Prefacio

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Advertencia de contenido sensible: Abuso

¿El comienzo?

Se desató el drama en aquella fría mañana de invierno. Los murmullos no se hicieron esperar por los pasillos de aquel exclusivo internado. Voces asombradas por lo que sucedía, o más bien, por las consecuencias de lo que ya había sucedido.

—¿Vieron el video? —se preguntaban unos a otros impacientes por comentar los hechos. Todos estaban impactados por las nuevas noticias.

—Si ¿Pueden creerlo? —contestaron algunos. Esos que al alba despertaron, y que por ello más temprano se informaron del suceso. Ese suceso, que aunque no lo supieran en ese preciso momento, cambiaría el rumbo de los eventos.

—¿Cuál video? ¿ Se confirmó que LARRY es real? ¿O a qué se debe tanta exaltación? —oía cómo responden otros. Esos que aún no se deslumbraban por lo ocurrido, pero que pronto lo harían.

—¿No lo has visto? Mira, estoy alucinando —hablaban en respuesta sacando sus teléfonos para reproducir el video que detonó toda esa locura. Ese mismo que a pesar de su breve duración, su impacto generaría repercusiones de mayor grado.

En esos momentos ya debía encontrarse disponible por todo Internet, a pesar de solo haber sido subido a un perfil de Instagram.

Se difundió de la misma manera que lo hace un virus, infectando a cada oyente con una dosis de curiosidad y ansiedad por conocer cada detalle.

No había teléfono móvil que no lo reprodujera. Permitiendo observar en él, a una joven castaña hablar desconsolada, gruesas lágrimas deslizándose por su consternado rostro.

<— Mi nombre es Rowan —comenzaba el video, provocando que los espectadores se silenciaran para poder oír el audio con mayor nitidez.

<Filmo este video para alertar a la comunidad y que puedan tomar las precauciones necesarias para que no pasen por lo que yo tuve que pasar ...>

Los que por primera vez escuchaban esas trascendentales palabras, centraban su completa atención al aparato que lo reproducía, ansiosos por conocer lo ocurrido. Los demás comentaban lo que habían oído, mandando miradas curiosas y poco sutiles al final del pasillo.

Lugar en el que me encontraba yo.

Me mantuve serena, apreciando como cada quien me miraba de manera distinta. La gran mayoría con pesar, como si yo fuese una frágil muñeca de porcelana que se quebrara al más mínimo toque. Me empeñe en hacer caso omiso a la atención que se me dirigía, dejando la frente bien en alto para poder oír la reacción del resto.

A mi lado se encontraba Clint, quien intentaba otorgar consuelo. Me decía que todo estaría bien. Me aseguraba que había hecho lo correcto.

Y ojalá así fuese.

<—... fui víctima de abuso sexual. Mi frágil estado mental me impide dar detalles del incidente, por ende solo diré una cosa. Ellos caminan entre nosotros como alumnos cualquiera, consiguiendo engañarnos a través de viles mentiras. Así como me pasó a mí, puede pasarle a ustedes, es por esto que deben recordar lo siguiente: Jamás crean nada de lo que ellos digan; Kayn, Nikolai y Ray no son lo que parecen.

Con esa alarmante advertencia concluía el video, provocando que aquellos que antes ni se percataban de mi presencia en el lugar, se esforzaba en intentar recordar haber entablado conversación conmigo alguna vez. Nadie más allá de mi amigo se atrevió a acercarse en mi dirección, seguramente temerosos ante mi reacción.

De un momento a otro, el mundo se ralentizó. Los murmullos cesaron y las miradas se dirigieron al principio de aquel extenso vestíbulo. Allí, hacían ingreso aquellos tres hombres con la reputación hasta el suelo pero aún así sin lucir tan afectados como deberían. Cada uno llevaba las manos en los bolsillos del elegante uniforme, como si se hubieran sincronizado para ello.

Recorrieron el ahora callado pasillo junto al director, seguramente dirigiéndose a su oficina. A ninguno pareció importarle realmente las miradas de odio que les dirigían los demás presentes.

Nadie se atrevió a decir ni una sola palabra, no por falta de motivación, sino por la presencia del señor que los escoltaba. De igual manera no hizo falta hablar, la tensión se sentía incluso en el aire. Cualquiera podría afirmar que cada ser en aquel pasillo sentía repulsión hacia esos tres chicos.

Caminaban en formación triángulo, luciendo como soldados listos para la guerra, sin saber que la guerra sería contra ellos y que ahora les faltaban aliados.

En un lado estaba Kayn, quien no despegó la mirada del fino piso de madera ni para prestar atención al camino. Su postura retraída no era producto de la humillación o el miedo. Él simplemente recorría el laberinto de sus pensamientos, consiguiendo olvidar el mundo que lo rodeaba.

Por otro costado se hallaba Nikolai, quien a diferencia de su amigo, mantenía la cabeza en alto. Sus facciones eran inexpresivas, siendo la mirada su único delator. Esos ojos de un atractivo color miel, me recorrieron de arriba a abajo, hasta detenerse en mi rostro. Observaba con gran cuidado cada una de mis expresiones como si la necesidad de saber cómo me sentía en esos momentos, lo carcomiera por dentro.

Por último y en el centro, estaba nada más y nada menos que Ray. Él irradiaba su usual presencia imponente que dadas la circunstancias, ya no producía respeto. Su semblante permanecía calmado mientras que la mirada yacía perdida entre los espectadores, aunque dándole poca importancia a sus expresiones críticas.

Se mantuvo de esa manera hasta que llegó el momento inevitable en el que su camino cruzó con el mío. Se detuvo brevemente a mi lado, inclinándose a mi oído con una sonrisa de suficiencia.

—Bien hecho Rowan —susurro el pelinegro, hablando con su nativo acento británico—. Bien hecho.

No espero respuesta pues de manera inmediata continúo su camino como si nada hubiese pasado...

Como si no lo acabasen de hundir hasta el fondo.

***

Bienvenido seas.

Aún no tienes nada que temer. Después de todo:

Las cosas no siempre son lo que parecen... ¿o sí?

PD: gracias por darle una oportunidad a la historia.

HIJOS DEL PECADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora