457

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Han pasado ya 456 días desde aquel accidente, eso quiere decir, que ya pasó un año, tres meses, y un día, o que se yo, nunca fui bueno en las matemáticas y tampoco pienso serlo ahora, como si de algo sirviera.

Todos los días escribo una bitácora para pasar el rato e intentar no perder la cordura, mi vida de por sí ya era deprimente antes de que todo esto ocurriera, ahora el estar solo y no tener con quien hablar más que conmigo mismo es lo único que me ayuda a seguir siendo alguien normal, si es que responderle a la voz en tu mente puede considerarse algo normal. Porque lo es.
¿Por qué sigo escribiendo? No lo sé con exactitud, pero me gusta imaginar que algún día todo esto se arreglara y podre encontrar a más sobrevivientes que estén sanos y salvos, para así poder compartirles mis anécdotas y quién sabe, algún día cuando el mundo sea restaurado y vuelva a la normalidad, publicar un libro y ser millonario. Aunque, por el otro lado de la moneda, puede que muera y nadie encuentre nunca mis escritos y sea un número más en una gran estadística de personas que con el tiempo serán olvidadas, lo cual sería algo jodido. O que en su defecto, yo muera y algún superviviente encuentre mis notas y haga de ellas suyas, publicando un libro y siendo él quien se convierta en millonario, lo cual estaría realmente aun más jodido.

En fin, hoy escribo siendo el día 457, me vuelvo a levantar de nueva cuenta sudando y de mal humor, en verdad como extraño los abanicos y los aires acondicionados, y tan solo de pensar que aún faltan tres meses más para el invierno, me pone aun mas de malas.
Como de costumbre enjuagué mi cara con un poco de agua que tengo guardada en pequeñas botellas, de algo me sirvieron todas esas ocasiones que al existir una amenaza de ciclón o huracán en mi ciudad, mi padre me dijera: "Llena botes con agua potable y compra botellas de agua purificada", a veces pensaba que mi papá exageraba, y pues bueno, debo agradecerle por aquello y confió en que se encuentra bien, donde quiera que él se encuentre...
Doble calceta y después las botas, playera con una chamarra encima, en mis manos guantes de electricista, un pants bajo unos jeans, y luego un casco de motociclista con una bufanda en el cuello. Lo peor de llevar todo esto encima es el infernal calor que hace en verano. ¿Por qué estamos en verano, no? De acuerdo a mis cálculos ya deberíamos estar en otoño, pero este desgraciado clima no cambia y el sol sigue igual de sofocante que cuando se encuentra la canícula. Probablemente ya se están preguntando por que llevo todo esto, pues bueno, les explico: luego de los primeros días posteriores al accidente en la planta química, comenzaron a surgir rumores de que había gente "infectada" de alguna manera, parecía un cuento de película de terror pero entre tanta confusión e histeria colectiva era muy difícil concentrarse en algo. Conforme fueron pasando los meses y se fue reduciendo drásticamente la población de mi ciudad, fue cuestión de tiempo para darme cuenta que esos rumores eran reales, pues cuando me encontraba buscando alimentos o cualquier cosa que me fuera útil, una de esas "cosas" apareció de la nada dando unos terribles gemidos de dolor. Por unos segundos me quede petrificado, pero después corrí pues hubiera sido muy estúpido si me hubiera quedado para averiguar qué demonios era esa cosa. Que valiente soy. Esa es la principal razón por la que ahora me pongo todo esto, pues creo haber visto suficientes películas para saber que podría infectarme si me tocan la piel o me dan una mordida, y todas esas cosas. ¿En verdad estoy haciendo esto? Si, en verdad vi muchas películas, si alguien me viera hacer esto probablemente pensaría que estoy loco. ¿No lo estoy, verdad?
Lo peor de esta situación es que, aunque no siempre me encuentro con esas "cosas" a las que he llamado "sarpullidores" por la desagradable forma que tomó su piel, he descubierto que solamente aparecen durante el día, razón que desconozco completamente el por qué, pero he creado la teoría de que la luz del sol los mantiene activos, mientras que en la oscuridad entran en un estado "adormecido". Aun así, rara vez he tenido que salir de noche para buscar algo que sea realmente necesario, y no quiero ni imaginar lo que sería toparme con esas cosas con tan poco iluminación.
Ya estoy listo, llevo conmigo una mochila con todo lo que pudiera necesitar durante cualquier percance, y un confiable bate de béisbol el cual nunca he utilizado pero es mejor prevenir que lamentar, supongo.
Salí de la casa en donde estoy resguardado, es un departamento en el tercer piso de un viejo edificio. Pensaba alojarme en unos pisos más arriba, pero caí en la idea de que si tuviera que escapar, no tendría hacia donde, y desde este piso puedo brincar hacia el techo de una casa de dos pisos cercana, hay que tener en cuenta todas las posibilidades aunque nunca ha tenido que pasar por alguna. Tuve suerte al encontrar este lugar, pues hay que abrir un portón corredizo para poder llegar a las escaleras y siempre lo dejo abierto algunos centímetros, los suficientes para poder entrar a toda prisa y cerrarlo rápidamente si tuviera que, y antes de la puerta del departamento que elegí (la cual era de acero) había una reja que me daba mayor seguridad. Realmente les digo que tuve mucha suerte al encontrar ese lugar, y más por el hecho de que no se encontraba con algún candado o cerradura alguna. Por supuesto, tuve la precaución de conseguir cadenas y candados para reforzar mi seguridad durante las noches o cuando fuese a descansar.
¿Han notado que estoy intentando explicarles como ha pasado cada cosa?
¿Qué esta pasando conmigo?
No estoy loco.

No había caminado ni una docena de calles cuando ya moría de sed, me detuve en un gran árbol y subí en él para poder descansar, me quite mi casco, saque una cantimplora, y bebí un poco de agua, intente hacer memoria de cuanto faltaba para llegar a la siguiente casa en la que buscaría víveres y cosas útiles. Me volví a colocar mi casco y baje con cuidado, había que seguir.
"Esta es", me dije a mi mismo cuando estuve frente a la casa que me tocaba rapiñar.
Que elegante termino. Pero no soy un ladrón, lo hago para sobrevivir.
Lo primero que hice fue revisar que no hubiera ningún "sarpullidor" cerca, entonces moví la manilla y para mi sorpresa la puerta se abrió sin problema alguno. Hasta ahora todo bien. Tomé mi bate con ambas manos y apretándolo con fuerza me arme de valor para entrar en la casa. Estaba completamente a oscuras como de costumbre, y aunque llevaba puesta una bufanda podía olfatear ese aroma a lugar abandonado. Mis pasos resonaban en la casa y el polvo se levantaba y circulaba de un lado a otro con mis movimientos. El primer lugar que revise fue la cocina, y no pude evitar soltar una pequeña risa cuando sobre la mesa vi que se encontraban una docena de latas sin etiqueta. Empezando con el pie derecho, creo que hoy tendré mucha suerte. Tomé un pequeño costal que llevaba dentro de mi gran mochila y comencé a llenarlo con las latas, fui a dejarlo en la entrada por si había que escapar repentinamente, y proseguí con mi búsqueda. Ahora fui hacia la alacena, abrí una pequeña puerta de madera pero fue muy poco lo que pude encontrar, una bolsa de plástico que si no me equivoco, dentro de ella lleva jabón en polvo, un par de latas mas con una despintada etiqueta sobre la que aun se podía leer "anchoas", y una caja casi vacía con un par de sobres de galletas saladas las cuales, ni siquiera revise la fecha de caducidad, que importaba, no sería el primer alimento caducado que tenía que probar, al fin y al cabo, prefería morir por intoxicación la comer, que morir de hambre.

Tome otro pequeño costal y metí las cosas que había encontrado. Seguí buscando por toda la casa pero sin llevar prisa e intentando no hacer mucho ruido, en el baño de la que parecía ser la habitación para huéspedes encontré un paquete nuevo con cuatro pilas AAA, aun sin necesitarlas o recordar si había algo en que usarlas, las tomé. Por último en el baño de la habitación principal, pude encontrar medio rollo de papel sanitario, ¡Bendito sea el señor por este milagro! Saliendo del baño vi que había una revista de espectáculos y farándula encima de un buró, y sin nada que perder decidí llevarla también. No me juzguen, hay que distraerse de alguna forma.
Teniendo ya todo mi botín en manos, saqué de mi mochila una botella de pintura en aerosol y marqué la puerta de la casa con una IQ, mis iniciales por si se lo preguntan.
Llegando a mi departamento (que bien suena eso), coloqué sobre la mesa más grande todas las cosas que había obtenido, fui por un abrelatas y tuve la desagradable sorpresa de saber que, las latas eran de jalapeños en rajas, ¡Jalapeños en rajas! ¡Abrí cinco de esas malditas latas y todas eran de jalapeños en rajas! No me apresuré para abrir las restantes pues probablemente las demás serian de lo mismo, aunque tal vez con suerte su contenido será diferente, pero no tengo muchas esperanzas.
De todas formas, ¿Quién demonios juntaría tantas latas de jalapeños en rajas? Al menos tengo papel de baño, algo de atún, y galletas saladas.
Ya casi llega la tarde, estoy cansado ya, y muy sudado, caminar varias calles con tanta ropa encima y con este calor me hace considerar si realmente necesito salir a buscar más cosas tan seguido, creo que debería programar mejor mis salidas.
Ya es de noche, hoy solo pude cenar granos de elote enlatados y algo de carne embutida, no es la gran cosa, pero es suficiente.

500 DíasWhere stories live. Discover now