El camino hacia el castillo fue silencioso, decidí fingir demencia ante la nueva información con respecto a Hades ¿Qué mas podía hacer? Hasta sin quererlo ese maldito me arruinaba todo... pero no logro odiarlo.
Maldita sea Hades, te no-odio.
Apenas llegamos me metieron dentro de mi habitación diciendo que no me dejarían salir hasta después de comer. Y que si resulta que estaba embarazada matarían a Hades... ay si, como si yo cogiera.
— Humana.— Genial, hablando de roma el pelotudo se asoma.
— ¡Pasa!— Le grité sin levantar la cabeza de la almohada.
— ¿Cómo te sentís?— Preguntó tras abrir la puerta, la cerró detrás de él y camino hasta la cama donde se sentó a mi lado.— Me dijeron que te sentiste mal hoy en un paseo.
Y si, obviamente no le iba a decir que me iba a olvidar de todo con respecto a su ser.
— Ya me siento mejor.— Respondí con simpleza.
— ¿Hay algo que quieras?
— ¿Podes traerme un paquete de papitas picantes?— Pregunté sentándome a su lado.— No hay de esas en este lugar.
Hice puchero tratando de comprarlo y creo que funcionó, ya que me sonrió y acarició mi cabeza de forma gentil.
— No voy a ir al mundo humano solo por unas papas.— Maldito hijo de...— Te traeré algo de la cocina, ya vengo.
Se levantó y sin mas se fue... se nota que su alma irradia amor por mi ¿Ustedes lo notan? Porque yo no.
Me volví a tirar en la cama, no tenía mucho que hacer y la verdad tampoco es como si quisiera hacer algo. No tenía mi teléfono o siquiera un diario como para ir buscando trabajo, no olvidemos que me despidieron de la cafetería... ¿De que viviría cuando vuelva? Tengo que pensar en eso también.
De repente un fuerte viento me golpeó, me levanté algo aturdida y dirigí mi mirada hacia la ventana pero estaba cerrada. Si me asusté un poco, pero creo que ya estaba lo suficientemente metida en la caca como para que un vientito lograra cagarme.
— ¿Quien es esta vez?— Pregunté a la nada. Me senté en la cama y esperé respuestas.
— Andromeda.— Una voz femenina me habló.
Ay miercóles.
— ¿Quien sos?— Pregunté mirando en todas direcciones, no lograba ver nada hasta que... en una de las esquinas, donde la luz casi no llegaba logré divisar algo, no, a alguien.
— Soy Deméter, humana...— ¿Quien?— Soy la madre de Perséfone.
Ay mierda ¿Vino a buscar al yerno? Me va a cocinar, me va a hacer papilla para que Hades vuelva con Perséfone, me va a comer... ¡Sálvame Dionisio!
De repente Deméter se inca ante mi... ¿Me esta haciendo una reverecia?
— Gracias.— Estoy mucho muy perdida en estos momentos.— Después de años mi hija volvió a mi, gracias a ti...
— No no, yo...— ¿Qué se supone que debo decirle?
— Hiciste lo que ni Dioses pudieron.— Murmuró. Alzo su rostro hacia el mio y clavo su mirada en mis ojos.— Estoy eternamente a tus pies, humana.
— No señora, no entiende...— ¿Y si le explico y me mata? Esperen... ¿Qué se supone que le explique? ¡Si yo tampoco entiendo!
— Con este collar podrás llamarme siempre, Andromeda.— Avisó caminando hacia mi. Retrocedí por inercia, pero aún así llego a mi.
Agarró mis manos entre las de ella y dejó sobre mi palma un collar plateado con un dije de una hoja, era muy lindo y delicado. Sin esperar alguna respuesta de mi parte desapareció en una ráfaga de viento aun mas fuerte que la anterior.
¿Y ahora que mierda hago? No ven que a mi me sale todo para el culo, déjenme el reino una semana y terminamos todos en una revuelta anarquista.
Yo solo quería volver a mi vida, a mi casa... ¿Seguiré teniendo casa? Capaz que hasta ya la subastaron, maldita sea, si eso pasó voy a salir a patear culos de dioses.
Extraño a Rufus, maldito Zeus secuestrador.
Camine hasta el pequeño espejo que había en mi cuarto y me coloqué el collar, me quedaba demasiado lindo y delicado. Resaltaba lo pálido de mi piel y brillaba si la luz le daba de lleno, se notaba demasiado caro y perfecto...
— Humana no encontré nada comestible y...— La voz de Hades me hizo saltar en el lugar, sin darme cuenta había ocultado el collar entre mis ropas.— ¿Qué tenes ahí?
— Nada...— Murmuré.
— Mostrame humana.— Ordenó. A pasos rápidos llego hasta mi y tiró de mi ropa dejando a la vista el collar.— ¿Donde esta?
— Se fue.— Respondí.
— ¿Te hizo algo?— Preguntó con preocupación examinandome.
— Me dio las gracias...— Respondí aun sin entender muy bien porqué.
— ¿Qué?
— Me agradeció por devolverle a su hija... estoy confundida, Hades.
— No te preocupes, yo voy a protegerte ante todo.— Avisó abrazándome de improvisto. Mi pecho se apretó ante esa acción, iba a ser muy egoísta al irme sin decirle nada.
— Hades.— Lo llamé. Quiso mirarme pero no se lo permití, me apegué mas a su cuerpo.
— ¿Qué pasa, humana?
— Voy a olvidarte...
— ¿Qué?— Tartamudeó separándose de mi. Sentía su mirada fija en mi cuerpo, pero no quería verlo.
— Fui con el oráculo...— Me atreví a levantar la vista, donde me encontré con la verdosa mirada del Dios inundada en lagrimas.
— No podes hacerme esto...— Susurró. El dolor salía expulsado por cada poro de su ser, aun tratando de verse fuerte.
Pronto su tacto comenzó a quemarme, intenté alejarme pero apretó mas el agarre haciéndolo imposible... quemaba como el fuego, pero sentía su piel tan fría como el mismo hielo.
— Me duele.— Me quejé. Hades pareció darse cuenta de su agarré ya que me soltó al segundo, sobé mis brazos adoloridos. Levanté mi vista nuevamente clavándome con la fría mirada del Dios, ni una pizca de calidez quedaba en aquel verde felino que anteriormente me había echo suspirar.
— Vas a olvidarme...— Murmuró con la vista perdida en mi.
— Es lo mejor.
— ¿Lo mejor? ¿Enserio humana?— Gritó, parecía verdaderamente dolido.— ¿Para quien mierda es lo mejor?
— Para mi, Hades.
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La estúpida que enamoró a un Dios (Wattys2020)
RomanceAndromeda es una chica algo introvertida que pasa su vida con un misero sueldo de mesera con el cual tiene que mantener una casa y a su perro. En su mente lo único que encontraras son problemas de dinero y en su casa sobras y paquetes de sopas insta...