#14. En las entrañas del universo

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Día 14, palabra 14: "enorme" (overgrown)


Bitácora del capitán:

[14 de octubre, año 2037].


Nos encontramos de vuelta en nuestro sistema solar. Han pasado casi 15 meses desde el final de nuestro viaje a la lejana galaxia vecina. Fue una experiencia repleta de descubrimientos sin precedentes para la humanidad. Y... también de los momentos más asombrosos y terroríficos de nuestras vidas...

El resto de la tripulación de la nave ha tenido que permanecer en hibernación, en parte para recuperarse de los estragos en sus cuerpos después de que escapamos de ese lugar para salvarnos. Todos estábamos tan aterrados durante esos tensos minutos en los que huimos desde ese sitio al darnos cuenta de lo que estaba ocurriendo...

Detectamos un enorme asteroide del tamaño del monte Everest que parecía orbitar de manera extraña cerca de uno de los planetas: este cuerpo flotaba en el espacio en dirección contraria al resto de los satélites...

Con ayuda de las computadoras pudimos encontrar una zona de su superficie en la cual aterrizar. Tardamos poco menos de dos horas en aproximarnos lo suficiente para descender. Nos resultó extraño que la gravedad percibida al abordarlo no era la correspondiente con su aparente masa y pensamos que debía ser por el extraño mineral del que estaría conformado. Debía ser mucho más pesado de lo que pudimos estimar.

Al salir de la nave, nos encontramos con una geografía peculiar: estaba repleta de curiosas salientes rocosas que simulaban capas superpuestas, como si fuesen escamas en la espalda de un lagarto.

Al recorrer su superficie, detectamos además algunas extrañas pero ligeras vibraciones que aparecían de forma arrítmica. Supusimos que esto se debería al efecto de la gravedad del planeta más cercano, ejerciendo su fuerza sobre el asteroide.

Después de dos horas de recorrido, recogimos algunas muestras del material rocoso. Estábamos a punto de volver a la nave, a tan solo un par de kilómetros de esta, cuando detectamos una vibración más fuerte que las anteriores... El suelo se sacudió, haciéndonos tambalear a todos. Y entonces, lo escuchamos...

¡Por Dios! ¡Ese sonido!

Era un sonido de baja frecuencia que parecía venir de todas parte, como un murmuro. A todos se nos pusieron los pelos de punta al escucharlo. Como capitán de la tripulación, traté de mantenerlos atentos y di indicaciones para volver cuanto antes a la nave.

Notamos que varias de las formas rocosas en el suelo del satélite comenzaban a vibrar de maneras curiosas... ¡Carajo...! Fue una sensación tan siniestra. Creímos que el asteroide iba a estallar o que estábamos en medio de un terremoto. Perdimos las muestras en el camino.

Huimos de regreso a nuestro vehículo y cuando aventajamos el último tramo, por el flanco izquierdo, en el horizonte del satélite, observamos que una masa gigantesca de roca y mineral comenzó a emerger, levantándose varios cientos de metros hasta formar un cuerpo montañoso altísimo... Pero había algo más...

No puedo recordarlo sin sentir escalofríos y un vacío en el estómago...

¡Esa montaña parecía girar hacia nosotros...! En se momento escuchamos de nuevo esos inquietantes sonidos que parecían provenir del corazón del asteroide... Todos nos percatamos entonces de que aquello no era un puto temblor... ¡Era un rugido! ¡Esa cosa estaba viva! ¡El maldito asteroide estaba vivo!

Mis compañeros y yo nos pusimos histéricos al darnos cuenta de todo... y escapamos, en medio de gritos de un terror tan profundo como el universo mismo... Llegamos a la plataforma de la nave y abordamos por la escotilla. Dos de los tripulantes comenzaron a llorar, cual si fueran pequeños niños, incontenibles.

Noches de octubre: Cuentos de Horror y Locura © (18 ) | [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora