Contemplé a Erika durante unos instantes, pese a que llevaba la ropa del día anterior y había realizado el mismo viajé que yo, no lucía desaliñada o sucia. De seguro había realizado el viaje en la comodidad de una carreta y en compañía de su amado Vasil.
—¿Tú serás mi guardaespaldas? ¡Que pequeño es el mundo!
—No lo seré.
Evadne nos miró con hastío, como si nuestra pequeña discusión fuera un evento en extremo fastidioso para ella.
—No sé qué ha pasado entre ustedes, pero es evidente que se conocen. —Jugó con el pergamino en el que estaba escrita mi asignación—. Axelia, si quieres quedarte aquí, serás su guardaespaldas, pero no puedo poner a alguien como Erika en peligro por nimiedades personales, ni obligarte a nada. Sin embargo, mi deber me obliga a decirte que, si no aceptas, serás escoltada fuera de este poblado. No quiero guerreras de la frontera ociosas en mis tierras.
Rumié sus palabras, por mucho que no podía obligarme a aceptar, lo cierto era que no tenía otra salida.
—No hay ningún problema, comandante, le aseguro que daré mi vida por Erika si es necesario. —Saludé y extendí la mano para que me entregara el pergamino.
Evadne asintió complacida con mi respuesta y tendió en mi dirección el pequeño rollo de piel. En él se encontraba el contrato. Estaba muy bien redactado, era evidente que se trataba del trabajo de un abogado, uno bastante caro a juzgar por lo enrevesado de sus palabras. Logré sacar en claro que el contrato tenía una duración de un año contando desde el día de hoy, debía acompañar a Erika en una serie de viajes de prueba de los nuevos diseños de su madre y ella y protegerla de cualquier ataque, complot en su contra y amenaza a su vida. Si firmaba, sería una niñera marina durante un año.
—Está bien. —Tomé una pluma cargada con tinta y plasmé mi firma en la línea punteada del final. Luego tendí el pergamino a Evadne, quien solo comprobó mi firma y luego lo entregó a Erika.
¿Ella debía aceptar también? Un escalofrío recorrió mi espalda ¿y si no lo hacía? ¿y si mi reacción infantil e inmadura a su llegada la habían hecho cambiar de opinión? Iba a ser mi futura jefa, se suponía que debía causar una buena impresión en ella.
«Bien hecho, Axelia, te rechazará y deberás regresar con Demian»
Pese a mi vergüenza, mantuve mi cabeza en alto y mis ojos clavados en los suyos. Erika parecía analizarme con seriedad, sus ojos taladraban los míos de tal forma que parecían leer mi mente, entender mis turbaciones y lo que era peor, sentir pena por ellas. Por fin, con una floritura, firmó el pergamino y lo entregó a Evadne, quien aprovechando la tinta aún fresca realizó una copia rápida sobre otro pergamino. Al finalizar, regresó el original a Erika, quien lo dobló sin cuidado, lo llevó a uno de sus bolsillos y tomó mi mano.
Allí donde mis dedos quedaban al descubierto en mis guantes, nuestra piel se encontraba y ardía, o al menos, la mía lo hacía. Contuve un jadeo, esto estaba muy mal.
—Si no tiene nada que hablar con ella, necesito llevarla conmigo —dijo.
—Es toda tuya ahora, Erika, nada tiene que ver el ejército de la frontera con ella —respondió Evadne como si nada. Mis mejillas ardieron ante las implicaciones de aquellas palabras—. Aun así, Axelia, aún eres una representante de nuestro ejército, así que espero de ti solo lo mejor.
Saludé con mi mano libre y esa fue la señal para que Erika tirara de mí en dirección a las escaleras. Sabía que era su guardaespaldas, pero por cómo me guiaba a través de aquellos empinados y serpenteantes escalones cualquiera podía decir que era una especie de sirvienta.
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El Último Legado
General FictionVenganza, odio y dolor dominan el corazón traicionado de Axelia, pero cambiará con la llegada de Erika, una enigmática mujer que pondrá su mundo de cabeza. ...