Día 7

                                    

                                          

Nota: Awebo actualice por fin. 


                          
"Tema libre" 




                          
"Cantutas rojas para él..." 





                          
--¿Entonces que ve en mí?--Pregunta, mirando a la persona que sostiene sus manos. 
                          
La mujer levanta la cabeza, en sus ojos puede ver algo inusual, no es capaz de descifrarlo. 
                          
--No puedo verlo con claridad, pero puedo sentir que no es bueno, muchacho te recomiendo tener cuidado-- Suelta sus manos, alejándose un poco, solo le sonríe deseándole una buena tarde y se va. 
                          
Sintiéndose confundido, se limita a quedarse parado mientras piensa qué rayos acababa de pasar. 
                          
--¡Ah!--Brinca del susto ante el tacto brusco y repentino, girándose para ver al causante.--¡Oe tamare qué chucha te pasa! 
                          
Bolivia ríe.--Solo quise hacerlo. 
                          
El bicolor gruñe fastidiado empezando a caminar para dejar al otro atrás, escuchando a Bolivia reclamar por haberlo dejado. 
                          
Estando a la par, el tricolor pregunta:-- ¿Y qué te dijo? 
                          
--Nada en especial, solo que tuviera cuidado. 
                          
--¡Lo vez, hasta un desconocido te dice que debes cuidarte!- Exclama con obviedad su acompañante. 
                          
--No creo que lo dijo en el aspecto de mi salud, me dijo, "ten buena tarde", y se fue.--Explicó recapitulando lo de momentos atrás. 
                          
--Tal vez con tu cara no supo que decirte y por eso tampoco de cobró. 
                          
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Esa noche tenía planeado mirar series hasta que el sueño lo consumiera, lo cual era muy poco probable, últimamente no dormía bien. Tenía ojeras que desde que inicio con eso, al día siguiente estás hicieron su aparición; mayormente no dormía, y lo que era capaz de descansar solo eran menos de cuatro horas. 
                          
Esa noche esperaba lo mismo, lo que para él ya parecía volverse rutina. 
                          
Para él el tiempo solía pasar rápido y a veces lenta, en esa ocasión fue está última. Ni siquiera ponía atención a lo que veía, simplemente lo hacía porque sí. 
                          
Su cuerpo se siente cansado, demasiado, y sus párpados pesan a tal punto de cerrarse. Se acomoda en el sofá y su celular posado encima de su pecho, mira la hora: cinco minutos antes de la medía noche; Morfeo parece ganarle cuando él por fin cierra los ojos dispuesto a dormir sin importar que está en el sofá. 
                          
El timbre suena, rápidamente abre los ojos, asustado por el ruido que emergió así nada más. Sujeta su celular para que no caiga al momento de sentarse, curioso prende su dispositivo para ver la hora, justamente marca la media noche. Ignorando ese detalle arrastra los pies hasta la puerta para ver de quién se trata, por el sueño ni si quiera le pasa por la cabeza lo extraño que eso es. 
Cuando abre la puerta, la fría brisa golpea suavemente su cara, mira unos segundos, después simplemente vuelve a cerrar su puerta. Apaga los aparatos electrónicos que no sean necesarios para él, y sube a su habitación dispuesto a dormir. 
                          
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Tiembla al sentir el feroz frío de la noche, se remueve en busca de la calidez de sus cobijas y para su molestia no las encuentra, se obliga a abrir los ojos para tantear dónde se encuentran, pero son los mismos resultados. 
Con difícultad se sienta en su cama, estirando la mano para agarrar su celular que se encuentra en el estante de a lado; prende su dispositivo para usar la linterna, una vez cometida su acción, busca nuevamente sus cobijas. Su cara es de desconcierto y confusión al ver que estás están tiradas en el piso.