XXI

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Lauren era insaciable.

Hicimos el amor tres veces más esa noche antes de quedarnos dormidas al amanecer en un lío enredado. La pierna izquierda de Lauren estaba encima de mi cuerpo de una manera posesiva.

Ese brillo desconocido en sus ojos se había desvanecido, y llegué a pensar que la vieja Lauren había vuelto, y esa era la parte más extraña de la noche.

Empecé a preguntarme si lo había imaginado.

Mi cerebro no lo había conjurado susurrando "Camila" con su voz profunda y ronca que todavía me producía un hormigueo y un montón de mariposas volaron en mi estómago mientras seguía rebobinando ese momento en mi cabeza como una cinta.


Hubo un breve golpe en la puerta y antes de que pudiera contestar, Penélope entró en la habitación.

Me avergonzaba estar desnuda y, sinceramente, me incomodaba un poco el haber sido ascendido de empleada a también dueña de esta casa.

Sra. Camila Jauregui.

El nombre suena bien.

Ni siquiera levantó la vista cuando metió el desayuno, hizo una reverencia y salió de la habitación. Supuse que esa era la rutina desde que Lauren dormía aquí sola. Ahora que iba a compartir la habitación, nada iba a cambiar.

Tuve que despertarla y obligarla a ir al baño porque prefería quedarse desnuda y en la cama que seguir con las actividades del día.

Después de su baño, se sentó en la cama mientras yo estaba entre sus piernas y peinaba los mechones de su espeso cabello húmedo. Aunque ahora era su esposa, mis deberes seguían siendo los mismos.
No dejaría que nadie más hiciera esto porque amaba cada segundo.

Me miró con atención, sus ojos verdes brillaban a la luz del sol que entraba por la ventana.

Había algo tan íntimo en el momento, en el cómodo silencio de la compañía.

La mano de Lauren se deslizó lentamente dentro de mi bata y tomó un pecho en su mano.

Me reí. - ¿Puedes parar? Estoy tratando de concentrarme en tu cabello -

Pero ella no estaba escuchando, rodeó mi pezón y con un tirón posesivo en mi cintura, cubrió su boca húmeda y caliente sobre él. El peine se me escapó de la mano y mis dedos volvieron a estar donde había estado su peine, haciendo un desastre con todos los enredos que acababa de quitar.

- Lauren... -

Lamió y succionó como si se muriera si no lo hacía, y la humedad comenzó a acumularse entre mis piernas.
Tomé su rostro y su boca se encontró con la mía en un beso que me chupaba el alma.

Nos quedamos sin aliento unos minutos más tarde y mirándonos fijamente la una a la otra.

- ¿Qué te pasó anoche? -

- ¿Que pasó? - Ella repitió.

Me mordí el labio.

¿Debería preguntarle o debería dejarlo pasar?

- Me llamaste Camila - le dije.

- ¿Lo hice? - me preguntó, con el ceño fruncido en confusión.

Observé sus expresiones para ver si estaba siendo honesta o mintiendo y solo pude ver sinceridad.

Me preguntaba si Lauren era buena actriz y tenía curiosidad por saberlo.

- Si - Besé su mejilla.

- ¿Qué dije? - preguntó, sin romper el contacto visual.

Podría haber jurado que había visto un destello de la vieja Lauren anoche, la Lauren que tenía todos sus recuerdos intactos y que conocía muchos más secretos oscuros de los que estaba dejando entrever. La Lauren que era peligrosa y calculadora, que había estado dirigiendo el imperio de Jauregui.

Blind MindDonde viven las historias. Descúbrelo ahora