― ¿Estás listo?
Miré con pánico a Grecia.
―No ―respondí sin pensar.
Una cosa era haber tenido a mi abuela y su nieta en mi pastelería, ya que solo había charlado un poco con ellas y enseguida había podido escaparme poniendo de excusa, que tampoco es que era una excusa, mi trabajo.
Pero ahora era diferente, estaba a punto de entrar en un departamento, ocupado por tres miembros de mi familia materna de los que no sabía prácticamente nada.
Si no tuviera a Grecia a mi lado, probablemente ya hubiera salido corriendo.
Como leyendo mis pensamientos, mi tía colocó una mano en mi espalda y acarició con suavidad.
―Tranquilo. Estoy aquí y no voy a dejarte solo, y si quieren hacerte sentir mal, se las verán conmigo
La miré agradecido. Asentí y con una respiración profunda, abrí la puerta del auto y salí.
En recepción, había un hombre con uniforme, lucía cansado y a su lado había un enorme termo, que parecía ser su compañero para una larga noche de vigilia.
Después de dar nuestros datos y de informarle el número de departamento que estaríamos visitando, nos sonrió amablemente, confirmó nuestra visita llamando al departamento indicado y nos señaló la dirección de los ascensores.
Una vez dentro del pequeño espacio, mientras el aparato subía, inhale y exhale lentamente un par de veces. Cuando llegamos al piso correspondiente, estaba mucho más tranquilo.
Con Grecia a mi lado, finalmente tocamos el timbre.
― ¡Voy! ―se escuchó desde adentro.
Al momento siguiente, la puerta se abrió y Estella, la chica que había estado acompañando a Eleanor en la pastelería apareció frente a nosotros.
― ¡Hola! ―exclamó al vernos ―. Bienvenidos, adelante por favor ―dijo apartándose un poco para que pudiéramos pasar.
Con una sonrisa tímida, fui el primero en entrar, seguido de cerca por mi tía.
La chica nos condujo a la sala y nos indicó con un gesto que nos sentáramos en el sofá.
―Me alegra que hayan venido, Edgar ―Estella miró curiosa a Grecia y enseguida le extendió su mano ―Un placer conocerte, eres Grecia ¿no? Soy Estella
Mi tía estrechó su mano con una pequeña sonrisa, asintiendo.
―Mucho gusto
―Mi abuela y mi hermano están en la cocina. Enseguida salen, la cena está casi lista
Aún no conocía al hermano de Estella, pero si era la mitad de agradable de lo que parecía ser su hermana, entonces todo estaría bien.
―Entonces... no pudimos hablar mucho antes. ¿Qué tal es tener una pastelería? ¿Es muy difícil? ¿Dónde aprendiste a hacer tantos postres? ―preguntó sentándose en el pequeño sofá frente a nosotros, con su rostro apoyado en sus manos y sus codos en sus rodillas, sus ojos permanecieron brillantes y expectantes.
Su mirada fija en mí, mientras aguardaba una respuesta, me hizo sentir nervioso. No quería causarle una mala impresión, mi intención era poder llevarme bien con todos.
―Bueno... ―empecé ―. Es genial, al menos para mí. Un poco difícil, ya que hay muchas cosas que hacer diariamente. Por suerte tengo a los chicos, que son muy buenos en su trabajo y me apoyan en todo. Estudié en una academia, aprendí lo básico y un poco más, luego experimenté por mi cuenta. Justo ahora, estoy estudiando de nuevo
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"Sweetness"
RomanceEdgar es un excelente pastelero que prefiere las comidas saladas con un toque de picante. Quien además tiene un pequeño trauma con las mujeres, debido al abandono de tres de ellas. Una navidad recibe el mejor regalo que un repostero podría desear, l...