Capitulo 53

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   Mi día comienza al escuchar los gritos de Zeus y Eros, no fue necesario siquiera abrir los ojos para saber que estaban peleando por el desayuno. Ya era algo normal en mi vida, Zeus decía que debía comer mas sano por el bebé y Eros decía que debía comer lo que se me cantara porque sino el niño iba a salir con antojos... ¿Alguien me puede explicar de donde sacan esas ideas? Porque estoy pensando seriamente en cortarles el internet.

Me estiro en la cama y gimo, no quiero levantarme. El embarazo me puso mas vaga de lo que estaba, ahora podía pasar todo el día durmiendo sin problema alguno.

— Buenos días, humana.— El murmuro de Hades me sobresalta pero ni así pienso levantarme, siento sus pasos acercarse a la cama. Me hago a un lado y segundos después siento el colchón ceder bajo el peso del Dios.

— Buen día...— Gimo mas dormida que despierta. De repente siento una de sus manos sobre mi cabeza, donde comienza a hacerme caricias, si busca despertarme esta logrando todo lo contrario.

— ¿Como amanecieron?— Pregunta en un susurro. Algo nuevo en Hades es que desde que comencé con esto del embarazo siempre pregunta las cosas en plural.

— Bien, con hambre.— Respondí ahogando una risa en la almohada.

— ¿Queres que te traiga el desayuno?— Negué con la cabeza, ya mucho hacía por mi como para también tenerlo de sirviente.

¿Se merece ser mi perro? Pues sí, pero vamos a suponer que no soy tan rencorosa.

Me sentía tan ansiosa, quería tener a mi hijo conmigo y apenas voy por el cuarto mes. Todas las noches imaginaba como sería mi vida cuando él naciera; los primeros días, las primeras semanas y hasta los meses. Como sería su primer palabra, sus primeros pasos...

Es tan extraño pensar en mi yo del pasado negando y huyendo de todo mini humano, alegando que jamás cargaría algo así en mi cuerpo y odiando cada segundo que me vi rodeada de niños ¿Esto es ser mamá? Sentir ese amor inquebrantable por el pequeño maní dentro de mi vientre, no sé su color de ojos ni su color de pelo, no sé sus gustos ni el sonido de su voz pero ya lo amo, sé que daría la vida por él sin importar cuanto lastime mi cuerpo en el trayecto.

Tan dulce y agrío a la vez. Me aterra no ser una buena madre, me da pánico hacer las cosas mal y ver a mi bebé decepcionado de mi. Es un miedo irracional y lo sé pero no puedo evitar carcomer mi mente con ello...

Ser mamá es un camino de constante aprendizaje, caminaremos -o gatearemos, en principio- a la par, ayudándonos mutuamente para que todo salga bien.

— ¿Andrómeda, estas llorando?— La voz de Hades me despertó, me había quedado absorta en mis pensamientos. Giré mi rostro y moví mi mano derecha hacía mi ojo, ahí sentí la humedad.

— Ni siquiera me di cuenta...— Murmuré.

— Es normal. Leí en internet que el embarazo puede ponerte mas sensible de lo normal.— Respondió.

— Voy a quitarles el internet.— Bufé por lo bajo, no soportaría otro dato sobre embarazadas o juro que mataré a alguien y no quieren saber a quien.

— Vamos a desayunar mejor.— Se escuchaba la diversión en cada palabra soltada, sabía lo mucho que me irritaba cuando hablaban de embarazos como si tuvieran idea alguna sobre ello.  

¡Por un demonio ni yo tenía idea! ¡Y ellos ya me están diciendo que respiración hacer a la hora de pujar! 

Asentí ante las palabras del Dios y con pereza alejé las cobijas de mi piel, suspire por ultima vez y por fin logré sentarme en la cama. Sí, no me levanté del todo pero al menos algo es algo.

Hades se arrodilló a mi lado y me calzo las pantuflas, sé que murmuró que las embarazadas no podían tomar frío pero se la dejaré pasar por el simple echo que su gesto logró derretir un poco mi corazón.

Así, en pijama y con mis pantuflas de conejitos me digne por fin a soltar la cama y salir del cuarto.

— ¡Mi niña, buenos días!— Eros fue el primero en venir a saludarme con una brillante sonrisa. Tenía la cara llena de harina y algo viscoso que preferí ignorar.— ¿Cómo se encuentran el día de hoy?

Sí, Hades no fue el único que comenzó a hablarme en plural.

— Estamos bien, con hambre.— Respondí bromeando. Bueno, a medias, porque en verdad si teníamos hambre.

— ¿Que hay para comer?— Sentí la voz de Hades detrás de mi.

—Para vos nada.— Respondió el siempre tan amoroso Dios del amor.- Para mi niña hermosa y mi sobrino hay crepas con fresas y crema, cereales con yogurt natural y granola... ¡Ah, me olvidaba! También tenemos tostados de queso y tomate, huevo duro y tostadas.

— ¿No es demasiado?— Pregunté caminando a la cocina junto a él.

— Tenes que comer por dos.

— Si, pero no para un batallón...

La pequeña mesa de cocina estaba a desbordar de comida, ni en sueños podría con todo esto y eso era un problema... si comía mas de la comida de Zeus Eros se enojaría y viceversa, así que acá estoy, sentada frente a toda la comida tratando de adivinar quien hizo qué para comer la misma cantidad de ambos.

Sé que Eros cocina mejor lo dulce y que a Zeus le da paja hacer cosas muy complicadas así que más o menos me guiaré por eso.

Tomé el vaso de yogurt y le tiré dentro la granola, dejando los cereales a un lado. También agarré uno de los tostados de queso y tomate ya que al parecer teníamos antojo de queso hoy.

— Vas a reventar.— El murmuró de Perseo sonó tan amigable como siempre. Lo vi entrar a la cocina desde el patio, supongo que salió a regar las plantas ya que ni eso me dejaban hacer.

— Buenos días a vos también.— Bufé rodando los ojos.

— Yo no te desee buenos días, no tomes atribuciones que no te dí.— Dios, voy a golpearlo.- ¿Te gustó como decoramos el cuarto? No dijiste nada al respecto.

Si si, cambia de tema nomas... ¡Es cierto, el cuarto! Lo cambiaron casi por completo, quitaron todos los muebles viejos y los reemplazaron por nuevos muebles de bebé en colores claros. Pintaron las paredes, le sacaron el color opaco para sustituirlo por un celeste muy claro con algunas nubes decorando y en el medio de la habitación pusieron la cuna mas hermosa que vi en mi vida. Era blanca, con bordes suaves y acolchonados, con un velo blanco semi transparente rodeándola y con unos pequeños almohadones en forma de nubes decorando.

— Me encantó.— Aseguré sonriendo.

— Me alegro, fue idea mía lo de las nubes ¿Sabías?— Perseo era como un niño pequeño al cual le gusta que siempre le estén felicitando por las cosas que hace o dice y eso antes me molestaba pero ahora la verdad me sirve de practica, estoy aprendiendo a lidiar con un niño malcriado.

— Fue una gran idea.— Murmuré con la boca llena de tostado. Me dedicó una mirada de asco y sin más se alejó de la cocina.

 Me dedicó una mirada de asco y sin más se alejó de la cocina

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La estúpida que enamoró a un Dios (Wattys2020)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora