Alba POV
Cada mañana recorría estas bohemias calles con la seguridad de que estaba viviendo algo mágico. Este lugar lo era. Parecía irreal, pero más irreal me parecía el poder decir que yo era parte de él.
Los turistas no me molestaban, al contrario, no podía tener queja. Descubrí este lugar siéndolo yo misma. Lo suelo comparar a las relaciones de pareja, siempre somos turistas en un corazón ajeno cuando nos estamos enamorando. Esto, sin duda, fue lo que me pasó a mí con esta plaza.
Además, alguien que está dispuesto a ver tus cuadros y a empaparse de tu arte de todas formas posibles nunca puede molestar.
Cuando llegué a mi lugar de siempre, coloqué el caballete de madera y su correspondiente lienzo.
A mi alrededor todo estaba lleno de artistas que vendían los máximos cuadros posibles; algo totalmente respetable.
Personalmente no hacía esto por el dinero. Por suerte, la beca, mis ahorros y alguna ayuda por parte de mis padres me permitían vivir aquí de manera cómoda. El sentirme rodeada de tantos artistas emergentes me bastaba. Y sé que ellos me valoraban tan positivamente como yo a ellos.
—¿Es el de la semana pasada? —Me preguntó Cala, una chica española que conocí justo en este lugar.
—Si. He estado toda la semana liada entre exámenes e historias y no lo pude acabar.
—Qué mierda, ¿no?
—¿El qué? —Pregunté mientras sacaba unos pinceles de mi riñonera.
—Que en unos estudios donde se suponen que debes dar rienda suelta a tu creatividad no lo puedas hacer porque te manden otras cosas.
—No te creas. —Dije. —Las clases son mejor de lo que me había imaginado, y eso que puse el listón muy alto.
—No, si... lo tuyo se ve claramente que es vocación. Llegaste a tenerlo todo. —Admitió, refiriéndose al punto donde estaba mi vida hace justo un año.
Un hombre mayor, acompañado de quien parecía ser su mujer, se acercó a nosotras. Se concentró especialmente en los de mi amiga. Después de unas palabras preciosas hacia sus obras, los dos se marcharon, no sin antes desearnos una feliz navidad.
Desde la presencia de estos y hasta ahora, Cala mantuvo en su rostro una sonrisa que hacía notar la felicidad que sentía. Cada halago le alegraba casi como a nadie. Su sonrisa me contagió. Ahora mismo era una amiga feliz y orgullosa.
—Entonces, ¿te vas mañana? —Ella asintió. —¿¡Qué se supone que voy a hacer yo sin ti!? —Dramaticé.
—Tranquila, seguro que podrás vivir perfectamente sin tener mi compañía durante dos semanas.
—Bonita boina. —El sonido de esa voz me resultaba sorprendentemente familiar. Mi mente se bloqueó. Era como si mis neuronas hubiesen dejado de conectarse entre sí. Cuando alcé la mirada y vi que mis sospechas eran ciertas, fruncí el ceño. —Te veo muy integrada en el ambiente parisino. —Natalia dejó de mirarme durante unos segundos para observar todo lo que nos rodeaba. —No podrías estar en otro sitio. —Me sonrió, dejando escapar una breve risa.
—¿Natalia? —Pregunté, incrédula. —¿Qué haces aquí?
—Es una larga historia.
Sin asimilar aún la situación, me giré momentáneamente hacia Cala.
—Esta es Natalia, la del Mascart que te conté.
Mientras ellas se saludaban, yo miraba la escena. Desde que escuché su voz no fui capaz de juntar mis labios. Necesitaba que fuese mi boca quien cogiese todo el aire que me estaba faltando, si es que acaso me acordaba de respirar.
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Limerence
FanfictionAlba obtiene la mayor oportunidad de su vida cuando es la elegida para exponer sus propios cuadros en el nuevo museo de Madrid ''Mascart'', el cual ha conseguido mucha popularidad desde su reciente apertura. Desde entonces, su vida profesional empi...