Llegué a casa unos minutos después sintiendo como mi rostro ardía y como una especie de cosquilleo recorría mi interior, era extraño, pero a la vez me sentía... feliz, sentía mis comisuras elevadas en lo que suponía era una sonrisa.
Abrí la puerta despacio, Grecia aparto la vista del televisor, frunció el ceño y se levantó de inmediato, poso su mano en mi frente con semblante preocupado.
—No tienes fiebre, pero estas muy rojo, ¿estás bien? ¿te sientes sofocado o algo? —miré a Grecia y negué lentamente.
—Estoy bien, es solo que... sucedió algo y no sé... me siento raro, pero creo que no en el mal sentido
—De acuerdo, si tú lo dices, ¿Qué sucedió? —ambos nos sentamos en el sofá, ella le bajó el volumen al televisor mientras esperaba mi respuesta.
—Es... ¿Qué significa cuando alguien te besa en la frente y luego te mira como si... fueras importante? —mi tía elevó ambas cejas y luego volvió a fruncirlas en señal de confusión.
—¿Un beso en la frente? Bueno, te he dado besos antes ahí así que... no entiendo que quieres decir
—Si, bueno, sentí que esta vez era diferente, me dio más vergüenza y algo... como cosquillas recorrió mi cuerpo, se sintió... raro. Aún me siento raro
Mi tía pareció procesar mis palabras y su rostro se iluminó como si finalmente hubiera entendido todo.
—Oh, Edgar cariño, ¿puedes decirme quien te dio ese beso?
Mi rostro ardió aún más, si era posible, cuando el recuerdo de Chris muy cerca de mi rostro invadió mi mente, el cómo sus labios se habían posado en esa zona de mi cara, el escalofrío que me había recorrido y la mirada extraña en sus ojos... inusual.
—Entonces...
—Fue C-Chris, pero ahora que lo pienso bien, t-tal vez no fue nada, esos gestos suceden entre amigos ¿no? No debí preguntar algo así
—No, no cariño. Está bien, está bien que preguntes y hables conmigo cuando te sientas extraño o cuando haya algo que no comprendas, me alegra que acudas a mi —Grecia tomó mis manos entre las suyas y me sonrió con dulzura.
—Gracias, entonces... ¿Crees que sea algo extraño?
Mi tía soltó una de mis manos y la llevó hasta mi mejilla, acarició despacio esta y luego susurró: —Tu inocencia a veces es adorable, me alegra que ella no haya podido corromper esa parte de ti —la observé confuso —. No te preocupes, no es nada malo, pero... el tiempo te dará las respuestas que necesitas
—De acuerdo, si tú lo dices —esbocé una sonrisa y me recosté a su lado, ella elevó el volumen del televisor y nos quedamos dormidos viendo la película que estaban pasando en ese momento.
A la mañana siguiente fui el primero en llegar a la pastelería, limpié un poco mientras esperaba a los demás, preparé algunas masas, acomodé las vitrinas, chequeé los hornos, di vueltas por la pastelería por al menos una hora hasta que Carla llegó y me preguntó si tenía hormigas en el pantalón.
Le dije por supuesto que no, que solo estaba... inquieto.
Ella me miró dudosa, desvió la mirada a mis pantalones, se encogió de hombros y fue a cambiarse para ponerse a cocinar.
Los chicos fueron llegando y abrimos la pastelería. Me concentré en amasar, hornear y decorar todo el día, no dejé que nada más ocupara mi mente. Hasta que un grito me hizo dar un respingo y salir rápidamente de la cocina junto a Carla.
Abrí los ojos al máximo, sorprendido al ver a Abraham masajeando su frente mientras un hombre de traje parecía molesto, no dejaba de gritar que ya había pagado y que queríamos robarlo.

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"Sweetness"
RomanceEdgar es un excelente pastelero que prefiere las comidas saladas con un toque de picante. Quien además tiene un pequeño trauma con las mujeres, debido al abandono de tres de ellas. Una navidad recibe el mejor regalo que un repostero podría desear, l...