Día 12: KouRen (Koujaku x Ren)

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Con Mimo:

—¡Ren! Aquí estoy ¿Está todo bien? —Koujaku arribó agitado a la residencia Seragaki, encontrándose con un Ren dando vueltas de un lado en la entrada, una clara ansiedad podía denotarse en su siempre calma expresión. Ni bien se percató de la llegada del ojirojo, se abalanzó a él.
—¡Koujaku!

Aquella noche había sido una de las peores entre las más catástroficas, Ren y Aoba habían salido junto a Mizuki y algunos miembros de Dry Juice a un bar de por ahí, la habían pasado bien entre bebidas y risas, pero había demasiada gente y el pobre de Ren aun no terminaba de acostumbrarse a ese tipo de ambientes colmados de personas, por lo que comenzó a marearse y a sentirse mal, Aoba notó esto y decidió que sería mejor volver más temprano a casa, disculpándose ambos con Mizuki, quien despreocupado les dijo que fueran con cuidado. En el trayecto, el peliazul llevaba al más alto recargandolo sobre sus hombros, estaban frente a la casa cuando un pequeño giro de la vida provocó que un tipo conduciendo ebrio se subiera a la banquina y Aoba, sin poder esquivarlo a tiempo, terminara siendo golpeado de un lado, haciendo que ambos calleran. El sujeto siguió con su camino como si nada; el azulino, tendido en el suelo, se quejaba quedamente del dolor y no lograba ponerse de pie, a diferencia de Ren, que había salido ileso. Tae se despertó con el alboroto y salió en ayuda de ambos mientras el ambarino fue a llamar a la ambulancia lo más rápido posible. El socorro llegó y la mujer mayor decidió acompañar al herido, advirtiendole al más alto que permaneciera tranquilo cuidando la casa, y que lo llamaría a la primera noticia que tuvieran; Aoba, entre el dolor, le dijo que no se preocupara, sin embargo, tal fue la ansiedad del pobre al quedarse solo con aquella situación devorandole la cabeza, que sin pensarlo demasiado, terminó llamando a Koujaku.

Ren le explicó brevemente todo lo dicho al pelinegro, quien sugirió ir a su habitación a hablar con más comodidad. Estaban ambos sentados uno junto al otro en la cama del más pálido, quien no podía dejar de morderse los labios y jugar con sus dedos, Koujaku juraba ver temblar de forma tenue sus hombros. En el tiempo que llevaba de conocerlo en aquella forma, jamás lo había visto así de mal, tenía la fama de ser un tipo tranquilo y reservado, de pocas palabras y una timidez hasta simpática, por lo que observarlo en semejante estado le contagiaba la angustia.
—Ren... ¿Cómo te sientes? —intentó hablar para romper un poco la tensión del momento, sin embargo, no obtuvo palabra alguna hasta unos minutos después.
—Fue mi culpa —exclamó el ambarino, mirando un punto fijo en sus manos.
—¿Qué?
—Si no tuviese problemas con los lugares públicos aún, esto jamás habría pasado. Aoba no tendría que haber cargado conmigo y sufrir ese accidente por llevarme temprano a casa ¿Ahora quién sabe que tan grave fue ese golpe? ¿Qué pasa si es permanente? ¿Cómo voy a vivir con eso? Yo... Yo... —su voz se quebró y sus palabras se atropellaron, tomó fuertemente sus cabellos mientras el crepitar de sus hombros y piernas se hacía más notorio.
—Ey Ren, tranquilo, respira, no tiene que... —pero no era escuchado, Koujaku no sabía como reaccionar, la impotencia de ver a su amigo en tan pésimo panorama comenzaba a estancar su cabeza, no podía negar que él también estaba muy preocupado por el azulino, pero lo crucial en aquel momento era evitar que el contrario sufriera un ataque de ansiedad.

Entonces, una peculiar idea cruzó por su mente.

El pelinegro respiró hondo y posó una de sus manos en la espalda ajena, acariciándola con suavidad. Paralelamente, quitó con la misma delicadeza el fuerte agarre de Ren en sus cabellos color noche.
—Oye... Tranquilo, no fue tu culpa, fue un accidente, a cualquiera pudo haberle pasado en circunstancias diferentes, son cosas de la vida. Si tu no hubieras estado ahí para socorrerlo, quién sabe lo que habría pasado. Ven aquí —. Con movimientos suaves, condujo al menor para que recostara la cabeza sobre su regazo. A pesar de encontrarse sumamente consternado, ahogándose en sus propios pensamientos, Ren no opuso resistencia —. Entiendo que te sientas culpable, pero de nada sirve eso ahora ¿Sabes?, seguro que Aoba estará bien, después de todo, por lo que me contaste, no fue un golpe demasiado grave. Sólo nos queda esperar pacientemente hasta que nos lleguen los resultados de su examen médico; hasta entonces, prometo acompañarte, así no te sentirás solo ni ansioso otra vez, ¿Si? —habló, mientras que comenzaba a repartir suaves caricias en el cabello ajeno. Ren sólo asintió imperceptiblemente a las palabras de Koujaku, cerrando sus párpados de lo mucho que le pesaban y de la tranquilidad que le nacían las grandes manos contrarias. 

30 DÍAS DE MULTISHIPP (DRAMAtical Murder) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora