V. Miradas

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Dicen que todos los caminos, paralelos o transversales, se cruzan en algún punto. En realidad, eso lo aprendemos en la escuela, en geometría cuando nos dicen que las rectas paralelas se cruzan en un punto infinito conocido como punto impropio, denominado así por la geometría proyectiva. 
Pero bien sabemos que la vida y la geometría distan en varios aspectos. Para empezar sencillamente podríamos decir que ni Lali ni Peter pensaron que se cruzarían en aquella fiesta que terminó con ellos entre las sábanas de la cama de él sin volverse a cruzar otra vez, o que cada uno estaría con su respectiva pareja cuando no estaba en los planes de ninguno, y ahí estaban tres meses después. Lali estaba conociendo a Santiago que había aparecido en su vida por arte y obra del destino haciéndolo un gran compañero en su vuelta a la furia porteña, y Peter había recibido unas semanas después el llamado de Paula invitándolo a ver una obra de teatro clásica y lo sorprendió ver que coincidían en aquello también. Si bien aun ninguno había dado un paso más allá del de compartir planes, salidas, cenas o eventos, Peter se sorprendió admitiéndose a sí mismo que disfrutaba realmente compartir tiempo con Paula pero aun no podía verla como algo más que como una amiga. 

–Mamá –dijo entrando en la cocina con el saco en la mano. Ella lo miró– ¿Podes ayudarme con el moño? 

–¡Qué lindo que estás, hijo! –dijo acercándose a él–. ¿Vas con Paula? 

–Si, Juan Pablo me pidió que vaya en representación suya por no poder asistir y Paula pensó que sería buena idea ir juntos.

–Es tu papá, Peter, ¿Cuándo vas a dejar de llamarlo por su nombre? 

–Cuando acepte que soy su hijo y no un esclavo que debe hacer todo por él.

–Puede ser que sus formas no sean las tuyas pero no se equivocó al pensar en vos y Paula, ¿eh? 

–Paula es una buena mujer, mamá, y sí, la pasamos bien juntos, pero no la amo, y me está pidiendo que me case con ella.

–Dale tiempo al tiempo, Peter, todo te puede sorprender –Él fijó su vista en el techo y luego en su madre con la mirada cansada y derrotada. Ella le sonrió hasta con los ojos y besó su mejilla para luego desearle suerte y despedirlo en la entrada de su casa. 

–Bueno, ya casi estoy, eh –sonrió bajando las escaleras de su casa. Miró hacia adelante y sonrió al ver a Santiago junto a su padre–. Te levantaste.

–Sí, me siento un poco mejor –sonrió–. Estás hermosa, Lali. 

–Gracias, papá –sonrió y se acercó a Santiago–. ¡Qué lindo que te queda el traje! 

–No soy de este mundo, tuve que aprender a hacer el nudo de la corbata –sonrió nervioso–. Tu papá me ayudó con eso.

–Vas a estar bien, es una gala de beneficencia, no es nada del otro mundo –sonrió–. ¿Vamos? –él asintió y salieron hacia el auto que esperaba fuera–. ¿Y esto? –dijo sorprendida al verlo.

–No podía ser menos, Lali, tengo que estar a la altura de las circunstancias.

–Es un gesto muy lindo –le dijo ya con el auto en marcha. Lo miró y añadió–: No soy de las que hay que seducir con cosas materiales. Me fijé en vos por lo que sos, no por lo que tenes.

–¿Decís que podríamos haber ido en bondi? Pucha, ya me debitaron el pago, de haber sabido –y compartieron una risa franca que a Lali le generó unas cosquillas en el estómago.

Bajaron frente a la puerta del hotel Hilton y ella lo tomó del brazo para encaminarse juntos por la alfombra dispuesta en forma de pasarela donde varios periodistas estaban tomando fotografías y haciendo notas a los presentes. Era una gala a beneficio de la fundación Pupi y por ello había muchos jugadores de futbol famosos, celebridades de la política y espectáculos, así como estaban ellos en representación de la Sastrería Espósito, autores de muchos de los smokings de los presentes y algunos vestidos que Lali había diseñado en exclusiva para poner a prueba su talento y proponerle a su padre la apertura de la venta de alta costura al público general y no solo a la realización de vestidos de novia. 

AMOR ENTRE COSTURASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora