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Buenos Aires, Argentina.
FLASHBACK
Como vi que Mateo estaba tardando mucho decidí entrar de nuevo y subir las escaleras para ir al despacho de los profesores.
Escuché que alguien estaba gritando, parecía una voz de mujer, y aunque Mateo estaba hablando fuerte la voz de la mujer opacaba la suya.
Me acerqué a la puerta y finalmente decidí abrirla, aunque supongo que no fue la mejor idea del mundo.
Mateo tenía en sus brazos a la señora Hills, que ya venía suponiendo que me odiaba desde hace tiempo.
Se estaban dando un beso apasionado y hasta que no di un portazo no se percataron de mi presencia.
Mateo me miró por unos segundos hasta que reaccionó y soltó a la otra que me miraba sonriente, como si no hubiera pasado nada.
- ¿No tiene clase señorita Ferrari? —me preguntó sarcásticamente.
- ¿Qué carajo está haciendo con mi novio? —pregunté alzando la voz.
- No es lo que parece Paloma, te lo puedo explicar. —me dijo Mateo mirándome a los ojos.
- ¿Explicarme qué? ¡¿Qué te estás comiendo a la vieja ésta?!
- Háblame bien pelotuda, no soy ninguna vieja. —dijo la señora Hills.
- ¿Ah no? De seguro que tiene telarañas en la concha, vieja. —le dije riéndome en su cara.
- Al menos no me hacen cornuda. —dijo cínicamente.
Me di la vuelta para irme, no tenía nada más que discutir con ninguno de los dos.
Me siento como una imbécil por haberle creído, pero pensaba que me quería de verdad.
- ¡Paloma, espera! —gritó Mateo detrás de mí.
No le hice caso, seguí caminando para no llamar la atención de los demás hasta que llegué al edificio con las habitaciones para los estudiantes.
Antes de entrar Mateo me agarró del brazo dándome la vuelta, quedando por fin cara a cara.
- ¿Cómo pudiste hacerme esto gil? Me das asco.
- Te quiero.
No le respondí, simplemente me limité a escupirlo en toda la jeta y luego entré al pasillo que daba a mi antiguo cuarto.
Al entrar agradecí internamente que mis amigas no estuvieran y me tiré a la cama, hundiendo mi cuerpo en las sábanas.
Y en ese momento me di cuenta de que es simplemente el karma. Lo que yo le hice a Nicole me está pasando factura ahora mismo.
¿A ella también le habrá dolido tanto?
A mí me duele mucho, me siento traicionada y muy poca cosa. Pensé que podríamos empezar de nuevo, pero parece que Mateo solamente piensa con la cabeza de abajo.
Seguramente nunca le habré importado, o al menos no tanto como para que me quisiera solamente a mí.
Me levanté de la cama y agarré una remera vieja para limpiarme las lágrimas con ella.
Tenía que hacer algo para alejarme un poco de ésta situación. No es que me molestara quedarme aquí con mis amigas, eso nunca.
Pero tengo más que claro que si me quedo tendré que vivir por el resto del año aguantando los rumores de mis compañeros y a Ribba riéndose en mi cara.
Necesito un plan rápido para irme lo antes posible, pero mi familia no se puede enterar de nada.
Y entonces se me vino a la mente la idea más loca del mundo, aunque podría llegar a ser la más efectiva.
