Los últimos días habían sido más diferentes de lo que acostumbraba, quizás era porque empecé a realizar cosas que nunca antes hacía, a tener una vida social más activa e incluso, de alguna manera, a olvidar aquello que me atormenta durante más tiempo.
No sabía qué era lo que me mantenía así, pero me hacía sentir vivo, cómodo y feliz, demasiado feliz.
Tal vez este es el efecto que Ha-neul tiene sobre mí, pues junto a él es que me he atrevido a hacer o decir cosas que antes no hacía, es como si él me impartiera aquella confianza que siempre necesité, pero que nunca tuve hasta ahora. De alguna manera, los dos terminamos planificando una pijamada en su casa, surgió como una idea espontánea, que dudamos de si convertirlo en una realidad o no, pero la libertad que tendríamos para el fin de semana, nos permitía llevar a cabo nuestro plan.
Amanecí en un sábado poco habitual, después de bastante tiempo, finalmente me encontraba solo en casa, ya que mis padres volvieron a viajar junto a las personas de su iglesia, para ir a un retiro espiritual, por lo tanto, estaba segurísimo de que no regresarían hasta el lunes por la mañana. Logré no ir con ellos con la invención de excusas muy convincentes sobre que tenía tareas y actividades del colegio por terminar, aunque no era así en realidad, ya que me encontraba libre.
Me desperté más temprano que de costumbre, el día estaba muy caluroso, mucho más que antes y, a pesar de haberme criado en una región tan calurosa como lo es esta, apenas lo podía soportar. El sol y el calor me molestan a niveles monumentales, si fuera por mí, estaría dispuesto a vivir en un congelador durante la eternidad.
Odio sudar y cansarme con facilidad, había tomado una muy mala decisión al caminar desde mi casa hasta el barrio de Ha-neul, en vez de coger un taxi o el bus. Mi espalda estaba empapada de sudor, mi rostro se sentía muy caliente y ardía un montón, al igual que las plantas de mis pies, a pesar de haber desistido de vestir con mangas largas, me sentía muy sofocado con la camiseta negra que traía puesta.
Por alguna extraña razón casi toda mi ropa es negra, así que no tengo más opción que ponerme lo que tengo y aguantar el calor.
Un sentimiento de irritabilidad me invadía en el interior, tanto así, que el camino resultó ser mucho más largo de lo que era. Llegué a la gran casa con las últimas, sintiendo que estaba a punto de desplomarme por insolación o un golpe de calor, elevé mi mano con debilidad hasta el botón del timbre y di un par de toques, esperando que alguien abriera la puerta lo más rápido posible.
Cerré los ojos mientras secaba el sudor acumulado en mi frente y suspiré con fuerza, mi cuerpo se sentía muy pesado, apenas podía mantenerme quieto.
Noté que una pequeña luz se encendía frente a mí, lo más probable es que sea de la cámara interior de la casa, que permitía observar quien estaba fuera.
Cosas de gente con dinero.
Observé los alrededores y me sorprendí al ver un montón de adornos decorando la entrada, era increíble el hecho de que aún nadie se los había robado.
El sonido de la puerta siendo abierta llamó mi atención por completo y debido a eso levanté la mirada, chocando con unos ojos color miel que me observaban fijamente. Ha-neul tenía una sonrisa decorando su rostro, su cabello se encontraba ligeramente despeinado y por la expresión que cargaba en el rostro, daba la sensación de que él se encontraba haciendo algo extraño.
—Ho...la...—apenas pude decir, porque me encontraba fatigado, no obstante, cerré los ojos y suspiré con fuerza —. ¿Qué estabas haciendo, Cielo?
Él abrió un poco más la puerta y me tomó por los hombros, haciéndome entrar a su casa, por lo menos esta estaba más fresca que la calle.
— ¿Qué crees tú? —preguntó después de cerrar la puerta.
Lo miré confusión y me di cuenta que él se encogió un poco, hasta que quedar muy cerca de mí, dejó un beso sobre mi frente, antes de volver a mirarme.
Me quedé un poco sorprendido tras su acción, pero no le dije nada, simplemente me limité a sonreír, Ha-neul se separó de mí mientras empezaba a caminar por el pasillo que teníamos en frente, con dirección a lo que suponía que era la cocina, por lo tanto, decidí seguirlo. Apenas entramos al lugar, percibí un agradable olor que hizo que mi estómago rugiera, hasta ahora no me había dado cuenta que no había comido nada desde que desperté, mis padres tampoco dejaron algo antes de salir, ni pan, frutas o dinero.
— ¿Vamos a comer ramen? —pregunté con curiosidad, este olor lo recordaba de alguna parte.
Ha-neul se detuvo abruptamente, para darse media vuelta, mientras me miraba con sorpresa, su rostro estaba ligeramente sonrojado y tenía una ceja levantada.
— ¿Qué estás diciendo? —inquirió confundido, en su voz podía escuchar un pequeño dejo de nerviosismo que no entendía de dónde había surgido —. ¿Quién te enseñó esa frase?
Fruncí el ceño apenas terminó de hablar y me acerqué a él lo más rápido que pude.
— ¿De qué hablas? —puse mis manos sobre sus mejillas, obligándolo a mirarme —. ¿Acaso no estás preparando ramen? Si es así, entonces no sé qué estás cocinando.
Él suspiró como con alivio y sonrió de lado.
—Ah...sí —finalmente contestó —. ¿Cómo lo supiste?
Elevé mis hombros en respuesta mientras le dedicaba una sonrisa, me alejé un par de pasos de él con dirección hacia un anaquel donde estaban guardados los vasos, tomé uno y lo miré.
— ¿Puedo beber agua? —ni siquiera sé por qué pregunté algo tan estúpido.
Él asintió extrañado y luego se acercó hacia la estufa con rapidez, revisando el contenido de una olla, a la que cuando le quitó la tapa, desprendió humo en grandes cantidades. Una vez terminé de beber el contenido del vaso, lo lavé y guardé en el mismo lugar del que lo había sacado, para luego caminar hacia la mesa que estaba ubicada a un lado, tomando asiento en una de las sillas vacías.
Observé al dueño de la casa hacer un par de cosas, hasta que se acercó a mí, con un plato hondo entre sus manos, con contenido humeante.
—Hace tiempo quería que pruebes esto —habló mientras dejaba el plato frente a mí.
Sonreí tras sus palabras y asentí lentamente.
Regresó hacia la estufa y después de un rato volvió a la mesa con un plato extra, junto a los utensilios que usaríamos para comer. El contenido era una sopa de fideos con verduras y carne, eso comprobó mi suposición del ramen.
—Es ramyeon, es un plato típico de mi país —se sentó en el lugar vacío a mi lado, sin borrar la sonrisa de su rostro —. Adoraba comer esto cuando salía de casa e iba al mercado, de no ser porque debía mantenerme en forma, hubiera sido un plato que repetiría sin cansancio, es decir era...
—Ha-neul —lo interrumpí, sabiendo hacia dónde iba el rumbo de la conversación.
—Ya sé lo que vas a decir —se encogió de hombros —. Que mi peso está bien y que no debo preocuparme por lo que otros digan sobre mi cuerpo, ¿Verdad?
Asentí en respuesta y ambos nos quedamos en completo silencio durante unos segundos, desvié la mirada hacia el plato que tenía en frente.
— ¿Esto no es ramen? —le pregunté con curiosidad y él asintió —. ¿Entonces por qué lo pronuncias diferente?
Ha-neul esbozó una risita mientras me miraba.
—Porque es ramen coreano, quizás lo estás confundiendo con el japonés —respondió con seguridad.
— ¿Y cuál es la diferencia?
Me pasó algo envuelto en unas servilletas, mientras me miraba y fruncía sus labios pensando.
—Creo que el nuestro tienes más condimentos y además es picante en la mayoría de casos —explicó.
Siempre creí que todos, sin importar del lugar, eran absolutamente lo mismo. Desenvolví lo que estaba dentro las servilletas que Ha-neul me había pasado con anterioridad y me di cuenta que eran un par de palillos metálicos.
— ¿Crees que pueda comer fideos usándolos? —elevé los objetos moviéndolos un poco.
—Puedo darte de comer si quieres —él acercó su rostro al mío lo más que pudo mirándome con seriedad, pero después de unos segundos empezó a reírse —. Desde la última vez te enseñé a comer con palillos, has practicado, ¿Verdad?
Le di una respuesta positiva.
—Puedes intentarlo entonces.
Haciéndole caso, acomodé los palillos entre mis dedos y desconfiado, llevé estos hacia los fideos que estaban dentro de la sopa, traté de recoger un poco mientras hacía una maniobra extraña con mis dedos y lentamente levanté la comida.
— ¿Así? —le mostré, procurando no salpicar nada sobre nuestra ropa o la mesa.
Él asintió en repuesta, mientras sonreía.
Sintiéndome extrañamente nervioso llevé los fideos hasta mi boca, para poder saborear la comida, pude sentir una explosión de sabores que eran distintos a lo que estaba acostumbrado a comer, a pesar de que estaban picantes, los fideos sabían muy bien.
— ¿Tú lo cocinaste? —inquirí cuando pude tragar la comida.
— ¿Quién mas lo haría? —señaló el lugar, demostrándome que no había nadie más que nosotros en la casa —. ¿Por qué?
Recogí más fideos para seguir comiendo y lo miré con una sonrisa de boca cerrada mientras masticaba.
—Saben muy rico —lo halagué.
Tras mis palabras, su rostro se iluminó.
Continué comiendo sin dejar de mirarlo y después de un rato, me di cuenta que él levantó su mano, acercando esta a mi rostro. Pasó una servilleta sobre mis comisuras, con delicadeza.
—Come con más tranquilidad —habló cuando alejó su mano de mi rostro.
Como un niño pequeño acatando una orden de sus padres, asentí tras sus palabras, dándome cuenta que él empezó a comer lo que tenía en su plato con más rapidez y agilidad que yo.
Transcurrieron varios minutos para que ambos terminásemos la comida, le ayudé a limpiar, además de ordenar lo que habíamos utilizado a pesar de que él afirmó que no era necesario y un rato más tarde, ya nos encontrábamos subiendo hasta la planta alta de la casa, con dirección a su habitación.
Me quité la mochila en la que había traído mis pertenencias, para dejarla sobre una silla que estaba cerca del escritorio, sin embargo, no fui capaz de sacar mi celular porque sentí unas manos en mi cintura, las cuales me hicieron mover hasta la cama, haciéndome recostar sobre esta. Después de unos segundos, Ha-neul se posicionó a mi lado, con el rostro sonriente.
Lucía extraño.
— ¿Qué te sucede? —quise saber.
Le di un corto vistazo a la habitación, notando que seguía exactamente igual que la última vez que había venido, Ha-neul es tan minimalista que a veces me resulta extraño. En cuestión de segundos volví a sentirme igual de acalorado que cuando había caminado desde mi casa hasta acá, y eso era debido a la luz solar que entraba a través de la ventana, la cual, además de estar abierta, apuntaba los rayos solares directamente hacia mí.
Logré sentarme, aunque de forma desprevenida, observé mis brazos esperando que ninguna de las cicatrices se hayan lastimado o afectado tras la exposición al sol, llevé mis manos hasta el borde de la camiseta que cargaba y la levanté, para quitármela por completo.
¿Por qué rayos hacía algo así? No me di cuenta de lo estúpida que había sido mi acción, hasta que mi camiseta cayó al piso.
—Benjamín... ¿Qué estás haciendo? —escuché la voz de Ha-neul con un tono de confusión, él trató de mirarme al rostro para darle más seriedad al asunto, pero sus ojos se desviaron hacia mi torso desnudo.
Lo miré durante un par de segundos, antes de acercarme hasta él y poner una mano sobre su rostro, llamando su atención.
— ¿Puedes prestarme una de tus camisetas? —pedí, mientras le dirigía una sonrisa incómoda —. La mía estaba sudada, me hacía sentir muy incómodo.
Él me miró fijamente mientras parpadeaba con lentitud, se separó lentamente de mí, hasta que se puso de pie y se dirigió a uno de los cajones que se encargaban de llenar el vacío de la habitación, buscando la prenda.
—Pero, te van a quedar muy grandes —dijo mirándome de reojo, con inseguridad en la voz —. ¿Eso no te molesta?
—Nah, siempre uso ropa grande —contesté después de unos segundos —. Además, ¿Cómo podría rechazar algo tuyo? Imagina lo bien que me quedaría tu ropa.
Él no dijo nada y después de un par de segundos, me lanzó una playera azul con letras blancas estampadas. Observé la prenda con curiosidad y me di cuenta que era grande, quizás su largo me quedaría hasta las piernas, siempre lo supe, pero Ha-neul es muy alto.
— ¿Cuánto mides? —me giré a mirarlo con curiosidad.
— ¿Ah? —lucía confundido —. ¿Un metro ochenta y seis creo? No estoy seguro, pero eso me dijo el doctor en mi última revisión, antes de venir a Ecuador.
Lo miré fijamente, de pies a cabeza, por su tamaño sí estaba en el rango de estatura que mencionó antes. En cambio, yo a su lado soy pequeño, aunque muchos me dicen que soy alto solo por medir un metro setenta y cinco, quizás es porque no han conocido a alguien tan alto como él.
— ¿Puedes ponerte la camiseta? —la voz de Ha-neul me sacó de mis pensamientos.
Esboce unas risitas al escuchar su tono de voz y lo miré con una ceja elevaba.
— ¿Por qué la presión? ¿No te gusta verme así? —lo molesté, mientras me ponía de pie.
Él desvió su mirada de forma discreta hacia mi abdomen, pero en cuestión de segundos, me miró a los ojos.
—Por favor.
Me reí de su reacción tan linda y asentí antes sus palabras. Él parecía estar un poco incómodo, aunque estaba consciente de que actuaba así porque quizás no está acostumbrado a algo como esto, es decir, ver a otra persona tan expuesta. Logré ponerme la camiseta después de unos segundos, tratando de arreglar el largo de esta introduciéndola en el interior de mi pantalón y luego volví a recostarme sobre la cama, observando el techo.
— ¿Qué vamos a hacer? —decidí preguntarle cuando sentí que el puesto a mi lado se hundió.
— ¿Quieres ver una película? —propuso con inseguridad.
Asentí en respuesta, notando que él tomaba el control remoto del televisor que teníamos en frente, para encenderlo.
En un movimiento impulsivo, me arrodillé sobre el colchón para acercarme lo suficiente hasta la ventana y cerrar esta, mientras la cubría con las cortinas que estaban recogidas, la luz del sol me hacía sentir incómodo. Tras unos segundos, escuché un pitido, Ha-neul encendió el aire acondicionado de la habitación para refrescar el lugar.
Logré posicionarme cerca de él, mientras recostaba mi cabeza sobre su pecho, teniendo una vista clara del televisor y las imágenes que se presentaban. Él presionó el icono de la aplicación Netflix, para luego decidir buscar entre su catálogo de películas algo interesante.
— ¿Qué quieres ver? —preguntó después de un rato de completo silencio.
Me encogí de hombros sin saber qué responderle.
—Te gustan las películas de terror, ¿Verdad?
Giré mi cabeza desde la posición en la que me encontraba, para poder observarlo.
— ¿Cómo sabes eso sobre mí? —le pregunté extrañado.
Él simplemente me miró con una sonrisa plantada en el rostro.
—Porque siempre te escucho.
Vimos un par de películas hasta que nos aburrimos de eso, tratamos de hacer otras actividades como jugar con unas cartas que había traído desde casa, ver videos en YouTube o charlar, pero a la final siempre terminábamos sintiéndonos aburridos, hasta que se nos ocurrió la idea de hacer karaoke, o bueno, al menos intentarlo.
Llevábamos riéndonos un montón, porque ambos habíamos cantado varias canciones y lo hacíamos de manera terrible, sin embargo, aquello fue lo único que nos mantuvo entretenidos hasta la media noche.
—Espera, espera, esta canción la he practicado antes —le dije antes de escribir el nombre de la pista en el buscador de YouTube —. Espero que me salga bien.
Empecé a cantar la canción mientras me reía por la forma en la que me miraba Ha-neul, hasta que llegó el coro final y tomé el control remoto como si fuera un micrófono.
— «Suponiendo que en la gente la belleza es natural,
Pues belleza es la palabra que aún no logro concretar» —seguí el ritmo de la canción —. «Disfraz, disfraz. Narcisista artificial, disfraz, disfraz, ¡Todo es mentaaaal!».
Esperé que la pista terminase y luego abrí mis ojos, los cuales había cerrado de forma inconsciente mientras cantaba.
—Muchas gracias, caballero presente, esta ha sido mi última presentación de la noche —pretendí ser un cantante de verdad, hice una pequeña venia —. Para contratos e información, ya tienes mi número de teléfono.
Le guiñé un ojo, haciéndolo reír.
Me giré hacia el escritorio que estaba detrás de mí, para tomar la lata de soda que Ha-neul me había dado hace un rato atrás, acercándome esta a mis labios, bebí del contenido hasta que no quedó nada y volví a poner la lata vacía sobre la superficie de madera.
Ha-neul me miraba con una sonrisa decorando su rostro, mientras negaba con la cabeza, al igual que yo, él bebió toda su soda con rapidez. Ambos empezamos a ordenar la habitación, la cual estaba patas arriba después de haber dado nuestro pequeño espectáculo musical —nótese el sarcasmo —, pusimos todos los desechos en una funda de basura y después de un rato, Ha-neul salió de la habitación para deshacerse de esta.
Para cuando volvió, yo me encontraba observando mi celular, no tenía ninguna notificación, a excepción de un mensaje de Ágatha en el que decía que iría a dormirse porque ya era tarde, escuché los pasos de Ha-neul hasta que estuvo cerca de mí y tendió su mano, dispuesto a ayudarme a levantarme, la tomé sin pensarlo más de dos veces y cuando estuve estabilizado, sentí que él me abrazó con fuerza.
¿Ahora qué le pasaba?
Decidí responderle el abrazo, aunque no sabía cuál era el motivo por el que su comportamiento había cambiado, moví mis manos sobre su espalda con lentitud y después de unos segundos, él se separó de mí.
Acunó mi rostro con sus manos, mirándome fijamente y no tardó mucho en acortar la distancia que nos separaba, besándome.
La verdad, no sabía cómo reaccionar, pues desde que llegó todo había sido muy desprevenido. Él movía sus labios contra los míos con cierta rapidez a la que nunca antes nos habíamos atrevido y, aunque me resultó algo inusual, le devolví el beso porque tenía la necesidad de hacerlo, cerré mis ojos en cuestión de segundos, posicionando una mano sobre su suave mejilla.
Ha-neul movió su mano a lo largo de mi espalda con delicadeza, acercándome cada vez más a él, logramos profundizar nuestro beso con movimientos más duraderos y específicos, no se cómo, pero de alguna manera él logró elevar parte de la tela de la camiseta que vestía, introduciendo su mano al interior de esta, para tocar mi espalda, el cálido contacto de sus manos me hizo sobresaltar levemente e impartió una extraña sensación por todo mi cuerpo, esa acción no me la esperaba, en lo absoluto.
Él suele ser muy cuidadoso cuando me besa o toca, es como si actuase un poco tímido, siempre se preocupa por no incomodarme o generar alguna reacción mala, pero en este momento, al parecer se sentía más confiado de sus acciones, sin embargo, no le dije nada porque me gusta conocer estas nuevas partes de él.
Nuestras lenguas empezaron a tocarse, su sabor era dulce, quizás por la bebida que había ingerido antes, no le puse peros, simplemente dejé que explorara mi cavidad bucal, para mejorar la experiencia. Nuestros labios se movían con rapidez y el intercambio de saliva, había incrementado su intensidad.
La mano de Ha-neul que se encontraba tocando mi espalda, logró posicionarse sobre mi cintura, ejerció un poco de presión en la zona antes de mover sus dedos hasta mi abdomen e impartir lo que pretendía ser una corriente eléctrica y una extraña sensación en mi estómago, que aceleró los latidos de mi corazón. Repentinamente empecé a sentirme acalorado, pero esta vez era diferente que antes, era mi cuerpo el que se encontraba en ese estado, hervía, el interior ardía.
Mi cuerpo experimentó un extraño cambio que, de alguna manera, me mantuvo esperando más de él y el toque de sus dedos contra mi piel, debido a eso fue que me separé de forma repentina. Noté que sus labios estaban húmedos y más rojos que de costumbre, además un hilo de saliva se desprendían de estos, el cual él decidió quitar con su lengua.
Tragué grueso y mantuve mi mirada sobre él, sintiendo que mi respiración estaba entrecortada y que los latidos de mi corazón eran incontrolables. Mi cuerpo tomó control propio, así que fue gracias a eso, que hice que se diera la vuelta y se sentara sobre la cama que estaba detrás de nosotros, quise besarlo de nuevo, sosteniendo su delgada cintura, pero la posición era incómoda, por lo tanto, lo empujé levemente hasta que quedó recostado.
Sus iris cafés se tornaron un poco más oscuras que antes, su piel ardía al igual que la mía y su rostro estaba rojo. Era muy visible.
— ¿Qué se supone que haces, Haneulie? —pregunté cerca de su oído, notando que se acercaba a mí, para dejar una beso sobre la comisura de mis labios.
Mordió con fuerza su labio inferior y luego me dirigió una sonrisa, dispuesto a seguir hablando.
—Eres tan lindo que no me pude resistir —respondió en un tono de voz muy bajo, mientras aspiraba con fuerza —. Amo el olor de tu perfume.
Plantó sus ojos sobre los míos, manteniendo una expresión seria.
— ¿En serio? —dirigí mis dedos hasta su rostro, mientras me posicionaba sobre él, toqué sus mejillas lentamente y después de unos segundos, acariciaba su liso y suave cabello.
Asintió.
Le dirigí una sonrisa antes de acercarme a su rostro y besarlo de nuevo, lo hice con lentitud, durante poco tiempo, porque después cambié la dirección de mis labios, llevándolos hasta su cuello. Bajé un poco la mano hasta el borde superior de la playera que vestía, moviendo esta a un lado, dispuesto a besar su clavícula, pero no pude hacerlo porque él se movió.
— ¿Y si me quito...
—Bueno —interrumpí su pregunta porque ya sabía a lo que se refería.
Con rapidez se quitó la camiseta, dejando a la vista su pecho y abdomen, incluso en una zona como esta el tono de su piel era tan pálido, tuve vista clara de su contextura delgada, además de lo marcado de su abdomen, era muy sensual.
Llevé una mano hasta su abdomen, sintiendo que este era duro y plano, su cuerpo no estaba marcado, pero sí ligeramente fornido, él había mencionado que antes hacía ejercicio y esto es una prueba de aquello, subí mi mano hasta su pecho, donde pude sentir los acelerados latidos de su corazón. La piel de Ha-neul era muy suave, demasiado, tanto así que resultaba ser muy atractivo.
Lentamente me acerqué de nuevo a su cuello, dejando besos húmedos en la zona, hasta que finalmente besé su clavícula y hombros.
—Benja...—jadeó levemente —. ¿Por qué yo debo estar abajo?
— ¿Por qué no?
Nos envolvió un extraño silencio, en el que me dediqué a mirarlo fijamente, hasta que sentí que puso sus manos sobre mis hombros, moviéndome con lentitud. De esa forma fue como pudo darme la vuelta y recostarme sobre el colchón.
Ha-neul flexionó sus rodillas para posicionarse de mejor manera sobre mí, llevó sus manos hasta mis mejillas y luego las posó a un lado, mirándome fijamente.
Desde la perspectiva que tenía ahora, se lo veía mucho más fornido que antes, su semblante se tornó serio y, por alguna razón, me sentí un poco intimidado.
— ¿No te gustaba la posición? —pregunté en voz baja.
Me daba muchísima vergüenza decir algo, sentía que sería extraño.
Tragué saliva aún mirándolo fijamente.
—Podemos turnar, ¿Sabes? —añadí con la misma vergüenza que antes, al ver que no daba respuesta alguna.
Una sonrisa se plantó en su rostro y apenas transcurrieron un par de segundos, para escucharlo esbozar un par de risitas.
—Está bien, pero hoy...yo iré arriba —afirmó mientras sonreía de lado.
Mordí mi labio inferior lentamente y asentí tras sus palabras, verlo de esa manera me hacía sentir pequeño, además, impartía una extraña sensación en mi cuerpo.
Él me quitó la larga playera que vestía y se dispuso a observar mi torso desnudo con mucha atención, mientras tragaba grueso, tras unos segundos, empezó a tocar mi abdomen con sus suaves manos y el contacto me hizo estremecer levemente.
Se sentía bien.
—Alguna vez... ¿Te he dicho lo lindo que eres? —inquirió sin quitar sus ojos de mí —. Digo...no solo físicamente, sino que eres una persona hermosa.
En un repentino movimiento, sentí que llevó uno de sus dedos hasta una de las cicatrices impregnadas sobre la piel de mi abdomen, él seguía sin quitarme la mirada de encima y lentamente acercó su rostro hasta la zona en la que había posicionado su dedo, para dejar un suave e inocente beso ahí, empezó en la marca más grande, hasta que terminó besando las más pequeñas y casi perceptibles.
—Amo como eres, todo de ti.
Con delicadeza elevó mi mano izquierda y llevó la muñeca hasta sus labios, depositando un beso en cada cicatriz marcada de la zona. Después de unos segundos, quitó sus manos de mi cuerpo y decidió ponerlas sobre mis mejillas, para acercarse a mi rostro, besó mis labios con rapidez y pasión, así como antes. Por mi parte moví mis manos sobre su plano abdomen, hasta que mis manos bajaron más de la cuenta.
—Haneulie —me separé un poco de él, para poder llamarlo.
— ¿Sí?
Tragué grueso, iba a decir algo vergonzoso.
—Estás muy...—no pude decir lo que quería, pero moví mi mano tocando el bulto que se había formado en su entrepierna.
Una sonrisa apareció en su rostro y elevó una ceja.
— ¿Qué podemos hacer? —preguntó, con cierto tono de inocencia.
Parpadeé perplejo, sin quitarle los ojos de encima. Mi corazón aún latía de forma desenfrenada y el interior de mi cuerpo iba tornándose cada vez más caliente, estaba experimentando algo nuevo, nunca había llegado hasta aquí con alguien, es más, ni siquiera había besado a una persona hasta que lo conocí. Sé que las personas hacen este tipo de cosas por selección natural y, si no había otra forma de conformar mi cuerpo e impulsos, estaba dispuesto a aceptarlo, después de todo, no estamos haciendo nada malo.
Aunque parezca lo contrario, no me encontraba asustado, simplemente quería que Ha-neul se sintiese seguro de lo que haríamos.
—Yo...Eh, bueno, si tú estás de acuerdo en hacer esto...—empecé a hablar —, entonces está bien.
Él me miró con cierta impresión plantada en el rostro.
— ¿Estás seguro? —tocó mi rostro con suavidad.
Simplemente asentí.
Una sonrisa apareció en su rostro, apenas le di mi respuesta y me di cuenta que lentamente empezó a separarse de mí, hasta ponerse de pie. ¿Acaso yo había malinterpretado todo? ¿No haríamos lo que yo pensaba que haríamos?
Él caminó hacia el baño y no tardó mucho en volver con un par de cosas entre sus manos. Tenía un pequeño paquete metalizado que sabía muy bien qué era y una pequeña botella de un líquido que, al leer el nombre, supe de qué se trataba.
— ¿Por qué tengo la sensación de que estabas preparado para esto? —inquirí mientras elevaba una ceja.
Él se giró a mirarme.
—N-no, no es lo que t-tú crees —dijo con rapidez, sus palabras apenas se entendieron.
— ¿Desde cuándo sabes sobre estas cosas? Nosotros nunca lo hablamos —fruncí el ceño, observándolo —. ¿Con quién lo has hecho antes, Ha...
Puso una mano sobre mi boca, haciéndome callar.
—Solo contigo.
Él se acercó a mí, quitando su mano de mi rostro.
— ¿Sabes cómo hacerlo? —pregunté con inseguridad, él simplemente asintió —. No seas malo conmigo.
Ha-neul llevó una mano hasta el cabello que cubría mi rostro, sin quitarme los ojos de encima.
—Te lo prometo, Benja —besó mi frente.
Asintiendo, llevé mis manos hasta los joggers que él vestía, dejándolo únicamente en ropa interior. Él simplemente me observó hacer todo aquello, perplejo, hasta que llamé su atención y con la mirada señalé mis pantalones de mezclilla, para que él hiciese lo mismo que yo hace unos segundos, desabotonó lentamente y luego se ocupó de la cremallera, hasta que finalmente pudo quitarme el pantalón.
—Tu cuerpo es bonito —halagó sin despegar sus ojos de la imagen que tenía de mí.
Acepté sus palabras sin debatirle nada, para no dañar el momento. Las manos de Ha-neul se deslizaron con rapidez hasta que pudo quitar mi ropa interior y él hizo lo mismo consigo. Lentamente se posicionó sobre mí y llevó su manos hacia la parte baja de mi cuerpo, haciendo que experimente un sinfín de sensaciones inexplicables.
—E-espera un m-momento —traté de pedir, pero fui monumental ignorado por él.
Posicionó sus dedos sobre mi glande, empezando a tocar con suavidad, lo que me hizo reaccionar con un estremecimiento, segundos después, decidió empezar a masturbarme con rapidez. Mordí con fuerza mis labios para no emitir ningún tipo de ruido fuera de lugar, no quería incomodar o dañar el ambiente.
—No hagas eso —escuché su profunda voz y abrí mis ojos —. Quiero escucharte.
Por alguna extraña razón, le hice caso y dejé mis labios libres.
Mi cuerpo se sentía caliente y extrañamente bien, su toque resultó ser realmente placentero, no tenía ni idea de cómo reaccionar pero sentía espasmos, además de que cubrí mi rostro a su totalidad. Inconscientemente se escapó un gemido que quise reprimir, pero no lo logré.
Nunca creí que, el hecho de que alguien más me tocara, se sentiría mejor que hacer el trabajo por mí mismo.
—Cielo...Tus manos... ¡Ah! —ni siquiera podía completar una oración —. Tus manos son tan...mmhm.
Mordí mis labios otra vez.
Sus manos sobre mí, me hacían sentir realmente excitado, no podía concentrarme en otra cosa mas que canalizar todas esas sensaciones de placer. La suave risa de Ha-neul penetró mis oídos y aquello me obligó a descubrir mis rostro, para mirarlo.
—Ha-neul tú...tú... ¡Ah! ¿Puedes...parar? —pedí, porque sentía que dentro de poco ya no podría retenerme.
Detuvo sus movimientos cuando se lo pedí y acercó sus labios para besar mi mejilla. Segundos después sentí que tomó mi cintura con delicadeza, logrando ubicarme de mejor manera y abrió mis piernas, acarició mis muslos con lentitud deteniéndose en una enorme cicatriz para poder besarla, hasta que finalmente logró mirarme.
—Tengo una hermosa imagen tuya en este momento —confesó, mientras me recorría con la mirada.
—Este no es el momento indicado para que empieces a molestarme —fue lo único que pude responder.
Lo atraje hacia mí con rapidez, para besarlo, aquello me sirvió para mover su cuerpo y hacer que su espalda toque la superficie del colchón. Con torpeza, pude sentarme sobre él y moví un poco mis caderas, para provocarlo un poco.
— ¿Qué haces? —me miró con el ceño ligeramente fruncido.
Decidí no responderle nada, seguí moviéndome pretendiendo hacerlo de forma inconsciente, mientras me acomodaba. Acerqué mi rostro hasta su rostro y dejé un casto beso sobre sus labios, luego fui hasta su cuello, pecho, clavícula, hombros, abdomen, todas partes, lo besé por todas partes y aún así sentía que no era suficiente para complacerlo.
—Eres muy impredecible, Ha-neul —le dije el oído, mientras tocaba su pecho —. Nunca creí que tú iniciarías algo como esto.
Llevé un dedo hasta sus labios y entreabrí estos, sin quitarle los ojos de encima.
—Llevaba aguantándome mucho tiempo, ¿Sabes? —contestó con la voz baja —. Siempre imaginé este momento contigo, pensé que te resistirías, pero el ver que no lo has hecho hasta ahora, me derrite por completo.
Continué con el toque sobre su rostro y el leve movimiento de mis caderas, que generaba roce entre los dos.
—Pero dime, Benjamín...¿Me vas a besar o vas a seguir provocándome?
Me reí tras sus palabras tan desesperadas y en cuestión de segundos estampé mis labios sobre los suyos, el simple contacto entre ambos no bastó, así que hicimos que nuestras lenguas trabajasen y se exploraran entre sí. Sentí sus manos sobre mi espalda, hasta que llegó a mis caderas, moviéndome hacia él cada vez más, hasta que se separó de mí y me hizo cambiar de posición.
—Creo que es suficiente —añadió mientras sostenía mis muñecas.
Se posicionó entre mis piernas y acercó sus labios hasta mi cuerpo, besando mi estómago, pecho e incluso abdomen, hasta que, sin que siquiera me dé cuenta, introdujo uno de sus dedos en mi interior.
— ¡Ha-neul! —solo pude gritar en reacción.
Eso me hizo sentir extraño, dolía y ardía un poco a la vez. De haber sabido que sería así, lo hubiera convencido de ir abajo.
Escuché que se rio y me miró.
—Lo siento, bonito —habló, mirándome con ternura —. Aguanta un poco, dejaré que te acostumbres un rato.
—Tú...¿D-de dónde diablos...a-aprendiste a decir estas cosas? —lo miré y me moví, pero fue un error hacerlo.
Tenía una clara vista de Ha-neul, lucía realmente hermoso. Su cabello caía ligeramente sobre su frente perlada, su mirada era mucho más profunda que antes y daba ciertos aires de sensualidad que hicieron que mi corazón se acelerara aún más.
Empezó a mover su dedo durante un par de minutos, hasta que introdujo otro, dolió un montón como al inicio, pero en esta ocasión no tuve una reacción tan exagerada. Él esperó a que transcurriese un rato, hasta que inició sus movimientos, era como una especie de estimulación preparándome para lo que seguía.
—Bien, ¿Puedes mirarme? —escuché su suave voz.
Abrí mis ojos con lentitud, él continuó moviendo sus dedos y cada vez más rápido, aquello desató una ola de sensaciones no experimentada antes en mi cuerpo, que me llevaron a arquear ligeramente la espalda y a jadear.
Todo aquello lo hice mirándolo fijamente, unos segundos después, él quitó sus dedos.
—Tal vez esto sea diferente —agregó —. Pero te prometo que no me moveré tanto, para evitar que te duela, ¿Bien?
Se acercó a mí, dándome un pequeño beso y esperó mi respuesta positiva, para ponerse el preservativo y verter el lubricante en sus dedos, llevándolos hacia el mismo lugar de antes, pero humedeciendo.
—Esto es para que no te duela —me miró fijamente.
—No seas ingenuo, sabes muy bien que me va a doler.
Abrió y elevó mis piernas un poco más para crear el espacio suficiente para él y lentamente empezó a introducirse en mi interior. No pude evitarlo y me quejé por el dolor que sentía, incluso un par de lágrimas descendieron sobre mis mejillas, en reacción.
—Estás muy estrecho, Benjamín —informó, con un tono de voz suave —. Trata de relajarte un poco.
Respiré con profundidad y decidí abrir los ojos, aún las lágrimas seguían esparciéndose sobre mi rostro. Me dolía mucho, tanto que era incontrolable, aunque había soportando dolores peores, este era incomparable.
—No llores, bebé —con rapidez secó mis lágrimas —. Perdón si hice algo mal, es nuestra primera vez, es normal algo de dolor, pero por favor, perdo...
—No continúes hablando y respira —lo interrumpí porque sabía que se iba a recriminar un montón de cosas como si fueran su culpa, sobre todo de esto, cuando fui yo quien accedió en primer lugar —. Ahora muévete despacio.
Me hizo caso y sus caderas empezaron a moverse con lentitud, tan despacio que daba la sensación de que él tenía miedo, sin embargo, después de un rato arqueé un poco mi espalda para hacerle saber que podría aumentar la velocidad, con el pasar de los minutos, el dolor fue disipándose y se reemplazó por una placentera sensación en mi interior.
—Haneulie...—lo llamé entre jadeos —. Te amo mucho.
Sus ojos se enfocaron en mí y, sin detener los rápidos movimientos de su cadera, se inclinó un poco hasta quedar frente a mi rostro, fue en ese momento en el que decidió darme un beso que pretendió ser duradero.
—Yo también te amo, Benja —susurró en mi oído después de unos segundos.
Volvió a besarme, pero esta vez de forma pasional, nuestros labios se movían de forma sincronizada y perfecta. Mi corazón latía con frenesí, casi como si quisiera escaparse de mi pecho, llevé mis manos hasta su nuca para atraerlo más hacia mí y profundizar el contacto, le di paso a mi cavidad bucal, donde empezó a explorarme.
Sus movimientos cada vez eran más rápidos y certeros, me hacían sentir muy bien, inconscientemente empecé a arquear mi espalda para sentirlo profundamente y así fue como experimenté un inusual nivel de excitación, que ni por mi propia cuenta había logrado.
Se sentía totalmente diferente.
— ¡Ah! —sin que yo lo quisiera, dejé que un gemido se me escapara escapara en voz alta.
Ha-neul se alejó un poco de mi rostro y mantuvo sus ojos sobre mí, sin detener sus estocadas.
—Ha-neul por favor, más rápido —le pedí casi suplicando, quería sentirme de la misma manera.
Continuó moviéndose tal cual le había pedido y me aferré a sus hombros con fuerza, marcando su piel con mis uñas. Quería más de él, que se acercara más, que siguiese tocando ese punto en mi interior que me hacía sentir realmente bien, porque ya estaba a punto de llegar a mi límite, uno que antes no había experimentado.
Tras los movimientos acelerados, solo fue cuestión de segundos para correrme, mis fluidos se esparcieron por nuestros abdómenes y, tras un rato, sentí algo caliente en mi interior, escuchando como Ha-neul pronunciaba mi nombre en un gemido, pasaron un par de segundos, hasta que salió de mí y desechó el preservativo.
Él cayó desplomado a mi lado, mientras me abrazaba, nuestros cuerpos se encontraban sudados, él tenía un par de marcas en su pecho que eran muy visibles. Hasta ahora no me había dado cuenta que le había hecho aquello.
Ha-neul dejó un beso sobre mi frente y apretó más su agarre sobre mí.
—Eres el amor de mi vida, Benjamín —confesó en mi oído, con un tono de voz apenas audible —. Estoy feliz por haberte conocido, eres lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo.
Le di un beso en la mejilla.
—Tú me haces lo suficientemente feliz como para mantenerme aquí —susurré de vuelta.
Él cubrió nuestros cuerpos con un manta que teníamos cerca y en la posición que estábamos, nos quedamos completamente dormidos.
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N/A:
Me dio risa escribir ciertas partes JAJAJA
¿Vamos a comer ramen?😳