Capitulo 12

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El dolor de cabeza me estaba matando.

Apreté los ojos fuertemente y masajee mis sienes suavemente.

—¡Ahh! moriré, voy a morir. —exclame,—El estómago lo sentía en la garganta, parecía que en cualquier momento devolvería todo—. ¿Por qué mierda bebí tanto anoche? —Me queje.

—Eso es lo mismo que yo me pregunto... —Esa voz, esa voz... ¡demonios! Inmediatamente me sente y abrí los ojos, acto que ocasiono un terrible mareo. Me lleve ambas manos a mi cabeza, tratando de aminorar un poco el malestar. Parpadee, tratando de que mis ojos se ajustarán a la tenue luz. Él se encontraba sentado en el sofá de la esquina, se veía diferente... no parecía él, pero si sonaba como él. Inmediatamente mi cerebro se puso a trabajar hasta que di con la razón, ¡Se había quitado la barba! Ahora se veía unos diez años más joven. ¿Por qué carajo se la había quitado?

Trate de fórmular alguna pregunta adecuada, sin embargo mi cerebro ahora se encontraba en off.

—¿Por qué te has rasurado?—solté lentamente— ¿Y... que estás haciendo aquí? —«vaya, tú si que sabes formular buenas preguntas, Elisa» Me regañé a mí misma.

—Woww, señorita Montés, podría haber dicho gracias, o mejor aún, un, lo siento. Pero siempre tienes las palabras exactas para cualquier momento ¿eh? Y si me rasure, fue por qué quería hacerlo. —Esa respuesta me dolió, él estaba siendo tan frío últimamente, parecía que ya no quería saber nada de mí y eso, me hacía mucho daño.

—Yo... no recuerdo muy bien qué paso ayer. ¿Tú y yo... tuvimos? —No podía ser ¿habíamos tenido sexo? y peor aún, ni siquiera lo había disfrutado.

—¿Por quién me tomas, Elisa? —soltó molesto— ¿Crees que yo me aprovecharía de una chica borracha? Tú fuiste quién me importuno anoche. Estaba en una cita con Ruth. Y me has llamado desde un bar. ¡Completamente perdida en alcohol! —La sola mención de ese nombre me hizo tener ganas de vomitar nuevamente. Sin embargo guarde silencio, antes, yo le había dicho a él que no tenía derecho a estar celoso, eso también aplicaba para mí.

—Pues que bueno que estabas en una cita con ella. —No quería recriminarle nada y mucho menos hacerle saber que me ponía celosa que estuviera con Ruth, pero hoy no me sentía con las ganas de ponerme un frenillo. Así que dije lo primero que se me vino a la mente  —¡Hoy puedes tener otra cita con ella si gustas! ¡Y mañana y el día siguiente y el que le sigue! ¡Y cogertela también si quieres! ¡Es más, cogete a todo el cuerpo docente si gustas! —grite.

—¡Ya deja de hacer tus pataletas de niña de secundaria Elisa! ¡No tienes derecho a recriminarme nada! ¡Porque primeramente, fuiste tú quien me alejo!—Su respuesta me sorprendió de sobremanera, no me lo esperaba, él nunca me había hablado así —. ¡Con un carajo Elisa! Aquí, tú has sido la que se la ha pasado evitandome y poniéndole trabas a todo lo que he dicho y hecho por tí —Se había levantado del sofá y ahora estaba manoteando en el aire con frustración —Y ahora que decido salir con Ruth, ¡¿te pones celosa?! ¡¿Por favor, a que estás jugando?! Mejor aún ¡¿Que rayos quieres de mí?! ¡Porque no te entiendo, Elisa! ¡¡Ya no soy un niño para estar al tira y afloja!! ¡¿Dime, qué quieres de mí?!

Tenía que aceptarlo, estas tres semanas viéndolo actuar frio e indiferente conmigo, me habían herido en el ego, creía que haría todo por estar conmigo pero no lo había hecho. Quizá eso me motivo a qué dijera lo que nunca creí decir.

—Me gustas, Dimitri.

—¡Y tú vienes siempre a querer..! —Lo que le había dicho lo dejo completamente sorprendido —¿Qué? ¿Que has dicho? —¿Tenia que repetirlo? ¿De verdad?

—Lo escuchaste, no necesito decirlo nuevamente... —Y lleve una mano a mí cabeza, el dolor comenzaba a martillear mi cabeza —. Por favor —suplique.

El secreto de Elisa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora