Décima segunda Carta

77 9 2
                                    


 Recibí la informal invitación que tu mamá nos dio para que fuéramos a cantarle cumpleaños, así que fue a tu casa. ¡Qué bonita casa, Jesucristo basta! 

 Llegue ahí sin poder creerlo, la verdad nunca pensé que pudiera estar ahí. Me senté y llegó tu hermano, ¡ese un amor! me hizo reír a más no poder...Pero tuviste que entrar a la habitación y arruinar la armonía que había logrado conseguir. 

 Con cada paso que dabas a mi corazón latía fuerte, contenía las ganas de vomitar y practicaba en mi mente una conversación entre los dos, que, lamentablemente, jamás llegó. 

 Saludaste a mi mamá, a mi papá y a mi hermanito, y pues a mi, a mi me miraste de reojo por un instante. Instantáneamente, mi mente se detuvo. ¿Acaso hice algo mal? ¿Debí ser yo la del incentivo? ¿Responderías mis preguntas cuando estés frente a mi? 

 Ni siquiera la sabrosa torta que tenía a la espera de ser picada pudo sacarme del trance en el que estaba. Me fui de tu casa y ni siquiera te percataste de ello. 

 ¿Vale la pena gastar la saliva hablando maravillas de alguien que apenas sabe de ti? 

Atte: Disgustada y hecha migas... 

Las acosadoras cartas que jamás le di a mi crushDonde viven las historias. Descúbrelo ahora