Capítulo 40: Halloween II.

                                    

                                          
La noche de Halloween era una de las favoritas para el pequeño Bart Allen de 8 años, era su festividad favorita, después de su cumpleaños y navidad.
                          
El pequeño niño siempre salía a pedir dulces sin falta, ya fuese que su mamá lo llevara, o su papá, o fuera con un grupo de amigos, pero por nada del mundo se lo perdía, y una de las cosas que más le gustaba de todo el evento era disfrazarse.
                          
Bart Allen podría no ser exigente ni quisquilloso con la comida u otras cosas, pero cuando se trataba de su disfraz de Halloween, quería lo mejor de lo mejor.
                          
-¿Qué te parece de doctor? – Barry le mostró una pequeña bata blanca.
                          
-¡No! ¡Los doctores son aburridos! – exclamó Bart.
                          
-Auch –.
                          
Barry escuchó el murmullo burlón de su pareja a sus espaldas y le dio una mala mirada.
                          
-¿Y qué te parece este de vampiro? -.
                          
-No, quiero otro -.
                          
Barry suspiró, resignándose a pasar otra hora más en aquella tienda de disfraces.
                          
-Mejor dinos de qué quieres disfrazarte, chico, ya le dijiste que no a todo lo que te proponemos – Hal rodó los ojos, ya bastante cansado – sólo toma uno y vámonos, tengo hambre -.
                          
-¡No! ¡No hasta encontrar mí disfrazas! – protestó, dándoles la espalda a ambos y hundiéndose entre el montón de disfraces en exhibición.
                          
Hal dejó caer sus hombros y se recargó en uno de los pilares de la tienda. Barry se acercó a su lado, también cansando pero más que nada un poco inquieto por el niño.
                          
-Llevamos una hora y media aquí y Bart no se decide, compremos cualquier cosa, no nos puede decir que no si ya lo tenemos comprado -.
                          
-Eso no sería justo, Hal, es una jugada muy sucia – le reprendió – debe escoger lo que él quiera.
                          
-Ya rechazó todo, Barry – dijo rechinando los dientes – hombre lobo, bombero, súper héroe, Frankenstein, policía, vaquero, ninja, caballero, soldado, astronauta, pirata, Robin Hood, payaso, Chucky, perro, dinosaurio, momia, zombie, vampiro, rey, calabaza, calavera, chef, ¡piloto! -.
                          
Barry sólo lo miró.
                          
-Si rechazó ser piloto, es obvio que no tiene idea de lo que quiere – su indignación era palpable.
                          
-Bart sabe muy bien lo que quiere, es por eso que aún no elige nada -.
                          
-¡Es porque ya no queda nada! – abrió los ojos con desesperación.
                          
-Ahh... ¿Y Wally? -.
                          
-Él ya eligió su disfraz como buen chico, debe estar viendo qué más hay -.
                          
-Le preguntaré a Bart qué tiene en mente, si no lo encontramos aquí, podemos ir a otra tienda -.
                          
-¡¿Eh?! -.
                          
-Después del almuerzo... -.
                          
-¡Sí! -.
                          
Dejando de lado la actitud infantil de su novio, Barry se encaminó hacia el más pequeño de la familia, quien prácticamente la cabeza enterrada entre un montón de disfraces colgados.
                          
-Bart, ¿aún no encuentras algo que te guste? -.
                          
-¡No! – respondió sin despegar la cabeza de donde la tenía