-¿Nos seguiremos viendo en mi casa entoces? -Preguntó, Christian.-Sí, aunque... podrías limpiar un poco -le solté de pronto. El hizo una mueca de disgusto.
-No tengo tiempo, Elisa, debo trabajar para pagar mis gastos. La limpieza es lo último de mi lista de cosas por hacer, pero supongo que tú tienes a alguien que lo haga todo por ti ¿No? -levante las cejas sorprendida.
-No, yo lo hago todo sola. Yo lavo, cocino, limpió... no tengo a nadie que haga las cosas por mí.
-Pues muchas personas dicen lo contrario... -era la primera vez que alguien se atrevía a decirme eso a la cara.
-Que dicen ¿eh, Christian?
-Nadaa, olvídalo.
-Ahora me dices -exigí molesta.
-Pues que eres una chica consentida, que siempre hace lo que quiere y se sale con la suya. Que se la vive en clubes y bares, bebiendo... -cada palabra era como una puñalada directamente a mi estómago. Sin embargo mi expresión continuo fría e inexpresiva. En eso era buena, no demostrar lo que verdaderamente estaba sintiendo.
-Pues todo eso que dicen son solo chismes, me gusta salir, sí. Sin embargo cumplo con todas mis clases y tareas... ¡Es más! -expresé exaltada -. ¿Por qué te estoy dando explicaciones a tí? Es mi vida, y la gente se puede ir a la mierda con sus suposiciones. ¿Crees que me importa lo que dicen de mi?
-Eh, tranquila, tú lo preguntaste, yo solo respondí. Y quizá me lo has dicho porque tal vez, sientes que debes hacerlo.
-No, no lo hago. - me gire para irme, pero antes le dije: -compra bolsas negras y, no olvides llamar a Estrella y Víctor. Que lleguen temprano, haremos limpieza profunda en tu casa -y comencé a caminar.
-¡¿Por qué no les llamas tú?! -Entonces me gire para verlo.
-¿Acaso lo tengo que hacer todo yo? -él levantó las manos al aire en señal de rendición.
-Esta bien, está bien... los llamaré yo. -Comencé a alejarme, pero luego añadió con un toque de coqueteó -¡me encantan las chicas mandonas! -blanquee los ojos y sonreí. Que bobo. En eso lo ví, Dimitri estaba de pie frente a mí, quizá había estado observandonos todo ese tiempo. Su mirada era indecifrable, por lo que me detuve en seco. ¿No sé por qué lo hice? Yo no estaba haciendo nada malo. El achicó los ojos con desaprobación y entro a la dirección. Me quedé congelada por unos segundos sin saber cómo reaccionar.
¿Que diablos había sido eso?
Comencé a caminar nuevamente. Me puse mis auriculares y fui hasta la parada del autobús. Más tarde nos veríamos todos en el departamento de, Christian. De pronto ví detenerse frente a mí a un cherokee muy conocido; Dimitri.
Bajó la ventanilla y dijo: -Sube. -Ni siquiera lo estaba preguntando, era una orden. Me puse de pie, él abrió la puerta y subí. De inmediato arrancó, ni siquiera me dió tiempo de abrochar bien mi cinturón.
-¡¿Oye, que demonios te pasa?! -exclamé enfadada.
-¿Que hacías con ese chico? -ya salio el clavo. Estaba celoso.
-¿Cual chico? -me hice la occisa.
-¡Sabes a cual chico me refiero!-estaba agarrando tan fuerte el volante, que tenía los nudillos blancos.
-¡¿Por qué carajo te pones así?! Es mi compañero de clase, estamos haciendo un trabajo juntos. -de pronto detuvo la camioneta y se giró para verme.
-¡Solos! ¿Lo están haciendo solos?-exclamó fuera de sí, ni siquiera podía reconocerlo.
-No, obviamente no, -hable con ironía- somos un grupo de cuatro. Pero, ¿Por qué carajo te pones así? ¡¿Que derecho tienes a recriminarme algo?! Ni mi madre lo ha hecho jamás, así que ¿quién demonios crees eres? -de inmediato su expresión cambió, sus facciones se suavizaron un poco.
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El secreto de Elisa
RomanceNunca me imaginé que a mis veintitrés años iba a estar locamente enamorada de un hombre veinte años mayor que yo. He pasado por mucho para lograr sentir lo que todos llaman "amor". Yo, que no creía en esa palabra, menos en ilusiones o planes para el...