Capítulo 8 - Todo un Adolescente

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Dieron un último giro a la izquierda, con las manos aún tomadas. Todoroki aún no estaba dispuesto a soltarlo y Midoriya ya no se preocupaba por ello, ya que aceptó que no recuperaría su mano aún, cuando llegaron a la casa del joven Midoriya.

No era tan grande ni elegante como la de Todoroki, gracias a su padre por eso, pero era acogedor y definitivamente era su hogar.

–Bueno, esta es mi casa –dijo el adolescente de ojos verdes, tirando de su mano levemente, preguntándose si el adolescente mayor se la iba a devolver.

<<Me trajo todo el camino de la mano, no es como si no supiera dónde está mi propia casa>>, se rio un poco mientras esos pensamientos le pasaban por la mente.

Al sentir el tirón, Todoroki se dio cuenta de que Midoriya estaba un poco sonrojado y desvió la mirada.

–Supongo que sí –dijo, soltando la mano del chico, extrañando al instante el calor que traían a sus dedos–, gracias por dejarme acompañarte a casa y por ponerme al día con la tarea.

Realmente no sabía cómo se suponía que debía seguir con esto, ya que nunca había desempeñado el papel de novio, aunque que no era el novio de Midoriya.

<<Aún ...>>, pensó.

¿Debería llevarlo a su puerta? ¿Debería tratar de hablarle unos minutos más? ¿Debería intentar ir a besarlo?

<<¡No!>>, se regañó antes de que lo hiciera.

–No te preocupes por eso, Todoroki. Somos amigos después de todo –dijo, jugando con sus dedos, mientras se balanceaba sobre sus talones. Estaba mirando al suelo, sin saber realmente qué más decir.

–Y perdón por desaparecer así de la nada. Debe haber sido realmente confuso –dijo Todoroki tratando de calmar al chico más joven.

Ahora sólo lo estaba alargando la situación, podía sentir el nerviosismo del chico peliverde, por lo que decidió terminar con una propuesta final, ocultando sus deseos en una mentira piadosa.

–¿Qué tal si intercambiamos números? En caso de que surja algo similar, podemos mantenernos comunicados –dijo nervioso.

Levantando la cabeza para mirar a Todoroki, el rostro de Midoriya se iluminó al instante ante esa gran idea, además, realmente no tenía tantos contactos en su teléfono; sólo mamá, Uraraka, Iida y la señora Bakugo.

–Sí, me encantaría eso. Que buena idea Todoroki –le sonrió mientras sacaba su teléfono celular–. Agrégate al mío–, dijo intercambiando dispositivos con Todoroki–, y yo me agregaré al tuyo.

Retomando su teléfono, buscó el contacto de su padre. Todoroki miró a Midoriya una última vez, tratando de memorizar sus lindos rasgos.

–Bueno, realmente debería irme ya, pronto oscurecerá, y tú tienes entrenamiento –dijo, dándole un abrazo rápido a Modoriya antes de marcar el número de su padre e irse. Se escuchó un suave "¡Adiós!" mientras su figura desaparecía por el camino.

Reuniendo la poca dignidad que le quedaba y tratando de bajar el sonrojo que le cubría el rostro, le susurró adiós a Todoroki y se dirigió a su casa.

–¡Mamá! ¡Llegué! –gritó en la casa mientras se sentaba junto a la puerta.

Desató rápidamente sus cordones, se quitó los zapatos y los colocó cuidadosamente junto al par que le pertenecía a su madre, dándole a entender que ella estaba en casa.

Se escuchó a una pequeña mujer de mediana edad de pelo verde un poco gordita que se dirigía hacia la sala de estar para saludar a su hijo.

–Bienvenido a casa Izuku, ¿cómo estuvo la escuela? ¿Tu amigo volvió hoy? –ella le saludó, bombardeándolo con preguntas.

Cómo Terminamos JuntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora