Capítulo 50

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Hiroshi se quedó petrificado al escucharlo

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Hiroshi se quedó petrificado al escucharlo. ¿Ese hombre acababa de llamarlo hijo? Eso era una locura, algo totalmente imposible.

—Dios... —volvió a hablar el hombre—. Te pareces tanto a tu madre... Ella murió anhelándote...

Las manos del hombre temblaban sosteniendo el arma. Una parte de Hiroshi sabía que ese era el momento adecuado para atacarlo; pero la otra no podía dejar de escucharlo.

—Ethan... —continuó, y las lágrimas rodaban por sus mejillas—. Eras tan pequeño, eras nuestro preciado tesoro, y esos desalmados te arrebataron de nosotros una noche. Siempre supe que ese viejo japonés estaba involucrado, pero no pude probarlo. Tu madre y yo estábamos destruidos, nos pasamos años buscándote... Y... pensábamos que te habían asesinado...

Hiroshi no sabía cómo reaccionar a esas palabras. Se mantenía en silencio mirando fijamente a Sigler, al tipo al que había ido específicamente a asesinar. ¿Acaso él era su padre realmente? ¿Qué pasaba, entonces, con todo lo que le habían contado desde pequeño?

—Yo, yo no puedo creerlo... —le dijo el hombre con voz temblorosa—. Pensé que jamás volvería a ver a mi pequeño hijo, pensé que estaba muerto... Pero estás aquí, esos malditos te criaron y te hicieron uno de ellos, te enviaron a matarme... Estuvieron planeando su venganza veinticuatro años...

—Tú no eres mi padre... —susurró Hiroshi, finalmente, sin revelar ninguna emoción en su voz.

—Sí, sí lo soy, Ethan —respondió Sigler y arrojó el arma al suelo entre sollozos de profundo dolor—. Sí, soy tu padre, hijo, y he esperado este momento durante la mitad de mi vida... Ven aquí...

Hiroshi se tensó al ver que el hombre se acercó a él y lo abrazó. Era algo absurdo lo que estaba ocurriendo, sobre todo escuchar el llanto de su supuesto padre en el oído. Él se había preparado para cualquier cosa, excepto para algo así.

John Sigler lo abrazó con fuerza, dándole ese apretón que, al parecer, tanto había ansiado darle a su hijo. No obstante, Hiroshi tragó en seco y endureció su expresión.

—Tú no eres mi padre... —repitió, pero esa vez pronunció las palabras en un tono duro, a la vez que el hombre abrió enormemente sus ojos azules y soltó un quejido de dolor.

John Sigler se separó de él y llevó sus manos a su abdomen, haciendo que se tiñeran automáticamente de rojo. Solo el cabo de la navaja sobresalía de su carne, y su sangre comenzaba a gotear en el suelo blanco.

—Tú, tú... —trató de decir con una expresión de horror, pero Hiroshi se le acercó y extrajo la navaja de un golpe.

—Lamento decirte que tu hijo Ethan murió a los dos años de edad... —dijo con una frialdad abismal y acercó la navaja ensangrentada al cuello de Sigler—. Mi nombre es Hiroshi Sakura, y mi padre te envía sus saludos...

Y con esas palabras clavó la filosa hoja en el cuello del tan odiado enemigo de su familia, haciendo que un chorro caótico de sangre comenzara a brotar de la herida. Hiroshi lo observó caer al suelo y vio el modo en que sus ojos azules se iban apagando. Había cumplido su misión: la misión que le había encomendado su padre.

Sin embargo, una parte de él se sentía algo aturdida, aunque intentara obviarlo; quizás la misma parte que quería abandonar ese lugar y simplemente olvidar todo lo que había escuchado.

«Yo soy un Dragón Rojo...», se decía una y otra vez mientras remataba de un disparo a todas sus víctimas y salía del edificio.

«Mi nombre es Hiroshi Sakura», seguía repitiéndose al mismo tiempo que se subía a su auto y lo ponía en marcha.

Y, muy, muy dentro, solo deseaba poder creer en sus propias palabras.

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Este capítulo estuvo especialmente dedicado a mari34an
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El ángel de la muerte (Antes llamada "El último dragón rojo") © [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora