Miré alrededor del departamento, con cierta nostalgia, muy pronto lo dejaría para siempre.
-¿Así que no le contaste al Sr. Hathaway que te casas? – preguntó Albert con una amplia sonrisa.
-Quise hacerlo – admití – Pero justo cuando me decidí, nos interrumpieron, y no iba a estar siguiéndole por los pasillos para contarle ¿verdad?
-Jajaja– Albert río ampliamente.
-Por cierto, Albert ¿Cuándo viajas? – pregunté mientras le servía una taza de café.
-Mañana en la noche – aseguró
-¿No sería mejor que te fueras después del sábado?
-Ese era mi deseo inicial, pero el telegrama de George me dejó preocupado. Mejor me voy mañana y regreso el viernes.
-¿Y crees que tu tía te deje regresar?
-Claro, además no le tengo que pedir permiso.
-Parece que se maneja su geniecito, eh.
-Jajaja, tienes razón, pero no podrá impedir que regrese. Además, así me será más fácil conseguir todo para amoblarles la casa.
-No, Albert, ya te dije que eso no era necesario. Con lo que me pagan por el estreno tengo para amoblar la parte de arriba y con el resto de las presentaciones.
-Terry, deja que ese sea mi regalo.
-No es necesario, basta con que nos hayas dado tu autorización, eso es más que suficiente.
Albert negó con la cabeza y levantó el dedo para opinar – Mira Terry, eso era mi obligación moral y lo hice con el mayor gusto del mundo, pero deja que haga algo por ustedes.
Para cada cosa, Albert me contrarrestaba, después de bebernos como tres tazas de café terminé cediendo a su petición.
La verdad no quería hacerlo, pero él argumentó que era un favor que le hacía, más por Candy. Así, que no tuve más remedio que dejar que él amoblara la casa. Esa era la única manera de convencerme, utilizando mi único punto débil, Candy.
Mientras transcurría la mañana me sentía extraño, tenía una ligera opresión en el pecho como si algo estuviera por pasar, era una angustia mezclada con desesperación lo que aprisionaba mi corazón.
Por alguna rara razón no podía dejar de pensar en Candy, como si necesitara estar con ella, claro siempre necesitaba estar con ella, pero esto era algo más.
Varias veces miré el reloj para asegurarme que aún faltaba mucho para salir al almuerzo y correr a verla, pero para variar, ella tenía turno y no la vería hasta mañana, aunque con esto que sentía no podía esperar tanto.
Tal vez me sentía así, por la inminente partida de Albert. Iba a dejar de ver por unos días a mi amigo, a mi consejero y eso, me deprimía.
Respiré hondo mientras entraba en escena.
Parecía como si hubiéramos repetido la escena del balcón como veinte mil veces y aún no salía del todo bien.
-¡Terry! – gritó Susana
La miré ligeramente irritado, y ella me indicó con la mano los cables que estaban frente a mí. Si no era por su aviso hubiera terminado con un buen golpe en la cabeza después del suelazo que de seguro me daba.
-Gracias
-Hace un momento, James se enredó y cayó. Es que con la poca luz que hay casi no se ven.
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Rompiendo la Distancia
FanfictionTerry está en Nueva York preparándose para la obra del Rey Lear y Candy, en lugar de ir a Chicago a estudiar enfermería va a Nueva York. Un encuentro temprano dará inicio a un amor incontenible... Basado en los personajes escritos e ilustrados por...