversación con Catalina Ángel, un silencio sepulcral invadió la sala de juntas, solo interrumpido por la peculiar voz de Nicolás Mora :
Nicolás.- Bien señores, señoras... si no me necesitan para más nada, yo me marcho. Mañana estaré a las 9 en punto en el juzgado con los abogados...¿vienen conmigo doctores?...Creo que estos señores, querrán hablar en privado.
Don Roberto .- Si claro, sigan, sigan...ya mañana hablamos. Gracias
Cuando salen de la sala, es Daniel Valencia quién con su pedantería habitual dice :
Daniel.- ¿Pero de verdad han creído Vds toda esta sarta de mentiras?...Es evidente que Catalina Ángel, se va a llevar una buena tajada en todo esto...
Marcela.- Aún no me explico como Cata nos pudo traicionar así, es que no puedo entender la relación que existe entre ellas dos...
Armando.- Catalina siempre ha sido una mujer muy especial, de gran corazón. Se sentía muy mal, al ver como tratábamos a Betty, mientras trabajaba acá, siempre nos lo recriminó ... quizás ella le pidiese ayuda, cuando decidió marcharse ... no lo sé...Pero yo confío en Cata, y confío en Beatriz , se que ellas no nos van a fallar ... y por Dios Marcela, deja ya de meterte con Betty, está realmente enferma y de gravedad ... ¿ni siquiera eso le vas a respetar? .
Marcela.- No pues, San Armando y Beatriz “mártir”... olvidaba que ella es capaz de manipularte como un títere, aún sin estar presente...
Don Roberto.- ¡Basta ya!... ¡Ya está bien! . No tenemos más remedio que confiar en ellos, no nos queda otra alternativa, esperaremos a mañana. Armando a las nueve en punto deberás estar en el juzgado, espero que no vayas a fallarnos otra vez...
Armando.- Descuida papá... no te fallaré ....
En ese preciso momento la puerta de la Sala de Juntas se abre y aparece don Hermes, lívido y con una expresión que daba miedo . Detrás de él, la “peliteñida” diciendo estupideces e intentando impedirle la entrada :
Don Roberto.- ¡Don Hermes!...Márchate Patricia y cierra la puerta...
Patricia.- ¡Pero Roberto...!
Don Hermes se gira en redondo y le grita a la secretaria :
Don Hermes.- ¿Es que no oyó ojona decolorada?....
Patricia sale, cerrando la puerta con rabia y antes de que nadie pueda decir nada, don Hermes se dirige sin mediar palabra hasta Armando, y agarrándolo con fuerza por las solapas, lo pone en pie y lo arrincona contra la pared :
Don Hermes.- ¡¡¡Óigame bien niñato, no lo mato aquí mismo, por respeto a sus señores padres!!!... Pero que le quede claro, que nunca más vuelve a acercarse a mi hija ni a mi .... a mi niña. Es Vd la peor clase de escoria que existe en el mundo, y jamás le voy a perdonar lo que le ha hecho a mi Betty.... ¡¡¡JAMÁS!!!...
Armando.- ¡¡Don Hermes yo...!!... ¡Déjeme que le explique!...Si quiere pégueme, yo se que lo merezco, pero luego me deja hablarle, explicarle lo que pasó.... Betty y yo ...
Don Hermes.- No tiene nada que explicar, nada que hablar...No vuelva a pronunciar el nombre de Beatriz, le prohíbo incluso que lo piense... Si a Betty le ocurre algo, si a ella o a ... entonces me va a dar igual todo, lo busco en el fin del mundo si fuese preciso y lo mato, no va a tener rincón dónde esconderse “rata de caño”....
Don Roberto.- Tranquilícese por Dios .... Estoy viendo que aquí hay algo que desconozco y que me vas a tener que explicar Armando...
Don Hermes.- Discúlpeme doctor Mendoza, pero es muy grave lo que yo he tenido que saber esta mañana... muy grave . Mire, yo me marcho hoy mismo a ver a mi hija, y a dejar a mi esposa allí con ella, que la tenemos en manos de extraños y en la cama de un hospital, por culpa del sinvergüenza de su hijo...Pero yo le juro por mi honor señor, que en dos días me regreso y me tiene aquí trabajando, sin cobrar un peso, hasta que todo su patrimonio le sea devuelto, yo respondo por Beatriz....
Don Roberto, mira furibundo a Armando, lo ve derrotado, hundido en el sillón, sin fuerzas, humillado, sin ápice de orgullo ni dignidad y se siente avergonzado.
Don Roberto.- Ni más faltaba don Hermes, esperamos que Betty se restablezca pronto, que no sea nada grave...cuando Vd pueda, viene y hablamos.
Don Hermes.- Por desgracia si lo es, y en varios meses no vamos a ver la luz. Adiós señores.
Don Hermes al salir repara en Mario Calderón que ha asistido a la escena pálido y descompuesto. Se le queda mirando y le dice :
Don Hermes.- ¿No será Vd por casualidad Mario Calderón?....
Calderón.- Si señor, yo siento mucho la enfer...
No pudo terminar la frase, un puñetazo de don Hermes se lo impidió, dejándolo en el suelo, sangrando por la nariz y la boca . Hecho esto, el papá de Betty abandonó Ecomoda.
Daniel Valencia había asistido a toda la escena con un aire divertido, al ver salir a don Hermes, mientras que Calderón se limpiaba la sangre con un pañuelo, soltó al tiempo que se levantaba para irse, una de sus acostumbradas ironías.
Daniel.- Divertida escena Armandito, digna de un payaso de tu categoría... Lo mismo digo Calderón... Roberto me llamas con cualquier cosa... Por cierto parece que “tu bella genio” Armando, se enfermó de veras... supongo que denunciará al cirujano plástico que por poco la mata ...
No le dio tiempo a decir más, el puño de Armando se estampó en su cara, con toda la ira, la fuerza y el rencor, que habían acumulado durante años. Daniel se tambaleó y cayó al suelo, porque no esperaba el golpe, y sin tiempo a reaccionar, sintió la cascada de puñetazos, que Armando le estaba dando en plena cara. Margarita y Marcela, gritaban horrorizadas, mientras don Roberto y Mario Calderón, intentaban separarlos.
Don Roberto.- ¡¡¡Armando, ya, ya!!!... Déjalo ya... ¡¡por Dios!!... Estoy cansado de todo esto... Vds dos se van a llevar bien, porque están condenados a entenderse, les guste o no....¡¡¡Armando he dicho que basta!!!....
Armando se retira de encima de Daniel y lo mira con odio :
Armando.- No vuelvas a humillar a Betty, porque te mato...
Daniel se levanta del suelo, con la cara llena de golpes, sangrando por la nariz, y con un corte en el labio.
Daniel.- Esto lo vas a pagar Mendoza, te juro que lo vas a pagar y muy caro.
Marcela corre llorosa a atender a su hermano y lo acompaña fuera. Doña Margarita recrimina a Armando y sigue a Marcela. Don Roberto mira con desilusión a su hijo, y le dice :
Don Roberto.- Vamos a la oficina, creo que aún hay cosas que yo no sé.
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Armando está sentado en el sofá de presidencia, lleva cerca de dos horas hablando con su padre, que lo escucha muy serio. Al principio casi no podía hacerlo, le horrorizaba desnudar su alma, frente a él, un hombre tan honrado e íntegro. Pero poco a poco lo fue haciendo, y le explicó paso por paso, toda la historia.
Don Roberto.- Armando ¿qué papel juega Marcela en todo esto?... Puedo entender que esa muchacha, te inspirase confianza y te apoyases en ella... pero ¿cómo fuiste capaz de engañar a tu novia?, ¿con la que te ibas a casar en unas semanas?...
Armando.- Papá yo no amo a Marcela, es más, hay momentos en que llego a detestarla, no la puedo soportar.... Yo no engañé a Marcela solo con Betty, yo hace mucho que no le soy fiel, por mi cama han pasado tantas mujeres, como se me han antojado... pero ella siempre perdona... siempre ....
Don Roberto.- ¿Y tú pensabas casarte y seguir con esa vida de infidelidad?...¿Es que no respetas nada?... ¿Por qué te comprometiste?...
Armando.- Por... por mamá, por ti , por Julio Valencia.... al principio yo creía amarla. Era la mujer perfecta para mí, bella, inteligente, hija de vuestro mejor amigo... justo lo que yo necesitaba... Los primeros meses fueron bien, la verdad es que tenemos muy poco en común, pero nuestra vida íntima era aceptable y hacíamos bonita pareja, solo había que asumir que eso sería toda mi vida....
Don Roberto.- Armando, yo no creo que tú hayas visto eso en casa, que tu mamá y yo seamos una pareja de conveniencia....No se de dónde has aprendido ese concepto del matrimonio, te has criado en una familia feliz y que se ama....
Armando.- Lo sé papá, pero lo vuestro..... yo creía que lo vuestro era la excepción.... nunca aspiré a tener nada igual... hasta que me enamoré de Betty...
Don Roberto.- No puedo creer que estés enamorado de esa muchacha, Armando. Estás lleno de remordimientos, por la canallada que le hiciste, pero eso no es amor....que tiene ella que le falte a Marcela....
Armando, mira a su padre por primera vez, en las dos horas que llevan hablando y con los ojos llenos de lágrimas, pero al mismo tiempo con infinita dulzura, le responde :
Armando.- Todo, papá, lo tiene todo.... Vale que ella no es bonita, ni elegante, ni tiene la posición social de Marcela... Pero es la mujer más especial que he conocido; ella es el amor, papá ; es la entrega sin pedir nada a cambio; es la generosidad sin medida ; es la dulzura y la ternura, encarnadas en la piel, más maravillosa que yo haya podido acariciar jamás... es preciosa, papá... ella nunca me reclamó nada, y mira que le hice barbaridades. Mi Betty siempre confió en mí, hasta el último momento y conociendo la maldita carta de Mario, ella maquilló el balance para salvarme, solo que luego nos oyó a Mario y a mí hablar de mandarla lejos....¡yo solo quería protegerla de Marcela, ella la odia!... ¡yo iba a dejar a Marcela, después de la junta y si Betty estaba acá, iba a pagar toda la furia de Marce!... pero Betty solo oyó parte de la conversación y creyó que yo seguía manipulándola y ya no lo soportó más..... decidió entregarme y entregarse a la Junta.
Don Roberto.- Sigo sin entender que te hizo ver esas cosas en Betty... ¿Es que Marcela no te apoyó, aún enfrentándose con su hermano, para que asumieses la presidencia?..... ¿No te perdonó los mil deslices, que tú mismo confiesas que has tenido?...
Armando.- Marcela me asfixia papá, me cela hasta en mis sueños.... Si estamos durmiendo y sueño algo agradable, que me hace sonreír, me despierta y me exige que le explique con que mujer soñé... a veces ni recuerdo lo soñado... Si por el contrario tengo una pesadilla, lo mismo me reclama, que de que me remuerde la conciencia... Me monta verdaderas persecuciones con la tonta de Patricia Fernández..... Ha martirizado a Betty, por el solo hecho de que ella me era leal y se negaba a entregarle mi agenda, por ejemplo.... Constantemente me llama al celular, me exige que cada noche vaya a su casa y si no lo hago se mete en la mía, no me deja espacio... ¡me ahoga papá, me ahoga!... Cuando me ve con otra mujer, se pone como loca, no atiende a razones, de que es una empresaria, o una modelo que hay que contratar, o que es casada... no la soporto papá, no la puedo resistir....
Don Roberto.- Y tú te refugias en Betty, porque ella es de la única que por su aspecto, Marcela no va a desconfiar....
Armando.- No papá, no... Yo sé que amo a Betty, que por primera vez en mi vida estoy profundamente enamorado... y Marcela también lo sabe, yo se lo dije.... desde que estuve con Beatriz no he vuelto a tocar a otra mujer, ni siquiera a ella... no puedo... yo no puedo engañar a mi Betty... Pero Marcela insiste, insiste... ella nunca se cansa... nunca... y yo ya no puedo más... no lo soporto.... Papá, si a Betty le pasa algo, yo me muero... y si no me muero, me mato...
Don Roberto.- Y vuelves a ser el cobarde de Armando Mendoza...¡que decepción hijo!.... Te daría igual el sufrimiento que pasaría tu mamá y yo mismo, si hicieses algo así... Mira como llegó hoy don Hermes, como se puede poner un padre, cuando ve la vida de un hijo en peligro .... ¡tan egoísta!...
Armando.- Papá, yo estoy muy solo... muy solo... no tengo a nadie.... las personas que más amo en la vida, Betty, mamá y tú... están sufriendo por mi culpa y yo no puedo hacer nada para remediar ese dolor... yo me quiero morir papá, no debería haber nacido....
Don Roberto.- Armando, nos tienes a mamá y a mí....
Armando.- No papá, no os tengo... Tú estás más preocupado por Ecomoda que por mí y lo entiendo, yo te he defraudado en lo más profundo de tu ser.... Mamá está terriblemente preocupada por Marcela, es su cómplice, la apoya, la escucha, la apoya... ella se avergüenza de mi.... y mi Betty, mi Betty me odia .
Don Roberto.- Y cuando estabas haciendo la barbaridad que estabas haciendo con la empresa...¿entonces no te acordaste de nosotros?, ¿entonces no estabas solo?
Armando.- No papá... estaba ella. Cuando llegaba por la mañana muy temprano, Betty ya estaba acá. Siempre tenía una respuesta, siempre tenía una solución, ella consiguió los préstamos a través de Terra Moda, para pagar la nómina.... ella estaba atenta a todos mis deseos. Trabajábamos hasta dieciséis y dieciocho horas diarias, muchas veces no la he dejado ni almorzar...Nunca se quejó, nunca protestó... Marcela, Hugo, Daniel, la tonta de Patricia Fernández la maltrataban a placer, ella podía haber renunciado, haber mandado al diablo todo esto, pero bastaba que yo le dijera –“la necesito Betty”- y ella siempre me decía –“aquí estoy don Armando, yo nunca le fallaré”....
Don Roberto.- Pero te falló... nos falló a todos...
Armando.- ¡¡No papá, no!!... Ella nunca quiso que se hiciese lo de las empresas, el embargo y demás... Siempre me insistía en que era un error, pero yo no le hice caso... especialmente, cuando Calderón me convenció para comprar aquellas telas en Panamá y resultó ser contrabando... Betty hasta última hora insistió en que tuviésemos cuidado, y yo no la quise escuchar... Luego solo había un modo de salvar Ecomoda, yo solo quería protegerla... y después Calderón, maldito sea, sembró en mi la duda, me hizo desconfiar de ella y sobre todo de Nicolás Mora, pobre hombre...
Don Roberto.- Armando, yo voy a hablar con mamá y bueno, eres mi hijo para lo bueno y para lo malo. Yo te quiero Armando, te quiero muchísimo más de lo que jamás sabrás, hasta el día que seas padre... Quizás tengas razón y te dejamos muy solo... ¿Por qué no te vienes a casa?... Allí tienes tu cuarto, estamos nosotros... podremos hablar, quizás podamos recuperar lo que parece que perdimos.... Y confía Armando, si esa muchacha te quiere, como tú dices, llegará el momento en que sea capaz de perdonarte y entonces tú podrás, volver a reconquistarla... si en verdad es eso lo que quieres... Pero creo que debes aclararte definitivamente con Marcela.... yo te voy a apoyar, desde luego que no te voy a empujar a un matrimonio desgraciado, por mucho que yo quiera a esa muchacha....
Armando se levanta y con la cabeza gacha se acerca a su padre. Con la misma actitud de indefensión que cuando pequeño, buscaba su abrazo protector, ante algo que lo asustaba.
Armando.- Papá perdóname, por favor, dime que me perdonas....
Don Roberto se rindió ante ese hombretón de metro ochenta, que lloraba como un crío delante suya. No pudo menos que recordar, a aquél niño guapo y adulador, que con su sonrisa conseguía de él cualquier cosa.
Don Roberto.- Claro que sí hijo, claro que sí... como no te voy a perdonar...
Armando.- Papá ¿me das un abrazo, por favor?...¡lo necesito tanto!...
Don Roberto abraza a su hijo con fuerza, incluso le acaricia el cabello. Mientras que Armando se deshace de nuevo en llanto :
Armando.- Tengo tanto miedo, Dios mío, tanto miedo...Por favor que no le pase nada a Betty, que no le pase nada....
Don Roberto.- Ten fe hijo, ten fe y reza.... ya verás como todo se arregla.
(CONTINUARÁ....)
Armando estaba muy nervioso, sabía que iba a volverla a ver, aunque fuese por la pantalla del vídeo teléfono. No sabía si ella también le vería a él, así, que por si acaso, se vistió con esmero y con fastidio observó en el espejo las marcas que los golpes, habían dejado en su cara.
Aquella noche había dormido en casa de sus padres, pero tuvo que soportar estoicamente, la compañía de Marcela, a quién por supuesto, doña Margarita, invitó a cenar. Ella se pasó toda la comida, hablando mal de Betty con el beneplácito de su mamá. Armando no quería peleas, así que con la cabeza baja y apretando los puños, siguió comiendo sin decir nada :
Marcela.- Y que Armando ¿ya no la defiendes?... Pues ya sabes que dice el refrán “el que calla otorga”...
Don Roberto observaba a su hijo y como estaba haciendo esfuerzos, por tener la fiesta en paz, por no volver a pelear con Marcela y por respetar a su madre. Se sintió profundamente dolido por él, sobre todo cuando vio, una lágrima furtiva cayendo por su rostro. Él conocía a Armando, sabía como era su carácter, se parecía muchísimo a su padre, el abuelo por el que llevaba el nombre. Y apreció el esfuerzo por controlarse que estaba haciendo.
Don Roberto.- ¡Ya basta Marcela!....Me haces el favor y respetas a Betty, nadie merece que se le trate como tú lo estás haciendo.
Doña Margarita.- Pero bueno Roberto, ¿tú también estás de parte de ella?....y no le grites a Marcela.
Don Roberto.- Yo estoy de parte de la razón, hoy he sabido cosas que me han abierto los ojos...Y sobre todo estoy de parte de mi hijo, de mi sangre y ésa por mucho que yo te aprecie, Marcela... corre por las venas de Armando. Así que ya no se habla más en esta mesa de ese tema, porque a mi no me agrada y porque a Armando le hace daño... y punto...
Marcela.- ¡Roberto yo ... yo te quiero como a un padre, yo no entiendo por qué me tratas así...!... ¡No lo merezco!....
Don Roberto.- Quizás no lo merezcas... pero llevas días pidiéndolo a gritos... Estoy cansado de tu actitud y de la de Daniel, María Beatriz ni siquiera tiene actitud.... Yo conocí bien, muy bien a Julio Valencia... sé que se avergonzaría de vosotros....
Marcela.- Eso es un golpe bajo Roberto... –lo decía con los ojos llenos de lágrimas
Doña Margarita.- Roberto como puedes decir eso, por Dios. La estás haciendo llorar.
Don Roberto.- No era mi intención, pero vds empezaron a amargarnos la cena, a Armando y a mi... y me han provocado.
Marcela.- ¡Tú hijo hunde la empresa!, ¡Tú hijo la deja en manos de una desconocida!, ¡Tú hijo nos hace pasar la vergüenza social, de anular nuestro matrimonio!... ¡ viene borracho a la empresa!, ¡hay que sacarlo de un bar dónde lo estaban matando a golpes!... Esta mañana le destrozó la cara a Daniel... ¿y nosotros tenemos la culpa?.... de verdad Roberto que no lo entiendo, no lo entiendo... Y tú Armando ¡es que no dices nada!...
Ya habían llegado al postre, y todos lo rehúsan. Don Roberto se dirige al salón, y frente a una taza de café, siguen hablando.
Don Roberto.- De acuerdo Marcela, Armando se equivocó... sí, y nos metió a todos en un grave problema, de acuerdo.... y ahora ¿qué?.... ¿tengo que seguir maltratando a mi hijo?, ¿tengo que olvidarme de su dolor, de su humillación, de su fracaso?.... ¿es eso lo que Margarita y yo debemos hacer como padres?....
Doña Margarita.- Roberto, yo estoy sufriendo mucho por Armando... tú lo sabes bien.... no soporto todo esto que ha pasado, esa mujer lo embaucó, con su carita de mosca muerta....
Armando estalló, ya no aguantaba más :
Armando.- ¡¡No mamá, no!!....¡¡Yo fui quién la utilizó a ella!!...¡¡yo fui quien la engañé, quién la usó, quién la manipuló!!....¡¡Sólo yo tengo la culpa, solo yo!!... Entiende de una vez, que el único error de Betty, fue confiar ciegamente en mi y ser leal conmigo... ese fue su gran error...
Doña Margarita.- No me grites Armando....no me grites, respétame
Armando.- Perdona mamá... perdona... yo lo siento... pero estás equivocada, Betty es buena.... ella no es capaz de hacer daño ni a una mosca, vosotros no la conocéis... no la conocéis...
Marcela.- Es que no puedo entender ¿qué es lo que ha hecho contigo?, ¿qué clase de perversidades te ha permitido, que te tienen así de loco?...
Armando.- ¡Basta ya Marcela, por piedad!... ¡Basta ya!... No me obligues a decir lo que no quiero
Marcela.- ¿Qué?... A ver no te prives, di lo que tengas que decir... Acaso me vas a confesar que su aspecto es un disfraz, que oculta a una bella diosa, que te atrapó en su belleza...
Armando.- Pues si Marcela, justo eso.... Beatriz es preciosa, y mucho más mujer, de lo que tú has sido ni serás nunca... ¿contenta?.... Ella es la serenidad, tú el desasosiego.... ella es el amor, tú la obsesión y el compromiso... ella es la libertad, tú las cadenas y la asfixia... ella es la confianza y tú los celos desmedidos y sin razón... , ella es la entrega a fondo perdido y tú la exigencia constante, la obligación perenne.... ella me ha hecho sentirme amado, amado de verdad sin desear nada más, sin pedir nada a cambio... y yo... yo estoy loco por ella, solo pienso en su compañía, en sus dulces besos, en perderme en sus ojos, en volver a tenerla entre mis brazos... Se que no va a poder ser, que ella no me va a perdonar... pero también se que no voy a volver contigo, que lo nuestro acabó hace mucho tiempo... yo no te amo Marcela, y si nuestra relación sigue por este camino, puedo llegar a detestarte y no quiero eso... no lo quiero....
Marcela es incapaz de articular palabra, las lágrimas corren abundantemente por su cara. Don Roberto permanece en silencio, es consciente que Armando ha estado evitando aquella escena, pero que Marcela no le ha dejado opción.
Doña Margarita.- Armando esta conversación es para que la tuvieseis en privado... es vuestra intimidad....
Armando.- Marcela y yo no tenemos intimidad, ella la comparte con Patricia Fernández y contigo....
Marcela.- Acaso tú no lo haces con Mario... ¿ah?
Armando.- Tienes razón, pero eso ya acabó... hay una parte de mi intimidad que solo es mía y de Betty, y esa no me la pueden robar ... esa es solo mía y de ella ...
Marcela.- Armando yo sabré esperar, yo te perdono, se que has estado muy presionado, por los problemas de la empresa y que ahora estás confundido y lleno de culpa... pero todo esto pasará, las aguas volverán a su cauce ... y yo estaré esperando mi amor...
Armando mueve la cabeza con desespero y se levanta alzando las manos .
Armando.- ¿Es que no entiendes Marcela?, ¿Es que no entiendes?....Lo ves papá, es imposible, no razona, no admite... yo no lo puedo soportar más, no puedo....Me voy a acostar, mañana me espera un día muy duro, buenas noches....
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Cuando bajó a desayunar, vio con sorpresa que Marcela continuaba allí. Evidentemente había dormido en la casa, vestía una bata de su madre y se le veían los ojos hinchados por el llanto.
Armando.- Buenos días Marcela, buenos días papá....¿vas a salir?...
Don Roberto.- Si hijo, voy a acompañarte al juzgado....
Armando, sintió una gran paz interior, volvió a sentirse protegido por su papá, como cuando era niño, y le devolvió una agradecida sonrisa.
Armando.- Muchas gracias papá, te lo agradezco de verdad...
Marcela.- Yo me arreglo en unos minutos y les acompaño...
Don Roberto.- No Marcela, espera a que Margarita se levante y luego si quieren se van a la oficina.
Marcela.- Pero Roberto...
Don Roberto.- Pero nada... Anoche creo que todo quedó muy claro. Yo hablé con mi esposa hasta la madrugada, y ella también ha entendido... Está muy afectada por lo mal que lo has pasado, tú mamá no era consciente Armando... solo quiero que sepas, que puedes contar con nosotros. Esta familia va a salir adelante, ya verás... Marcela tú eres parte de nosotros, pero no queremos que Armando y tú os veáis abocados a una desgracia, piensa las cosas... yo creo que lo primero que debes hacer es botar de tu casa, todo recuerdo de la boda y de Armando, y comenzar a mirar hacia delante... Ecomoda te necesita al 100%.... y nosotros también....
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En la sala del juzgado se encontraban los abogados de Terra Moda, el Dr. Santamaría, Nicolás Mora, don Roberto y Armando. En cuanto que llegó el juez, después de exponer que aquella circunstancia era excepcional, dado el estado de salud de la otra parte, se comenzó la vídeo conferencia.
Cuando todos los que la conocían la vieron se quedaron boquiabiertos “¿aquella era Betty?”..... No quedaba ni rastro del capul, las gafotas, el vello facial o los brackets.... Frente a ellos, recostada en una blanca cama de hospital, un poco incorporada por unas almohadas, estaba Betty.
Armando se quedó mudo, su Betty estaba preciosa, él ya lo sabía, la amaba de cualquier modo, solo deseaba abrazarla, besarla y protegerla. Ella estaba tan pálida, se le veía tan mala cara y eso que estaba algo maquillada, eso si, muy suavemente. Su brazo izquierdo descansaba inmóvil junto a ella, perforado por varias agujas, que permitían el goteo constante de medicamentos, suero y .... Armando entornó los ojos – “¿aquello era una bolsa de sangre?..... ¿por qué le estaban haciendo una transfusión a Betty?... ¿por qué?”.... A su lado sentados, estaban doña Julia, don Hermes, Catalina Ángel y un hombre de pelo canoso, que debería ser el abogado ese que contrataron....De pronto la voz de ella, muy débil, pero con firmeza se escuchó en la sala...
Betty.- Señor juez, lamento profundamente no poder estar presente en Bogotá. Por los certificados médicos, se habrá dado cuenta que es del todo imposible.
Juez.- Lo sé, señorita... Estese tranquila, mi mujer pasó hace dos años, por unas circunstancias similares a las suyas, sé lo que Vd está sufriendo. Pero sea valiente, como solo las mujeres saben serlo y verá como todo sale bien, ya verá.
Betty.- Muchas gracias señoría, confío en Dios...yo voy a poner todo de mi parte... Bueno sólo decirle, que he llegado a un acuerdo con los representantes legales de Ecomoda, por seis meses. Hemos firmado un proceso de conciliación y queremos rogarle que detenga el proceso de remate de la empresa. Estoy segura que este tiempo, Ecomoda se levantará de sus problemas y cumplirá sus obligaciones con... con Terra Moda y los demás acreedores.
Juez.- Podían haber evitado llegar a este punto del proceso... la administración de justicia no es algo para jugar....
Betty.- Lo sabemos doctor, solo que el doctor Mendoza y yo, fuimos tan torpes, que dejamos que problemas personales se mezclaran con los laborales, y esto casi se nos fue de las manos... y luego mi problema de salud... Pero ya está todo solucionado, todo está en orden... sólo que Vd, señoría nos conceda la prórroga....
Juez.- ¿Qué dice la otra parte?... ¿Se comprometen a cumplir las obligaciones con Terra Moda, en el plazo de seis meses?
Armando.- Sí señor Juez, peso sobre peso, con mi vida si es preciso yo le cumpliré a la doctora Pinzón... se lo juro....Ecomoda cumplirá...
Juez.- Bien pues conforme, concedida la prórroga...Señorita que se mejore, y que todo siga su curso....¡Felicitaciones!
Betty.- Gracias señor juez.... gracias....Señoría podría hablar un momento a solas con el doctor Roberto Mendoza, por favor, ya que tenemos esta facilidad de la video conferencia... veo que él está ahí....
El juez aceptó y todos salieron de la sala, al tiempo que en el hospital, también dejaban sola a Betty. Armando supo entonces, que ella también lo estaba viendo y mirando fijo a la pantalla le sonrió dulcemente, Betty le retiró la mirada. Armando se quitó del ángulo de la cámara, de modo que ella no lo veía, pero permaneció en la habitación. Se siente muy angustiado, aunque la voz de Betty es serena y firme, ella ha tenido que parar muchas veces para tomar aire, como si estuviese agotada tras una larga carrera. Cada uno de esos suspiros angustiados de ella, queriendo que más oxigeno llegue hasta sus pulmones, han sido para él como pinchazos de dolor. Su Betty está realmente enferma y él se siente muy mal y muy culpable.
Don Roberto.- Betty ¿cómo se encuentra?....¿qué es lo que tiene?, ¿necesita que le mandemos un buen médico?, ¿qué se la traslade a otro hospital mejor?.... Nosotros no nos portamos bien con Vd, cuando se marchó, ni después en su ausencia...estábamos ofuscados y horrorizados por el estado de la empresa, el embargo.... Pero ya Armando nos lo explicó todo, sabemos que Vd solo quiso ayudarlo, aunque no estaba de acuerdo....le pido disculpas Betty, a Vd y a su familia y le estamos infinitamente agradecidos por su ayuda, aunque somos conscientes, que nuestro comportamiento con Vd fue de lo peor...
Betty.- Don Armando ¿le contó todo?... ¿todo?.... ¡que vergüenza, Dios mío!... ¡que pena con Vd y con doña Margarita!... Yo les llevo sobre mi conciencia a los dos, de nuevo les pido perdón, me porté muy mal, pero le juro que lo he pagado, lo estoy pagando con creces ...
Don Roberto.- No se torture más Betty, Vd debe centrarse ahora en su salud, en recuperarse... Armando está muy avergonzado con lo que pasó, mucho, está destrozado Betty... rompió definitivamente con Marcela, Vd mejor que nadie, sabe que él no la amaba hacía mucho tiempo...
Betty.- Yo lo siento, siento mucho que terminaran... yo no debí meterme con él... no debí nunca, me dejé llevar... lo siento de verdad....
Don Roberto.- No Betty, es lo mejor que pudo pasar, mejor que un matrimonio fracasado... pero dígame ¿qué tiene?, ¿qué fue lo que le pasó?...
Betty.- Yo.... yo tengo mucha anemia, mucha... y tuve una hemorragia espontánea y perdí más sangre, por eso me están haciendo una transfusión. Solo hablar me agota, por eso no me dejan moverme, dice el doctor que me recupero muy lentamente, porque estaba muy desnutrida... la verdad es que en los últimos meses, me alimenté muy mal...¡había tanto trabajo!...
Betty cierra los ojos y respira profundamente, es evidente que todo aquello la tiene agotada. Toma aire de nuevo y dice :
Betty.- Don Roberto confíe en don Armando, él se equivocó, pero todo lo hizo por salvar Ecomoda... él ama esa empresa y seguro que ha aprendido de sus errores. Y confíe también en Nicolás, les puede ayudar mucho, es un excelente profesional. Hasta pronto doctor... y de nuevo le pido que me perdone...
Don Roberto.- Cuídese Betty, cuídese....ya hablaremos....y déjeme decirle que está Vd preciosa, muy linda, de verdad...
Betty sonríe y oprime la perilla con el timbre que tiene en la mano derecha. Enseguida entran todos, y termina la video conferencia.
Armando, lo ha escuchado todo y tiene que hacer esfuerzos para no llorar, se siente tan mal.
Armando.- Papá....¿ves como es de especial?... ¿lo ves?... Con lo que yo le he hecho y aún me defiende... Ella me ama de verdad, yo lo sé, yo lo sé...
Don Roberto.- Demuéstrale que eres digno de su confianza de nuevo. Demuéstranos a todos, que Betty no se equivocó al pedirme que volviese a creer en ti...
Armando.- Lo voy a hacer papá, te juro que lo voy a hacer...
(CONTINUARÁ...)
Al día siguiente a la visita al juzgado, se personó en Ecomoda el doctor Enrique Botero, el abogado que habían contratado en Cartagena, para que llevase los asuntos de Betty. Junto con él y con Nicolás Mora, fueron visitando uno por todos los bancos, con los que tenían obligaciones. En unos con más facilidad, en otros con menos, pudieron ir convenciéndolos, para que les ampliasen las prórrogas, siempre con el aval, de que de todo respondía la doctora Pinzón, que en esos momentos tenía problemas de salud, pero que en su lugar estaba el doctor Mora, con todos los poderes otorgados por ella.
Tranquilizados los bancos y manteniendo la situación jurídica de las dos empresas, solo quedaba volver a ponerse manos a la obra, para recuperar aquellas dos semanas de caos, desde que se descubrió todo.
Roberto sabiendo el deseo de Daniel Valencia de vengarse de Armando, ahora probablemente apoyado por sus hermanas, decidió asumir la presidencia de la empresa, para evitar los enfrentamientos. Mantuvo una reunión privada en su casa con Armando, Calderón y Nicolás Mora, dónde les expuso su idea y que ellos aceptaron.
Don Roberto.- Miren, mi deseo sería que Armando volviese a retomar la presidencia de Ecomoda, creo que ya ha aprendido de sus errores, y muy a mi pesar debo reconocer, que aunque poco ética, la creación de Terra Moda, fue la única salida, para salvar Ecomoda de la quiebra. Pero también saben cuales son las intenciones de los Valencia, ahora aún más fuertes, después que se rompiese el compromiso entre Armando y Marcela. Así que yo voy a asumir la presidencia, pero solo de cara a la galería... Armando volverá a ser vice-presidente ejecutivo y continua siendo el representante legal de Ecomoda, así que él será quién siga manejándolo todo, claro que yo estaré a su lado... ¿Les parece?...
Armando.- Gracias papá, por devolverme tú confianza, esta vez no te defraudaré, lo prometo. Haré lo imposible por recuperar todo lo que por mi mala gestión se ha perdido....
Don Roberto.- Nicolás, Vd seguirá siendo el gerente general de Terra Moda, con todas las atribuciones, y deberá trabajar hombro con hombro con Armando, deseo que Vd aprenda el manejo de Ecomoda, cuando Terra Moda, deje de tener sentido, Vd será una pieza fundamental de la planta ejecutiva. Ocupará la oficina de Olarte. Mario, he estado tentado a pedirte que desaparecieras de nuestras vidas, me asquea lo que hiciste y no me gustas demasiado, pero eres un buen ejecutivo y te necesitamos, de momento seguirás como Vicepresidente comercial.
Nicolás asiente con la cabeza.
Calderón.- Gracias Roberto, yo lamento mucho todo lo que ha pasado y me esforzaré porque Ecomoda se recupere.
Don Roberto.- Nicolás, en cuanto vuelva don Hermes, le dice que le quiero ver en Ecomoda. Le voy a nombrar Contable General de la empresa, entiendo que este buen hombre quiere limpiar el honor de su familia, pero no voy a consentir que trabaje gratuitamente, más sabiendo que los cuidados que su hija necesita, costarán bastante .... tendrá el sueldo que le corresponda a su trabajo.
Nicolás.- No se preocupe don Roberto, a Betty no le va a faltar de nada, eso se lo aseguro yo, no va a necesitar nada de Vds.
Armando.- Nicolás, yo lo entiendo, pero no sea terco... Ella se fue sin un peso, ni siquiera cobró la liquidación que le correspondía. Su papá tampoco estaba bien económicamente, y Vds devolvieron hasta el último céntimo de Terra Moda... ¿de que van a vivir ella y doña Julia?... Y máxime ahora que ella está enferma y no puede trabajar, aunque tengan ahorros, eso no alcanza para mucho... Dígale que nos permita ayudarla...
Nicolás.- Sobre mi cadáver, doctor Mendoza. Que tengamos que trabajar juntos, no va a impedir que yo olvide lo que Vd le hizo a Betty. Ella no va a recibir ni un peso de Vd, porque yo no lo voy a permitir. Mire, desde que terminé en la Universidad, hace siete años, he estado desempleado, viviendo de lo poco que da la panadería de mi mamá, y vea aquí estoy, enterito y sin que me falte nada. Ahora que voy a tener un sueldo de ejecutivo, muy bien puedo seguir viviendo como hasta ahora, y enviárselo entero a Betty y a doña Julia, con eso y con la venta de la casita, podrán aguantar hasta que Betty se recupere... Ella lo único que necesita de Vd, es que la deje en paz, solo eso...
Armando agachó la cabeza avergonzado y en el fondo de su alma, admiró a aquél joven, que era capaz de tanta generosidad. De nuevo estaba aprendiendo otra lección, la dignidad de las personas, no se compra con dinero, no tiene precio. Y aquella gente, era gente digna... muy digna.
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Mientras tanto en Cartagena, Betty ya había abandonado el hospital. La anemia persistía, aunque el nivel de glóbulos rojos había subido algo. La presión arterial estaba controlada, pero el riesgo de aborto seguía ahí. El cuello del útero permanecía dilatado, y aunque muy pequeñas, aún tenía algunas perdidas. El embrión permanecía implantado y con un desarrollo normal. Como decía el médico, era un bebé muy terco, que estaba empeñado en prosperar.
Michel y Catalina les habían alquilado una casita de dos plantas, en una tranquila urbanización, a pie de playa. El alquiler era un poco alto, pero Catalina se empeñó en colaborar, y cuando aquella mujer insistía con algo, no había modo de convencerla.
La casa que por delante tenía un pequeño patio de acceso, a la espalda terminaba en un amplio porche, sobre la misma arena de la playa, a escasos 20 o 30 mts de la orilla del mar. La gran sala, tenía amplios ventanales por donde entraba la luz a raudales y desde los que se veía el mar. En el porche habían instalado una amplia y cómoda tumbona, repleta de almohadones, para que Betty pasase allí la mayor parte del tiempo, podría hacer su reposo al aire libre y frente a su amado océano.
Ella palmoteó emocionada, cuando Michel la alzó de la silla de ruedas y la colocó con cuidado, mientras doña Julia y doña Catalina, le acomodaban los almohadones. Junto a ella, vio una pequeña mesa de servicio, con un teléfono, un fax y un pequeño ordenador portátil, que enseguida advirtió, estaba conectado a internet.
Catalina.- No vaya a protestar Betty, le esperan muchas horas aquí en reposo, y tanto Michel como yo, sabemos que su hobby, no es precisamente el punto de cruz... Desde aquí sentada, podrá, vía internet colaborarle a Nicolás, si así lo desea, y eso no le supondrá fatiga .
Betty.- Doña Catalina ¿cómo podré pagarle alguna vez todo lo que está haciendo por mí?
Catalina.- Es fácil, con dos cosas : la primera deje de llamarme “doña”, soy Catalina o Cata, como prefiera. La segunda, prométame que seré la madrina de ese bebé tan terco, que se empeñó en nacer a pesar de tenerlo todo en contra.
Betty.- Eso lo puede tener por seguro do... Catalina, Vd será la madrina de mi niño, si Dios quiere que todo acabe bien...
Catalina.- Seguro que será así seguro...
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Los meses fueron pasando. En Ecomoda las cosas funcionaban como era de esperar. Roberto veía admirado, como había cambiado su hijo, pero se apenaba al ver el dolor en sus ojos, más de una vez lo sorprendía acariciando y mirando embelesado una pequeña foto, a la que le hablaba, supuso que era de Betty.
Marcela lo seguía acosando, sin descanso. Roberto empezó a entender de primera mano, a que se refería Armando, cuando le explicaba que ella lo obligaba a vivir en la asfixia. Hacía un par de semanas, Mario Calderón trajo a la empresa una joven empresaria venezolana, muy bella, que venía interesada en adquirir la franquicia de Ecomoda, para su país. Esta política comercial de las franquicias, la había recomendado Betty hacía mucho, antes de que pasara todo lo que pasó. Ahora en la necesidad de mover volumen de ventas, para generar beneficios, ella a través de internet, le envió a Nicolás un completo informe, que se expuso y se aprobó en la Junta, claro siempre con la negativa y las críticas de los Valencia. Calderón se dedicó a hacer viajes cortos a países que pudiesen estar interesados y entre ellos estuvo Venezuela.
La mañana que Alejandra Zing, llegó a Ecomoda, Armando la recibió educadamente y la estuvo acompañando por las instalaciones de la empresa. Roberto que estaba en el taller de Hugo, no pudo evitar oír y ver como Patricia Fernández, corría a informar a Marcela, que Armando se estaba paseando muy complaciente con una “lagarta” que le había traído Mario Calderón.
La reacción de la obsesiva Marcela, no se hizo esperar. Cuando Armando y Alejandra llegaron al taller, y estaban saludando a don Roberto y a Hugo, que le iba a mostrar sus últimos diseños, Marcela seguida de la “peliteñida”, se les presentó, y mirando con odio a la venezolana, comenzó a abrazarse a Armando, y a intentar besarlo.
Armando desesperado, volvió a eludirla, con un asqueado –“ya Marcela, ya... déjame en paz, por favor”- y ella le volvió a hacer la típica escena de celos, quedando en evidencia delante de Alejandra, que la miraba asombrada.
Don Hermes acudía puntualmente a Ecomoda, cada mañana. Armando lo veía bajar del bus acompañado de Nicolás, y los saludaba con un afable “buenos días”, al que ellos respondían con sequedad, pero muy educadamente. Por las muchachas del Cuartel, supo que había vendido su casita del barrio de Palermo, y que se había trasladado a vivir, a una pequeña habitación que la mamá de Nicolás, le había alquilado, sobre la panadería. Había aceptado cobrar un sueldo, porque realmente lo necesitaba. Pero solo cobraba tres semanas, de las cuatro que formaban el mes, ya que la cuarta semana se iba a visitar a su hija y a su mujer, y no aparecía por la empresa. El viajar en avión era impensable, así que lo hacía en tren o en bus, lo que le suponían casi toda la noche de viaje, desde Bogotá hasta la costa.
Aquella mañana la luz entró por primera vez en presidencia, después de muchos meses. Catalina Ángel, fue a Ecomoda para hacerse cargo del primer lanzamiento después de la crisis. En este lanzamiento, se presentarían no solo los diseños exclusivos de Hugo, sino también una línea prêt a porter, que por primera vez se iban a arriesgar a sacar. Necesitaban mover volumen y eso solo lo conseguirían, ofreciendo buenos diseños y buena calidad, a gente común. Hugo protestó lo suyo, pero se apresuró a aceptar, cuando Roberto muy serio, le dijo que si no se sentía capaz de hacerla, se lo comunicara rápido, pues estaba en conversaciones con Bettina Spitz, y a ella le había encantado la idea.
Cuando Catalina vio a Armando, se quedó realmente impresionada. No pudo menos que sentir compasión por él. Estaba muy delgado, podría haber perdido unos diez kg, en los últimos cinco meses. El pelo castaño, se había vuelto plateado en las sienes, lo que le hacía parecer mayor, y las ojeras pronunciadas, delataban que hacía mucho que no dormía bien.
Armando.- Catalina, ¿cómo estás?... desde la última vez que hablamos, ni siquiera me atrevo a mirarte a la cara. Todo lo que dijiste era verdad, soy un canalla y no tengo perdón de Dios. Pero te agradezco infinito que vengas a trabajar con nosotros, se que lo haces por colaborarle a papá y ..... y a Betty . Mi padre aún no ha llegado, hoy vendrá más tarde, si no te molesta, puedes esperarlo acá, yo... yo te dejo, sé que no te es grata mi presencia .... ¿quieres tomar algo? ....
Catalina.- No Armando, no quiero tomar nada, gracias. Y sí, esperaré acá a tu papá. Es cierto que me hago cargo de esta colección por tu papá y por Betty, pero no me molesta tu presencia. Ha pasado bastante tiempo y si ella te perdonó, yo no tengo por qué ser menos ....
Armando cae sentado en la silla de su escritorio, y ante una asombrada Catalina, empieza a llorar como un niño, con una angustia que parte el alma.
Catalina sorprendida, se acerca a él y le acaricia la cabeza .
Catalina.- Armando por Dios, serénate.... Creo que te va a venir bien hablar un poquito conmigo.... Tranquilízate por favor, ya hombre, ya.....
(CONTINUARÁ....)
Catalina estaba estupefacta, ver a un hombre como Armando, llorando de aquél modo y totalmente abatido, la tiene sorprendida. Le deja llorar, mientras le acaricia el cabello, hasta que parece que él se va tranquilizando.
Armando.- Discúlpame Cata, discúlpame.... ¡que pena contigo!... pero lo estoy pasando muy mal, muy mal y ....
Catalina.- Pero Armando, todo está saliendo adelante. Ecomoda, va a salir en breve de la crisis y volverá a vuestras manos. Me consta que en esta ocasión, tú gestión está siendo impecable...
Armando.- ¿Y que demonios me importa a mi Ecomoda?... ¡Estoy hasta aquí de esta maldita empresa! ... Por culpa de ella y por mi egoísmo, dañé a las personas que mas amo ... por esta dichosa empresa ... le hice daño a ella, un daño irremediable .... Betty, mi Betty está enferma por mi culpa... y yo no puedo hacer nada ... no la puedo visitar, no la puedo ayudar, ni siquiera puedo preguntar por su salud ... nadie me dice nada , solo que está muy grave, que no se puede mover , que casi se muere ... esta angustia , esta incertidumbre , me está matando .... me está matando Cata , ya no puedo más ....
Catalina.- ¡Armando, por Dios! ....
Armando.- Yo se que fui un cerdo, un canalla, por prestarme a ese maldito juego que ideamos Calderón y yo... pero las cosas cambiaron por el camino, Cata, cambiaron... yo me enamoré de Betty... me enamoré por primera vez en mi vida ... yo se lo dije, de verdad, cuando estuve con ella en la intimidad, yo no la engañé, te lo juro por lo más sagrado, que es el amor que le tengo ... Yo iba a dejar a Marcela .... cuando pasase aquella maldita junta .... Yo la adoro, desde que estuve con ella no he vuelto a tocar a ninguna otra mujer, ni siquiera a Marce, es más hace meses que le terminé ... pero no he podido explicarle, no he podido hablar con Betty ... ella leyó aquella horrible carta y yo no pude defenderme, decirle la verdad ... demostrarle mi verdad ....
Catalina está escuchando horrorizada –“¿será cierto que Armando se enamoró de Betty?”- , desde luego lo parece . En los años que hace que lo conoce, nunca pensó en verlo así .
Catalina.- Armando, Betty está muy delicada, eso es cierto ... pero no va a morir , está luchando como una jabata por su vida y por .... y por recuperarse, sigue los consejos del médico al pie de la letra .... Está muy bien atendida, estate tranquilo. Su mamá no se separa de ella para nada .... Betty es muy terca y se ha empeñado en salir adelante , como su .... bu...bu... bueno lo que te digo , es una mujer increíble, que está pasando un duro momento en su vida, pero que lo va a superar... ya lo verás . Ten esperanza .
Armando .- Pero que enfermedad tiene, nadie me explica nada ....
Catalina.- Mira Armando, yo no estoy autorizada para decirte, cuál es el problema principal de Betty... Te vas a enterar dentro de un tiempo, irremediablemente lo vas a saber, pero yo no te lo puedo decir... El día antes de venirnos para Bogotá, estábamos en un centro comercial, comprando algo de ropa, habíamos ido al dentista para que le quitasen de una vez los dichosos brackets y esperábamos para recoger unas gafas nuevas .... En una de las tiendas, Betty se indispuso, se puso muy mala, con unos dolores muy fuertes y empezó a sangrar mucho .... la debimos llevar en una ambulancia al hospital, perdió mucha sangre ....
Armando.- Pero ¿por dónde sangraba?... Una hemorragia espontánea ¿por dónde?....
Catalina.- Como te explico ... ha sido un grave problema ginecológico, cosas que a veces nos pasan a las mujeres. A ella se le complicó con una gran anemia, un fuerte agotamiento y .... y su estado de ánimo, que como comprenderás no era el mejor. Se le disparó la presión arterial y estuvo a punto de darnos un serio disgusto, pero ya pasó todo .... gracias a Dios, todo va bien, solo debemos esperar un poco más ....
Armando.- ¡Yo la reventé a trabajar, muchos días ni siquiera me ocupaba de que comiera o no!... Solo la quería a mi lado, como mi sombra... Ella pagó mis malos humores, ella soportó mis gritos, ella era mi desahogo en medio de tanta presión ... siempre dulce, siempre amable, siempre sonriendo... por eso cuando empezó a rechazarme, a darme celos con Nicolás .... ¡me volví loco Cata! ... ¡mi Betty ya no era mía! ... Otro tenía su sonrisa, su atención y quizás hasta sus dulces besos .... ¡Dios mío lo hice tan mal, lo he hecho tan mal toda la vida! ... Ella debe odiarme, debe odiarme y no es para menos...
Catalina.- Armando, Betty no te odia .... es más, ella ya te perdonó, hace mucho. Antes de volver a Bogotá .... ella no se podía enfrentar a todo lo que le esperaba con el corazón lleno de rencor. Fuimos juntas a las Islas del Rosario, es un lugar mágico y especial, allí frente al mar, Betty te perdonó ... yo fui testigo ... Además Armando, yo no se si Betty y tú volveréis a estar juntos, no sé lo que la vida os depara, pero si sé, estoy convencida que vosotros estáis condenados a entenderos ... hay algo en vuestra relación, en vuestra historia, que os va a mantener unidos para siempre ....
Armando asiente agradecido y en ese momento don Roberto entra en la oficina.
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Desde aquella conversación con Catalina Ángel, Armando se sintió mejor. Aquella mujer tenía la capacidad de trasmitirle serenidad. Ella lo observaba constantemente y vio como él había cambiado. La sombra de tristeza, no desaparecía de sus ojos y cuando quería sonreír, la sonrisa se le convertía en una mueca forzada. Sin embargo advirtió que casi no gritaba, que trataba a todos con respeto y pedía las cosas por favor, y sobre todo que le brillaban los ojos como a un niño, cuando en alguna de las reuniones, Nicolás Mora informaba de consejos, sugerencias o ideas que Betty había aportado desde su retiro forzoso, vía e-mail.
En aquellos días previos al lanzamiento, el trabajo en Ecomoda, era como siempre agotador y Catalina, pasaba muchas horas allá concretando citas y organizándolo todo. Pudo ver como Armando llegaba cada día antes de las ocho de la mañana y se marchaba en ocasiones, cuando ya era de noche. Nunca salía a almorzar fuera, le traían algo sencillo a presidencia y allí comía, cuando lo hacía, porque la mayor parte de las veces, la bandeja volvía intacta a la cafetería.
Sólo había una cosa que lo alteraba y lo descomponía, los constantes asedios de Marcela, auspiciados por la tonta de la “peliteñida”.
Desde que comenzó esta nueva etapa de Ecomoda, y con la ausencia de Betty, Armando le rogó a su padre que cambiase a Patricia Fernández por otra secretaria que realmente trabajase. Al tratarse de una decisión de Roberto, nadie protestó, excepto claro está la propia Patricia, que pasó a ser secretaria de Marcela, mientras que Mariana ocupó su lugar.
La sensual morenita demostró con creces su valía profesional y se hizo indispensable para Armando. Él se vio sorprendido, porque muchos de los detalles que Betty tenía con él, Mariana fue capaz de reproducirlos casi a la perfección... –“¿cómo lo conseguía?”-
Un día, hacía como dos meses, vio correr a todo el Cuartel camino del baño y no pudo resistir la tentación de ir a escuchar lo que hablaban.
Sofía.- A ver Mariana ¿cómo le va con su jefe?... Hay que reconocer que don Armando ya no grita como antes y eso se agradece... Ahora hasta pide las cosas por favor.
Mariana.- ¡Ay mija, pues me va muy bien!... Nada que ver con doña Marcela, que desde que él le terminó anda de los nervios y no hay quién la aguante. Don Armando es todo amabilidad, es muy fácil complacerlo....¡menos mal que Betty nos lo dejó domadito!... Sino ¡que estrés, mija! ....
Armando no pudo evitar sonreír, realmente Mariana tenía razón, Betty lo dejó “domadito, domadito”...
Inesita.- Pero bueno muchachas, nosotras estamos aquí para otra cosa. Vamos a ver, Mariana atienda a Berta y a Sofía, que son las que conocen bien las costumbres de don Armando.
Berta.- Mire Mariana lo del tinto a las ocho, ya lo sabe ¿cierto?... Bien, recuerde que no se debe pasar a presidencia, bajo ningún concepto sin tocar a la puerta... La agenda debe estar siempre al día, y aparte de la copia que Vd tiene en el computador, don Armando debe tener el librico guardado en el segundo cajón de su escritorio, hacia la derecha... ¿entendió?
Sofía.- Aunque esté trabajando, Mariana, debe estar siempre pendiente de la entradas imprevistas de doña Marcela que lo alteran mucho, debe imaginar cualquier cosa para prevenirlo y que ella no lo sorprenda... Don Armando siempre debe saber, que doña Marcela está a punto de cruzar su puerta, como ella no llama... Nosotras siempre avisábamos a Betty, por el teléfono interior, pero ahora allá dentro no hay ningún enlace... así que debe estar muy atenta ....
Mariana.- Pero don Armando ya no anda con modelos, ni con otras mujeres, ya no hay peligro....
Berta.- De momento mija “que la cabra siempre tira al monte” y Vd debe estar entrenada. De todos modos, Doña Marcela con sus reclamos y su perseguidera, lo pone de los nervios y su deber es colaborarle a su jefe en todo. Recuerde que Betty lo cuidaba mucho, ahora la obligación es de Vd Mariana, se lo debe a Betty, ella seguro que le agradecería que lo atienda como él se lo merece...
Sandra.- Diga que sí Berta, don Armando es un poco “fiera” o “hiena” como dice Vd Sofía, pero es un buen jefe, y siempre nos ha defendido... y sobre todo miren como defendía a Betty, nosotras se lo debemos, tenemos que cuidar de él. Además se quitó de encima a la “peliteñida” ésa, y eso se merece un premio....
Sofía.- Sí pero la sentaron al lado de su escritorio Sandra....
Sandra.- ¡Ay si que horror!, pero la verdad es que la veo poco...entre que nunca llega a su hora y luego se la pasa chismoseando con doña Marcela, apenas si noto su presencia.
Berta.- Sandra Vd es la que más cerca está de la “peliteñida” y de doña Marcela, tiene que estar atenta a cualquier jugada que la vayan a hacer a don Armando, que de esas brujas yo no me fío un pelo...
Armando estaba emocionado, aquellas mujeres, a su manera, como sabían y eran capaces, se desvivían por él y le querían. Además lo cuidaban por lealtad a Betty, ellas no sabían que había pasado, debían estar como locas por la curiosidad, y sin embargo les bastaba saber que Betty se preocupaba por él, para que ellas lo hiciesen, quizás pensaban que era un modo de perpetuar su presencia.
Inesita.- Recuerde una cosa mija, Vd es “secretaria” y esa palabra viene de “secreto”... Betty siempre le guardó sus secretos al doctor, por mucho que Vds le quisiesen tirar de la lengua. Vd debe hacer lo mismo, chitón Mariana, punto en boca.
Mariana.- Descuide Inesita, eso lo tengo muy, pero que muy claro. Seré una tumba, con las cosas del doctor.
Sofía.- Ah y otra cosa niña, Vd debe ser imprescindible para el doctor, él no puede necesitar una nueva Asistente de Presidencia ....
Mariana.- Pero Sofía, yo no soy economista como Betty, ni tengo su preparación...
Sofía.- No se preocupe porque ese área lo cubre mi jefe, el doctor Mora. Don Armando no debe echar de menos la ayuda y el apoyo de Betty, y Vd no debe aspirar a ese puesto... Ese sitio es sagrado, solo le corresponde a Betty. Ella salió de aquí de muy mala manera, yo no sé por qué... Pero la empresa no va a ocupar ese sitio con nadie más, no va a hacer falta... nosotras nos ocuparemos... no lo vamos a permitir ...
Mariana.- Ni modo Sofía que yo aspire a sustituir a Betty, no amiguita, ese sitio es suyo....
Berta.- Si se ve agobiada por el trabajo pues nos lo dice y nosotras le colaboramos y si hay que quedarse un rato más nos quedamos, o venimos antes.
Sofía.- Mejor venir antes, porque sino serían contempladas como horas extras, si todas nos venimos una hora antes, serían a ver : Sandra, Mariana, Aura María, Berta y yo... Serían cinco horas de más todos los días.
Inesita.- Cuenten conmigo muchachas, yo me puedo estar en la recepción para que Aura María apure aquí hasta la ocho en punto, y allí les puedo recibir las llamadas .
Mariana.- Gracias muchachas, de verdad muchas gracias. Entonces mañana nos venimos a las siete ¿sí?...
Berta.- Por supuesto, ahora yo le cuento a Aura María, no pudo dejar sola la recepción porque Freddy salió a hacer gestiones de don Armando.
Sofía.- Muchachas Betty siempre dio la cara por nosotras, asi que esto es por ella....¡¡POR BETTY!!
Todas.- ¡¡POR BETTY!!...
Armando se retira apresuradamente, aquellas mujeres lo han emocionado. Desde luego que nadie iba a ocupar el lugar de su Betty, ni más faltaba. Mientras se dirigía a presidencia, sonrió, ahora entendía como Betty era capaz de avisarle, casi siempre, de la imprevista llegada de Marcela. El cuartel tenía un verdadero sistema de inteligencia interior, aquellas mujeres eran increíbles.
A partir del día siguiente, las muchachas del Cuartel llegaban a las siete en punto de la mañana, y para su sorpresa el doctor Mendoza llegaba con ellas, de ese modo, el tinto de las ocho se convirtió en el tinto de las siete, y cuando Marcela y los demás ejecutivos llegaban a la empresa, veían sorprendidos a todos trabajando en sus escritorios.
Hubo otra novedad, desde que Armando escuchó aquella conversación en el baño, todos los días hacia las diez de la mañana, llegaba un mensajero con seis rosas blancas, una para cada una de las muchachas del Cuartel. El primer día las rosas venían, dentro de unos elegantes jarroncitos de cristal, de esos muy finos que son para colocar una sola flor. Cuando Armando salió, las oyó a todas emocionadas, colocando sus jarrones en sus escritorios, y suspirando mientras olían las rosas.
Armando le encargó a Mariana, que sin falta cada día le comunicase el minuto exacto en el que la Peliteñida llegaba a la oficina, del mismo modo pidió a Gutiérrez que nada más tuviese, las hojillas de la nómina, de las secretarias de la planta ejecutiva, se la pasase de inmediato, antes que se hiciesen los cheques del salario del mes.
La “peliteñida” estaba indignada, alguien les mandaba cada día rosas a todas las secretarias excepto a ella, y esto la ponía frenética. Llegó a auto convencerse, de que eran ellas mismas, las que se hacían el envío, para mortificarla. En aquella mañana horrible, que todo le había salido mal, que se moría de hambre, porque desde el almuerzo del día anterior no había probado bocado, sólo había una alegría, era día de cobro y antes que las facturas atrasadas se cebasen sobre su sueldo, pensaba irse a comer a Le Noir y darse un gran festín.
Armando pidió a Mariana que reuniese en la Sala de Juntas a todas las secretarias de la planta ejecutiva, a Inesita, a Marcela, a Gutiérrez y a Nicolás Mora.
Las muchachas estaban nerviosas, durante el último mes, habían sido muy cumplidoras, el trabajo era tanto que ni tiempo tenían para un 911, -“¿qué querría el doctor Mendoza?”-, la verdad es que no tenían ni idea.
Armando.- Buenos días, los he reunido porque quiero que conozcan algunas decisiones, que con la aprobación del presidente, mi papá, he tomado. Lo primero es entregarle personalmente a las secretarias y a Inesita los cheques de sus salarios de este último mes....
Sofía.- Pero doctor, en el mío se han equivocado... perdóneme, don Armando, pero aquí hay dinero de más...
Berta.- También en el mío doctor... un pellizquito bueno, si señor... pero no, no corresponde con mi sueldo, de ningún modo...
Armando.- No Berta, no hay ningún error. Vds vienen trabajando una hora de más, todos los días, desde hace más de un mes, concretamente 45 días. Es decir han hecho 45 horas extras y me consta que en beneficio de la empresa, haciéndolas por la mañana temprano, para que nosotros no lo advirtiésemos y no nos viésemos en la obligación de pagárselas... Ecomoda las ha necesitado y las necesita como nunca, y Ecomoda es agradecida a sus empleados fieles. El aumento que ven en sus cheques, son lo que corresponde al trabajo extraordinario que han hecho....
Marcela.- ¡Pero nadie les pidió que lo hiciesen, ha sido voluntario!...
Armando.- El empleado fiel, no necesita que se le diga cuando es necesario, simplemente lo sabe y cumple con su obligación.... Gracias muchachas, de corazón se lo agradezco... Y si siguen viniendo temprano hasta que tengamos el lanzamiento, me van a ayudar mucho, como lo han hecho en estos días.
Todas.- Muchas gracias don Armando, muchas gracias
Inesita.- ¡Que Dios se lo pague don Armando!...
Patricia.- ¡Bueno pero esto es injusto, ¿por qué a ellas se le pide que hagan horas extras y a mi no?, yo las necesito más que nadie!
Armando.- A ver, Patricia “Tonta” Fernández, en los últimos 45 días, que es el tiempo en que me he propuesto personalmente, controlar su hora de llegada a esta empresa, no solo no ha llegado ni un solo día a las ocho de la mañana, sino que le debe exactamente a la empresa 32 horas y 45 minutos de trabajo... Evidentemente, estamos en nuestro derecho de despedirla, por continúo incumplimiento a su contrato con nosotros....
Patricia no era capaz de hablar estaba pálida, Marcela indignada salió en su defensa.
Marcela.- ¡¡Tú no puedes hacer eso Armando, no puedes despedirla sin más! – y dirigiéndose a las secretarias- ¿y Vds que hacen acá todavía? Esto ya no les incumbe... ¡¡¡fuera!!!
Armando.- No muchachas, Vds se quedan acá. ¡Ya basta Marcela, no te voy a tolerar ni uno más de tus desmanes con los empleados!. Lo mismo que durante meses, ellas y.... y Betty, tuvieron que soportar tus “agravios comparativos” a favor de tu amiga, ahora van a disfrutar de lo que tengo que decirle y ¡¡TU TE VAS A CALLAR, DE UNA VEZ POR TODAS!!...
Marcela.- ¡ Armando tú no me tratas así y menos delante de los empleados!
Armando.- Disculpa Marcela, pero es que le quitas la paciencia al Santo Job... Mire Patricia, en su cheque verá una considerable reducción del salario, todo está conforme a la ley laboral de nuestro país. En primer lugar se le han descontado las 32 horas 45 minutos de ausencia en su puesto de trabajo, y hemos considerado que es una “licencia sin salario” que Vd solicitó de la empresa. En segundo lugar, verá que en el sueldo base, hay un descuento de 15 %, que es el tanto por ciento de más que cobraba como secretaria de presidencia, cosa que ya no es. Y en tercer lugar verá otro descuento de un 10% como abono de los tres créditos que tiene pendientes con la empresa y que en algún momento de su vida deberá comenzar a pagar.... ¿Entendió?....
Patricia, deshecha en lágrimas :
Patricia.- Pero Armando por favor, si con mi sueldo no me llegaba ni para comer a diario, ¿cómo voy a hacer ahora?....¿ah? ¿dime como?....
Armando.- Estas mujeres que están sentadas aquí contigo, ganan menos que tú, llegan cada día a su hora, incluso antes, como estos últimos días, hacen su trabajo de modo impecable....¡tanto, óyeme bien, tanto!... que la empresa podría funcionar en sus manos, si fuese necesario y además mantienen o ayudan a mantener sus familias....¡ah! y muchas además, son madres, amas de casa y esposas.....Evidentemente es tú problema, no de Ecomoda, ni nuestro....
Patricia.- Pero ellas no tienen mi nivel, no tienen mi status....
Armando se levantó muy indignado y mientras se dirigía a la puerta le dijo :
Armando.- Desde luego que no “peliteñida”, ellas son SEÑORAS DECENTES, gracias a Dios que no tienen tu “status”.
Las muchachas del Cuartel salen disfrutando como locas de la lección que se ha llevado la “peliteñida”. Pero al pasar por la puerta de presidencia, Inesita toca suavemente :
Inesita.- ¿Será que se puede pasar, don Armando?
Armando.- Sí claro, pasen, pasen...
Inesita.- Mire don Armando, las muchachas y yo queremos darle las gracias, y que se la de a don Roberto, de verdad que le estamos muy agradecidas.
Armando.- No es nada Inesita, Vds lo merecían.
Aura María.- ¡Ay don Armando, no sabe lo bien que me viene este dinerito, mi Jimmy crece, que parece que lo riego por las noches, y le hacía falta alguna ropica nueva, me viene de perlas!.... ¡Muchas gracias doctor!
Armando.- Miren, esta tarde se me van a marchar todas a las cinco en vez de a las seis y van a ir a esta dirección que les apunto, allí tienen algo para Vds. no me fallen, es muy importante para Ecomoda...¿sí?
Berta.- No señor, no fallaremos, descuide y muchas gracias por todo
Armando las mira sonrientes salir por la puerta. Inesita, se gira sobre sí misma y después de cerrar la puerta, le dice :
Inesita.- Olvidaba una cosa doctor.... ¡Gracias por las rosas, son preciosas!
Armando.- ¡Inés!... ¿cómo supo?...
La mujer se acercó y le acarició la cara :
Inesita .- Niño Armando, hace treinta años que lo conozco y que lo veo casi a diario ... no sé muy bien que le pasa, pero sí sé que Betty tiene que ver con ello ... confíe en Dios y rece, rece mucho y siga como va ... ahora de verdad está empezando a ser un hombre, y me siento muy orgullosa de Vd.
Y con infinita ternura le besó en la frente.
Armando.- Gracias Inesita, no sabe cuanto bien me acaba de hacer. Rece también Vd por mí y por Betty, sobre todo rece mucho por Betty... yo casi no hago otra cosa.
(CONTINUARÁ....)
El lanzamiento fue un gran éxito, el mayor éxito que había tenido Ecomoda en los últimos años de su historia.
Se consolidó la teoría de Betty, de que era necesaria una línea “prêt a porter”, y los compradores quedaron encantados con los diseños de Hugo y las calidades de los materiales.
Pero el gran éxito de Armando, vino de mano de la muchachas del Cuartel. Ellas se mataban a trabajar antes de cada lanzamiento, y nunca se tuvo la deferencia de invitarlas a asistir, aunque fuese entre bastidores. Armando había decidido que aquello iba a terminar.
Aquella cita que las mandó cumplir, fue en el taller de Bettina Spitz, la famosa diseñadora colombiana, con la que le unía una antigua amistad familiar. Sabiendo que Hugo iba a poner todo tipo de problemas en colaborarle con su idea, cortó por lo sano y las mandó allá para que ella las vistiese y las asesorase esa noche.
Patricia como es de suponer fue al lanzamiento acompañando a Marcela, pero repitiendo vestido. Claro que eso a nadie le importó, pero ella estaba absolutamente humillada. Además vio con horror que nadie le había reservado silla en la primera fila, ni siquiera en la segunda, y hubo de permanecer de pie detrás de los invitados. De hecho primeramente se sentó justo al lado de Marcela, pero Armando, de manera muy desagradable la mandó levantar. Ese era el sitio de su mamá, y el resto de las sillas estaban ya reservadas, para gente “que sí” estaba invitada, y que no se había “colado” aprovechando una amistad.
El remate fue cuando vio entrar a las del Cuartel. Rápidamente le llevó el chisme a Marcela, que se levantó de momento para echarlas de allí, eso sí, mirando sorprendida, lo bien arregladas que iban todas.
Marcela.- Y Vds ¿qué hacen acá?...
Berta.- Estamos invitadas doña Marcela, mire estas son nuestras invitaciones... Nos las dio en mano el mismo don Armando.
Marcela.- No crean que porque se han puesto unos vestiditos de fiesta y se han hecho con esas invitaciones, se van a quedar acá, ya se pueden estar marchando de inmediato.
Armando, que se ha dado cuenta de la escena, pues estaba esperando a las muchachas, se acerca de inmediato.
Armando.- Buenas noches, guao están radiantes, muy, pero que muy bellas.
Marcela.- Por Dios Armando, a qué vienen esos halagos, no te humilles más. No nos hagas quedar en ridículo...
Armando.- Marcela, ¿no te gustan los vestidos de las muchachas?, son diseños de Bettina Spitz... Siempre creí que era de tus diseñadoras favoritas. Por cierto ¿dónde quedó Bettina?...
Mariana.- Se fue con Inesita para los camerinos, quería saludar a don Hugo y ver si necesitaba colaborarle en algo...¡Ay don Armando!, es un amor de señora, nos atendió tan bien, y miren que vestidos tan preciosos hizo para nosotras...
Marcela.- ¿Las vistió Bettina?...
Armando.- Pues claro Marcela, no te lo estoy diciendo. Deseaba que las empleadas estuviesen hoy, y Hugo iba a estar muy ocupado, así que papá y yo le pedimos el favor a Bettina, que nos atendió encantada, ya sabes que es un amor de mujer.
Patricia, no era capaz de articular palabra, el rencor y la envidia, la tenían muda. Sandra llevaba un elegante vestido largo, muy ceñido, de seda salvaje de color rojo, con escote palabra de honor y el pelo recogido en un elegante moño francés.
Mariana lucía realmente espléndida, llevaba un vestido de lamé dorado, de mucha caída y vuelo en su parte inferior, con escote en uve, y tirantes muy finitos que se le cruzaban en la espalda. El pelo lo llevaba en un original recogido, adornado con cintas también doradas.
Aura María estaba bellísima, con su larga melena lacia y un impresionante vestido de color crema, con el cuerpo de encaje de guipur y la falda confeccionada en varias capas de gasa. Berta y Sofía, vestían elegantes conjuntos de traje pantalón de fiesta, la primera en negro, lo que le realzaba la figura y Sofía en color lavanda.
Armando les indicó dónde debían sentarse, que para mayor indignación de Patricia y Marcela, era en un estupendo lugar de la segunda fila. Armando volvió a tener que enfrentarse con Marcela.
Armando.- Marcela te ruego que dejes las sillas que hay junto a la mía libres, una como ya sabes es para mi mamá y la otra para mi pareja.
Marcela.- ¡Ah, claro ya sustituiste al garfio de la Beatriz!, y ¿que zorra se va a lucir de tu brazo esta noche?, si puede saberse.
Armando.- Definitivamente estás enferma... no sabes lo que dices, no voy a discutir contigo. Ve a sentarte al lado de tu encantador hermano Daniel, ese es tu lugar y déjame definitivamente en paz.
Cuando Armando, impecablemente vestido de negro, termina la presentación del desfile, en vez de bajar a su silla, entra un momento a la zona de los camerinos, y vuelve a salir, llevando de su brazo a Inesita. Esa noche, la adorable viejita, con un elegante vestido de cóctel de terciopelo y encaje negro, no va a estar trabajando en los camerinos, va a presenciar el fruto de su trabajo, sentada en la primera fila como acompañante de Armando. Marcela los mira furiosa, cuando los ve venir juntos.... Ese maldito Armando, otra vez la ha hecho quedar en ridículo, ella pensó que había olvidado ya al garfio, pero no, su pareja era nada menos que Inesita, quién lo iba a pensar.
Terminada la presentación de las dos colecciones, la de modelos exclusivos y la línea de “prêt a porter”, en medio del estruendo de aplausos de los asistentes, Armando, hace callar a la gente y dice :
Armando.- Gracias a todos por su acogida y por su aplauso. Estas colecciones que presentamos hoy, de la mano de nuestra estrella Hugo Lombardi, vienen a ser el colofón final, a unos meses horribles, en que nuestra empresa, por causa de mi mala gestión, ha estado al borde de la quiebra. Hoy por fin parece que gracias al trabajo de muchas personas, hemos vuelto a salir a flote.... Ecomoda no es solo una gran empresa, es también como una gran familia, en la que todos nos conocemos y nos queremos, con nuestros defectos y con nuestras virtudes... Haber levantado este gran bache que hemos pasado, no es gracias al trabajo de los ejecutivos, o del diseñador, es gracias al trabajo de todos, de todos los que formamos Ecomoda... los mozos, las cortadoras, las costureras, las planchadoras, los encargados de talleres, el personal de cafetería y de las bodegas , el mensajero, los vigilantes, la recepcionista, las secretarias, de todos como ya les decía. Yo hubiese querido que todos y cada uno de ellos estuviesen hoy aquí conmigo, con nosotros, recibiendo este aplauso que es de ellos y no mío... pero lógicamente esto no puede ser. Por esta razón han venido como invitadas especiales a este evento, cinco de las secretarias de la planta ejecutiva, la recepcionista y la asistente y costurera personal del diseñador, ellas representan a todo el personal de Ecomoda, para ellos es este reconocimiento y este aplauso.
Las muchachas del Cuartel emocionadísimas suben al escenario acompañando a Inesita, a don Roberto y a Armando, y les dan las gracias y se besan y abrazan. Armando vuelve a tomar la palabra :
Armando.- Gracias, gracias a todos y a Vds muchachas, hace años que Ecomoda les debe esto... Pero me queda algo por decir y no puedo terminar sin hacerlo. En todo este último año de mi vida, ha estado presente una persona, que les puedo asegurar, ha sido y es, junto con mis papás, la persona más importante de mi vida. Ella siempre ha estado a mi lado, me apoyó incondicionalmente cuando la necesité, y ha seguido haciéndolo en la distancia y en la dificultad... Es una mujer brillante, inteligente y muy ... y muy bella .... Fue por mucho tiempo mi mejor amiga, mi compañera de trabajo y mi cómplice. Es ella quién debería estar aquí recibiendo su reconocimiento, pues es quién más lo merece ... yo... yo la defraudé y le fallé, traicioné su lealtad y su confianza ... y por esa razón, ahora está lejos. Pero aún así, en mi corazón y en el de sus amigas ella sigue tan presente como el primer día... Señoras y señores les ruego por favor que le den un gran aplauso a la doctora Beatriz Pinzón Solano, la verdadera alma de Ecomoda....
Todos rompen a aplaudir con frenesí ante tan emotivas palabras. Las muchachas del Cuartel lloran a moco tendido abrazadas entre sí, y abrazando a Armando. Marcela no puede creer lo que ha oído, no es posible, porque cuando todos empezaron a aplaudir ahogaron las últimas palabras de Armando, dichas en voz mucho más baja :
Armando.- ... la verdadera alma de Ecomoda.... mi amor, mi vida ....
Catalina se acerca a Armando y lo abraza emocionada :
Catalina.- Armando, tú la amas de verdad ¿no es cierto?...
Armando.- Más que a mi vida Cata, más que a mi vida...
Catalina.- En el pecado has llevado la penitencia, pero ten fe Armando, ten fe... El amor todo lo puede...
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En Cartagena, Betty ha presenciado todo el desfile por TV. No querían que lo viese por si se alteraba mucho, pero ella ha insistido y consiguió que la dejasen. Ha llorado emocionada cuando ha visto a sus amigas, tan bellas y bien arregladas, y ha sentido su corazón galopar a mil por hora, al verlo a él.
Impresionante con su traje negro, pero tan delgado, y pareciese que tuviese canas en las sienes, aunque bien puede ser un reflejo de los focos y sobre todo triste, lo ha visto muy triste.
Cuando ha terminado nombrándola a ella de aquel modo, Betty sintió que se mareaba y se reclinó hacia atrás en la cama, respirando agitadamente y sin poder contener las lágrimas :
Doña Julia.- ¡Mamita! ¿se encuentra bien?...¡ay mija, no debió verlo!
Betty.- Estoy bien mamá, estoy bien... sólo que no entiendo ¿por qué él hizo eso?, ¿por qué habló así de mí delante de todos, de sus papás, de su novia?... ¿qué pretende?...
Doña Julia.- Mire mamita, yo no voy a entrar a defender a ese señor, ni más faltaba, después de lo que le hizo... pero parecía sincero, no tenía por qué hablar de Vd en esos términos y sin embargo lo hizo... ¿no será que de verdad siente algo por Vd, mija?
Betty.- No mamá ... no lo creo ... si acaso agradecimiento, solo eso ...
Doña Julia.- Bettica, ¿Vd todavía lo ama, verdad mija?
Betty.- Sí mamá ... y creo que no lo voy a dejar de amar nunca, sobre todo ahora que estoy esperando a nuestro hijo... Este pequeño me va a recordar inevitablemente a su papá cada día...
Doña Julia.- Mire Bettica, yo creo que cuando el bebé nazca, Vd debe decírselo a él... no le puede negar a su hijo... él tiene el derecho de saberlo...
Betty.- Ya veremos mamá, ya veremos ... lo mismo, mi niño, ni siquiera llega a nacer... ¡está siendo todo tan difícil!
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Han pasado tres semanas desde el lanzamiento, y aquella misma mañana, se han firmado los papeles del cese del embargo y Ecomoda ha vuelto a manos de sus legítimos dueños. Como era de esperar, tanto don Hermes como Nicolás inmediatamente han presentado su renuncia, pero don Roberto ha logrado convencerlos para que sigan trabajando en la empresa por algún tiempo más, hasta que se estabilicen las cosas. La necesidad de plata, para poder mantener a Betty y a doña Julia, les ha llevado a aceptar agradecidos el ofrecimiento.
Don Roberto casi ha ordenado a Armando que se tome un par de semanas de vacaciones, que se marche de Bogotá, a un lugar tranquilo, que descanse, que se aleje de Marcela y de la rutina. Armando a regañadientes ha aceptado, no sabe muy bien a dónde irá, de momento se va a su apartamento a ver si descansa un poco y decide dónde ir.
Cuando sale del garaje de Ecomoda con su carro, ve a don Hermes que con una maleta se dispone a tomar un taxi. Se da cuenta que debe ir de camino al lugar dónde está su hija, a visitarla como cada mes, y decidido sigue al taxi.
Don Hermes se baja en una estación de autobuses de Bogotá, y Armando después de aparcar el coche, bastante mal, corriendo el riesgo de una multa, corre detrás de él, tiene que saber a dónde viaja, si va en bus, no debe ser muy lejos.
Durante un rato no lo pierde de vista, ve como compra el billete, y luego compra un periódico, y se sienta a esperar en un banco en el andén. Pasada como media hora, don Hermes sube a un autobús, después de dejar su equipaje en el maletero. Armando desde lejos, no puede leer el nombre del destino, pero si consigue distinguir el número el 567. Espera a que el autobús salga, para cerciorarse que don Hermes no baja de él. Corre hasta la taquilla y pregunta al funcionario :
Armando.- Señor por favor, le quiero hacer una pregunta, es muy importante. Mire el bus que ha salido ahora, a las 20:30 h, el número 567... ¿a dónde se dirige?...
Funcionario.- A Cartagena de Indias, señor
Armando.- ¿Es directo, o hace muchas paradas?.
Funcionario.- Hace varias paradas en el camino.
Armando.- Verá disculpe, pero... es muy importante, un señor que compró el billete como a las 20:00 h., flaco, con poco pelo, bigotes y gafas. Vestía un saco gris... mire ese señor, viaja casi todos los meses en este bus, Vd sabría decirme para dónde iba...
Funcionario.- Señor ésa es una información que yo no debo darle
Armando.- Claro, pero Vd ¿sabe de que señor le hablo?
Funcionario.- Si claro, ese señor viaja todos lo meses, desde hace como cinco, tiene un abono de esos especiales, por frecuencia de viaje.
Armando.- Mire señor, yo me llamo Armando Mendoza, esta es mi cédula de identidad. Verá soy el presidente de Ecomoda, una gran empresa de modas y ese señor que partió es el contable general de mi empresa. Se llama, don Hermes Pinzón, cada mes va a visitar a su hija que está enferma... ¿cierto?...
Funcionario.- Cierto señor, en alguna ocasión me explicó que tiene una niña muy enferma.
Armando, sonrió. Don Hermes, seguía hablando de su niña .
Armando.- Verá, la empresa le tiene mucha confianza y por eso le permite esa licencia todos los meses para viajar, pero resulta que hoy se marchó y dejó unos asuntos importantes sin resolver y yo necesito hablar con él. Claro él no tiene celular, y yo no se mucho se su vida privada, él es muy cuidadoso de su intimidad, pero si Vd me dice en que ciudad baja, y a que hora llega, yo podría llamar por teléfono a la estación de autobuses y comunicarme con él.
Funcionario.- Señor, Vd tiene que entender que esa información es confidencial y que yo le entiendo a Vd, pero las normas son las normas.
Armando está empezando a desesperarse, respirando hondo para no perder la calma le vuelve a decir .
Armando.- Mire señor, yo soy una persona importante en el mundo empresarial de este país, y soy muy amigo del ministro de transportes. No quisiera tener que llamarlo por teléfono a estas horas a su casa, y molestarlo, para que él mismo le de a Vd la orden de que me diga tan solo, el nombre de la ciudad a dónde va don Hermes.
Funcionario.- De acuerdo señor, yo no quiero problemas, ese señor viaja cada mes a Cartagena de Indias, al final del trayecto. Llegará en la mañana, muchas horas de autobús, muchas horas....
Armando.- Gracias, gracias que Dios se lo pague, muchas gracias...
Siente que el corazón le galopa dentro del pecho, su Betty está en Cartagena, está en Cartagena.
Corre a coger el carro que milagrosamente no ha sido multado, ni retirado por la grúa y vuela a su apartamento, mientras busca en el armario ropa de verano, telefonea al aeropuerto y reserva un pasaje, en el último vuelo a Cartagena, apenas si tiene dos horas.
Mientras va en el taxi llama a sus padres para decirles que va camino de Cartagena, ha decidido tomarse esas vacaciones en la playa. Sus padres alaban la decisión y le piden que los llame, para saber que ha llegado bien.
Cuando llega a Cartagena es casi de madrugada, al taxista que lo lleva camino del hotel, le ruega antes que pase por la estación de autobuses, le explica que un amigo, que le tiene pánico a los aviones viaja por carretera desde Bogotá, y él desea saber la hora exacta en que llegará. Cuando comprueba el horario de llegada, pide al taxista que lo lleve a un hotel cercano a la playa y que le espere a ver si consigue habitación.
Por fin se acuesta en la cama de su habitación y sonríe feliz.
Armando.- Mañana te voy a volver a ver mi vida, no se si podré hablar contigo, pero te voy a ver, de eso estoy seguro... Y por primera vez en muchos meses, consigue conciliar el sueño.
(CONTINUARÁ....)
Le ha pedido al taxista que lo espere allí mismo a la puerta, mientras él entra al andén de los autobuses. Mientras espera con ansiedad que llegue don Hermes, no puede menos que admirar a este hombre, y los miles de kms en autobús que lleva hechos en los últimos meses. Estaba claro que con su economía, no se podía permitir tantos pasajes de avión.
Después de unos eternos quince minutos, ve entrar el bus que viene de Bogotá, ve claramente el nº 567, se oculta tras la columna en la que está apoyado y observa. Gracias a Dios, le ve bajar, haciendo movimientos extraños con las piernas, claro, el pobre hombre debía venir entumecido, después de tantas horas.
Le sigue con la vista y ve como en vez de tomar un taxi, se dirige a la parada de bus que hay allá cerca. Sube al carro que le estaba esperando, y en cuanto ve salir el bus local con don Hermes, le manda que le siga. Después de casi 20 minutos, han llegado a una urbanización de casitas que están a pie de playa, allí baja el señor Pinzón, y allí mismo con disimulo Armando, paga generosamente al paciente taxista y le sigue de lejos, con cuidado, para no ser visto.
Son como las diez de la mañana, cuando el papá de Betty entra en una de las casitas, la que tiene el nº 069. Armando siente que el corazón se le va a salir del pecho, allí está ella, allí está su amor, su Betty.
Se queda un rato pensando en que hacer. Comienza a caminar, buscando si había algún sitio desde el que se viese el interior de la casa, un jardín, o un patio exterior, ese tipo de casas suelen tenerlo. Por fin saliendo por una de las callecitas, se topa con la arena de la playa y observa, que todas esas casitas tienen un porche trasero que descansa en la misma arena.
Se descalza y se acerca como unos 50 mts a la casa de Betty, y se sienta en la arena mirando al porche, quizás en algún momento ella saldrá fuera, a tomar el aire o a caminar por la playa. Se oculta un poco, detrás de una familia con niños, que se ha instalado allí, no desea que por nada del mundo le vayan a ver. Entornando los ojos, ve que en el porche hay instalada una gran tumbona, con muchos almohadones azules, blancos y anaranjados. Con paciencia, sigue esperando, interiormente no deja de rogar a Dios, que le sea posible verla.
Lleva más de una hora allí sentado, cuando nota que la puerta de la casa se abre, y de ella sale doña Julia seguida por un hombre alto y rubio, que lleva a una mujer en brazos. En determinado momento, la mujer hace un movimiento con la cabeza y la larga melena oscura, se desparrama sobre sus hombros....-“¡¡Es Betty, es su Betty!!... ¿por qué la lleva ese tipo en brazos?...¿quién diablos es ese hombre rubio, que la carga con tanta delicadeza?”- . Se consuela a si mismo, diciéndose que debe ser un enfermero, pues viste todo de blanco.
Le sigue con la mirada y ve como, con la compañía de doña Julia, el tipo aquél la lleva hasta la orilla del mar y con mucha delicadeza, la deposita en el suelo.
Armando.- ¡Maldita sea!, se ha puesto por delante de ella, y con lo grande que es, no puedo verla bien.
Efectivamente Michel, tapa casi por completo a Betty, pues la sostiene por la cintura, y casualmente se ha colocado del lado que mira Armando. Es el primer día que le permiten dar unos pasos, hoy cumple seis meses de embarazo. Y aunque el riesgo de parto prematuro, más que riesgo ya es casi certeza, el médico le ha dicho, que con seis meses de gestación su bebé tiene muchas posibilidades de prosperar. Debe hacer algo de ejercicio, recuperar un poco de tono muscular, que le hará falta para ayudar en el momento del parto.
Armando se ha movido un poco, ahora la ve mejor. Lleva un vestido blanco sin mangas, es muy amplio, y el viento se lo hincha, al entrar por debajo del vuelo de la falda. Ella camina muy lentamente, dejando que el agua del mar, le moje los pies y el borde del vestido, se apoya en aquél hombretón, que la sostiene con fuerza. Ahora se han girado y caminan de frente a dónde está él. Armando, la ve a los lejos, pero nota que no lleva el capul...-“¡Claro estúpido, ya la vistes cambiada en la vídeo conferencia!”.
Pasados como una media hora, aquél “enfermero”, la vuelve a tomar en brazos y la lleva de nuevo dentro de la casa. Armando sigue esperando, ansioso, y por fin ve como otra vez salen al porche. Betty se ha cambiado, el vestido anterior se le mojó, está vez lleva uno similar de color amarillo brillante. Aquél tipo, la deja reclinada en la tumbona y la ayuda a acomodarse con los almohadones, enseguida sale doña Julia con una bandeja y se ve claramente como le insiste en que tiene que comer.
Armando, se pasa casi todo el día allí sentado. Está muy lejos para verla bien, pero al menos la ve y distingue sus movimientos.
El hombre rubio se marchó y no volvió en todo el día. Varias veces ella fue adentro de la casa, siempre en silla de ruedas, en la que su padres la ayudaban a sentarse. Armando supuso, que iría al baño. La vio leer mucho rato y escribir en un cuaderno. En otros momentos, se quedaba simplemente mirando al horizonte. Pero siempre tenía su mano izquierda apoyada en el vientre y de vez en cuando se acariciaba...-“¿Sería que la habían operado?...Catalina le habló de un problema ginecológico ...”- , la incertidumbre lo mataba.
Cuando atardeció, vio como ella regresaba al interior de la casa, y supuso que no volvería a salir, mentalmente le dio las buenas noches y se marchó al hotel. Estaba agotado, con la cara y los antebrazos quemados del sol, y muerto de hambre y sed, no había tomado nada en todo el día.
A la mañana siguiente se dirige al puerto. Esta vez va preparado, en una mochila lleva bocadillos, toalla , crema protectora, una gorra y unos prismáticos y en una pequeña nevera portátil, agua y refrescos.
Busca entre los barcos que se alquilan y llega a un acuerdo, con uno de los patrones, sólo desea que le lleve a determinado punto de la costa y que fondee allí durante todo el día, el no desea más que descansar, leer y tomar el sol, y darse algún baño. Le explica al patrón el lugar que desea y se embarca.
Una vez que llegan al sitio indicado, enfoca los prismáticos y le ruega al dueño del barquito que se acerque lo más posible a la costa. Ahí, ahí es un buen lugar, ahora si ve la casita perfectamente, la ha conocido por la especial tumbona, dónde reposa su Betty.
Aprovecha que ella aún no ha salido, y se da un chapuzón. Adora nadar en alta mar, y hacía años que no lo hacía. Cuando regresa al barco, se instala cómodamente en proa, y comienza de nuevo, este oficio de “voayer” que se ha impuesto, pues aún no sabe como enfrentarla.
El ritual del día anterior se repite, ahora con los prismáticos, le puede ver bien la cara. Está realmente preciosa, ya no lleva los brackets, y usa unas gafas modernas, sin montura, de esas que llevan el cristal al aire. A pesar de estar visiblemente bronceada por la brisa marina, se le notan profundas ojeras, y está muy delgada. No entiende el porqué de esos vestidos tan amplios, que no permiten que se aprecie su silueta. Sonriente piensa que don Hermes, con lo severo que es, no la dejará vestirse con ropas más ceñidas y ligeras, propias de la playa. En el fondo, se lo agradece, así ningún tipo, podría quedarse mirando el cuerpo de su Betty.
Aquél enfermero, lo estaba empezado a molestar, la agarraba demasiado fuerte, y ella se reía con las cosas que él le susurraba la oído...-“¡Pero que atrevido!”....
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Durante toda una semana, unos días desde el barco, otros desde la playa, Armando siguió observando a Beatriz. En su silencio le hablaba constantemente, y le decía palabras de amor, como si ella pudiese escucharlo. Estaba profundamente molesto con las visitas diarias de aquél tipo rubio, pero se quedaba tranquilo, pues no vio ninguna actitud indecorosa por parte de ellos, a pesar de que algún día pasaban varias horas conversando.
Vio como el domingo en la tarde don Hermes se despedía de Betty, y evidentemente emprendía el regreso a Bogotá.
El martes por la tarde, estaba esta vez en la playa, cuando vio que llegaba Catalina Ángel. Se emocionó al ver con el cariño que se abrazaron Betty y ella, y como tomadas de las manos conversaban. Y de pronto aquél estúpido rubiales, también llegó y alzó del suelo a Catalina y la abrazó y besó muy cariñoso...-“¡Vaya con las confianzas del enfermero!... ¿o es que quizás no era un enfermero?”-
Estaba decidido, se iba para el carro, que había alquilado, y esperaba a que Cata saliese de la casa, ella le tenía que ayudar a preparar el encuentro.
Tal como lo pensó lo hizo, y con el coche aparcado a distancia de la casa de Betty, pero sin perder la puerta de vista, empezó a esperar. Pasaron varias horas, era evidente que estaban cenando juntos, pero estaba convencido de que no dormirían allí, todo era cuestión de paciencia, solo tenía que seguir esperando. Sin querer de adormeció un poco, estaba muy cansado...
El sonido estridente de la sirena de una ambulancia lo despertó, horrorizado la vio parada en la puerta de Betty, y como a ella la sacaban en una camilla, seguida por una llorosa doña Julia abrazada a Catalina.
Armando quería gritar, quería correr hacia ellas y preguntarles, que pasaba, que tenía su Betty, que le pasaba a su vida, que se la llevaban de aquél modo, pero se quedó paralizado. Vio al tipo rubio subir a un convertible blanco y seguir a la ambulancia. Él arranca y también los sigue, le da igual que le vean, nadie va a impedir que esté junto a Beatriz en ese momento, nadie lo va a impedir.
Cuando llega al hospital, ve con fastidio que no puede acceder con su coche a la zona de urgencias, y lo mismo que el tipo rubio, se dirige al aparcamiento. Aquél estúpido ha ocupado ese primer sitio y ahora él va a tener que buscar, menos mal, allá hay otro.
Corre hacia la entrada de urgencias y allí no ve a nadie, tampoco en la sala de espera. Pregunta a la recepcionista, y lo único que alcanza a saber es que a Betty se la llevan de urgencia al quirófano, pero el resto de la información es confidencial y se niegan a dársela, porque él no es nada de la enferma, ni esposo, ni familiar.
No sabe que hacer, está desesperado, entonces recuerda las palabras de Inesita : “Rece, rece mucho y tenga fe”. Vuelve a entrar en el hospital y pregunta por la capilla, y allí en la penumbra, en el silencio y en la soledad del pequeño oratorio, se derrumba y comienza a llorar como un loco, pidiéndole a Dios clemencia.
No sabe las horas que lleva allí, del llanto pasó a la oración. Le duelen los ojos, la cabeza y sobre todo el corazón.... De pronto el sonido de su celular lo devuelve a la realidad, -“¿Quién lo puede estar llamando a las seis de la mañana?”-
Armando.- ¿Aló?... ¿Aló, quién es?
Voz.- Armando, Armando soy Catalina Ángel, es muy urgente, debo hablar contigo...¿dónde te encuentras?. Se que estás de vacaciones, espero que no sea en el extranjero.
Armando, cree que va a morir de angustia, se espera la peor de las noticias y apenas si puede responder .
Armando.- Estoy en Cartagena, en Cartagena ....
Catalina.- ¡Gracias a Dios, Armando, gracias a Dios!... Tienes que venir volando al Hospital General, lo más rápido que puedas....
Armando.- ¿Qué pasó Cata?, Betty ... mi Betty ¿está bien?.... yo os vi salir en una ambulancia... yo llevo horas aquí en el hospital... pero nadie me dice nada, me muero de la angustia...
Catalina.- ¿Qué estás dónde?...
Armando.- En la capilla del hospital, en la planta baja, no sabía dónde ir...
Catalina.- Espérame ahí que te bajo a buscar, en cinco minutos estoy contigo.
Armando de rodillas da gracias a Dios y le ruega, que no sea lo que él tanto teme, y en un arranque de fervor, ofrece su vida, a cambio de la de ella.
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En el ascensor, Catalina lo tranquiliza, Betty está bien, un poco débil pero se recuperará. Pero ella necesita hablar con él de inmediato, es muy urgente.
Cuando llega a la habitación, y la ve en la cama tan desvalida, se viene otra vez abajo y tímidamente y sin dejar de llorar se acerca a la cama. Doña Julia y Catalina, los dejan solos.
Armando.- Betty, ¿cómo se encuentra?...¿qué le pasó?....¡Ay Betty, mi vida!...Perdóneme, yo no se que decirle ... solo que la amo, que la amo más que a nada ni a nadie...
Betty tenía los ojos cerrados y al sentir el contacto de la mano de Armando, los abre y le mira a los ojos. Casi no ha escuchado lo que él le ha dicho, con esfuerzo y con mucha angustia es ella la que comienza a llorar :
Betty.- Doctor es muy chiquitita, está muy débil.... yo hice todo lo que me dijeron, no me moví para nada, pero no lo he podido evitar... perdóneme por favor ... está muy malita, necesita sangre , la mía no sirve, tiene un tipo muy raro ... No me han dejado verla, no me dejan verla ...
Armando está desconcertado, de quién le habla Betty.
Armando.- Betty, mi amor ¿de quién me habla?...¿quién está tan enferma? ... ¿por qué me pide perdón?... Yo no la entiendo...
Betty.- De nuestra niña don Armando, de nuestra niña ....
Armando siente que el suelo se le mueve bajo los pies. Betty ha dicho “nuestra niña” de ellos dos y habla de un tipo de sangre rara . De momento todas las piezas encajan en su cabeza. Por un instante se siente el hombre más feliz del universo, es padre de una niña, de una niña de él y de Betty. Por otro lado, un nuevo dolor hasta ahora desconocido, le atenaza el corazón, su bebé está muy enferma ...
Armando.- AB Rh negativo , la sangre de los Mendoza ... es mi tipo de sangre ....
Betty.- Ella necesita una transfusión, acá no había de ese tipo ....
Armando, la besa en la frente y le acaricia la cara.
Armando.- Mi amor, ahora mismo voy a hablar con los médicos, nuestra niña, tiene el mismo tipo de sangre que yo. Tranquila, mi vida, tranquila....
Armando sale de la habitación y ve a doña Julia deshecha en lágrimas consolada por aquél tipo rubio y a Catalina.
Armando.- Catalina, llévame con mi hija. Ella tiene el mismo tipo de sangre que yo, AB Rh negativo... es muy poco común...
Catalina asiente y le acompaña hasta dónde está el médico, rápidamente le hacen tumbarse en una camilla, y después de un breve interrogatorio, dónde se convencen que no ha bebido alcohol en las últimas horas y que su estado de salud es normal. Le empiezan a extraer sangre, mientras el hematólogo le va explicando, que la pequeña, como casi todos los bebés prematuros ha nacido muy bajita de glóbulos rojos, y va a necesitar que poco a poco la vayan ayudando con transfusiones muy controladas y otros medicamentos. Normalmente se acude a donaciones de la madre o del padre. En el caso de su hija, Betty no estaba en condiciones de donar sangre y además la nena tenía un grupo sanguíneo poco común, del que en aquél momento, no había reservas en el hospital.
Armando les explica que ese grupo es común en su familia, lo tiene su papá, su hermana y su sobrino. También lo tiene el hermano de su papá y sus primos. Ellos de broma, la llaman “la extraña sangre de los Mendoza”. Pero hace algunos años, que todos tienen, por recomendación de sus médicos, su propio banco de sangre en Bogotá, y dos veces en el año van a donar, para ellos mismos y para la reserva del hospital.
Después de hacerle la extracción, le obligan a permanecer recostado unos minutos y a tomar un jugo de frutas.
Cuando por fin le permiten levantarse, les ruega que le lleven a ver a su niña. Una enfermera les acompaña a Catalina y a él. A ella la dejan fuera, cerca de una ventana que cubre una persiana, al papá le permiten pasar pero le obligan a vestir ropa esterilizada y mascarilla. Y por fin la ve.
Dentro de su incubadora, conectada a un monitor, con una sonda gasonástrica en su diminuta naricita, tan pequeñita, tan indefensa...que siente que su alma se llena de una ternura desconocida, de un amor tan grande que cree que el pecho le va a reventar.
La nena es muy pequeña, pesa 1’5 kg, pero según le dice el pediatra, todos sus órganos están perfectamente formados. Solo tiene esa anemia y un poco de inmadurez respiratoria. Le da muchas esperanzas, le dice que la niña lucha por su vida con ahínco.
Pediatra.- ¡No se preocupe señor, su hija es muy terca, se ha empeñado en sobrevivir y la tendremos que ayudar un poquito, pero seguro que sale adelante!
Armando.- Cómo su mamá, igual de terca y de preciosa que su mamá. Seguro que va a salir adelante, mi niña va a vivir, yo estoy seguro.
Y emocionado, bajo la mirada de Catalina, que lo observa desde el otro lado del cristal, del que han retirado la persiana, introduce la mano en la incubadora, siguiendo las indicaciones del médico, y acaricia delicadamente y por primera vez, la suave piel de su hija.
(CONTINUARÁ...)
Armando regresa con Catalina, a la habitación de Betty con una sonrisa feliz en los labios. Doña Julia acompaña a su hija y fuera espera aquél tipo rubio, dormitando en una silla excesivamente pequeña, para sus casi dos metros de estatura.
Armando.- Cata ¿quién es ese hombre?... ¿qué tiene que ver él en todo esto?... Yo he observado que es muy especial con Betty.
Catalina.- Es un amigo mío, Armando. Un empresario francés afincado hace años en Cartagena. Se llama Michel Doinell, conoció a Betty cuando ella se vino conmigo al Reinado de Colombia, hace seis meses. Enseguida conectaron, se llevan muy bien y ha sido de gran ayuda para Betty y sus padres en estos meses tan duros.
Armando.- ¡Ahhh!... ¡Qué bien!... ¡Que amable, el señor!....
Tiene voz de fastidio y se percibe en su mirada, el brillo del rencor y de los celos. Catalina que lo advierte, lo toma del brazo y le dice :
Catalina.- Espera un minuto acá por favor.
Ella entra a la habitación y cuando sale espabila a Michel y les dice a ambos :
Catalina.- Ya tranquilicé a doña Julia. Vengan vamos a tomar un café, así se conocen y hablan. Betty está sedada y tardará un buen rato en despertar.
Sentados en la cafetería del hospital, Cata hace las presentaciones oficiales, a los dos hombres que se miran con desconfianza, pero se saludan cortésmente.
Catalina.- Armando ¿cómo que llegaste hasta aquí esta noche?, no me lo explico.
Armando les cuenta toda su particular odisea, de los últimos días, desde que vio a don Hermes salir de Ecomoda con la maleta, hasta el momento en que sonó su celular con la llamada de Cata. Todo el tiempo ha mantenido la cabeza agachada, mientras jugaba con la cucharilla dentro de su taza de café, se siente profundamente avergonzado. Sólo la levanta para mirar fijamente a los ojos de Michel, que le ha estado escuchando con un gesto muy serio.
Armando.- Yo la amo, la amo tanto que he creído volverme loco en los últimos meses, sin saber nada de ella, excepto su delicado estado de salud. Sé que no la merezco, ni a ella, ni a mi niña... lo sé. Pero sólo tengo para ofrecerles mi amor, porque yo no soy nada....
Catalina.- Armando, tú si que eres loco. Tantos días espiándola, horas mirándola desde la playa... ¿por qué no le fuiste a hablar?... ¿por qué no llamaste a la casa?
Armando.- Por miedo Cata, por miedo a lastimarla más... Yo no se usar bien las palabras, nunca lo he sabido hacer, siempre hago daño con ellas a la gente que amo. Se la veía tan delicada, tan frágil, que me asustaba provocar en ella recuerdos desagradables... en definitiva darle un disgusto. Con verla cuidada y aparentemente bien, me conformaba y eso sí, rezaba a cada rato, para que en algún momento, llegase la ocasión de poder enfrentarla... Cuando te vi en la casa, supe que mis oraciones habían sido atendidas, tú me ayudarías, tú conocías mi verdad ... y ya luego, pasó todo esto ...
Michel.- Armando, yo no entiendo que tipo de hombre es Vd, que fue capaz de jugar de ese modo con Betty...
Armando.- De la peor calaña que existe, eso se lo puedo asegurar....
Catalina.- No te maltrates más Armando, hace años que te conozco, y se que eso no es cierto. Inmaduro, neurótico, un poco libertino si quieres, pero no eres mala persona, por eso me defraudaste tanto cuando conocí la versión de Betty... y te dije aquellas cosas horribles. Ahora se, que te equivocaste, muy gravemente, pero todos nos equivocamos. Ella también lo hizo, debió enfrentarte y decirte que conocía aquella carta y dejar que tú le explicases...del mismo modo hace meses que debió decirte el motivo de su inmovilidad, tú tenías derecho y Michel, doña Julia y yo se lo hicimos saber muchas veces. Pero, Betty con el apoyo incondicional de don Hermes, se negaron siempre. Don Hermes siempre diciendo con orgullo :”Mi nieto es un Pinzón, y no necesita para nada de los Mendoza”... y miren por dónde, la nena es Mendoza completica, hasta en la sangre y necesitó de su papá para salir adelante.
Armando.- Gracias Cata, nunca te podré agradecer lo suficiente, lo que has hecho por mi hija y por mi mu... y por Betty. Pero ahora te agradecería que me explicases totalmente que ha pasado en todo este tiempo, yo necesito saber.
Catalina empieza a contar todo lo que pasó, como fue que se llevó a Betty a Cartagena, como fue sufriendo su transformación física, su perdón para él en las Islas del Rosario... El fuerte dolor de vientre y la hemorragia producida por el principio de aborto, la gravedad de las primeras 72 horas, tanto para la niña como para la mamá. Y los seis meses de absoluto reposo...
Armando.- ¿Betty ha estado seis meses completos sin moverse para nada?
Michel.- Sí señor Mendoza, nunca he visto a una mujer tan determinada a que su bebé naciese bien. Solo caminaba un poquito al baño, incluso las duchas las hacía sentada..... Una fisioterapeuta ha estado viniendo cada tarde, para darle masajes en las piernas, y hacer ejercicios muy suaves, en reposo, para evitar el agarrotamiento...de todos modos, ahora tendrá que hacer unos días de recuperación, para poder caminar con normalidad.
Catalina.- Ha sido muy valiente y muy fuerte, Armando, la vida de vuestra hija ha dependido por completo de su disciplina. Ya fue milagroso, como dijo el médico, que el embrión continuase implantado después de la fuerte hemorragia y de la amenaza de aborto. El cuello del útero ha permanecido dilatado todo el embarazo, y cualquier movimiento, podía provocar la expulsión espontánea del bebé...
Armando.- ¿Y qué pasó, por qué nació antes de tiempo?...
Catalina.- Al aumentar de tamaño, giró sobre si misma, en uno de esos movimientos que hacen los bebés, dentro del vientre materno, y se colocó en posición. Su cabecita empezó a oprimir y sobrevino el parto....
Armando.- ¿Mi niña ha nacido de parto natural?...
Catalina.- Así es Armando, intentaron aguantarla un poco más, pero los dolores eran horribles, y el parto inevitable... además Betty nos dio un buen susto, estaba tan agotada, que después de nacer la niña, tuvo una parada... Por lo visto es bastante habitual en algunas mujeres, que están muy débiles... No tienen porque quedarle secuelas, ya nos explicó el médico... Pero por unos segundos, pensaron que se les había ido .....
Armando.- ¡Dios mío, Catalina, Dios mío!.... ¿qué debo hacer?.... yo no se como actuar con ella... Tú la conoces bien, quizás mejor que yo....
Catalina.- Estate con ella, acompáñala, no la atosigues, respeta el proceso de recuperación que necesita, no solo físico, sino también y sobre todo psicológico... en definitiva Armando, ámala, ámala mucho.
Armando sonrió agradecido :
Armando.- Eso lo se hacer, creo que es lo único en esta vida que se hacer bien... amarla, amarlas a las dos.
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Hacía rato que había amanecido, cuando Michel y Cata, agotados abandonaban el hospital y se llevaban a doña Julia. Había sido todo tan precipitado, que no hubo lugar de llamar a don Hermes. El hombre casi acababa de llegar a Bogotá, cuando su hija de puso de parto. Ahora que todo estaba bien, le iban a llamar para que viniese para Cartagena. Armando les pidió que esperasen a que llegase a Ecomoda, él quería hablar con su padre, y pedirle que trajese a don Hermes en avión y que él y su mamá le acompañasen, para que conociesen a su niña.
Betty seguía dormida y conectada a un monitor que controlaba su frecuencia cardiaca, en su brazo, bastante torturado por los muchos pinchazos recibidos durante los últimos meses, se veían los hematomas y la vía abierta en la vena, por la que le suministraban el suero y los medicamentos.
Armando sabía que no podía usar el celular en la habitación, podía interferir al monitor. Preguntó a la enfermera y esta le anotó el teléfono al que le podían llamar directamente. Salió un momentito del cuarto y llamó a su papá.
Armando.- ¿Alló papá?... Sí soy yo Armando, te voy a dar un teléfono, anótalo y por favor me llamas, nada más que yo cuelgue, es muy importante. Si espero... anota por favor....
Nada más colgar entró de nuevo y se sentó junto a la cama, tomando la mano de Betty entre las suyas. Casi de inmediato sonó el teléfono :
Armando.- ¿Papá?... Si soy yo, si estoy en Cartagena... estoy con Betty, te explico, te explico...
Del modo más conciso y claro que pudo, explicó a su padre toda la situación. Don Roberto estaba muy emocionado y le dijo que iba a hacer lo imposible por llegar con su mamá y con don Hermes, ese mismo día.
Roberto.- Hijo enhorabuena, ya verás como todo se arregla... ¡que alegría se va a llevar mamá, una nieta, una nenita!. No te preocupes por nada, tú te estás ahí con tu hija y con Betty el tiempo que haga falta, y que no se escatime en gastos Armando, lo que ellas necesiten, lo que sea.
Armando.- Gracias papá, muchas gracias....
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Cuando Betty abrió los ojos un poco desconcertada por el sedante, lo primero que vio fue a él. Le tenía tomada la mano y se había quedado dormido, en aquella butaquita, mirando de frente a ella.
Al mirarlo sintió que su corazón se llenaba de ternura, recordó las palabras que él le había dedicado en el desfile y la larga conversación que había mantenido con Catalina, justo antes de que le empezaran los terribles dolores.
Catalina.- Betty, yo le tengo que contar, porque Vd está en el derecho de saberlo, y luego decidir...- y pausadamente le fue relatando todo lo que ella había visto y vivido en Ecomoda en aquellos días previos al lanzamiento, así como su conversación con Armando el mismo día que ella regresó- ...mire Betty, Armando está enamorado de Vd, profundamente enamorado. Hay que ser muy poco perspicaz, para no darse cuenta de sus sentimientos, pero él está destrozado, no se perdona el daño que le hizo, y se auto castiga constantemente. Es un muerto en vida, al menos dejó de beber y de meterse en peleas...Vd debe pensar bien que es lo que hace, pero es el padre de su hijo y está loco por Vd, le tendría aquí totalmente entregado, con que chasquease los dedos.
La verdad es que se le veía muy desmejorado. Estaba delgadísimo, con barba crecida, las sienes cuajadas de canas y grandes bolsas bajo los ojos. Y ella lo amaba, lo amaba igual que el primer día... no, aún lo amaba más, y su amor por él, era superior al engaño, superior a la traición, superior al rencor. Solo deseaba que él la abrazara y sentirse protegida entre sus brazos, lo había echado tanto de menos.
Armando.- Mmmmmmm.... Doctora despertó, ¿como se encuentra?...
Betty.- Bien, un poco cansada, bueno muy cansada, asustada y sorprendida de verle aquí ¿cómo pudo llegar tan pronto?....
Armando.- ¿Asustada de mi presencia?...
Betty.- Por mi niña, no se como está... no he podido verla, no me dejaron
Armando se le acerca más y con delicadeza le enjuga las lágrimas que caen por su cara, al hablar de su hija.
Armando.- No llore Betty, no llore... La nena está bien, es preciosa, muy chiquita, pero me dijo el pediatra que va a salir adelante, que es tan terca como su mamá y que va a ponerse bien, solo tenemos que esperar y tener paciencia. Ya me sacaron sangre para ella, ya todo está bien... Seguro que dentro de muy poco la vas a conocer....y gracias Beatriz, gracias por mi hija, gracias por haber luchado de ese modo para sacarla adelante....
Betty.- No me de las gracias... yo no podía permitir que mi niña, su hija se me muriese, yo tenía que luchar por ella, protegerla... pero ya no pude más, ya no pude más...
Armando.- Lo hizo muy bien, todos me han explicado, lo mucho que ha pasado, lo valiente que ha sido... es Vd la mejor mamá que ningún niño puede desear, la mejor mamá que podía tener mi niña... ahora se tiene que tranquilizar y descansar , yo estoy aquí con Vd, ya no la pienso dejar sola nunca más...
Betty.- Doctor, don Armando....¿me puede dar un beso, por favor?....
A Armando se le ilumina la cara con una gran sonrisa, y se acerca a ella con mucho cuidado y la besa suavemente en los labios. Betty le acaricia la cara con la mano, y con sonrisa picarona, le dice :
Betty.- ¿Y a esto le llama Vd un beso, don Armando?...yo los recordaba de otro modo.
Armando se vuelve a acercar a ella y comienza a besarla con pasión, con deleite con infinito amor. Cuando percibe que ella le corresponde del mismo modo, siente que el alma le vuelve al cuerpo, ese alma que ella se llevó a Cartagena, seis meses atrás y que ahora le devuelve, con la misma generosidad y entrega, con el mismo amor de siempre.
Armando.- La amo Betty, la amo más que a mi vida.
Betty.- Yo también lo amor doctor, nunca he dejado de amarlo.
(CONTINUARÁ....)
Las siguientes dos horas las pasaron hablando. Betty le pidió que no hablaran de su “conflicto, como ella dulcemente lo llamó, ya tendrían tiempo para eso. Conversaron sobre Ecomoda, sobre el embarazo de ella, sobre la belleza del mar, sobre como él había llegado a Cartagena y la había estado observando... A cada poco, Armando le besaba la mano, y le decía que la amaba. Entonces entró una enfermera en el cuarto :
Enfermera.- Señor, ¿puede salir?, tenemos que asear a su esposa.
Armando salió al pasillo y paseó nervioso durante los minutos, que estuvieron atendiendo a Betty. Hizo una llamada telefónica y en cuanto pudo, volvió a pasar.
Ella estaba incorporada en la cama, le habían cambiado el camisón hospitalario, por uno blanco, con pasacintas en celeste que doña Julia, previsora, cogió antes de salir de la casa. Las enfermeras, habían cepillado la larga melena, y se la habían trenzado, dejando la trenza caer sobre su hombro izquierdo. Armando, se acercó a ella y la volvió a besar en los labios.
Armando.- ¡Mmmm, Betty, que bien huele! ....
Betty.- Gracias, Vd no puede decir lo mismo. Debería ir a... ¿su hotel?...Descansar un poco, bañarse, comer algo... se le ve muy desmejorado...
Armando.- No, yo no me muevo de acá, hasta que venga su mamá, y entonces me vuelo un momento a darme una ducha y cambiarme de ropa, y me regreso... no las vuelvo a dejar solas, a ninguna de las dos... Mire doctora le traen el desayuno, se lo tiene que tomar enterico, yo la ayudo....
Betty sonríe y se deja alimentar por Armando. Ella está inapetente, solo piensa en ver a su niña, pero con mimos y arrumacos, él consigue que se tome el zumo, un croissant y un poco de leche.
No acaban de retirarle la bandeja del desayuno, cuando entra en la habitación el médico que la atendió en el parto y le ha llevado todo el embarazo:
Médico.- Buenos días Beatriz, ¿cómo se encuentra?...
Betty.- Bien doctor un poco cansada, pero bien.
Médico.- ¿Su esposo?....
Betty.- Doctor Armando Mendoza, el papá de mi niña.... si, mi esposo.
Médico.- Encantado señor Mendoza, enhorabuena por su esposa y por su hija, las dos están siendo muy valientes, y nos están dando muchas alegrías.
Armando le sonríe agradecido a Betty, por presentarlo como su marido, eso le da derecho a participar en su proceso de recuperación y en el de la niña, sin trabas.
Armando.- Lo estoy doctor, mi esposa y mi hija, son dos grandes mujeres. Nosotros vivimos en Bogotá, Betty estaba pasando unos días en Cartagena, cuando a ella se le presentó el problema y ya no se ha podido mover en todo el tiempo. Mi trabajo me ha tenido muy ocupado, por eso se vino a cuidarla su mamá, y yo no he podido acompañarla a las consultas. Pero le estoy infinitamente agradecido, por habernos ayudado a sacar a nuestra nena adelante, porque ella se va a recuperar ¿verdad doctor?...
Médico.- Tiene muchas posibilidades. Es chiquita, hubiésemos deseado que cogiese un poquito de más peso, pero no hubo modo. Ya Vd sabe que fue un milagro que el aborto no tuviese éxito. Esa nena desde el primer instante se agarró a la vida con mucho tesón. Deberá estar en el hospital por lo menos dos meses, hasta que coja todo el peso que necesita, pero luego de eso se la podrán llevar a casa.
Betty.- ¿A que hora nació?... Yo después de tantos dolores, perdí la conciencia y no recuerdo...
Médico.- No perdió la conciencia señora, nos dio un buen susto, se nos quedó en “parada cardio-respiratoria” .... pero no se preocupen, el monitor nos ha estado informando toda la noche que sólo ha sido un susto y más nada. La nena nació al alba, serían las cinco de la mañana más o menos, en el informe estará la hora exacta.
Armando.- Y ese “susto” que nos dio mi mujer, ¿no va a tener más consecuencias doctor?.
Médico.- No necesariamente, al menos eso nos ha indicado el monitor. Le quedan unos días de hospital y luego una larga recuperación, pero estoy convencido que lo peor ha pasado.
Betty.- ¿Cuándo podré ver a mi niña?...
Médico.- Pues en unos minutos señora... ¿Vd desea amamantar a la niña?...
Betty.- Pues claro doctor, solo que siendo prematura...
Médico.- Estupendo, es lo mejor para su hija. Mire, evidentemente la niña no tiene fuerzas para mamar, se la está alimentando por la sonda naso-gástrica. Y por ella va a recibir la leche de su mamá. Vds van a ir ahora a la unidad de prematuros, y allí viendo a su hijita, una enfermera le va a extraer la leche de modo artificial... puede que le resulte algo doloroso, pero es lo que su hija necesita. Esto lo tendrá que repetir varias veces al día, para estimular la producción de leche, la llevaremos con su niña, Vd podrá acariciarla, piense en ella, dígale cosas bonitas, imagine que la tiene en sus brazos y que la está amamantando, eso ayudará. Que su esposo la acompañe, es bueno que la familia esté junta en ese momento, la niña va a percibir el amor de sus padres y eso es tan importante, como la mejor de las terapias.
Betty.- Gracias doctor, haré todo lo que Vd me diga, todo...
Armando.- Doctor, ¿mi hija va a necesitar más sangre?... Lo digo por el grupo, como es el mío y bastante extraño, ya sabe AB Rh negativo.
Médico.- No creo, con la extracción de ayer es más que suficiente. Pero si le agradeceríamos que en los próximos días, si no tiene inconveniente se pasase por la unidad de hematología y nos hiciese una donación.
Armando.- Por supuesto doctor, mi papá viene hoy y él también puede donar, es del mismo tipo que la mía, en mi familia casi todos tenemos AB rh negativo. Mi hermana, mi sobrino, mis tíos, mis primos, mi hija...nosotros la llamamos “la extraña sangre de los Mendoza”.
Médico.- Es algo que pasa en algunas familias, la herencia genética es así, deben tener un gen dominante, que determina que sus hijos hereden su factor sanguíneo, y no el de sus cónyuges. Por cierto, creo que su hija se va a parecer mucho a Vd, ayer cuando se la pasaba a la matrona, me hizo mucha gracia, que siendo tan menuda, tuviese un lunarito junto a la boca. Apenas si se le nota, pero no sé por qué a mi se me vino a la vista, y ahora me doy cuenta que lo heredó del papá. Les dejo, a la tarde paso a visitarla.
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Betty estaba feliz y al tiempo triste, deseaba tanto tomar a su niña en brazos, pero sabía que tenía que tener paciencia, además la presencia de Armando con ella, la tranquilizaba.
Ambos estaban en la unidad de prematuros, y les habían puesto esas ropas estériles, que son como de papel y mascarillas. Ella iba en silla de ruedas y aún llevaba en su brazo izquierdo, el catéter con la entrada de suero, la botellita colgaba de un hierro que sobresalía de la silla. Se habían reído mucho con el enfermero, que bromeó diciendo que la silla era como un carro teledirigido y aquello era la antena.
Le indicaron a Armando que se sentase junto a ella y que le tomase la mano izquierda, los dos estaban muy cerca de la incubadora dónde estaba su hija. A Betty le colocaron un extraño artilugio, al menos eso le pareció a Armando, que lo miraba horrorizado, sobre uno de los pechos, y le indicaron que acariciase a su hija y que pensase que la estaba amamantando.
Betty hizo un gesto de dolor, cuando la “mamadera artificial” comenzó su trabajo para extraer la leche, luego se le pasó. Le dijeron que solo sería al principio, luego se acostumbraría. Era una sensación muy extraña. Acariciaba el pechito de su hija, y le decía palabras muy dulces, mientras Armando no hacía sino mirarlas embobado.
La chiquita le parecía el bebé más bonito del mundo, tenía la cabecita cubierta de pelito castaño, se sorprendió que tuviese tanto, para ser tan pequeña. Su color era rosadito, y miró admirado como cerraba su diminuta mano en torno al dedo de Betty. Era perfecta, la niña más hermosa del mundo. Buscó vanidoso el lunarito del que el médico le habló, y cuando por fin consiguió encontrarlo, sintió que el pecho se le hinchaba de orgullo.
Armando.- Mira Betty, mira, es verdad que tiene un puntito al lado de la boquita, como el mío... pero excepto eso es igual de preciosa que su mamá.
Betty.- Si don Armando, se parece mucho a Vd .
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Cuando regresaron a la habitación, ya estaban allí doña Julia, Catalina y Michel. Betty sorprendida vio un enorme centro de rosas rosadas y un manojo de globos también de color rosa. También había otro centro de flores, más pequeño y variado. Cuando leyó las tarjetas sonrió; la de las rosas y los globos, solo ponía “Gracias mi bella mamá. Os amo a las dos. Armando” y la del otro centro “Enhorabuena comadre. Cata y Michel”.
Aún estuvo Armando un rato más en la habitación, no se quería marchar. Por fin le convencieron para que fuese al hotel a cambiarse y a comer algo. Cuando ya iba a salir, entró otro mensajero con un tercer cesto de flores y un osito de peluche muy pequeño, con un enorme lazo rosa al cuello, del que colgaba una tarjeta que ponía. “Tus abuelos te quieren. Roberto y Margarita” y acompañando a las flores, otra que decía : “Beatriz gracias por nuestra nieta y por hacer tan feliz a nuestro hijo. Esperamos que se reponga muy pronto. Roberto y Margarita”. Betty lloró emocionada, aquella tarjeta para ella era muy especial, por razones obvias.
Armando ya se iba, cuando de nuevo se volvió sobre sus pasos :
Armando.- Betty ¿y como vamos a llamar a la niña?...
Betty.- Al oír esta mañana al médico, pensé en que me gustaría que se llamase ALBA, ella es el amanecer de mi vida...
Armando le toma la mano y se la besa.
Armando.- De nuestra vida Betty, de nuestra vida... esta niña como el amanecer, nos ha traído la luz. Su nombre será Alba Mendoza Pinzón... Ya mismo voy a comunicarlo y me informo para registrarla...
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Cuando Armando regresó al hospital después de tres horas en las que fue al registro a inscribir a su hija, se duchó y afeitó, y se obligó a sí mismo a almorzar, sus padres y don Hermes ya habían llegado y estaban en la habitación de Betty. Al entrar, se sintió algo cohibido ante la presencia del papá de Betty, que lo miró furibundo, pero tragando saliva se acercó a la cama y la besó suavemente en los labios. Luego se volvió hasta sus padres y los abrazó emocionado. Tanto don Roberto como doña Margarita, lo felicitaron y lo trataron con mucho cariño. Sabía que debía enfrentarse con don Hermes y no quería dilatar el asunto, así que se dirigió a él y con la voz más firme que pudo poner le dijo :
Armando.- Don Hermes, si es Vd tan amable de acompañarme, desearía que habláramos.
Don Hermes.- Yo no tengo nada de que hablar con Vd. Es más no se que tiene Vd que estar haciendo aquí. Nadie le mandó llamar.
Betty que observa la escena violenta, interviene a favor de Armando :
Betty.- Lo mandé a llamar yo, papá. Su hija le necesitaba y yo también.
Don Hermes.- Ya cumplió con su hija, de acuerdo. Pero ya se acabó su labor aquí. Ni Vd Betty, ni mi nieta, volverán a saber de este señor.
Betty.- No papá, eso no va a ser así. La niña lleva sus apellidos, es una Mendoza y una Pinzón también, y va a tener a sus padres con ella, a los dos. Creo que don Armando y Vd deben hablar, pero también debe Vd saber que yo ya tomé mi decisión.
Don Hermes.- De eso se olvida Betty, se olvida. En esta familia las decisiones las tomo yo, y esa es mi decisión y no se habla más.
Don Roberto.- Señor Pinzón por favor, sea razonable...
Armando.- Disculpa papá. Estoy de acuerdo don Hermes que en su familia Vd tome sus decisiones, pero en la mía las tomo yo... Y mi familia son Betty y Alba, y ya la decisión está tomada... la tomamos juntos su hija y yo... Pero desearía que hablásemos en privado, yo se que Vd tiene que decirme muchas cosas y yo deseo que su hija sea totalmente feliz, cosa que no será si Vd no cambia de opinión, así que le ruego que salga conmigo un momento y hablemos.
Don Hermes va a responder, cuando doña Julia se levanta y le dice :
Doña Julia.- Hermes ahora mismo sale Vd con don Armando y habla lo que tenga que hablar y después de eso, este tema no se vuelve a tocar nunca más.
Don Hermes.- Julia respete a su marido y respete a su hija.
Doña Julia.- Y yo los respeto... pero lo mismo que Vd dice que las decisiones en la familia las toma Vd, yo le recuerdo que la última palabra la tengo yo. Así que me hace el favor, se guarda el orgullo en el bolsillo y sale a hablar con este señor.
Don Hermes conoce bien a su mujer, y cuando ella se pone así es mejor no discutir. A regañadientes le indica a Armando que salgan.
Armando.- Venga conmigo señor Pinzón, acá afuera, a este patio.
Salen a un pequeño patio exterior y allí don Hermes le dice :
Don Hermes.- A ver, que es lo que tiene Vd que hablar.
Armando se quita la gafas, respira hondo y mirándolo a los ojos responde :
Armando.- Pégueme don Hermes, pégueme bien fuerte.
Don Hermes.- ¿Qué dice Vd señor?, ¿está borracho?, es muy temprano para beber....
Armando.- No estoy tomado señor, se lo digo totalmente en serio. Pégueme, pégueme por favor.
Don Hermes.- No me provoque, que ganas no me han faltado en los últimos meses.
Armando.- Don Hermes no se quede con las ganas. Yo me he ganado ese puñetazo a pulso. Démelo, quítese ese peso de encima.
Don Hermes no lo pensó y le dio tremendo golpe en la mandíbula. Tan fuerte que le hizo perder el equilibrio y cayó sentado al suelo. Armando sacudió la cabeza, pensando –“¡Vaya con el viejito, bien fuerte que pega!”-. Se levantó y le volvió a decir :
Armando.- Otro don Hermes, deme otro. Deme los que considere necesarios y después yo le hablaré.
Don Hermes está rabioso, aquella gallardía en aquél hombre que detestaba, lo enfurecía. Así que sin decir más nada, le arreó varios golpes más, hasta que lo vio sangrando por la nariz.
Armando, se limpiaba la sangre con su pañuelo y jadeaba. Verdaderamente don Hermes le había dado bien duro.
Armando.- Espero señor que haya desahogado algo de su rabia contra mí.... Ahora le voy a hablar de frente y como dijo doña Julia, después de esta conversación espero no tener que volver a hablar de este tema.
Don Hermes.- Vd dirá señor Mendoza...
Armando se pone las gafas y aún con el pañuelo sobre la nariz comienza a hablar :
Armando.- Desde esta madrugada se lo que Vd ha sentido todo este tiempo, en que ha visto sufrir a su hija por mi culpa. Si alguna vez un tipo le hiciese a mi niña, la cuarta parte de lo que yo le hice a Betty, le juro por Dios que lo mato. Ahora entiendo lo que es amar a un hijo, yo no lo sabía...Yo no sabía lo que era el amor, hasta que Betty vino a enseñármelo, y cuando me vine a dar cuenta, ya era demasiado tarde. El resto de la historia Vd, lo conoce de sobra. Mire don Hermes, yo amo a su hija Beatriz sobre todas las cosas, sobre toda razón y sobre toda lógica, y ahora que es la madre de mi hija aún la amo más si es posible. Ella me ha perdonado y me ama señor, yo se que tengo que darle tiempo, que nos tenemos que dar tiempo los dos, pero me voy a casar con ella, en cuanto que ella me diga que sí. Y me voy a casar con su consentimiento o sin él. Betty va a ser mi esposa y con nuestra hija vamos a formar un hogar, si Dios quiere.
Don Hermes ha escuchado en silencio toda aquella conversación. Ahora lamenta haberle pegado tan duro, luego tendrá que aguantar la sarta de reproches de Julia, pero era tanta la rabia que había sentido en aquellos meses, que en el fondo le agradeció poder liberarla.
Don Hermes.- Evidentemente Vd y mi hija han tomado ya una decisión, no es que yo la comparta, pero tampoco me agrada la idea de que Betty, sea madre soltera. Vd no me gusta señor Mendoza, pero le voy a dar un margen de confianza, porque no puedo dejar de reconocer que se ha portado como un hombre. Ahora bien, si mi hija vuelve a derramar una sola lágrima por Vd, entonces sí que lo mato.
Don Armando.- Y yo le agradeceré infinito que lo haga. Si alguna vez Betty, vuelve a sufrir por mi culpa, búsqueme señor Pinzón, búsqueme y me pega dos tiros, tiene Vd mi permiso para hacerlo, porque yo no mereceré vivir.
(CONTINUARÁ....)
Los días pasaban lentamente. Armando no se separaba de Betty, apenas si un rato para ir al hotel a ducharse y cambiarse de ropa. Dormía en la butaca de la habitación de ella y la acompañaba a la unidad de neonatología cuando debían extraerle la leche para alimentar a Alba.
También la acompañaba al gimnasio del hospital, dónde ella cada día hacia una hora de rehabilitación. Tantos meses de reposo, habían debilitado sus piernas y debía fortalecerlas. Al principio se cansaba mucho, luego poco a poco, se fue recuperando y al cabo de una semana, podía caminar con bastante soltura y sin marearse.
La relación entre ellos empezó a crecer, por primera vez desde que se conocían hablaban mucho y no precisamente de finanzas o de negocios, sino de la vida, de sus gustos, de sus sueños, de su niña.
Ella le seguía llamando “don Armando” o “doctor”, mientras él sólo se refería a ella como “mi amor”, “mi vida”, “mi reina”.... y la miraba embobado y admirado. No sabía como agradecerle no solo su perdón, sino la vida de su niña. Cuando pensaba en lo que Betty había debido pasar para que Alba naciese viva, se le llenaba el alma de ternura y agradecimiento, y al mismo tiempo de admiración hacia ella.
Don Hermes había regresado a Bogotá con Don Roberto y Doña Margarita, pero a cada rato los estaban llamando por teléfono, para preguntarles por la nena.
Don Roberto le había dicho que no se preocupase de nada, que se olvidase de la empresa que él se hacía cargo, que ahora solo debía de estar pendiente de su hija y de Betty. Armando se lo agradeció en el alma, pero les pidió que no dijesen a nadie, y mucho menos a Marcela, que Alba estaba en el mundo y que él y Betty estaban juntos.
Así que en Ecomoda todos creyeron que don Armando estaba pasando una larga temporada en Europa, visitando a su hermana y a su sobrino, y Marcela por el momento se quedó algo tranquila. Le daría tiempo a que se olvidase de la vagabunda de Beatriz y cuando volviese, ella lo recuperaría. La empresa se había recuperado y funcionaba con normalidad, solo había que dejarla seguir con su rutina de siempre.
Betty pasó diez días en el hospital. Cuando le dieron el alta, su anemia había mejorado bastante, su estado anímico era óptimo, porque Alba seguía ganando peso progresivamente y tenían muchas posibilidades de salir adelante, Armando se desvivía por ella y por la niña y las últimas pruebas cardíacas, les había confirmado que del pequeño paro que sufrió en el parto, no quedaba rastro.
Cuando el médico le hacía la última visita antes de salir, ella con miedo se atrevió a preguntarle algo que la atormentaba en los últimos días:
Betty.- Doctor, yo quisiera hacerle una pregunta...
Médico.- Vd dirá Betty...
Betty.- Verá, yo... nosotros no pensamos tener más hijos por el momento
Armando la miraba con curiosidad. Por supuesto que él no iba a tener más hijos, si eso le suponía a “su reina” repetir el calvario que había tenido que pasar... pero si ella preguntaba, es porque quizás pensaba en un futuro común, en más familia...
Médico.- Desde luego deben esperar al menos dos años, para tener un segundo hijo. Vd debe estar plenamente recuperada, este embarazo la agotó hasta el extremo.
Betty.- Doctor y si vuelvo a quedar embarazada, ¿pasará lo mismo?
Médico.- No tiene por qué. Vd está perfectamente preparada para tener hijos normalmente. Este embarazo fue difícil, porque Vd no se encontraba bien físicamente y además había pasado por un gran stress, según me contó. Si se vuelve a quedar encinta, adviértale a su médico lo que le pasó con la niña, lo normal es que deba tener cuidado el primer trimestre, pero luego puede ser un embarazo perfectamente normal, quédese tranquila al respecto.
A Betty se le iluminó la cara con una amplia sonrisa, y mirando dulcemente a Armando, respondió :
Betty.- No quisiera que Alba fuese hija única. Yo no he tenido hermanos y los he echado mucho de menos. Me tranquiliza Vd doctor.
Doña Julia ha aceptado sonriente esperar en la casita de la playa a que ellos lleguen del hospital. Armando tiene alquilado un coche descapotable, desde el día anterior y quiere llevar a Betty a dar un paseo por la ciudad antes de ir a la casa. Deberán volver al hospital al atardecer, para ver de nuevo a Alba y extraer la leche.
Armando la lleva delicadamente agarrada por la cintura y de vez en cuando le da dulces besos en la mejilla, ella se deja querer. Lo ha necesitado tanto en los últimos meses, que ahora que lo tiene a su lado, ya no recuerda nada malo, ni triste, ni oscuro, sólo desea disfrutar cada segundo de su compañía.
Dan un largo paseo en coche por la ciudad, Betty respira el aire y ríe emocionada, está teniendo un reencuentro con aquella ciudad que la enamora, un reencuentro al lado del hombre de su vida.
Cuando llegan a la casita de la playa, doña Julia les abraza emocionada, les pregunta por la nena y les lleva a comer al porche dónde ha dispuesto la mesa con el almuerzo. Betty echa de menos la tumbona :
Betty.- Mamá ¿qué hiciste de mi potro de tortura?...
Doña Julia.- ¡Ay mija, le pedí a Michel que se la llevase bien lejos de esta casa, porque sino yo misma, la hubiese quemado ahí enfrente en la arena!... ¿quieres que la traiga otra vez?...
Betty.- Noooo.... por favor, no quiero volver a ver un mueble similar en muchos meses... brrrr... ahora solo deseo estar de pie y caminar, caminar y en cuanto tenga ánimos correr.....
Armando permanece en silencio, la mira enamorado, se bebe cada una de las palabras que ella dice y en su cara se ha instalado una permanente sonrisa, que raramente lo abandona. Por primera vez está probando la delicias de la mesa de doña Julia, realmente es una excelente cocinera y una mujer dulce y tranquila, nada que ver con su esposo. De algún modo él se ve retratado en los padres de Betty. Él se parece mucho en su carácter a don Hermes, gritón, posesivo, machista, protector, pero un perfecto títere en las manos de su esposa. Betty es como su mamá, serena, dulce, sosegada y hace con él lo que quiere.
Doña Julia.- Don Armando ¿ya trajo Vd sus maletas?...
Armando.- ¿Mis maletas?.... no, yo sigo en el hotel... allá están mis cosas.
Doña Julia.- Bueno pues debe ir a buscarlas, porque yo le he preparado su habitación. Es chiquita, porque la casa es pequeña, aunque como sólo es para dormir.
Betty le mira sonriente, ella ya lo había hablado con su mamá. Deseaba que Armando estuviese con ella todo el tiempo, no deseaba que estuviese en el hotel.
Armando está tan asombrado del ofrecimiento que apenas si es capaz de contestar.
Armando.- Yo.... yo, bu...bueno... no pensaba que Vd y don Hermes fuesen a permitir...
Doña Julia.- Mire doctor, Hermes es más terco que una mula... como su hija Beatriz Aurora....
Betty.- ¡¡¡Mamáaaa...!!!
Doña Julia.- Si mija, Vd será muy inteligente, muy economista y todo lo que quiera, pero terca es bastante y en eso salió a su papá. Lo que le decía doctor Mendoza, Vd es el padre de mi nieta y ama a mi hija, yo entiendo que se tienen que dar su tiempo, pero como se va a quedar acá en Cartagena, a ver que hace gastando plata en un hotel que ni siquiera va a pisar. Recoge sus cosas y se viene a la casa con nosotras. Ande, antes de que sea más tarde...
Armando.- ¡¡Gracias doña Julia, mil gracias!!... Ya mismo estoy de vuelta, no me demoro ni una hora, el tiempo de ir recoger las cosas y cancelar el cuarto, ya estoy acá.
Mientras conducía feliz camino de su hotel, daba gracias a Dios, por todos los acontecimientos de los últimos días. Recordó sonriente los puñetazos de don Hermes, aún le quedaba un hematoma, al lado de la boca.
Cuando regresó a la habitación sangrando por la nariz. Betty no le dijo nada, solo le sonrió agradecida. Ella había sabido adivinar en aquellos golpes, todo lo que había pasado. Doña Margarita se horrorizó, de nuevo veía a su hijo lleno de marcas, y con delicadeza empezó a enjugarle la sangre de la nariz al tiempo que lo empujaba, para que fuesen a buscar a alguien que le curase. Doña Julia miró a su marido y le dijo muy seria :
Doña Julia.- ¿Ya se quedó tranquilo Hermes?... Pues de este tema no se vuelve a hablar más nunca en la vida ¿me oyó?, esto se zanjó.... Don Armando, haga caso a su mamá y vaya a que le curen esos golpes, que la fiera de mi esposo le dio...
Armando.- No tenga cuidado, doña Julia, yo le agradezco profundamente a don Hermes, cada uno de estos puñetazos. Me los gané a pulso, uno a uno y ... pocos han sido, pocos ... Ya todo está bien
Don Hermes.- Don Roberto, no lamento haber golpeado a su hijo. Como él bien dice, se lo merecía. Pero si le tengo que decir, que su hijo Armando es un hombre de los pies a la cabeza y que puede estar orgulloso de él. Ahora espero que cumpla la palabra que me ha dado, y responda como un caballero, por mi hija y por mi nieta.
Don Roberto.- Lo se, señor Pinzón, estoy orgulloso de él, y le aseguro que cumplirá su palabra. Y también quiero decirle que me siento muy feliz, muy orgulloso de que su hija Beatriz vaya a formar parte de nuestra familia. Es una gran mujer, una gran mujer, Vd debe también estar muy orgulloso de ella.
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Los días siguen pasando, con tranquilidad, con una lenta y gratificante monotonía. Armando, Betty y doña Julia van al hospital a diario, por la mañana y por la tarde, y pasan cerca de una hora con la nena que aún permanece en la incubadora, al menos deberá estar dos meses completos, pero cada día tienen más certeza de que todo irá bien. Extrañamente Alba no ha tenido ninguno de los problemas, que en ocasiones presentan los bebés prematuros. Ella permanece sanita, durmiendo, ganando peso y siendo la alegría, la luz de sus papás.
Betty se encuentra plenamente recuperada, lo mismo que Armando. Ambos gracias a las suculentas comidas de doña Julia, a la cercanía del mar y sobre todo a la felicidad que los acompaña, han ganado peso y están volviendo a ser, lo que fueron antes que todo el drama que pasaron, llegase a sus vidas.
Cuando se levantan por las mañanas, antes de desayunar, dan un largo paseo por la playa, tomados de la mano. Armando le roba fugaces besos en los labios, pero apenas si se atreve a más, y eso que la desea con vehemencia. Él la había amado antes de que se viese tan bonita, pero ahora que ella había cambiado, que cuando se reía le mostraba sus blancos dientes, que vislumbraba su sugerente silueta, bajo los shorts y las camisetas de algodón, tenía que hacer verdaderos esfuerzos, por no tumbarla sobre la arena y hacerle el amor allí mismo.
Una vez que pasaron los días siguientes al parto y el médico los autorizó, Betty se metió al mar por primera vez. Hacerlo de la mano de Armando, fue para ella el mejor de los regalos.
La tarde anterior, antes de visitar a Alba, Armando se empeñó en llevarla de compras. Él mismo necesitaba algo más de ropa, se llevó equipaje, solo para unos días y ya llevaba un mes allá, y ella estaba en las misma circunstancias. Betty se sentía insegura, era la primera vez que iba comprar ropa sola, hasta entonces eso lo había hecho su mamá, con un resultado nada favorable o doña Catalina, pero ella sola jamás.
Descubrió en Armando la perfecta compañía. El le escogía los modelos, esperaba paciente a que se los probase y la ayudaba a decidir. Sólo había un problema, Armando le hubiese comprado todos, y a ella le parecía un abuso, máxime cuando no le permitía pagar un peso.
Se empeñó en que comprase varios trajes de baño, la mayoría de dos piezas y cuando ruborizada, salió con el primero puesto, no pudo menos que sorprenderse de la reacción de Armando :
Armando.- ¡¡¡Guao, mi amor!!!..... ¡¡¡Estás preciosa, divina!!!
Betty.- Doctor no diga eso, que me da mucha vergüenza... ¡si voy casi desnuda!
Armando.- ¡Eso si que es verdad!... Y es un peligro, pero estás tan bonita, que yo me encargaré de que ningún tipo se te arrime.
Betty.- No diga eso don Armando, yo no soy bonita.... ahora estoy un poco mejoradita, pero nunca he sido bonita.
Armando se levantó, la abrazó bien fuerte y después de besarla, le dijo mirándola a los ojos :
Armando.- Mi amor, no hay mujer en el mundo más hermosa que tú. Y lo vas a comprobar, cuando mañana paseemos por la playa y tu lleves este bañador... Voy a pasar un mal rato, pero tú vas a ver como te miran los hombres... debes confiar en mi, que de mujeres bonitas yo entiendo bastante.
Efectivamente, para rubor de Betty y orgullo de Armando, cuando a la mañana siguiente paseaban por la playa de la mano y ella vestía el sugerente bikini azul turquesa y blanco, fueron muchos los hombres que se giraban para mirarla, y hacían comentarios a su paso.
Armando.- ¿Ves mi amor, como eres preciosa?...
Betty.- Me da mucha pena, doctor... Todavía tengo mucha tripa y por aquí arriba, con lo de la leche... están grandes, yo nunca los tuve así... –y enrojecía hasta la raíz del pelo, al decirlo.
Armando la abrazaba sonriente, ese pudor de ella, le encantaba.
Armando.- ¿Tripa?... ¡Pero si apenas se te nota que acabas de dar a luz!, además el sol y el mar, fortalecerán esos músculos. Y en unos días, no quedará rastro de esa “¡¡grandísima tripa que tiene Vd!!”... y por arriba... ¡ay mi amor, mejor no me hagas pensar en esa parte de tu cuerpo, porque no quiero ni mirarlos!... Sólo con pensarlo me provoca ... me provoca... bueno, mejor lo dejamos y nos vamos a bañar... Necesito urgente un baño en el agua fría...
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El día que hacía dos meses y medio del nacimiento de Alba, sus papás la pudieron sacar del hospital y llevarla a casa. La nena pesaba ya tres kilos cien gramos y estaba preciosa. Es el vivo retrato de Armando, y cuando sonríe se le hacen hoyuelos en la mejillas.
Cuando llegan a la casita de la playa, les espera una sorpresa. Los abuelos Mendoza y don Hermes han llegado de Bogotá, y les esperan junto con doña Julia, Michel y Catalina. Todo está lleno de globos de colores y hay una gran pancarta que pone : “BIENVENIDA ALBA”.
Las abuelas y Catalina se la pasan de unas a otras comiéndosela a besos y diciéndole lo preciosa que es, los papás no caben en sí de felicidad. La “niña del milagro” como la llamaban en el hospital, es una realidad hermosa y llena de vida, que les dedica sus mejores sonrisas.
Hay unos momentos en el día que son mágicos para Armando y es cuando Betty amamanta a su hija. Ya comenzó a hacerlo en el hospital , cuando la nena estuvo lo bastante fuerte para poder mamar, pero luego irremediablemente volvía a la incubadora. Ahora que ya está bien, verla en la casa tirando con una fuerza inusitada del pecho de la mamá, y tomarla luego en brazos para sacarle los gases, se ha convertido en los minutos más importantes de la vida de Armando. Nunca, ni en sus mayores fantasías, pudo imaginar que algo tan sencillo, como la vida misma, se le iba a convertir en verdadera fascinación.
El pediatra de Alba les ha dicho que es conveniente que sigan en Cartagena, al menos el primer año de la nena. La bonanza del clima y el aire del mar la ayudarán en su desarrollo y su crecimiento.
Betty se siente angustiada, Armando lleva ya tres meses sin aparecer por Ecomoda, y entiende que no puede estar más tiempo fuera.
Están cenando en el porche y los acompaña Michel. Armando se está acostumbrando a su presencia y reprime con esfuerzo, los celos que le provoca, la presencia del francés.
Betty.- Don Armando, yo creo que ahora que Alba está ya en casa, debería volver a Bogotá y recuperar su vida, hacerse cargo de la empresa. Su papá está cansado, demasiado ha hecho en estos meses.
Armando.- Mi vida sois tú y mi niña, la recuperé la noche que nació Alba. En Bogotá yo no tengo nada, si no estáis vosotras... Además, cuando vas a dejar de decirme “don Armando”
Betty.- Está bien don... oj,oj,oj... bueno Armando. Pero Vd se debe a la empresa, no la puede abandonar así a la ligera.
Armando.- No mi amor, yo no me vuelvo y os dejo acá solas. Cuando Alba pueda viajar a Bogotá, nos regresamos los tres, bueno los cuatro, tú mamá también, y ya entonces veremos que hacemos, pero antes no.
Michel.- Miren yo quería proponerles algo, que quizás les pueda ayudar. Verán, yo estoy asociado con un colombiano en mi cadena de restaurantes, ya lo conocen Luis Miguel Hernández. Llevamos tiempo pensando que quizás debiéramos ampliar nuestro área de negocios a otros campos... y el de la moda nos parece que podría ser interesante...
Armando.- ¿El de la moda?....¿qué nos quiere decir Michel?
Michel.- Yo estuve cerca de Betty cuando ella diseñó el proyecto de las franquicias de Ecomoda y se como funciona la cosa. Quizás si su empresa lanzase una línea de ropa tropical, veraniega, trajes de baño, complementos de playa, una franquicia en Cartagena ... es más, varias tiendas a lo largo de la costa, cercanas a nuestros restaurantes, podrían tener bastante éxito.
Armando.- Me parece una buena idea, muy buena idea ... tendríamos que exponerlo en la Junta Directiva, pero si presentamos un buen informe, el estudio de mercado y el plan de negocios, creo que serían un modo estupendo de ampliar mercado.
Betty.- Si te parece nos podemos poner cuando quiera a trabajar. Nicolás nos puede enviar el material que necesitemos, luego cuando la propuesta esté elaborada, Vd viaja a Bogotá con Michel y la proponen a la Junta.
Michel.- Claro, Luis Miguel y yo seríamos socios inversionistas y Ecomoda el socio comercial. Es un gran proyecto y si lo aceptan, mientras se cristaliza Vd podrían trabajar acá en Cartagena. Ecomoda debería mandar a alguien y quién mejor que Vd Armando, así no se separaría de Betty y de Alba.
La propuesta de las franquicias en Cartagena fue muy aplaudida por don Roberto. Armando y Betty se esforzaron en preparar un amplio informe para la Junta, que deberían de presentar en una próxima visita a Bogotá .
(CONTINUARÁ....)
Después de casi cuatro meses, Armando hizo su aparición por las oficinas de Ecomoda. El Cuartel se revolucionó al verlo y ante la sorpresa de la “peliteñida” se lanzaron sobre él, con abrazos y con besos. Mientras miraban curiosas al hombre alto y rubio que le acompañaba.
Marcela salió enseguida que Patricia le dijo e hizo ademán de echarse en sus brazos. Armando delicadamente la rechazó, y solo le dio un beso en la mejilla :
Armando.- Te ves muy bien Marcela... ¿cómo estás?
Marcela.- No tan bien como tú, que parece que vinieses de la playa, en vez de Europa.
Armando.- La verdad es que los últimos quince días los he pasado en Cartagena, disfrutando del mar. Mira te presento al señor Michel Doinell, es un amigo mío que está muy interesado en hacer negocios con Ecomoda.
Marcela.- ¡Ay mi amor, cuanto te he extrañado!... En cuatro meses ni una llamada, ni una postal, nada de nada... Apenas si he visto a tú mamá y a tú papá, no me decían más que estabas muy bien y viajando por Europa... ¡Tan ingrato, pero ya estás acá de nuevo!, y se te ve muy bien, muy bien.
Michel miraba asombrado a aquella mujer que acariciaba el rostro estático y sin expresión de Armando. Supuso que sería su ex –prometida, pero no podía entender, como si Armando ya le había terminado, hacía cerca de un año, ella siguiese insistiendo de ese modo, como si nada hubiese pasado.
Por un momento sintió lástima de Armando, no le caía demasiado bien. Si lo aceptaba era porque sabía lo mucho que amaba a Betty y a la niña, pero no era precisamente el hombre que hubiese escogido como amigo.
Los sentimientos eran mutuos, Armando siempre se sentía inseguro en presencia de Michel, lo respetaba por el cariño que Betty le profesaba y por lo agradecido que le estaba. Pero tenía la sensación de que tenía que estar siempre en guardia, en el momento en que se relajase, aquél “galán francés”, ocuparía su lugar en el corazón de Beatriz. Así que se toleraban y se trataban educadamente, e incluso se ayudaban, pero nada más. Cuando Betty insistió para que Michel acompañase a Armando a Bogotá, él respiró tranquilo. Al menos no se quedaba en Cartagena con ella “cuidándola” y con él cerca se sentía mejor.
En la reunión de la Junta tuvo que soportar las ironías de Daniel, pero estaba mucho más sereno que en otras ocasiones, y bajo ningún concepto quería demostrar delante de Michel, lo neurótico que podía llegar a ser.
El negocio de las franquicias en la costa se aceptó y Marcela palmoteó entusiasmada, ella que era la Gerente de Puntos de venta, viajaría con Armando a ver los locales y prepararlo todo. Pero para su asombro, don Roberto cambió sus planes :
Don Roberto.- No Marcela, tú no te vas a mover de Bogotá. Aquí haces falta, pues desde aquí coordinas con Mario todas las demás franquicias de Ecomoda. Armando, que ya ha tomado contacto con el señor Doinell y su socio será el que esté en Cartagena, mientras se montan las tiendas.
Marcela.- Pero Armando es el vicepresidente ejecutivo, lleva cuatro meses fuera de Bogotá, debe reintegrarse a la empresa... Tú estás ansioso por jubilarte, por irte a descansar con Margarita... a Cartagena puede ir Mario.
Don Roberto.- Mira Marcela, Armando pasó un año muy duro, tú lo sabes mejor que nadie. Su estancia fuera de Bogotá le ha venido muy bien, creo que le vendrá mejor si sigue unos meses en Cartagena, en otro entorno, en otro ambiente. Cuando vuelva, vendrá renovado y podrá integrarse plenamente a la empresa. Ya lo he hablado con él y estamos de acuerdo... Y antes de que digas nada Daniel, yo sigo con la presidencia, hasta que la empresa esté totalmente estabilizada.
Michel se hospedó en un hotel, mientras Armando se quedaba en casa de sus padres. En la última visita de don Roberto a Cartagena, Armando le había rogado que vendiese su carro y su apartamento, cuando volviese a Bogotá con Betty, quería buscar una casita para los dos y deberían comprar un coche familiar, en el deportivo no podían colocar la sillita de Alba.
Cuando estaba tranquilamente sentado con sus padres desayunando, se les apareció como una exhalación, Marcela Valencia, reclamándole la venta del apartamento.
Marcela.- Armando Mendoza ¿cuándo pensabas decirme que habías vendido tu apartamento?... ¿ah?... ¿cuándo?... He tenido que pasar la vergüenza de enterarme por el portero del edificio.
Doña Margarita.- Marcela hija, tranquilízate... tómate un café anda, y no grites de ese modo.
Don Roberto.- Y se puede saber ¿que ibas a hacer a estas horas de la mañana al apartamento de Armando?
Marcela.- ¿Te parece extraño que después de cuatro meses sin saber nada de mi novio, ni una llamada, ni una postal, ni noticias de vuestra parte, yo haya ido esta mañana en son de paz, a desayunar con él y a que hablásemos un rato?...
Armando.- Marcela, yo no soy tu novio. Entre nosotros todo terminó hace cerca de un año. Yo no tengo que darte cuentas de mi vida, ni de lo que hago con mis propiedades. Y sí, he vendido el apartamento. Ya no me gustaba, no soportaba estar allí. También he vendido el carro, ahora mismo en Bogotá solo conservo, las cuentas bancarias y la acción del club. ¡Ah!, mi caballo que tengo que pasar a verlo y mi perro que vive acá con mis papás... ¿Contenta?...Ahora por favor déjame en paz, no me reclames más, porque ya no te debo explicaciones... Marcela no te amo, es más a estas alturas, lamento decirte que creo que no te amé nunca... Olvídame, busca otro hombre que te merezca y te haga feliz...
Marcela.- Pero tú eres mi prometido, nosotros nos vamos a casar. Tú solo estás confundido, yo te he dado cuatro años de mi vida. Yo sabré esperar, yo te esperaré... yo he tenido mucha paciencia, yo te merezco.
Armando.- Marcela no te humilles más por favor. Yo no deseo que me esperes, yo ya tengo mi vida resuelta y tú no formas parte de ella, ¡lo siento!... de verdad ¡lo siento!...
Marcela.- ¿Ya tienes otra mujer?... Claro, cualquier sinvergüenza que hayas conocido en Cartagena, por eso te quieres ir para allá. Pero yo no lo voy a permitir Armando, yo voy a esperar. Te aburrirás de ella como te aburriste de Betty, y yo te estaré esperando...
Armando suspira y se encoge de hombros, no piensa discutir y mucho menos darle pistas de que está con Betty y tiene una hija. Ese fin de semana regresa a Cartagena y eso ya lo hace feliz.
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Durante los siguientes meses Armando se dedica de lleno a las tiendas de Cartagena y de las otras ciudades de la costa. Cuando sale de viaje, Betty, doña Julia y la niña le acompañan. Para ellas está siendo maravilloso conocer todas esas bellas ciudades del caribe colombiano y Armando se siente feliz. Hace un trabajo que le gusta y disfruta de la compañía de sus mujeres. Ha llegado a establecer tal complicidad con doña Julia, que a veces los dos se alían para discutirle a Betty y ella se enfada :
Betty.- Parece mentira mamá, ni que fuese su hijo. Su hija soy yo no lo olvide, no se porque lo defiende tanto.
Doña Julia.- ¡Ay mamita, es que Vd es muy terca y Armandito lleva razón! y en cuanto a lo de mi hijo, siempre desee tener un varoncito, aparte de Vd mija, y Armandito pues como que ha ocupado ese vacío...
Alba se está criando preciosa, Betty le sigue dando el pecho, aunque la ayuda con otros alimentos. Pero como ella no tiene inconveniente y el pediatra lo ha recomendado, pues la nena sigue mamando. Aún es pequeña para su edad, pero les han dicho que en breve alcanzará los percentiles de los niños de su tiempo, además le han hecho unas pruebas de los huesos y les han avisado que va a ser una nena alta, cuando se normalice su crecimiento, nadie va a recordar que nació prematura y con solo 1 kilo y medio.
Tiene debilidad por su padre, cuando él la carga, la mira o le habla, la niña se deshace en risas y ruiditos de esos que hacen los bebés, como queriendo expresarle en su lenguaje lo mucho que lo quiere. Armando la consiente al extremo, no puede soportar que llore y le canta, la acaricia, le habla mucho rato, la lleva a bañarse con él en el mar, le dedica cada minuto del día que tiene disponible.
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Se acerca el primer cumpleaños de Alba y el médico ya les ha dado el alta, recomendándolos con un excelente pedíatra bogotano. Ellos ya han decidido que el cumpleaños de la niña será el momento de darla a conocer al mundo, a su mundo, a sus amigos y empleados de Ecomoda.
Antes de regresar a la capital, Armando después de mucho insistir ha conseguido que Betty acepte a casarse con él por lo civil, aunque ambos le han prometido a don Hermes que no van a hacer vida de matrimonio, hasta que se casen por la Iglesia.
Armando lleva más de dos años de celibato voluntario, y a veces cree que no va a ser capaz de aguantar ni un día más, pero solo pensar en dañar su relación con Betty le da fuerzas para contenerse lo que tenga que contenerse.
En un juzgado de Cartagena, con la sola presencia de sus respectivos padres y de Michel y Cata, han contraído matrimonio, en una sencilla ceremonia en la que han expresado el mutuo consentimiento y han firmado las actas matrimoniales.
Mientras comían en el restaurante de Michel, celebrando tan singular casamiento, Armando ha tomado la palabra :
Armando.- Don Hermes, su vida tranquila y ordenada, se trastornó y se dislocó por mi culpa y yo me siento en deuda con Vd. Se que le preocupa el lugar dónde va a vivir con doña Julia, cuando regresemos en un par de semanas a Bogotá, y yo le tengo un regalo. Tome don Hermes, las llaves de su casa y los papeles de propiedad a su nombre.
Don Hermes asombrado recoge de manos de su yerno, las llaves de su casa, pero de su casa de siempre, la del barrio de Palermo, la que el vendió porque necesitaba el dinero para mantener a Betty y su mujer en Cartagena. Reconoce el juego de llaves enganchado en el mismo llavero que él entregó a la inmobiliaria, al tiempo mira incrédulo las escrituras.
Don Hermes.- Pero, pero ¿cómo es esto?...
Armando.- Señor Pinzón, Vd se negaba a que yo ayudase a Betty, no me permitía ni me admitía un peso, y yo me sentía, porque lo era, responsable de todo su descalabro familiar. Cuando supe, por las secretarias que Vd ponía a la venta su casa, me apresuré a llamar a la inmobiliaria y la compré. La casa está intacta, bueno yo la mandé a pintar completa, hace unos días, cuando lleguen estará impecable. Cada cosa sigue en su lugar, excepto claro, las cosas que Vds. sacaron. La asistenta que he tenido siempre en mi apartamento, ha estado yendo cada semana a ventilar y a limpiar.
Doña Julia llora agradecida, había echado tanto de menos su casita de siempre y pensar en vivir ahora en un apartamento de esos modernos, la atormentaba. Don Hermes no tiene palabras .
Don Hermes.- Armando, yo no puedo aceptar, yo le devolveré hasta el ultimo peso.
Armando.- No señor, ni un peso, Vds no me deben nada. Soy yo quien estaré siempre en deuda con los dos. Me han entregado el tesoro más grande de mi vida, a su hija, acéptenlo como parte de mi regalo de bodas para Betty.
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Betty está muy nerviosa después de más de un año va a volver a Ecomoda, del brazo de su esposo y con su hija. Ella se está quedando en casa de sus papás y Armando la acompaña, doña Julia le arregló una habitación que tienen libre. Esa misma tarde van a empezar a buscar casa para ellos, ya doña Margarita les ha concertado cita con una inmobiliaria, y en un mes se casan por la iglesia, todo va sobre ruedas. Pero hoy es el gran día, enfrentarse a su pasado y responder a las preguntas de tanta gente que la quiere y también de tanta gente que la odia.
Ella ya se arregló, eligió un sencillo traje pantalón de color crudo, combinado con zapatos y bolso, marrón. La melena la lleva suelta sobre la espalda, solo recogida un poco con un prendedor de plata vieja, a juego con los pendientes, que le regalo Armando, el día que la niña cumplió el año.
A la nena la ha vestido con un trajecito blanco estampado con diminutas flores amarillas y bordado de punto inglés sobre el pechito. Se lo combina con chaquetita de lana blanca, zapatitos y calcetines también blancos.
Alba está muy gordita, y cada día se parece más al papá. Tiene la cabecita cubierta de rizos castaños, que su mamá ha separado de la frente, recogiéndolos con un vistoso lazo de organdí amarillo. Cuando Armando las ve bajar, sonríe orgulloso, sus “mujeres”, como él dice siempre, están preciosas.
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Al entrar por el lobby de la planta ejecutiva de Ecomoda, como era de esperar las muchachas se revolucionan, al ver llegar a Armando con esa nena en brazos y abrazando a aquella mujer tan elegante.
Armando.- Buenos días a todas, ¿cómo están?...
Cuartel.- Bien, estamos muy bien don Armando.
Betty.- Buenos días muchachas... me alegro mucho de volver a verlas.
Berta.- ¿Señora, Vd nos conoce?
Betty.- Pues claro Berta, solo ha pasado un año ¿tanto he cambiado?
Sandra.- ¿Betty, es Vd Betty?
Armando.- La misma. Es nuestra Betty, mi Betty – y la besa suavemente en la mejilla.
Las muchachas están con la boca abierta, no son capaces de decir nada. Armando y Betty se ríen y Alba palmotea feliz, cuando ve a sus papás así.
Sofía.- Betty ¿Vd y el doctor?.... ¿y esa nena?....
Armando.- Sí Sofía, ella es mi esposa y esta es nuestra hija : Alba Mendoza Pinzón.
Todas reaccionan abrazándolos y besándolos, queriendo cargar a la niña, que las mira sorprendida, y le toca la cara a su papá como queriéndole preguntar que pasa.
Alba.- Papa...papá...papa
Armando.- Ya princesa, tranquila, son las amigas de mamá que son muy gritonas. Muchachas ya luego hablamos, nos esperan en la sala de juntas...Por cierto ¿ y Patricia?....
Sandra.- Aún no llegó don Armando, desde que Vd se fue ha vuelto a las andadas y como doña Marcela se las tapa todas... ¡ay disculpe doctor, yo no quería!...
Armando.- Déjelo Sandra, ya sabemos que Marcela se las tapa todas. Luego hablamos ¿si?.... Vamos mi amor.
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Don Roberto da comienzo a la reunión. Nicolás como vicepresidente financiero presenta un perfecto informe del estado económico de la empresa. Por primera vez en mucho tiempo, casi todo son beneficios. Don Roberto toma la palabra :
Don Roberto.- Bien, visto el óptimo estado de la empresa, después del terrible bache que pasamos, creo que estoy en condiciones de comunicarte Daniel, que cuando quieras puedes retirar tu capital de la empresa. Ahora bien, también te comunico, que debes saber que la primera opción de compra sobre tu paquete de acciones la tenemos nosotros, la familia Mendoza.
Daniel.- Está claro Roberto, que vas a seguir protegiendo a tu hijito, y yo la verdad no quiero tener nada más que ver con vosotros. He sido muy perjudicado en toda esta historia y no me voy a arriesgar a perder más dinero, por los desmanes de Armando.
Don Roberto.- Estás en tu derecho. Doctor Mora, esté pendiente y en cuanto que el paquete de acciones del doctor Valencia, salga a la venta en bolsa, hágase con el mayor número posible de ellas. Ahora le vas a ganar una buena plata Daniel, los valores de Ecomoda se cotizan muy alto. Me alegro por ti.
Marcela.- Pero Daniel, los hermanos convinimos que no íbamos a fraccionar el patrimonio que nos dejaron nuestros papás, tú no puedes vender.
Daniel.- Sí puedo Marcela y además quiero. Y tú y María Beatriz debieran hacer lo mismo ahora que están al alza. Esta relación entre las familias se ha vuelto un karma, un maleficio, especialmente para ti.
Marcela.- Yo no voy a vender, yo se lo debo a mi papá. Además espero que con el tiempo, esta relación familiar vuelva a ser lo que era... yo confío en que no se tarde mucho, ahora que Armando ha vuelto a Bogotá, tan mejorado de salud y de estado de ánimo.
Armando.- Marcela tú sabes que eso no va a pasar. Estás en todo tu derecho de quedarte en Ecomoda, ni más faltaba, pero lo que hubo entre nosotros acabó hace mucho y no va a volver a repetirse.
Marcela.- Yo te conozco Armando, te conozco mejor que nadie y se que solo es cuestión de tiempo. Y yo se esperar.
Daniel.- Por cierto Roberto, me llama la atención que tengas tanto interés en hacerte con más acciones. Al vender yo, los Valencia quedan en minoría, y vosotros tendréis el control de la empresa. No entiendo el interés de invertir más capital.
Doña Margarita.- Es un regalo que Roberto y yo queremos hacerle, a nuestra nieta.
Marcela.- ¿Nieta?.... Camila tenía un hijo, ¿ha tenido una niña ahora?. No me han dicho nada, ni siquiera la pude felicitar.
Don Roberto.- No es hija de Camila, Marcela. Es para la hija de Armando.
Marcela.- ¡¡Esto es una broma!!... ¿La hija de Armando?... Pero ¿te apareció ahora una hija secreta? ... ¿De quién?... ¿De Claudia Bosch, de Karina Larson? .... ¿Has tenido que reconocer una hija ilegítima?... Esto es demasiado Armando, es demasiado.... y Vds Roberto y Margarita, ¿están seguros que esa niña es su nieta?, ¿cómo que le van a regalar acciones de la empresa?....
Armando se está encendiendo y está a punto de soltarle una barbaridad a Marcela. Su padre lo aguanta del brazo y lo calma .
Don Roberto.- Tranquilízate Marcela. Cuando nació el hijo de Camila, nosotros pusimos a su nombre un 3% de nuestras acciones en la empresa, como regalo por ser el primogénito de nuestra hija. Ahora que nació la niña de Armando, vamos a hacer lo mismo. Solo que viendo que Daniel vende las suyas, en vez de sacar de nuestro patrimonio, las compraremos. Además confiamos en tener más nietos, así que necesitaremos más acciones.
Doña Margarita.- Marcela hija, Armando ha sido muy claro contigo. El te terminó, ya no te ama, lo vuestro acabó y él ha rehecho su vida. Es muy feliz con su esposa y con su hija, tú deberías hacer lo mismo. Rehacer tu vida, y sacarte de dentro esa obsesión que tienes con mi hijo. Él no te ha engañado Marcela, te ha dicho muchas veces que lo vuestro acabó y nosotros también te lo hemos dicho, solo que tú no has querido escuchar.
Marcela.- ¿Su esposa?....¡¡¡¿SU ESPOSA?!!!....
Armando.- Sí Marcela, mi esposa. Nos casamos hace un mes en Cartagena, en el juzgado y dentro de 20 días lo hacemos por la Iglesia, aquí en Bogotá. Ese mismo día en que celebremos nuestro matrimonio eclesiástico, bautizaremos a Alba.
Marcela.- ¿Alba?... ¿quién es Alba?... ¿quién es tu esposa?....
Armando.- Alba es mi hija, tiene un año y dos semanas. Y si, la van a conocer a ella y a mi mujer. Lo único que te pido es que las respetes, que no les vayas a formar un escándalo, porque no tienes derecho y porque no te lo voy a permitir.
Calderón.- Armando hermano ¿se casó?.....¿lo cazaron?....¿quién fue?
Armando.- Alguien a quienes todos Vds conocen muy bien, un momento que enseguida vengo.
Al cabo de unos minutos por la puerta de presidencia salen Armando cargando a la niña y abrazando por los hombros a Betty. Todos se quedan sorprendidos ante esa mujer tan elegante y bella, que le sonríe tímidamente.
Armando.- Señores, les presento a mi esposa y a mi hija.
Betty.- Bu...buenos días a todos.
Nadie contesta, todos la miran sorprendidos, no aciertan a reconocer quien es. Mario piensa que después de todo su amigo acertó, se casó con toda una belleza. Sólo Nicolás habla y rompe el silencio :
Nicolás.- ¿Qué hubo Betty?....¿cómo le fue?....
Betty.- Muy bien Nicolás, gracias...
Todos.- ¿Beettyyyy....?
Armando.- Sí señores, mi esposa es la doctora Beatriz Pinzón Solano –y sonriente, mirándola con mucho amor, añade- .... de Mendoza. Y esta preciosidad es nuestra hija Alba.
Alba que ha visto a su abuelo, echa los bracitos y exclama :
Alba.- Bebo, bebo....
Don Roberto se levanta rápido, y la toma de brazos de su padre :
Don Roberto.- Ven con el abuelo preciosa. Pero que bonita que está mi niña y que grande... gracias a Dios, que está bien linda.
Marcela no acierta a decir palabra, lo mismo sucede con los otros miembros de la Junta que solo aciertan a mirar a Betty de arriba abajo. Ella está ruborizada, Armando la abraza con fuerza y la besa en la mejilla.
Armando.- Ya mi amor, tranquila. Ya pasó todo. Ahora está bien, todo está bien.
En pocas y concisas palabras, Armando explica como fueron las cosas desde que él y Betty se enamoraron, siendo ella su asistente, hasta que llegan al momento actual. Omiten los detalles más escabrosos e íntimos y confirman ante todos su regreso a la empresa, para hacerse cargo del patrimonio de la familia.
Armando es de nuevo nombrado presidente de la empresa, con la abstención de los Valencia. A Betty la nombran vice-presidente ejecutivo a lo que ella acepta. Hubiese preferido no regresar a Ecomoda, pero don Roberto le ha pedido por favor que no deje solo a Armando, ella le aporta serenidad, sensatez y equilibrio, y él la va a necesitar.
Marcela solicita casi sin voz una licencia para ausentarse de Ecomoda por un tiempo. Todos entienden su situación y le recomiendan que se cuide, que intente rehacer su vida y que vuelva, siendo de nuevo la Marcela Valencia que la empresa necesita y que ellos conocieron en otros tiempos.
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Armando y Betty están tomando los postres en un restaurante de la zona rosa de Bogotá. Esa noche dijeron en casa de Betty que dormían dónde los papás de Armando y con ellos dejaron a la nena, como ya no toma el pecho, Betty tiene algo de libertad de movimiento. Don Hermes les ha recordado que “el diablo es puerco”, pero aceptó la noche fuera de la casa. Realmente era la primera vez, desde que habían reanudado su relación, que salían solos a cenar.
Armando.- Mi amor, a veces creo que estoy viviendo un sueño, y que en cualquier momento me voy a despertar. No creí nunca que fuese posible ser más feliz.
Betty.- Pues a mi, doctor, me falta algo para ser del todo feliz ....
Armando.- ¿Qué mi vida?... Dímelo que yo te lo daré, lo que tú quieras.
Betty.- Yo quiero ser tu mujer Armando, pero quiero serlo ya ...
Armando.- Ya lo eres mi vida, y en tres semanas nos casaremos por la iglesia, como tú y tu familia, y yo también, deseamos. Para siempre mi vida, yo no tengo más mujer que tú....
Betty.- No Armando, yo soy tu esposa, porque lo firmamos en un papel, pero no soy tu mujer, no he vuelto a serlo, desde que encargamos a Alba....- al decir esto se sonroja.
Armando.- Betty ¿tú me estás diciendo que quieres que nosotros...?
Betty toma aire, esto le da mucha vergüenza, pero sabe que debe hacerlo. Armando se lo merece y ella, también lo está deseando. Así que tímidamente lo mira a los ojos y le dice :
Betty.- Doctor Mendoza, deseo con todas las fuerzas de mi alma que Vd me haga el amor.... pero ya, ya mismo. Deseo que pague enseguida la cuenta, nos volemos rápido a un hotel y no perdamos más el tiempo....¡Ah! antes llame a su casa y diga que pasamos la noche fuera, que cuiden de la niña.
Armando la mira con los ojos llenos de lágrimas, le besa las manos y no le dice nada. Hace un gesto al camarero, paga y con voz temblorosa llama a su casa para decir que no vuelven en toda la noche. Luego la toma de la cintura y la lleva hasta el coche.
Betty está extrañada, Armando no ha sido capaz de hablar ni de decirle una sola palabra, solo le acaricia la mano, se la besa y hace esfuerzos por no llorar.
Llegan a uno de los mejores hoteles de la ciudad y rápido solicitan una habitación para pasar la noche. Cuando llegan arriba, Betty corre al baño y se encierra por dentro.
Armando está muy nervioso, le parece que fuese la primera vez que iba a hacer el amor, no sabe como va a responder después de dos años de abstinencia y ruega por no defraudar a su esposa.
Cuando la ve salir envuelta en una bata de baño, con el pelo suelo cayéndole sobre la espalda y sin ápice de maquillaje, siente como su cuerpo se excita irremediablemente. Se quita la chaqueta, la corbata y los zapatos y dice con un hilo de voz :
Armando.- Ven aquí mi amor, vamos a apagar la luz.
Betty.- No doctor, no quiero apagar la luz. Quiero que me veas, que me conozcas, que sepas como soy y quiero verte a ti, conocerte, saber como eres.
Armando.- ¿Estás segura, mi vida?
Betty se coloca delante de él y tímidamente se deshace de la bata, quedando desnuda delante de su marido.
Armando la mira deslumbrado, es preciosa. Alza sus manos y con delicadeza comienza a acariciar ese cuerpo tan deseado, tan soñado, el cuerpo de su Betty. Al llegar a los senos, se detiene como asustado. Betty le toma las manos y las coloca sobre ellos :
Betty.- Alba ya no los necesita. No tengas miedo, son para ti. Yo soy entera para ti.
El amor se convierte en pasión y la dulzura en frenesí. La espera ha llegado a su fin, ahora todo comienza de nuevo. Su verdadera historia, apenas si está en el prólogo. Un prólogo mágico y tierno, luminoso y brillante, cargado de palabras hermosas, de caricias audaces, de un amor sin límites. Es el triunfo del sentimiento sobre la razón, de la locura sobre la lógica.
Porque “El amor es paciente, es servicial, no es envidioso, no es jactancioso, no se engríe. El amor es decoroso, es servicial, no busca su interés, no se irrita, no toma en cuenta el mal...Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta, todo lo puede. EL AMOR NO ACABA NUNCA”
(1ª Carta de San Pablo a los Corintios)
FIN.-