Capitulo 27

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    Faltaban unas pocas horas para la dichosa ceremonia y con Hades estábamos mas aburridos que la mierda, comenzamos jugando Veo-Veo pero después de cuarenta minutos nos quedamos sin objetos, apoco no es triste.

Estaba pensando seriamente en deshacer la cama donde estaba acostada y hacer una carpa ¡Y lo iba a hacer! hasta que un click me hizo girar la cabeza hacia el Dios con el que compartía habitación.

— ¿Qué haces?— Pregunté sentándome en la cama.

— Escapar.— Respondió simplemente y abrió la puerta. Oh Jesús, nunca quise tanto a este hombre. Me paré de un salto y camine a paso rápido hasta su lado, Hades me sonrió.

Sacó la cabeza fuera del cuarto y luego de que el lugar sea seguro, salió y pegada a él yo, obviamente.

El pasillo era innecesariamente grande, aunque estaba muy bien decorado. Tenía las paredes blancas con detalles en dorados, una alfombra roja decoraba el piso y unas extrañas estatuas nos hacían compañía en el lugar.

— Vamos a buscar a tu Romeo.

— ¿A Eros?— Pregunté con una sonrisa. Si, lo había hecho a propósito y al ver la mueca que se le formó en el rostro pude ver que mi cometido fue logrado.

— ¿Te gusta?— Preguntó, se le notaba el enojo en cada palabra. Comencé a caminar y pronto sentí sus pasos detrás de mi.

— Es precioso y un gran amigo.— Le respondí. No iba a mentir diciendo que si, ya que no me sentiría cómoda mintiendo tan descaradamente pero al menos podría jugar un poco con Hades, un juego en el que yo me divierta y él se carcoma la cabeza. 

Oh si querido, ya sufrí mucho daño mental, ahora te toca.

— ¿Tendrías una relación con él?— Que directo, así ni gracia da.

— No tendría una relación con nadie.— Respondí. De repente sentimos unos pasos ajenos a nosotros, miré a Hades presa del pánico. Tiró de mis brazos sin siquiera dudarlo y nos metió a ambos en una de las puertas que ahí había.

¿Qué... qué es esta sensación tan cálida? 

No me soltó, se quedó ahí, con mi cuerpo preso entre su pecho y sus brazos, sin moverse. Atiné a hacer el primer movimiento de separarnos, pero lo único que logré fue que me apretara mas contra él. Aspiro el aroma de mi pelo y suspiro.

— Ni tratando de alejarte saliste de mi mente.— Susurró. Mi cuerpo se tensó, no sabía que hacer.

— Necesito respirar.— Murmuré, pero ni así me soltó.

— Podes.... ¿Podes corresponder el abrazo, humana?— Preguntó apretando aun mas el agarre. Bueno maquina, para de apretar que me vas a tronar los huesos.— Voy a ignorar tus pensamientos solo esta vez, Andromeda.

Inhale profundamente y sin poder evitarlo el aroma de Hades inundó mi olfato, tan embriagante como la primera vez. Llevé mis temblorosos brazos hasta su cuello y los enredé ahí, uniéndonos por fin en un abrazo mutuo. Escondí mi cara en su cuello y suspiré, tratando de quedarme con su aroma el mayor tiempo posible.

Sus manos bajaron de mi espalda hasta mi cintura, donde se acunaron a cada lado de esta e hicieron presión.

— ¿Por qué me queres confundir otra vez?— Pregunté en voz baja, sin quitar mi rostro de su cuello.

— ¿De qué estas hablando?

— Siempre que precisas algo de mi me buscas.— Respondí y me anime a separarme. Busqué su mirada pero me esquivo. Me reí con amargura, yo no se leer mentes, pero se que ahora lo carcome el pensamiento de que tengo razón.

La estúpida que enamoró a un Dios (Wattys2020)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora