CAP 23 A CASA

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La realidad era que debían continuar su camino, no podían detenerse, no aún. Afortunadamente Mila tuvo la astucia de pensar por ellos y proporcionarles la dirección de su antigua casa en Londres. La muy astuta había metido un pequeño papel en el pasaporte de Steve, sabiendo que Natalia no aceptaría su ayuda por miedo a que la asesinaran, aún así, si no hubiese sido por ella quizá no hubiesen logrado esconderse después del encuentro que tuvieron en el aeropuerto.

-Steve, conozco a alguien en los límites de Canadá... en Yukón.

Natalia interrumpió su silencio mientras tomaba algo de café. Ambos se encontraban desayunando cereal.

-¿De quién se trata? -Preguntó extrañado.

-Un viejo ermitaño... Me ayudó cuando aún era una niña, cuidó de mi cuando escapé por primera vez de la KGB. Por muchos años creí que lo habían asesinado por mi culpa, pero no fue así. Él es experto en desaparecer del mapa, quizá pueda quedarme con él un tiempo. -La pelirroja le explicó, y se encogió de hombros.

-¿Te refieres a nosotros, juntos, no? -Preguntó con el ceño fruncido.

-Steve, debes hacer lo correcto, debes regresar a América. La KGB, Hydra, saben que has sido sacado del hielo, conocen lo valioso que sería tenerte de su lado e iniciar nuevamente sus experimentos para mejorar las atrocidades que han tenido que aplazar durante tantas décadas y no descansarán hasta tenerte con ellos... No descansarán hasta verme muerta o tras una jaula igual que a un animal en cautiverio. -Natalia frunció el ceño y soltó un poco de aire contenido.

-Nat, no digas esas cosas, no pue... -Ella lo interrumpió.

-Steve, debes ir a Shield, sin mi... -La rusa levantó la mirada y fijó sus ojos sobre ese mar lleno de emociones.

-¿Shield? -Repitió sin comprender a que se refería exactamente.

-Si... Es tu mejor opción, ellos deben estar buscándote justo ahora, ellos son los buenos capitán, apoyan los ideales que tanto defiendes... -Natalia le explicó e intentó regalarle una sonrisa amistosa que careció de mucha credibilidad. No quería dejarlo ir, pero debía hacerlo.

-Natalia, sabes que lo haría por el simple hecho de que me lo estás pidiendo, quiero solucionar todo esto, pero debes entender que no pienso separarme de ti hasta asegurarme de que estarás a salvo. Iré contigo a Yukón si eso es lo que quieres.

Él le dijo en un tono serio para después tomar su mano por encima de la mesa y darle un leve apretón.

-Dios... Eres tan terco, Steve... -Natalia suspiró con impaciencia y negó con la cabeza, pero terminó por obsequiarle una pequeña sonrisa para dejarlo más tranquilo.

-No más que tú... -Respondió en un tono juguetón.

-Bien, saldremos esta noche... Conduciremos hasta España, quizás esta vez tengamos que movernos por el mediterráneo. No podemos seguir exponiéndonos.

Ella finalizó para después acercarse hasta el lugar en el que estaba Steve y sentarse sobre sus piernas para robarle un pequeño beso que comenzó bastante lento para luego convertirse en uno bastante subido de tono. Ella enredó sus brazos al rededor de su cuello para sujetarse mientras las manos del rubio envolvían su cintura. Aquellos momentos en los que se entregaban plenamente a su deseo, a la pasión que sentían eran los únicos en los que se permitían ser ellos mismos... Amándose sin miedo a lo que pudiese pasar.

La pareja sólo tuvo que conseguir algo de ropa cómoda para conducir esa noche, estaban a pocos días de Navidad, por lo que les sería más fácil moverse ya que mucha gente se encontraba de vacaciones. La carretera solía estar despejada en esa época del año y a pesar de que Steve no estuvo muy de acuerdo, Natalia no dudó en robar un auto para iniciar su viaje. Habían tomado un pequeño auto negro de 4 puertas, lo suficientemente ordinario y discreto como para pasar desapercibidos.

CAPITÁN ROGERSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora