Parte 33

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"...Pestañeé un par de veces sintiéndome totalmente desorientado.

¿Acaso lo recientemente vivido, había pasado solo en mi mente?

No había otra explicación lógica para encontrarme en el mismo lugar y en el mismo instante.

Agité la cabeza tratando de concentrarme y fue entonces que el terror se apoderó de mí, para arrojarme dentro de una bruma espesa. No podía ordenar mis ideas, estaba demasiado ofuscado como para pensar con claridad. De lo único que estaba seguro: era que aun seguía en el hospital y que aquella puerta, era del cuarto de Susana.

Para aumentar mi confusión, vi como la puerta se abría; esperé ver una enfermera, pero era Candy quien salía con los ojos vidriosos.

Como una bofetada me golpeó la realidad y fui consciente que el tiempo se me terminaba...

Candy se arrimó a la puerta derrotada , su rostro estaba desolado como si hubiera estado ocultando sus emociones antes de salir de aquel lugar. Cuando su mirada se encontró con la mía se sorprendió  y trató de componer su expresión. Vi el dolor atravesar sus esmeraldas por una fracción de segundo.

Su rostro me esquivó deliberadamente, mientras se encaminaba hacia las escaleras.

-Me voy – dijo con una sonrisa triste.

-Te acompaño...- aseguré.

-No, no vale la pena.

-Déjame te acompaño.

-¡Pero no! ¡Déjame! - su voz me dejó ver cierta molestia y angustia. Intenté sujetarla sintiéndome impotente.

-¡No, te acompaño! – volví a insistir.

-¡Si haces eso, va ha ser todavía más triste! - su rostro se volvió, y vi varias lágrimas recorrer sus mejillas. – Es inútil permanecer más aquí - bajó las gradas a toda prisa.

-La perdía...la perdía...Era lo único que estaba claro en mi mente.

-Mis piernas reaccionaron y se lanzaron tras ella.

-¡Candy! – pronuncié su nombre mientas corría para alcanzarla en medio de las gradas y abrazarla por la cintura.

La estaba perdiendo por una jugada del destino. Aspiré su aroma, sabiendo que sería la última vez que la tendría así.

-¡No quiero dejarte partir! – susurré - Me gustaría tanto que este instante durase una eternidad... - confesé atormentado.

Quería robarle un minuto a la vida para retenerla a mi lado, pero el destino me estaba arrebatando la felicidad.

-Terry... - sollozó

-No me digas nada. Déjame, te lo suplico... – mi voz se quebró junto con la esperanza de un futuro juntos.

Y lloré...lloré derrotado, porque no tenía nada que ofrecerle, sintiéndome impotente sin saber qué hacer como detenerla.  Ella lloraba conmigo, no quería que se fuera, pero era como tratar de detener el agua entre las manos. Sin saber cómo, mis dedos fueron perdiendo la fuerza y se soltaron de su cintura, la perdía para siempre.

-Se feliz – le pedí mientras tocaba sus hombros como mi último adiós – Se feliz Candy – le supliqué.

La solté con el dolor del alma.

-Si no, te lo reprocharé – intenté sonreír, pero era imposible.

-Tú también, Terry, sé feliz – sus ojos me miraron por última vez y vi mi dolor reflejado en sus esmeraldas que habían perdido el brillo.

Rompiendo la DistanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora