Los monstruos están saliendo

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LOS MONSTRUOS ESTÁN SALIENDO
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Era imposible dejar de ver al rededor, examinar el interior del bunker una vez que nos adentramos y empezamos a seguir al hombre canoso, cuyo nombre era Jerry: un nombre pequeño para alguien que tenía la apariencia de un ex general duro y malo, en...

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Era imposible dejar de ver al rededor, examinar el interior del bunker una vez que nos adentramos y empezamos a seguir al hombre canoso, cuyo nombre era Jerry: un nombre pequeño para alguien que tenía la apariencia de un ex general duro y malo, en fin.

El lugar era mucho más espacioso que el bunker en el que estábamos antes, grande y enorme, con más pasillos de los que pudiera contar, y más habitaciones de las que imaginar. Incluso el techo era mucho más alto.

Y por las muchas personas que se hallaban caminando entre los pasillos cuyas paredes blancas se hallaban manchada, y el sonido de las voces tanto de niños como de adultos llenando los corredizos, imaginé que los sobrevivientes debían ser un gran número. Aunque nada comparable con la perdida y los infectados.

Sacudí esos pensamientos y me concentré en unos largos tubos de metal resistentes que se encontraban clavados desde el suelo, alargándose hasta el techo donde también se clavaban a un enorme trozo de metal que ocultaba la ventilación. Solo ver esos tubos formando un triángulo desde el suelo al techo, me hizo pensar que a ellos les había sucedido lo mismo que a nosotros. Debía de ser, si no, ¿por qué otra razón estaría cubiertas las ventilaciones? No había otra más que esa. Experimentos que también entraron por las ventilaciones en busca de carne humana. Me pregunté cuántas personas habían sido atacadas.

Pensar en ello, en lo que probablemente sucedió aquí, era terrible.

—Los tubos de las ventilaciones...

—Algo que también les sucedió a ustedes por lo visto—interrumpió Jerry, antes de que Adam terminara su comentario—. Aunque ya arreglamos ese problema, los malditos monstruos están intentando salir a la superficie, las ventilaciones o el drenaje eran su objetivo, así que seguramente ya habrá salido uno que otro.

Me tambaleé, instantáneamente mis gelatinosas piernas dejaron de moverse, se me clavaron los pies al suelo, sintiendo como un escalofrió subió desde la planta de los pies hasta todo mi cuerpo, rasgando de horror mis nervios. Lo primero que pensé fue un rotundo no en el que mi cabeza negó en movimientos.

No, no, no... Eso no podía ser verdad, no podía suceder, ¿cierto? Estaba mintiendo... ¿O escuché mal?

Levanté la mirada del suelo, donde la había dejado clavada del shock, y vi que no fui a la única a la que le afectó sus palabras, Rossi y Adam habían dejado de caminar también, haciendo que el silencio de sus pasos lo detuvieran a Jerry también y se girara para que, al vernos, estirara media sonrisa, como si nuestras reacciones le divirtieran.

— ¿Están intentando salir de aquí? — Yo también quería saberlo. No. Tenía que saberlo.

—Intentando no, lo están haciendo— replicó y solo me dejó más perturbada.

— ¿Cómo sabes eso? —aventé de mi boca la pregunta con rapidez, con esa misma sorpresa—. ¿Cómo sabes que están saliendo? ¿Lo han visto?

Experimento Rojo peligro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora