Desde ese instante su relación fue convirtiéndose en un fuerte vínculo. Con ayuda de su maestro logró manejar mejor la espada y adquirir novedosos movimientos que ya practicaban fuera de las murallas. Sasuke jamás había tenido la oportunidad de traspasar su hogar, tenía estrictamente prohibido salir del castillo. Ir a mezclarse con la clase baja. Tener a Naruto a su lado fue lo mejor que le había pasado, desde su despertar, el blondo comía y bebía como cualquier ser normal. Se aseaba y debía usar prendas e ir al baño. Sasuke se ocupaba especialmente de entregarle las prendas más finas para él.

A dos meses de estar con Naruto. Era una costumbre que necesitara sentirse más amado. Sus padres habían descuidado a sus hijos hace bastante tiempo. En cuanto hubo la suficiente confianza con el rubio de ojos de cielo, Sasuke le pidió dormir con él juntos en su cama. Una cama grande y perfecta para ambos. Naruto obedecía sin chistar y se dejaba abrazar por esos pequeños brazos pálidos hasta el amanecer, en cuanto escuchaba el sonido de pasos acercándose a la habitación, volvía a introducirse dentro del arma. Así había sido todos los días.

—Eres frío-susurró esa noche, aferrándose a su espalda con una camiseta de seda solo cubriendo su torso.

—¿Disculpe?

—Me refiero al hecho que cumples todo al pie de la letra sin quejarte. Podría decir que te mueras y es seguro que lo harías.

—Lo haría, por qué es una orden de mi amo-contestó decidido.

—Pues tu amo se está cansando de esa actitud tan carente de emociones, en lo que llevas aquí te he visto sonreír solo por tu deber. Jamás me has pedido nada, si no te alimento o te busca ropa, tú...

—Amo, es mi trabajo después de todo. No tengo el derecho de pedirle nada, mi deber es estar a su lado y protegerlo de ser necesario.

—Pues yo cambiaré eso. A partir de ahora, me llamarás por mi nombre, Sasuke. Sasuke, ¿entendido? Quiero ver todo de ti, quiero conocer tus verdaderos gestos no esa cara falsa. Quiero ser tu amigo-terminó por decir, abochornado con el corazón palpitándole estruendosamente, se cubrió el rostro con el pecho del blondo.

—Señor...-dudosamente y con el pulso temblando, acercó la mano a los cabellos ébanos con suavidad y le acarició la nuca-Sasuke-respondió firme.

Escuchar su nombre de los labios de Naruto fue lo más increíble que le hubiese pasado en su corta vida. Un delicioso escalofrío recorrió su espina dorsal y ya más a gusto con él, se permitió abrazarle con fuerza y entregarse al profundo sueño.

Esos cálidos días continuaron por un tiempo. Pero al cumplir mayoría de edad, las cosas tomaron otro rumbo. Naruto había estado a su lado ocho largos años, jamás se había apartado de él, llevaba su espada, a Naruto a todas partes. Todo era muy distinto en cuanto comenzó a vivir una vida adulta. Su hermano mayor estaba casado y había traído dos bebés al mundo, el primero un varón, sería el siguiente en gobernar el reino. Pero su padre pese a su avanzada edad, seguía al frente de su reinado y no tenía pensado aún retirarse.

Sasuke se había vuelto un magnifico espadachín al igual que con la lucha cuerpo a cuerpo. Sin embargo, sus pasatiempos eran otros: leer manuscritos., pasear al aire libre, montar a caballo, darse un baño en un rio en lo profundo del bosque y todo lo hacía llevando a Naruto con él. El rubio se había vuelto irremplazable en su vida, el cariño que le profesaba se volvía más intenso que desde que eran niños. Dado ello, ya no podía compartir su cama con él, cosa que Naruto extrañaba con el alma.

—Sal-ordenó. En cuanto no hubo nadie a su alrededor más que la refrescante naturaleza, su rubio compañero salió de la espada y se puso frente a él.

Mi amada espadaWhere stories live. Discover now