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Taehyung disparó cinco veces y de esas no logró darle ni una sola vez a su objetivo. Bajó el arma sintiéndose  frustrado. No podía decir que le estuviera yendo mal en vista de que Sehun fallaba como por dos metros mientras que sus proyectiles quedaban a pocos centímetros del blanco. Seokjin por su parte parecía haber nacido con un arma en sus manos, Taehyung nunca imaginó que su amigo tuviese tal destreza.

—Es que solía jugar Call of Duty —se excusó el mayor.

Sehun ladeo la cabeza como cachorro confundido antes de tomar su móvil para ponerse a investigar al respecto. Taehyung se sentía como un idiota tratando de seguir el ritmo. Habían pasado tres días y lo máximo que había logrado era mantenerse en pie después del segundo round con Haena. Pero ese pequeño logro no lo hacía sentir lo suficientemente satisfecho.

De alguna manera logro escabullirse y entrar a la habitación de Jungkook aquella tarde. El pelinegro seguía durmiendo y a pesar de que llevaba tan poco tiempo en ese estado la verdad era que empezaba a tener un aspecto más pálido y demacrado. Sus músculos se sentían menos, estaba perdiendo peso rápidamente. La preocupación del doctor Hun era evidente, Taehyung lo había escuchado hablar al respecto con Hoseok.

—Hola, bello durmiente —lo saludó y caminó hasta sentarse cerca de él en la cama.

Los huecos en las paredes aún eran visibles a pesar de que Hangyeom había tratado de repararlos. El tapiz se veía quemado alrededor de cada agujero. Taehyung recorrió la estancia y negó, ¿por qué Namjoon no tenía a nadie protegiendo a Jungkook? El traidor aún andaba suelto y era probable que quisiera regresar a terminar lo que empezó. Se sentía un poco molesto al respecto.

—Te haré compañía —dijo al tiempo que suspiraba—. Creo que habría aprendido a disparar mejor si tú me hubieras enseñado cuando te lo pedí.

Jungkook respiraba con lentitud. Seguro no lo estaría escuchando, pero Taehyung era el tipo de personas a las que les gustaba hablar; el silencio algunas veces lo incomodaba. Repasó el perfil del pelinegro tratando de pasar por alto la mascarilla de oxígeno que lo ayudaba a respirar. Lo había pensado desde el principio y lo confirmaba en ese momento: Jungkook era un hombre muy atractivo. Pero detestaba un poco su personalidad. A Taehyung le gustaba que lo mimaran, prácticamente vivía de cariños. Con Jungkook no podía esperar algo así.

—He estado pensando en muchas cosas y tengo miedo. Sé que estamos en peligro y que sería mejor desaparecer, pero algo me dice que Seokjin no querrá irse. Se ha encariñado rápido con Namjoon, no puedo creerlo. Siempre imaginé que el síndrome de Estocolmo empezaba de otra manera más terrorífica, pero a estas alturas creo que es justo lo que nos está ocurriendo.

Jungkook ni siquiera se movió. Taehyung se preguntó si algún día volvería a hacerlo.

—Lo lamento. Si no te hubiese pedido que fueras por ese estúpido chocolate...

Tomó aliento antes de escuchar que la puerta se abría. Esta vez saltó de inmediato hasta incorporarse dispuesto a luchar por su vida. Su nerviosismo se calmó cuando vio que se trataba de Seokjin.

—Sabía que te encontraría aquí —sonrió el mayor—. Necesito hablarte de algo.

—¿De qué se trata?

Seokjin cerró la puerta de la habitación y se aproximó a él.

—Antes de explicarte quiero que sepas que estás en todo tu derecho de negarte. Lo que te voy a pedir que hagas será lo más riesgoso que te pueda ocurrir en la vida.

—Me estás asustando —Taehyung se acomodó mejor a lado de Jungkook—. ¿A qué te refieres?

—Me voy con Namjoon.

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