CAPITULO I

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El agua distorsionaba el paisaje de la ciudad a través de la ventana, y como hacía unos minutos que el sol finalmente se escondiera, las luces de Los Ángeles, parecían efectivamente, ángeles de colores volando en el horizonte. O al menos, eso fue lo que su vena de escritora le hizo correr por la sangre.


Un rayo partió el cielo por la mitad, y su luz iluminó la silueta del hombre que se encontraba de pie tras la puerta de cristal. El pequeño balcón pareció reducir en tamaño debido a su imponente presencia.


Nick se llevó una mano hasta su cabello, que ahora caía sin control por su frente; y en un rápido movimiento lo peino hacia atrás, haciendo que varias gotas de agua saltaran para estrellarse entre sí. El reflejo de las luces de la ciudad permitía observar tales detalles.


La lluvia, aprovechando la oportunidad que se le daba para acariciarlo; hizo lo propio empapando su cuerpo, provocando que el traje se pegara a él como una segunda piel. Nick desajustó el nudo de la corbata para liberarse de ella; y después con un elegante movimiento coordinado entre sus manos y hombros, dejo caer al suelo su saco.


La blanca camisa no fue suficiente para ocultar su figura; y cual depredador asechaste, sonrío al darse cuenta del efecto que su cuerpo provocaba, mientras daba un paso más cerca de la puerta, que no representaría obstáculo alguno para sus propósitos. En un instante estaba abierta.


Entonces, su mano corto la distancia que los separaba, y la arrastro hasta sus brazos. En un segundo se vio envuelta en medio de la tormenta; pero no por la que azotaba Los Ángeles; sino la que provocaba Nick Conte y su cálido abrazó.


Él la tenía prisionera entre sus caricias y besos; ella intentaba resistir el embrujo que le provocaba el roce de su piel.


-Hace cinco años que me muero por hacer esto...-. Le dijo con voz ronca y gutural al oído. Desesperado por marcar cada espacio de su cuerpo.


Su aliento erizo cada una de sus terminaciones nerviosas; y como si un volcán hiciera erupción en el centro de su vientre, el fuego se empezó a expandir por sus venas.

Hacía cinco años desde que ella lo viera por primera vez, y deseara esto.


-No. Espera por favor...-. Replicó tímidamente; mientras hacía un falso intento por detenerlo.Su hermana aun estaba dentro de la habitación.


-Shh...-. Nick la apretó más contra él, y mordió juguetonamente el lóbulo de su oido. -No te resistas...


¿Resistirse? Si estaba a nada de ella misma tirarlo al suelo y arrancarle la ropa con los dientes.


-Naty...-. Dios era tan sexy. -Naty...-. Y su voz. -Naty...-. Pues como que le estaba cambiando, porque cada vez era más chillona. -¡Natalie Ross!


-¿He?-. Un poderoso trueno hizo retumbar el cristal, despertandola.


Natalie estaba recargada sobre la puerta de cristal que conducía al pequeño balcón de su habitación; y el ruido provocado por las gotas de lluvia sobre el vidrio, provocaron una curiosa sinfonía de relajación para ella. La voz del maquillista y Cat se volvieron solo un lejano susurro; y sus pensamientos empezaron a escribir una nueva historia. Desafortunadamente, ahora volvía a la realidad.

Como en mis libros...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora