VII: Aprender

                                    

                                          
—Bien, para aprender a leer primero tendrás que reconocer las letras y después memorizarlas.
—Entiendo.
Ambos estaban sentados en una extensa mesa. Blaze había traído un gran número de hojas de papel y ya tenía una idea de como empezar a enseñarle.
—Empezaremos por las vocales, son aquellas que dan un sonido a la palabra. —Las escribe en un papel—. Son estas de aquí. —Le enseña la hoja.
—Ah. —No estaba demasiado convencido de que fuese a aprender nada.
—Iré señalándotelas y diciendo como se llaman. —Fue dictando cada una de las letras ante la atenta mirada de Silver—. Ahora te las señalaré y tú debes nombrarlas. ¿Estás listo?
—Eso creo —dudó.
—No tienes de qué preocuparte. Aunque no salga bien al primer intento, eso no quiere decir que no estés aprendiendo. Los errores nos hacen mejorar y aprender. Eso es lo único que importa: mejorar y aprender.
—El albino la miró con atención, nunca lo vio de esa manera. Sus conocidos, exceptuando su familia, siempre le habían dicho que las cosas se tenían que aprender y realizar bien a la primera. Si no lo hacías eras un negado—. De acuerdo, estoy listo —dijo ahora con más decisión. El discurso lo había convencido.
—¡Así se habla! —Blaze procedió a señalar cada vocal escuchando atentamente las respuestas de Silver, las cuales resultaron correctas—. ¡Lo has hecho excelente! 
—¿De verdad?
—Por supuesto. Si se tiene confianza en uno mismo y ganas de aprender, se podrá conseguir todo lo que se quiera. Yo confío en ti, hazlo tú también.
—Es gratificante oír eso.
—Las verdades siempre son reconfortantes de escuchar. Bueno, ahora que ya sabes las vocales tocan las consonantes. Te lo advierto, son muchas letras y algo más complicadas.
—Voy a hacerlo.
Blaze sonrió. Siempre le había gustado levantar el ánimo a la gente.

                            

                                
                            
                              
                                  
                              
                              
                                
                                  
                                  
                                
                              
                             
                            
                            
                          
                          
—¿Adónde vamos?
—A la playa. Estoy segura de que el sitio que quiero enseñarte no lo conoces.
—Será lo más seguro, nunca he estado en la playa. —Amy lo miró asombrada. Con la mirada daba a entender que quería saber el porqué de ello—. Como te dije, con padre solo salíamos al bosque. No podíamos alejarnos mucho del castillo por si se enteraban de nuestra salida, así podríamos volver rápido sin levantar un alboroto. Además, caminar por el pueblo se nos habría hecho complicado. La gran mayoría de la gente conoce nuestro aspecto.
—Ella lo mira detenidamente. Tenía razón, con esa vestimenta ahora también lo reconocerían—. Habrá que pasar por casa entonces. Te daré algo de ropa de Silver para que pases más desapercibido.