— ¿Alguna persona que atendiste antes, en tu trabajo? —propuso Clara.

— No, no creo... —afirmó.

— No me puedo imaginar muy bien a esa chica, a su hija... Debe ser una mujer algo... —interrumpió Gabi, siguiendo sus ideas. Se detuvo, buscando una palabra en su mente...

— ¿Loca? —propuso Elena y añadió—: Sin duda alguna lo es.

— O... no sabe la clase de hombre que es Hugo, lo cual es más probable. Era un experto de la manipulación y dudo mucho que haya cambiado, la gente no cambia —concluyó Gabriela de manera pesimista. Clara, por otra parte, le dio su apoyo asintiendo con la cabeza.

Cada una de las mujeres reunidas pudo hacer memoria y recordar lo que habían pasado por culpa de él... Eran desagradables recuerdos... Habían descubierto tarde la clase de hombre que era Hugo.

— Bien, ¿y qué propones, Elena? —preguntó Clara, la historia la había conmovido.

Sacó una carpeta con varios papeles de la mochila masculina que había dejado tirada en la alfombra del piso al llegar y comenzó a leerlos. Era evidente que lo había planeado bastante antes de decidirse a hablar con ellas. La mujer rubia adivinó éste pensamiento en sus amigas y tuvo la necesidad de explicarse. No es que se hubiera obsesionado con Hugo, sólo lo quería ver destruido a sus pies como una cucaracha... nada más.

— Al principio pensé hacerlo sola, créanme, no pensé que pudiéramos algún día tener esta conversación, pero descubrí que iba a ser imposible. No puedo sola y tres personas son más fuertes que una. Las propuestas que tengo para ustedes son varias:

1- Acercarnos a la novia (primero y principal): hablarle mal de él... No estaría mal contarle nuestras historias, con eso seguro que se espanta y sale corriendo... Lo dejamos sin novia, desprestigiado y solo. Calculo que si lo logramos habremos terminado con él en una semana.

2- Y si eso no sirve podemos inventar que tiene alguna enfermedad venérea, como SIDA o algo por el estilo. Ella misma se encargará de decirle a todo el mundo, en especial sus amigas, seguramente ya hay alguna traicionera entre ellas, considerando los hábitos de Hugo... Lo dejamos sin sexo y probablemente la abandone en... dos días.

— No, no... Es demasiado drástico —se opuso Clara con el ceño fruncido.

— Sí, pero probablemente necesitemos recursos extremos y hay que estar preparadas —indicó Elena, sonriendo con maldad, el tema la divertía—. Continúo:

3- Convencerla de que lo deje: le exponemos el dolor que causa a su familia, lo terrible que sería para su mamá verla casada con él. Lo joven que es y lo que se perdería... En algunas mujeres esto funciona de maravilla.

Clara afirmó convencida, pensando en que ella no se casaría ni loca si su amada tía no lo aprobaba. Los pensamientos de Gabriela iban por otro lado.

— No creo que funcione, la verdad. Si su madre llevó la pelea al punto de amenazarla con un cuchillo y ella huyó... no servirá de nada. Es una mujer muy distinta. Parece importarle un pepino si su familia aprueba o no su matrimonio. Supongo que debe estar obsesionada con Hugo.

— Eso me lo temo yo también, pero no perdemos nada hablando. Sigo con la lectura:

4- Si fingir amistad con la novia e intentar separarlos no sirve, bueno... entonces nos acercaremos al novio.

Sus dos amigas la miraron perplejas. ¿Qué quería decir? ¿Acercarse a Hugo Peña? Mientras menos sepa que están interviniendo, mucho mejor.

— ¿No lo entienden? Bueno, las ideas son muchas... Una de nosotras, por ejemplo, puede sacrificarse; engatusarlo tal cual hizo con nosotras en su momento, llevarlo a un hotel y tenderle una trampa.

La venganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora