Parte 24

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POV: ALBERT

Al despertar en aquel lugar, estaba muy confundido, me sentía como si hubiera dormido por mucho, muchísimo tiempo, y no sabía dónde me encontraba.  Quise levantarme para e irme, pero alguien me dijo que esperara a que me sintiera mejor. Algo confundido le hice caso.

Me senté con las manos en la cabeza, de pronto como un rayo de luz pude ver a Candy en mis recuerdos, pero no era la Candy que conocía recientemente, sino la del pasado, aquella niña con su hermoso rostro salpicado de pecas y aquellos ojos verdes que siempre me miraban con ternura, aquellos ojos que se parecían mucho a unos ojos muy queridos por mi, los de mi hermana Pauna, ahora entendía porque quería tanto a Candy, era como si fuera mi hermana.

Empecé a recordar cada uno de mis encuentros con ella y todo lo vivido hasta este instante.

De pronto se abrió la puerta y reconocí de inmediato a aquel joven, recordé mi primer encuentro con él, verlo desvalido, peleando con todas sus fuerzas contra tantos, sin desmayar, tenía que ayudarlo, un chico tan valiente no merecía tantos golpes.  Recordé como lo llevé cojeando al San Pablo y como sin pensarlo ahora era mi mejor amigo.

-¡Albert!, ¿Estás bien? – sus ojos me miraron con insistente preocupación.

-Terry- sabía quien era, lo recordaba todo

En ese momento Puppet saltó de mi lado hacia Terry, recién me di cuenta que había estado junto a mi.

Terry nunca apartó su mirada de la mía, sabía que algo me pasaba.

-¿Qué te pasó? – me preguntó inquieto

De pronto sentí ganas de vomitar, y todo medio vueltas, la cabeza me empezó a estallar y me sentí aspirado dentro de un remolino.

-Debemos ir  a ver a un doctor. – aseguró preocupado

No estaba seguro de querer ir al hospital pero la angustia de Terry me hizo reflexionar, caminamos un poco, pero me volví a sentir mareado, Terry me sujetó del brazo y me condujo hacia un parque cercano. En cuanto vi un poco de hierba, me recosté, tenía miedo de volver a quedarme sin recuerdos, cerré los ojos esperando que el mareo cediera, fue entonces que todas mis memorias volvieron, vívidas y claras como si nunca las hubiera perdido.

No se cuanto tiempo estuve así, la voz de Terry me hizo abrir los ojos.

-¿Albert? ¿Te sientes mal? – estaba más preocupado que antes.

Mis ojos se enfocaron en los suyos, su preocupación estaba escrita en el rostro, no sabía si contarle o no. Acababa de recordarlo todo.

Terry, era como mi hermano, desde que Pauna había muerto me había sentido tan solo, la Tía Elroy me quería, pero era muy seria, George siempre estuvo ahí para escucharme, pero nunca escuché de su parte ningún problema, ninguna confidencia.

Con Terry era distinto, me había acoplado a él como con ninguna otra persona, su carácter fuerte y a la vez variable me hacía vivir cada día al máximo, era una persona tan excepcional, tan lleno de contradicciones como de un gran corazón, capaz de amar con la locura de un loco en un segundo y de ser frio como el hielo al siguiente; tan apasionado en su trabajo como inseguro a la hora de confiar en las personas.

Su fuerte personalidad contrastaba con la dulzura que solo Candy era capaz de hacer brotar de aquella coraza que siempre lo envolvía. No era para nada un chico fácil de tratar, pero era por lo mal que la vida le había tratado. Ahora lo entendía y lo comprendía.

Tan duro a veces y tan dócil otras, era todo un enigma a veces. Me sentía orgulloso de poder llamarlo amigo y de quererlo como a un hermano.

Como ocultarle algo tan importante a un persona tan querida por mí, imposible.

Rompiendo la DistanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora