Día 19: ToriRen (Tori x Ren)

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Un año había transcurrido desde que su dueño llegó a esa casa, en la que actualmente vivía con su pareja, Mink.

Muchas cosas ocurrieron con el pasar del tiempo, tanto entre esos dos, como en él y el AllMate del moreno, Tori, quien ahora llevaba el nombre de Huracán. Su relación con su amo no había cambiado en lo absoluto, sin embargo, había veces en la que Aoba y Mink se encerraban en la habitación de alguno de los dos (incluso a veces en el baño) para tener un momento a solas, y ni él ni Huracán podían impedírselo, por lo que abundantes habían sido las veces en las que permanecían ambos "solos" en la gigantesca casa. No se llevaban mal, de hecho, Ren hasta se atrevería a decir que lo consideraba un importante amigo al igual que Beni; resultó que la forma de ser de la cacatúa abanderada era bastante agradable, siempre le sacaba un tema de conversación diferente, ya sea sobre la vida, o sobre la cantidad de trastes que el azulino había ensuciado al hacer la cena. Tenían una bonita relación, Aoba había notado con anterioridad lo bien que se llevaban esos dos, y un día que le picó la curiosidad sobre qué tanto hablaban siempre, decidió espiarlos desde lejos. Mink estaba trabajando y no volvería hasta tarde, por lo que tenía ventaja mientras los AllMates creyeran que él estaba durmiendo como les había dicho hace unos minutos, hoy tenía el día libre. 
—Ese Aoba, siempre que puede aprovecha para holgazanear —habló primero la cacatúa, sacándole un pequeño tic en el ojo al mencionado. 
—Debe estar exhausto, trabaja muy duro en la ciudad, nunca se muestra cansado a pesar de que es obvio que lo está —Ren como siempre defendiéndolo y justificando su comportamiento, el azulino sonrió. 
—Dudo que sea solamente por el trabajo —arrojó Huracán y Aoba prestó más atención, algo confundido. 
—¿A que te refieres?
—¿No recuerdas? Ayer en la noche, cuando Mink llamó a Aoba a su cuarto y éste no regresó —un profundo rubor atacó el rostro del último mencionado; siendo el AllMate del moreno, era obvio que ese animal no tenía ni un pelo de ingenuo.
—No comprendo —a diferencia del inocente Ren, por supuesto.
—Vamos Ren, no me digas que no los oíste, si se escuchaban hasta donde nosotros estábamos —verdad que ese desgraciado no era para nada sutil, Aoba sólo podía morir de vergüenza en su lugar. 
—Aah..., con que a eso te referías, pues ahora que lo mencionas, es posible, llevaban un buen tiempo sin acostarse —"¡Ren! ¡¿Tú también?!" pensó el azulino, quizá había dejado que su preciado perrito pasara demasiado tiempo a solas con esa cacatúa descarada, no creía que aquellas palabras pudieran salir de su Ren. 
—Es verdad, Mink debió consumir todas sus energías considerando lo mucho que pasó desde la última vez. 
—Ciertamente, de hecho, también noté algo raro en su andar, pero no quise comentar nada al respecto —¡Suficiente! No podía soportar un segundo más escuchando aquella bochornosa conversación sobre sus intimidades con Mink, se alejó lo más silencioso que pudo para encerrarse en su habitación a morir de vergüenza y reprenderse a sí mismo por meterse donde no debía. Mientras tanto, los dos AllMates permanecieron en silencio al oír claramente los pasos de Aoba y un portazo desde su cuarto. 
—Ya se fue, ¿Verdad? —preguntó la cacatúa segundos después, rompiendo la mudez del ambiente. 
—Si —respondió Ren, tan escueto como siempre. Su compañero emitió una leve risa. 
—Vaya, no me esperaba que Aoba espiara nuestras conversaciones de esa forma tan descarada. 
—Quizá tenga curiosidad sobre los temas que tocamos, pero ¿No nos hemos pasado un poco?
—Debiste haber pensado en ello antes de seguirme el juego, Ren.
—Lo sé, aunque debo admitir que fue algo entretenido. 
—¿Lo ves? Confía en mi, hay que aprender a divertirse en un ambiente tan calmo y monótono como éste. 
—¿Te aburres seguido? 
—Ahora que tú y Aoba están aquí, ya no tanto, pero antes, cuando estábamos solos Mink y yo, el correr de las horas era una odisea. 
—Jamás creí que te aburrieras tan fácil, pareces bastante simple.
—¿Verdad? A diferencia de ti, hay cosas de mi que no podrías descubrir con sólo mirarme.
—¿Yo soy simple?
—Un poco, pero no te aflijas Ren, no hay nada malo en eso, en cambio, creo que me agradas más por eso, después de todo, eres así naturalmente.
—Tu también me agradas con esas cosas nuevas que me muestras de ti todos los días.
—Realmente eres un perrito muy especial —dicho esto, Ren ladró y movió su cola juguetón en respuesta, a lo que Huracán rió —. Quizá deberíamos ir a ver cómo está Aoba.
—¿No se enfadará?
—No si no le decimos sobre la broma que le jugamos antes. 
—Tienes razón.
—Vaya, realmente eres borde Ren, ¿No crees que sería bueno cambiar un poco tu forma de expresarte de vez en cuando?
—¿Cambiarla?
—Si, ya sabes, algo más informal —el perro permaneció unos segundos dubitativo. 
—¿Algo así como: "Estoy un millón de veces de acuerdo contigo, mi relampacompitrueno"? —A continuación, la cacatúa lo observó con los ojos bien abiertos antes de soltar la carcajada de su vida, Ren ladeó su cabeza en silencio, no lograba comprender porqué se reía —¿Dije algo erróneo?
—¡Jajaja, no! Pero sería mejor si conservaras tu tono formal, Ren —Tori desplegó sus alas y con esa última frase, emprendió a volar hacia la habitación del azulino, seguido de un confundido Ren.

Con Intermediarios:

Las lágrimas brotaban de sus ojos con un dejo de sentimientos entremezclados que le nublaban la mente. Padecía dolor, ansiedad, miedo, y a la vez no podía acallar su voz, pues dentro de todo lo anterior, un placer inexplicable corría por su cuerpo como la sangre en sus venas.

Se encontraba dentro de un Drive-By, siendo abusado por alguien que, en lo que llevaba de vida conocerlo, jamás creyó que terminaría haciéndole una cosa así; nada más ni nada menos que el AllMate de Mink, Tori. 

Todo comenzó de una forma tan surrealista como en la que terminó. Esa misma noche, Aoba y él volvían a casa luego de una pequeña reunión con Mizuki y los integrantes de su equipo en el territorio de Dry Juice; cuando fueron conscientes del tiempo ya se había hecho muy tarde, y a pesar de que el moreno insistió en acompañarlos o que alguno de sus colegas lo hiciera, ambos peliazules se negaron a causarles tal molestia, vaya que se arrepentían. No muchas cuadras después, notaron que estaban siendo seguidos no por uno, sino por siete tipos desde todas direcciones, impidiéndoles el paso hacia cualquier sitio al que pudiesen escapar. Aoba intentó mandarle un mensaje a Mizuki o a Koujaku lo más discretamente posible, mientras que Ren sólo se pegó a él todo lo que pudo, comenzando ambos a caminar cada vez más rápido, el miedo empezaba a traicionarlos, hasta que llegando a un callejón, unos brazos salieron de la nada tomándo a Aoba y arrastrándolo hasta perderse en la oscuridad del pasadizo. El ambarino intentó seguirlo pero no alcanzó a correr tres zancadas cuando una fuerte sensación de mareo atacó su cuerpo y una sensación de caída terminó con sus sentidos; cuando recuperó la conciencia y abrió sus ojos, un campo de batallas Rhyme se mostró a su alrededor, compuesto de simples tonos azules e infinitos intrincados exagonales. Una figura familiar apareció frente a él con una sonrisa arrogante. Un sujeto de piel morena, cabello rosado adornado con plumas, y vestimentas rusticas que le daban un aire varonil e imponente, también por su inmensa altura y complexión ancha. Había algo en él que realmente le era familiar, sin embargo, no pudo descubrir qué era hasta que lo oyó hablar: "Ha pasado tiempo Ren, con esas pintas casi no te reconozco, pero esa voz tuya... Es inconfundible" dijo. Tuvieron una corta conversación en la que el ambarino le hizo preguntas y pidió explicaciones que no le fueron dadas, sólo para que momentos después el mayor lo atacara luego de decir: "Suficiente charla, quiero oir más de tu voz en otras formas". Al principio no comprendió sus palabras, cuando el ultraje comenzó.

Era penetrado una y otra vez con violencia, tenía consciencia de que nada de aquello era real, sin embargo, nada ni nadie podía negar que las sensaciones que lo dominaban por encima de su razón eran palpables y auténticas. Dejó ir sus brazos recostados sobre su cabeza cuando se rindió en el intento de escapar, allí no había salida a menos que así lo quisiera Tori, el cual tenía la mirada perdida en su rostro, probablemente Ren estaría haciendo muchas expresiones obscenas que deleitaban su sed de sexo de formas inimaginables. Lo sentía crecer poco a poco en sus forzadas paredes internas, el dolor siempre estaba presente en leves punzadas directo en su pelvis, y un ardor quemaba su interior como el mismísimo ácido. El mayor sostenía sus piernas y las empujaba hacia su pecho.

Por un instante, Ren logró enfocar su vista en los profundos y extasiados ojos del contrario, y se perdió en ellos; eran de un tono rosado al igual que su cabello, pero igualmente tenían una belleza que no encajaba con la naturaleza del acto que le estaba llevando a cabo. Pensó en porqué tenía que estarle pasando algo así, por lo poco que Tori le había revelado, sabía que Aoba había sido arrastrado por los hombres de Mink y que ahora se encontraba con él, rogaba porque no se encontrara en una situación parecida a la suya.

Al momento en que dejó de resistirse, algo nubló su mente, no supo descifrar con exactitud de qué se trataba, pero en cuanto pasó, lo único que podía pensar era en lo bien que se estaba sintiendo aquello. Débilmente, aproximó sus brazos al contrario, rodeando su cuello y obligandolo a acercarse más a su rostro, Tori paró el movimiento de sus caderas por un minuto, parecía estupefacto por su repentino comportamiento, de hecho Ren también lo estaba, se daba asco a sí mismo por sucumbir a los morbosos deseos sexuales que una parte incorrecta de su ser cultivaba en su inconsciente, no le gustaba nada y sabía que se arrepentiría de todo eso ni bien acabase, pero ya no había espacio para un sólo ápice de razón en su cabeza.

—M-más... —Ahora la locura del extasis había tomado su cuerpo, para hacerlo preso de los deseos enfermos del contrario.

30 DÍAS DE MULTISHIPP (DRAMAtical Murder) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora