v. Classes

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Al siguiente, Alessia se sorprendió de lo temprano que había despertado. Ella y Hermione fueron de las primeras en bajar al Gran Comedor. Jayden, el cual se encontraba desayunando, abrió su boca sin creer que  su hermana estuviera despierta tan temprano.

—Allí está.

— ¿Qué? ¿Dónde?

—Al lado de la chica castaña.

— ¿La pelirroja?

— ¿Dónde tendrá su cicatriz?

— ¿Quieres ir a preguntarle?

Alessia escuchaba los murmullos de distintas personas desde que entró por la puerta del Gran Comedor, también podía sentir las miradas sobre ella.

—Creo que llamas un poco la atención — comentó Hermione, notando como miraban a la pelirroja.

— ¿Un poco? — dijo —. Quisiera que no fuera así. Es incómodo...

—Señorita Benedette, señorita Granger — Las llamó la profesora McGonagall.

—Oh, buenos días, profesora McGonagall — saludó Alessia.

—Buenos días, vengo a entregarles sus horarios — dijo, mientras les extendía los papeles. Y se fue.

—Estoy emocionada — chilló Hermione.

—Yo también.

Las dos desayunaron tranquilamente, faltando diez minutos se levantaron y comenzaron a dirigirse hacia su salón de clases.

—Oye, Hermione... ¿Estás segura de que es por aquí?

—Creo que sí.

Incluso de camino a su aula de clases, los alumnos la observaban con atención. Alessia simplemente deseaba poder hacerse invisible.

En Hogwarts habían 142 escaleras, algunas eran amplias y despejadas, otras estrechas y destartaladas. Algunas llevaban a un diferente lugar los viernes. Otras tenían un escalón que desaparecía a mitad de camino y había que recordarlo para saltar. Después, había puertas que no se abrían, a menos que uno lo pidiera con amabilidad o les hiciera cosquillas en el lugar exacto, y puertas que, en realidad, no eran sino sólidas paredes que fingían ser puertas.

¹Alessia y la Piedra FilosofalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora