Lo dejó regresar a la oficina, dialogaron con el jefe pero no lograron convencerlo de permitirles participar en la investigación, ni siquiera cuando le contaron de sus hipótesis.A Hasgard le pareció rara la actitud sobreprotectora de ese hombre, recordaba vagamente que había sido buen amigo del padre de Cid. Sin embargo, en esos años, el asesino comenzó su trayectoria y tras la muerte del padre de su amigo, incluso el jefe se había alejado de él. Por eso ahora le parecía ilógico que se mostrará tan preocupado.
—Te cambiaremos de casa — informó sin darle vueltas al asunto — reduciremos la compañía, muchos saben de la ubicación de nuestros sitios seguros, me temó que el asesino tiene un informante.
—O podría obtener la información de las víctimas, tras largas horas de tortura hasta el más valiente se quiebra — fue la hábil respuesta de Cid.
Hasgard no opinó, ni siquiera cuando sintió la mirada del jefe sobre él.
—Es tu único amigo, ¿cierto? Él se encargará de hacerte compañía. Te recuerdo que debes ser prudente, mi hija está preocupada y tu estupidez la pone en peligro.
La tensión entre ambos era notable, Hasgard se sintió fuera de lugar, creía que estaba en una conversación que no debía escuchar, no sólo por respeto sino por salud mental.
Un momento después, el mayor les entregó las llaves y la ubicación, para su sorpresa, la casa quedaba cerca del centro de la ciudad.
La orden era simple: encerrase y esperar.
Cid insistió en detenerse a comprar víveres, y aunque eso era algo bastante imprudente, le permitió que lo hiciera. No tardó demasiado, pero comida era lo que menos llevaba, de las bolsas de papel se asomaban las botellas de ron, Hasgard enarcó una ceja, Cid sólo se encogió de hombros.
No dijo nada, condujo en silencio hasta la casa y se sorprendió porque era particularmente bonita.
—Es mi regalo de bodas — fue lo que Cid dijo en cuanto entraron — sería bastante irónico morir aquí. Donde se supone que voy a pasar los mejore años de mi vida.
Lo siguió hasta la cocina donde acomodó las cosas sobre la barra, tomó un vaso para jugo y se sirvió ron, recordó ofrecerle a su acompañante hasta que ya casi terminaba el líquido. Hasgard aceptó la botella que le ofreció, bebió directamente y se sentó en uno de los bancos, no sabía porque tenía esa sensación de pesar sobre los hombros. No le importó que su amigo tuviese que destapar su propia botella.
Lo ignoró, pues tampoco quería que sus sentimientos nublaran su buen juicio.
—¿Cuándo pensabas decirme todo eso de la boda? — le reclamó sin poder evitar el tono ofendido — o es sólo otra de tus bromas de mal gusto.
—No, no es broma. Pensaba decírtelo unos días antes, es peligroso que muchas personas se enteren, pondríamos en riesgo a mi futura esposa. Sobre todo ahora.
En parte aquello era cierto, Cid se había ganado el odio de varios criminales, ambos eran un blanco recurrente de atentados y amenazas. Pero no podía creer que no lo considerara alguien de confianza, no estaría entre sus planes divulgar la relación. A pesar de lo que sentía, podía seguir siendo su amigo.
—Al final, sí fue ella la elegida.
Cid se sirvió más ron antes de responder.
—Siempre fue ella.
Hasgard sabía bien que las cosas quedaron en pausa por culpa de las desgracias que sacudieron la vida de Cid. Un huérfano, nunca será un buen partido. Los tres eran muy jóvenes, Cid apenas si podía sostener sus gastos, casi deja la escuela y tuvo que olvidarse de ella aunque nunca se vio muy afectado.
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Zigeunerweisen
Fanfiction"Llevaba noches fantaseando con la misma imagen, la efigie de porte elegante y mirada de cielo nocturno, imaginaba la blanca piel salpicada de sangre, la voz dolorida, como una dulce melodía, una súplica. Quería sacarlo de ese mundo estricto y darle...