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—Jungkook— Jimin murmuró mientras caminaba hacia los casilleros del bar. Los casilleros están alejados de todo el centro de bebidas y todo lo que contenía a clientes, pues solo podía entrar el personal de trabajo. Para darles privacidad. 
                          
—Pesas mucho— murmuró otra vez el chico con peluca morada. Antes de sentar al castaño en la silla más cercana. —Lo siento— murmuró como respuesta Jungkook. Jimin dió un pequeño salto arrugando su nariz por la sorpresa.
                          
—No lo sientas, chico. Solo que no pense que estaba escuchando— Habló Jimin, antes de flexionar sus piernas para quedar de rodillas en frente de Jungkook. Jimin buscó la mirada del castaño para ver como estaba, pero la mirada brillante e inocente que cargaba hace unas horas era un fantasma de la que trae ahora.
                          
Su mirada estaba perdida en un punto fijo mientras su labio inferior temblaba, su ceño se fruncia cada cierto tiempo para luego que sus manos empezarán a temblar. —Jungkook—. Murmuró Jimin como si de esa forma podría sacar a Jungkook del mar de pensamientos que estaba.
                          
—¡Dios!— el chico sentado ahogo un gemido antes de taparse con sus manos. —El tenía una mirada muy intensa. Tengo miedo— pequeños sollozos y quejidos salieron del castaño. Jimin abrió sus ojos desesperado y preocupado. El peliazul no es bueno consolando a la gente, para nada. 
                          
La mano del más bajo se dirigio a la cabeza del castaño antes de darle dos leves golpes. —Ya, ya—Murmuró Jimin. El silencio reino por todo el pasillo, antes de que una risa saliera de Jungkook. El drag queen lo miró asustado y sorprendido «¿Pero que le pasa?
                          
—Soy un bobo, bobo. Es mi culpa— habló entre risas antes de empezar otra vez a llorar, culpandose de lo sucedido. Jimin lo miro en silencio antes de levantarse para agarrar con una mano la cabeza del castaño para estrecharlo en su pecho haciendo que los lloriqueos de Jeon se detuvieran.
                          
—No es tu culpa, es culpa de ese estúpido. No tenía que aprovecharse de que no tuvieras una marca. ¿Si?, no es tu culpa. —Habló entre susurros antes de sacar su labial amarillo fosforecente. —¿Marca? —Preguntó Jeon inocente.
                          
—¿No te lo dijo tu primo?— Preguntó recibiendo una negativa. —Los empleados del bar tenemos que tener una marca para dar. La marca sirve para marcar como mio o algo parecido. Lo creo el jefe en casos de emergencia. —Respondió de manera resumida para después ponerse el labial en sus labios. Será rápido. 
                          
—Jeon Jungkook— Habló el drag queen mientras alzaba la cabeza de Jeon con un dedo en su menton. —¿Sabes por que estoy aquí? —Habló, Jeon nego mirando los labios cautivadores del drag queen. —Estoy para darte una marca. Tú primo me lo pidió, así que me harías el favor de cerrar tus ojos. 
                          
Jungkook abrió sus ojos antes de tragar saliva pero asintió. Cerró sus ojos antes de inhalar en busca de valentía, sentía su corazón salir de su pecho, estaba más que nervioso por toda la situación que se formo.
                          
Jimin miró al chico con sus ojos cerrado, entrado para el. Solo tenía que acercarse unos centimetros más y dejar la marca e irse para morir de la verguenza. Después de todo iba hacer la primera marca que iba a dar.
                          
Los ojos del peliazul recorrió toda la cara de Jungkook antes de acercarse lentamente a la mejilla del chico y dejar un pequeño beso en ella, dejando así una marca amarilla fosfo.
                          
Jungkook abrió sus ojos de sorpresa al sentir algo cálido en su mejilla pero no pudo ni decir una palabra cuando algo le robo el aliento. El chico drag queen de tacones rojos, que siempre mira todos los días en el bar lo estaba besando.
                          
Sus labios son tan calidos, suaves que deja una sensación tan linda, que Jungkook tenía miedo de desfallecer. Los labios de Jimin no se movía, solo fue un beso casto que duró unos segundos, segundos que Jungkook quería que fueran una eternidad.
                          
—Ahora eres mio— Murmuró Jimin después de separarse de los labios del contrario. Jungkook lo miro embelasado antes de ver como el chico drag queen se iba del lugar, dejándole en un estado de extásis. 
                          
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HOla! Soy azu. 
Lo siento por los errores, mis parpados pesan por el sueño. 
                          
En algunas partes dicen que "el peliazul hizo blah blah" se trata de Jimin pero tiene una peluca morada.